07.

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El concierto en The Troubadour Bar's había sido magnífico. El público estaba extasiado con el regreso de sus ídolos y corearon las canciones hasta quedarse mudos. Raven lo contempló desde el backstage, rezando porque Axl no volviera a convertirse en el tipo megalómano de los viejos tiempos y transformara una noche excelente en un verdadero infierno.

Después de la tocada se fueron a la mansión para celebrar, esa madrugada nadie descansó apenas, pero la alegría que embargaba a todos era palpable.

Ahora estaban en casa, con un par de días de descanso antes de continuar la gira por Estados Unidos, luego el Coachella Fest y por último otra gira mundial que culminaría con la grabación de un nuevo disco para año nuevo.

— Juuuuuuum, ¿escribiendo un artículo para vendérselo a los diarios? — bromeó Duff al entrar en la habitación.

Raven le devolvió una sonrisita cómplice.

— Voy a hacerme millonaria y luego escaparé a las Bahamas. ¿Quieres ser parte de mi plan?

— No, creo que paso. Me gusta más lo de ser un bajista que no tiene ni para comer. La vida de millonario me aburre.

Le hizo espacio en la cama mostrándole la pantalla de la laptop para que viera las fotografías que pasaban en ese instante.

— Tengo algo que contarte — comenzó Raven antes de detenerse en una donde aparecía junto a un joven que Duff no reconoció — Ese es Janne — dijo señalando la pantalla.

— Un amigo de Finlandia, supongo.

— En realidad... — parecía apenada, pero Michael la conocía lo suficiente para saber que no debía presionarla — Janne es más que un amigo. Teníamos una... relación seria, por decirlo de alguna forma.

Él asintió mientras contemplaba la foto, pensando en lo poco que se había fijado en los detalles cuando la vio por primera vez. Todo estaba allí, solo había que saber mirar.

— ¿Es eso lo que te ha tenido preocupada todos estos días? — preguntó.

— Supongo. Aún no le he contado a Slash ni a Axl, no quiero incomodarlos, pero al final no me quedará más remedio que decirles.

— Rave, estuviste cinco años viviendo con ellos.

— Seis, de hecho — le corrigió amablemente.

— ¿Seis? Con más razón entonces es lógico que esto sucediera. Eres una chica bonita y muy dulce cuando te lo propones, creo que estuviera más extrañado si me dijeras que ninguno se fijó en ti en todos esos años, daría qué pensar.

Se echó a reír, solo él para alegrarla en un momento tan tenso.

— De todos modos quiero que me ayudes a encontrar una forma de contarles a... — un ruido en el pasillo junto a la puerta la hizo callar y ponerse de pie.

Axl se recostó en el umbral y la contempló por unos segundos, tenía los puños fuertemente apretados y la mandíbula tensa.

— ¿Cuándo pensabas contarme?

— ¿Nunca te han dicho que escuchar detrás de la puerta es de mala educación? — contraatacó.

Rose golpeó la pared haciéndola dar un respingo.

— ¡¡Diablos, Raven, nosotros somos tu familia!! ¿En qué estabas pensando?

— ¡¡Precisamente en que te pondrías así cuando te dijera!! ¡¡En que no me ibas a apoyar!!

Duff se puso en medio de ambos y los miró a los ojos uno a uno, esta vez era pura seriedad.

— Ya basta. Esta discusión no tiene sentido ninguno. Axl, ¿acaso pensaste que Raven no tendría vida en todo ese tiempo?

— ¿Entonces eso significa que estás de su lado!? — se puso hecho una furia y salió de la habitación llamando a gritos a Slash.

Saul estaba sentado junto a la piscina cuando escuchó los berridos de Axl y a McKagan pidiéndole que se calmara y pensara las cosas... unos minutos después le llegó también el llanto de Raven y su relajación se hizo pedazos como un cristal.

Entró a la sala con todos los deseos del universo de romperle los huesos a Rose, no importaba si la relación entre ellos volvía a ser como en los 90, pero no iba a permitirle que lastimara a su princesa.

— ¿Qué demonios le hiciste, Axl? — Duff lo detuvo antes de que hiciera una locura — ¡Habla! ¿Por qué rayos está llorando?

— ¿Por qué mejor no le pides que te cuente? ¿Por qué no le preguntas qué es lo que nos ha estado ocultando todo el tiempo? — se defendió este.

Slash la miró extrañado, esperando una respuesta para todo aquel caos que se había desatado en unos pocos segundos, pero ella se mantuvo callada, distante, sin dejar de llorar en silencio.

— ¿No vas a decirle? — preguntó Axl aún más furioso — ¿No vas a contarle a tu querido Slash? Pues yo lo haré por ti: está enamorada de alguien en Finlandia, incluso debe estar pensando en volver con él.

— ¡¡¡¡No es cierto!!!!! — Raven se dejó caer en el sofá cubriéndose los ojos con las manos — ¡¡¡¡No entiendes nada...no entiendes!!!

— La verdad es que yo tampoco entiendo nada — confesó el guitarrista — ¿Estás enamorada de alguien y no nos dijiste? ¿Por qué, Rave? ¿Por qué no me contaste en todas las veces que hablamos por teléfono? No confías en mí, ¿es eso?

Ella le devolvió una mirada fría que lo clavó al suelo.

— ¿Y tú...? ¿Tú tampoco confías en mí acaso? — sabía que sus palabras estaban hiriendo a su amigo, pero ya había iniciado y le era imposible callar — ¿Por qué no me contaste que te ibas a divorciar, que ibas a abandonar a tus hijos, que te enredaste con una fulana de la que ni siquiera me habías comentado?

Se volvió hacia Rose con la misma expresión dura de antes y lo encaró sin importarle las consecuencias.

— ¿Quieres saber por qué no te conté? Pues voy a ser sincera: porque eres un cabrón egoísta, porque sabía que mi felicidad te importa un bledo mientras tú estés completo. Lo que de verdad te molesta es pensar que puedo ser de alguien más y que no necesito pedirte permiso.

Ninguno habló, la conmoción se asentó como un manto de oscuridad e hizo a un lado los buenos momentos que habían pasado juntos en esas semanas. Nadie encontraba las palabras para definir lo que sentía.

Raven se puso en pie, agarró las llaves del auto de Duff que estaban sobre el mueble – bar y se dispuso a salir, pero la voz rasgada del vocalista la detuvo.

— Sí, tienes razón, soy un cabrón egoísta y por eso mismo te advierto que no voy a permitir que te marches de Los Ángeles de nuevo. Escúchame bien, Raven, aunque tenga que ponerte una cadena, no voy a dejar que te vayas.

Lo contempló horrorizada unos instantes antes de salir huyendo igual que en aquella ocasión hacía ya tanto tiempo.

............................................................

Un sueño. No. Una pesadilla.

Condujo sin rumbo por la ciudad, reproduciendo en su mente una y otra vez los acontecimientos, las palabras que se habían dicho, el dolor de pasar nuevamente por la misma situación.

¿Por qué las cosas tenían que torcerse de ese modo? ¿Por qué ellos (Axl) no podían entender lo que sentía? ¿De verdad era Rose el egoísta? Ella se había marchado de Helsinki sin importarle los sentimientos de Janne, lo que él pensaba. Solo quería estar con su familia... pero no así, no en estas circunstancias.

Su mente era un torbellino errante.

Al regresar a la realidad notó que había aparcado el auto en el estacionamiento del aeropuerto; sin detenerse a pensarlo siquiera, entró y se dirigió al mostrador de reservas.

— Un boleto a Helsinki, por favor.

La joven la contempló por unos instantes y Raven pensó que su aspecto no debía ser muy casual: con el cabello revuelto, el maquillaje corrido y su ojo de tonos rojizos brillando por las lágrimas, si la otra veía delante de sí a una loca no la culpaba.

— Lo siento — se excusó la chica — El último vuelo salió esta tarde, no habrá más hasta mañana. Desea...

Negó y se apartó para dejar paso a los demás de la fila.

Se sentó por un rato a ver pasar a las personas a su alrededor, hasta que su mirada se centró en los teléfonos públicos de la pared al fondo. Revisó sus bolsillos y notó que el móvil lo había dejado en casa durante su huida, daba igual, el número al que llamaría estaba grabado a fuego en su mente.

Alexi estaba tumbado en el sofá medio dormido cuando el tono del teléfono móvil del tecladista casi le provoca un infarto.

— Janne, mierda, cambia el maldito tono del móvil que vas a matar a alguien. ¡¡Janne!!!

Obviamente desde la ducha era complicado que lo escuchara, así que no le quedó otra que levantarse y revisar quién era: NÚMERO DESCONOCIDO, pero ya habían colgado. La segunda ocasión no lo sorprendió tanto, al parecer era alguien insistente.

— Hola — descolgó de mala gana.

— Aleksi.

Si la voz del otro lado hubiera sido la del mismísimo Jimmy Hendrix, probablemente no se hubiera impresionado tanto como lo hizo.

— ¿Raven? ¿Estás bien?

Solo silencio. Creyó que se había cortado la llamada, pero los sollozos que oía lo obligaron a repetir la pregunta.

— ¿Janne está? — evasiva hasta la muerte, pensó él.

— No. Salió con Jaska hace un rato, pero no cuelgues, al menos habla conmigo.

Se sorprendió de su propia capacidad para mentir. ¿Qué diablos estaba haciendo?

— ¿Están grabando? — preguntó ella.

— No. Estamos tomando un descaso — notó que casi susurraba, la verdad no quería que Jaska lo escuchara desde la cocina.

Salió, bajó hasta el auto y se sentó dentro, al menos el Dodge era cómodo. Lo que hacía estaba mal, sin embargo, era tarde para pensar en eso. Saori tenía razón: era un hipócrita.

— ¿Raven? — aún la oía respirar — ¿Sucedió algo?

— Un malentendido, eso es todo. Ellos... — otro sollozo la hizo callar.

A Markku el corazón se le aceleró, jamás la había visto llorar. Algo estaba mal. "Voy a matar a uno de esos infelices", pensó.

— Escucha — "¿cómo la consolaba?" — habla conmigo. Dime que sucedió.

— Eres un idiota, Aleksi — ella parecía más calmada — ¿Y cómo es que Janne salió y dejó el celular contigo?

— Pues... no sé, está algo atontado en estos días.

— Aleksi — sonaba molesta, no era boba y no iba a tragar una excusa tan mala.

— Bueno, la verdad es que Janne estaba en la ducha, no pensé que fueras tú quien llamaba, pero cuando contesté ya no tuve deseos de pasarle el teléfono. Tengo que hablar contigo.

Raven suspiró, más dificultades venían en camino.

— Creo que ya estamos hablando — comentó.

— ¿Tuviste problemas en la Ciudad Paraíso? — preguntó él en broma, haciendo referencias al tema de los Guns n Roses.

A ella se le escapó una carcajada.

— Más o menos. Digamos que se me había olvidado lo posesivos que podían llegar a ser. Ahora pienso que tal vez no debí venir.

— En el fondo me alegro de que te hayas ido a Los Ángeles, al menos así ya no tengo que volverme loco pensando en cómo fingir que no me gustas.

No esperaba una gran reacción de su parte, había aprendido a conocerla, así que sonrío cuando ella intentó cambiar de tema.

— ¿Y Kristen? ¿La abandonaste para dártelas de gran guitarrista de nuevo?

— Más bien creo que ella acabará dejándome. Se me fue un poco la mano el otro día.

Raven estuvo a punto de gritarle una barbaridad, hasta que recordó dónde se encontraba y lo pensó mejor, de todos modos no tenía caso molestarse si él estaba del otro lado del planeta.

— ¿Qué tontería hiciste ahora?

— ¿Recuerdas esa vez que fuiste a la nevera por una cerveza y yo olvidé decirte que estaban calientes y después de beber el primer trago querías matarme por ello? — preguntó.

— Sí, pero no sé qué tiene eso que ver...

— Pues la otra noche sucedió algo similar: yo estaba medio borracho así que no me acuerdo de todo, pero según tu hermana, Kristen fue a tomar una cerveza de la nevera y como estaban calientes le dije que no lo hiciera.

— ¿En serio pelearon por una cerveza? ¿Qué diablos..? — a Raven no acababa de encajarle la historia.

— Créeme que eso fue lo de menos. El problema estuvo en cómo se lo dije; repitiendo lo que me contó Saori fue algo como: "Rave, mi amor, la cerveza está caliente, después me vas a querer matar por ello"... y quiso matarme definitivamente.

Ella no pudo contener las carcajadas, sabía que era una situación seria y que solo acarrearía más problemas, sin embargo, no podía dejar de reír.

Alexi no le veía la gracia, su relación estaba a punto de irse al desagüe por culpa de la misma chica de la que estaba enamorado su mejor amigo; no había forma de que todo aquel enredo acabara bien.

— ¿Ya te cansaste de burlarte? — preguntó molesto — No fue para eso que te lo conté.

— ¿Y qué querías que hiciera? Es una situación hilarante si la miras en perspectiva.

Estuvo a punto de echarse a reír de nuevo, pero una idea la asaltó de pronto, haciendo que le doliera la cabeza.

— Espera... ¿Janne te escuchó decir todo eso? — indagó espantada.

Esta vez le tocó a él guardar silencio.

— ¡¡Maldita sea Aleksi, contéstame!!

— Janne lo sabía desde hace tiempo — murmuró.

Ella se quedó de piedra, el salón comenzó a girar y pensó que debía sentarse, pero los asientos estaban del otro lado y tendría que colgar, así que se sostuvo con fuerza del auricular e intentó sonar relajada.

— ¿Qué... qué fue lo que dijiste? ¿Cómo es que él sabe que...? Eso no tiene sentido.

— Janne no es idiota, lo sabía pero evitó decirlo, eso es todo. Cuando tu hermana me contó la estupidez que hice, fui a darle explicaciones y él no las aceptó. De todos modos tú le perteneces a tus Guns, ¿no es así?

Ahora no podía pensar en otra cosa que no fuera huir, pero a dónde. Fuese a donde fuese solo creaba caos entre las personas. Sin importar si era Los Ángeles, Noruega, Finlandia o el fin del mundo, allí a donde iba acababa lastimando a otros y a sí misma.

— Tengo que colgar — las palabras salieron solas.

— Rave, escucha, Janne y yo somos amigos y él sabía que desde que te conocí...

— No importa — lo cortó — Da igual, solo quiero terminar esta conversación. No debí llamar. ¿En qué estaba pensando?

— Rave... — el indicador de que la llamada había finalizado resonó en sus oídos y dejó que el teléfono le resbalara hasta caer en su regazo.

Estuvo sentado en la oscuridad del interior del Dodge por lo que le parecieron meses, hasta que Saori lo encontró.

— Aquí estás. Todo el mundo estaba preguntándose donde te habías metido.

Se sentó junto a él y fue entonces cuando vio el móvil que continuaba sobre sus piernas.

— Por favor, dime que no llamaste a Raven — buscó su mirada pero solo encontró sombras.

— Ella fue quien llamó, quería hablar con Janne...

Saori salió del auto y se marchó sin decir nada más. Alexi deseó entonces que la tierra se abriera y lo tragara en ese mismo instante.







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