Sousuke me lleva en su automóvil al aeropuerto. Entramos a éste y Sou me encamina a donde los pasajeros salen y son recibidos por sus seres queridos.

—Oye, Makoto, ¿del uno al diez cuánto amas a Nanase? —pregunta.

—Diez —respondo sin dudar.

—¿Sabes que tú y yo teníamos algo?

—Sí.

—¿Qué piensas de eso?

—"Hay que hacer las paces con el pasado para no echar a perder el presente " —respondo y me encojo de hombros.

—Te gusta mucho ese libro —inquiere.

—Sí —sonrío. Miro mi reloj y al parecer son más de las siete.

—Hay mal tiempo —dice—. Tal vez se retrase el vuelo un poco.

Asiento y trato de ser paciente. Ya son la ocho y media y no llega Haru. Sousuke me trae un café en lata caliente que ha sacado de la máquina expendedora que hay en la esquina del lugar.

Estoy sentado en una de esas bancas con colchón de bajo y en el respaldo. Y escucho la conversación de dos azafatas.

—¿Crees que esté bien? —susurra una.

—¿El vuelo de Osaka hacia acá? —responde la otra—. No, creo que no llegarán. Con éste mal tiempo puede que se estrellen —murmura. Y yo me hago chiquito y lágrimas salen de mis ojos.

—Makoto...

—¿Haru vendrá con bien? —digo y con las mangas de mi suéter limpio mis lágrimas—. ¿Estará aquí para la cena?

Él desvía la mirada y no responde.