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-¿Va todo bien? -preguntó Yuuri con cuidado, sosteniendo el teléfono entre la mejilla y su hombro.

-Si... Es aburrido estar aquí, quisiera estar en la Universidad o contigo -suspiró la voz al otro lado.

Yuuri no pudo evitar soltar una risita.

-¿Te parece si voy hoy a visitarte? -preguntó terminando de atender un cliente- ¡Gracias por su compra!

-Gracias a ti, hasta luego, Yuuri -respondió el chico tomando su bolsa.

-¿Quién era ese?

-Un cliente, Viktor -soltó una risita acomodándose mejor para hablar.

-Ah... ¡Tienes prohibido engañarme, Yuuri! -bromeó el chico.

-No te estoy engañando -dijo algo divertido.

Aunque para engañarlo, primero deberían ser algo formalmente, pensó algo decaído.

-Más te vale, no te lo perdonaré si lo haces -murmuró aun así y Yuuri pudo imaginárselo haciendo un adorable puchero.

-No te preocupes -suspiró mirando como Seung acomodaba algunos libros nuevos- Seung, ¿puedes hacer una de esas figuras que te quedan tan bien?

El coreano volteó a verle y levantó un pulgar.

-¡Oh, saluda a Seung de mi parte! Por cierto, Yuuri, has estado algo raro, ¿ha pasado algo últimamente?

El azabache pensó de repente en el Alfa del otro día. No veía necesario contarle a Viktor acerca de eso, solo conseguiría preocuparle y lo que debía hacer ahora era descansar.

-Seung, Viktor manda saludos -el coreano volvió a mirarle y a asentir- También te manda saludos -hizo una pequeña pausa y miró por la ventana. El tiempo se veía frío y Yuuri pensó que pronto comenzaría a nevar- No ha pasado nada relevante realmente, solo he estado pensando en irme de vacaciones un poco antes este año -admitió, pues lo venía considerando hace tiempo.

Hacía tiempo que el Beta no se pasaba a ayudar a su familia en el onsen y por lo que sabía, estaban algo faltos de personal.

-Uhm... quizás, cuando me mejore... ¿podría acompañarte? -murmuró con una suave y tímida voz- Siempre he querido ver el lugar donde creciste.

-Quizás, si tienes buenas notas y te mejoras pronto... -alargó Yuuri como quien no quiere la cosa.

-¡Yo siempre tengo buenas notas!

-No lo sé, el semestre anterior no dijiste eso... -murmuró con fingida voz pensativa.

-No seas tonto, voy a mejorarme pronto de este resfriado. Es solo mala suerte que haya coincidido con mi celo -se quejó Viktor- Y en cuanto a lo otro, ¡mis notas han sido bastante buenas!

-De todas formas eso no depende de mí, sino de tu familia, Viktor, apuesto a que quieren que pases las vacaciones con ellos.

Yuuri se sentó a girar en su silla.

-Ya soy un adulto -replicó en un suspiro- De todas formas preguntaré... Asegúrate de venir a visitarme hoy, ¿bien? Déjale la tienda a Seung un rato, voy a esperarte.

El japonés miró su reloj y el horario de visita comenzaba en cuarenta minutos.

-Bien, estaré ahí -se limitó a contestar. Y luego de que ambos se despidieran, Yuuri miró en dirección a Seung, quien estaba en medio de la construcción de la obra de libros- ¿Te molestaría quedarte en la tienda por una hora o dos? -preguntó con cierta pena.

El Alfa le miró impasible.

-No hay problema, jefe -murmuró estirándose un poco.

-Gracias, Seung, me salvas la vida -admitió Yuuri buscando sus cosas para salir- Vicchan se queda contigo.

La caniche ladró de acuerdo desde su cama, que esta vez se encontraba junto a una estantería.

-Bien.

-Nos vemos en un rato -alargó Yuuri al salir de la tienda luego de tomar sus cosas.

-Cuídese, jefe -dijo Seung junto a algunos ladridos de Vicchan.

Yuuri pasó a hacer unas cuantas compras antes de dirigirse al hospital, no podía simplemente llegar con las manos vacías, por lo que cuando se presentó en la habitación de Viktor, dejó las bolsas a un lado y sonrió al ver al ruso con el cabello suelto y jugando con una consola portátil.

Tocó la puerta a pesar de que esta estaba abierta.

-Toc, toc -anunció con una leve sonrisa.

El peliplata levantó la vista y sus ojos brillaron encantados de ver al Beta.

-¡Yuuri! -exclamó sentándose mejor.

Sus mejillas estaban rojas a causa del calor de su cuerpo y se sentía algo débil, pero siempre le encantaba ver al japonés.

-No te muevas tanto, Viktor -se apresuró a decir Yuuri, tomando de nuevo las bolsas- Te traje algunas cosas... -dijo avanzando hasta su cama.

-Oh, no era necesario -negó, más estaba curioso y emocionado- ¿Qué es?

Yuuri soltó una risita y primero sacó un peluche de conejo blanco con un moño rosa en su cuello.

-Primero pensé que necesitabas algo de compañía... El Señor Conejo y yo queremos que te recuperes -dijo moviendo la pata del conejo como si saludara al Omega.

Viktor rió encantado, logrando que su boca tuviera aquella peculiar forma de corazón que a Yuuri tanto le gustaba.

-¡Es hermoso! Gracias -dijo tomando al peluche y abrazándolo.

-También te traje algo de fruta y algunas bebidas, cuando venga la enfermera ella puede hacerse cargo -asintió dejando las bolsas sobre la pequeña mesa a un lado.

-Gracias por preocuparte tanto por mí... me hace sentir especial -murmuró Viktor con una leve sonrisa.

El Beta no pudo evitar sonrojarse. Dejó una mano en la caliente mejilla del menor y la acarició con suavidad mientras veía los hermosos ojos azules del chico brillar a causa de la fiebre.

-Eres especial para mí, Vitya -murmuró dejando un besito sobre su frente.

-... Aunque podrías darme ese beso en los labios, ¿sabes? ¡No voy a contagiarte!

-No te apresures -rió.

Yuuri se quedó lo que duraba el tiempo de visita. Se le hacía algo raro el hecho de que nadie más le había visitado, hasta que Viktor dijo:

-Mis amigos están en clase, pero gracias a ti no me siento solo -sonrió-, incluso cuando me llamas siento que estas aquí.

Entonces el japonés solo pudo sonrojarse y sentir su corazón rebosar de sentimientos.

Al llegar la hora de irse, Viktor se puso bastante meloso queriendo evitar que el Beta se fuera.

-Yuuri, me sentiría mejor si solo te quedaras y lo hicieras conmigo -repuso abrazándole por la cadera, con una mueca algo triste que el japonés no pudo ver.

-No veo como eso podría hacerte sentir mejor -dijo apenado.

-Lo haría, créeme -murmuró pegando la cara al pecho del azabache.

Viktor le había mentido al japonés acerca de su verdadera razón de quedarse en el hospital. Luego de regresar al departamento de la Universidad, al poco rato su celo había regresado. No tenía solo un resfriado, los doctores le habían diagnosticado los síntomas que tendría un Omega cuando su Alfa está cerca... cosa que le asustaba bastante. Temía a quien sea que fuera la persona que le ocasionó aquello y quería separarle de su Yuuri. Pero afortunadamente los síntomas se iban dispersando junto al sentimiento de necesitar a alguien que no fuera su lindo Beta.

-Viktor... preocúpate en estar bien primero, pronto te darán de alta y podremos hablar bien de lo que quieras -sonrió acariciando su cabeza.

El ruso hizo un puchero disgustado, soltándole de a poco.

-Bueno... probablemente solo regrese a los dormitorios de la Universidad a descansar unos días más -comentó tranquilo- Alguien vendrá a buscarme, te avisaré cuando eso pase.

-Sí, lo agradecería -asintió- Debo irme, la hora de visita acaba y ya tu enfermera me miró feo dos veces -dijo nervioso.

-Aunque no lo creas, es su forma "coqueta" de mirarte -dijo un poco divertido dejando el tema de lado. Se encogió de hombros- ¿Me besas antes de irte? -pidió en aquella voz suave que sabía que a Yuuri le encantaba.

El Beta no pudo resistirse a su ángel y besó con cariño su frente.

-Hasta luego, Vitya.

Yuuri no podía decir que no se sentía bien luego de estar con Viktor, siempre se sentía rejuvenecido y en las nubes. Estaba tan distraído en su propio mundo que, cuando entró a History Maker no se dio cuenta de cuatro cosas:

Una era que el cartel se encontraba volteado e indicaba: Cerrado.

Dos, Seung no se había ni asomado a recibirle.

Tres, Vicchan gruñía levemente desde el mostrador hacia el final de la tienda.

Y cuatro, los levísimos jadeos que se escuchaban desde una de las últimas secciones, que era hacia donde gruñía Vicchan.

Yuuri estaba muy ensimismado en su mundo, tanto que apenas se sentó en su silla giratoria tomó su cuaderno con dibujos de Viktor y comenzó uno nuevo, hasta que se alertó por un bajo gruñido disconforme de Vicchan.

-¿Qué pasa, chica? -preguntó rascando su cabeza.

Vicchan meneó la cola y dirigió el hocico hacia el lugar donde provenían los curiosos ruidos que Yuuri apenas notaba.

-¿Qué es eso? -susurró alarmándose- ¿Dónde está Seung? -se preguntó levantándose y tomando un pesado Diccionario que podría usar (y que usaría) para golpear a quienes sean los responsables de aquellos ruidos.

La caniche iba a su lado silenciosamente mientras avanzaban por el pasillo contrario a aquellos ruidos. A medida que se acercaban Yuuri comprobó (cada vez con más pena), que eran ruidos eróticos.

¿Dónde demonios esta Seung y cómo permitió esto?, pensó asustado de que algo malo pudiese haberle pasado al coreano.

En todos los años que llevaba en el negocio nunca había tenido que tratar con una pareja intentando hacer cosas pervertidas en su tienda, y ahora pensaba en el peligro en que se estaba metiendo si resultaba haber un Alfa al otro lado.

Debo defender el honor de mi tienda, pensó sacando su celular, teniendo a mano el número de la policía mientras daba los últimos pasos para enfrentarse a la pareja, hasta que vio algo que creyó que nunca vería.

-¿Seung? -murmuró mientras el pesado Diccionario resbalaba de sus manos hacia el suelo gracias a la sorpresa.

El Alfa coreano se encontraba pegado de espaldas a una estantería, totalmente sonrojado, desnudo de la cintura hacia abajo, abrazado y con las piernas alrededor de la cadera de otro chico que Yuuri no reconoció, pero que se encontraba en igualdad de condiciones al coreano.

Al pobre japonés se le subieron todos los colores al rostro mientras Vicchan gruñía y ladraba.

-B-Bueno, creo que ahora si lo he visto todo -murmuró Yuuri pasándose una mano por el cabello, dando media vuelta para regresar al mostrador, dejando tiempo a que los dos chicos se vistieran- Vamos, Vicchan...

Y es que no todos los días uno se encontraba a dos Alfas teniendo sexo...

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