𝟬𝟱𝟳 | the wedding

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057. ┊໒ ⸼ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗜𝗙𝗧𝗬- 𝗦𝗘𝗩𝗘𝗡 ──

❛ 𝗍𝗁𝖾 𝗐𝖾𝖽𝖽𝗂𝗇𝗀 ❜

(se que me tarde un monton, pero no volverá a pasar. Más ahora que se vienen cositas[mi funa])

Hace un par de horas había regresado a la casa Weasley. Por un lado, me fui porque había muchas personas en la Madriguera (aunque eso solo fue una excusa). Mi padre había pedido que no estuviera para el cumpleaños de Harry, pues iba a venir tipos del ministerio, y no tratan muy bien a los hombres lobo últimamente. Mi presencia y la de mi padre no sería muy grata, incluso si Harry se atrevía a presentarme como su novia (cosa que también está en discusión).

Es verdad que nuestra relación está bien en estos momentos, pero me dijo que quizá podríamos hacer pensar al resto del mundo que estamos peleados, o que nunca más seremos novios. Tiene miedo que me hagan daño para llegar a él o algo parecido.

─ No podré coquetear ni besar a mi novio. ─me quejé mientras terminaba de acomodar mi cabello, aunque en realidad Hermione era quien lo hacía, ella insistió en ponerme la pequeña diadema que Tonks me había regalado. No era nada llamativa, ni era muy formal, así que para mí era perfecta.

─ No me dijiste dónde has estado ayer.

─ A mi casa, ¿dónde más iría?

Se quedó boquiabierta por un par de segundos. ─ ¿Y nunca me contaste?

─ Ayer la conocí. Me dijeron que no dijese la ubicación por seguridad. Tampoco sé si la compraron o si es herencia familiar ─comentó mientras en mi rostro se dibuja una sonrisa ─. Antes que preguntes.

─ ¿Al menos me puedes decir si es bonita?

─ Acogedora, y muy bonita ─sigo sonriendo al recordar ─. Hay una habitación matrimonial muy amplia. Y luego dos habitaciones más pequeñas, una es mía, claro, pero la otra no sé qué pueda ser.

─ Quizá quieran tener un bebé, eso hacen las parejas.

─ Puede ser ─pienso la idea de tener un hermanito o hermanita ─. Aunque ya me resulta difícil tener una hermana.

─ ¿Hablas de...?

─ Sí.

─ De todas formas, no sé si mi padre quiera ser padre otra vez. Nunca hablamos de la idea, pero ya es viejo, sabes.

─ ¿Estás celosa de un posible hermanito?

─ O hermanita, no sé. Pero en cualquier caso, no estoy celosa. No podría estarlo, siempre quise tener a alguien más pequeño que yo para poder molestarlo.

─ Sea lo que sea que tendrás, deberás sobre pensarlo en otro momento, porque ahora mismo tenemos que ir ya a la fiesta.

─ Una fiesta en la que no podré coquetear con mi novio.

Dije, al recordar que Harry estaría bajo los efectos de la poción multijugos. Para todo el mundo él solo tenía un familiar de los Weasley, un primo que había venido a la ceremonia. Así que será raro estar con él en esa forma, no podremos demostrar amor ni nada por el estilo, aunque mi consuelo es que al menos podremos conversar.

─ Esperemos que pueda resistir, estás muy bonita.

Yo le guiñé un ojo a Hermione. ─ Cuando quieras, nena.

Ambas soltamos una risilla mientras salíamos de la casa de los Weasley, para así llegar a la carpa donde se celebrara la ceremonia. Queríamos ver a los invitados que iban llegando, tenemos entendido que aquello empezó desde hace ya una hora. Y no es que nos demoraras alistándonos ni nada por el estilo, de hecho lo habíamos hecho rápido. Nos demoramos más ayudando a Ginny a alistarse.

Después de eso nos apuramos en cambiarnos. Yo tenía un vestido que me llegaba hasta las rodillas, y hasta ahora no sé de qué color es, porque si lo veías bajo la luz, podrías pensar que es mágico y cambia, aunque en realidad todo se debe a la tela. Tenía pedrería y algunos toques de color, pero nada llamativo.

Pensé en optar por otra cosa, pero Fleur insistió (ella fue quien me regaló el vestido). Así que aquí estamos.

─ ¡Estás espectacular! ─escuchamos gritar a Ron.

En realidad, lo hace, apenas ve a Hermione. Aunque si alguien prestara más atención al "Primo de Ron", pensaría que está enamorado de mí, su cara de borrego a medio morir lo delata. Aunque técnicamente está enamorado de mí, con ese físico se ve muy raro.

No le pienso dar besos ni nada, ya me traumé lo suficiente siendo Harry por unas horas.

─ Siempre con ese tonito de sorpresa.

─ Es que es hombre. ─añado.

Hermione rodó los ojos con molestia, y supe de inmediato que no era por el comentario ni tono de Ron, sino por otra persona.

─ Pues tu tía abuela Muriel no opina como tú. Mela he encontrado en la casa cuando fui a darle la diadema a Fleur, y ha dicho: «¡Cielos! ¿Esta es la hija de muggles?», y añadió que tengo «mala postura y los tobillos flacuchos».

─ A mí me dijo engendro de la naturaleza, pero quién cuenta. ─me encogí de hombros, diciendo aquello con humor.

Porque no me molestaba. Sé que los magos más viejos tienen prejuicios muy marcados sobre los hombres lobo, y ahora es muy obvio que tengo el gen licántropo.

─ No se lo tomen como algo personal. Es grosera con todo el mundo.

─ ¿Están hablando de Muriel? ─preguntó George, que en ese momento salía con Fred de la carpa ─. A mí me acaba de decirme que tengo las orejas asimétricas. ¡Menuda arpía!

─ Debes admitir que es gracioso. ─murmuro.

─ Sería más gracioso si viviera todavía el viejo tío Bilius; te tronchabas con él en las bodas.

─ ¿No fue su tío Bilius el que vio un Grim y murió veinticuatro horas más tarde? ─preguntó Hermione.

─ Bueno, sí. Al final de su vida se volvió un poco raro. ─concedió George.

─ Pero antes de que se le fuera la olla siempre era el alma de las fiestas ─observó Fred ─. Se bebía de un trago una botella entera de whisky defuego, iba corriendo a la pista de baile, se recogía la túnica y se sacaba ramilletes de flores del...

─ Sí, por lo que dices debió ser un verdadero encanto. ─ironizó Hermione, mientras Harry reía a carcajadas.

─ Nunca se casó, no sé por qué ─añadió Ron.

─ Merlín, hombres. ─comentó mi amiga.

Todos reíamos a carcajadas. Sin embargo, yo fui la primera en detenerme al ver al nuevo invitado.

─ Estás preciosa.

─ ¡Viktor!─exclamó Hermione, y soltó el bolsito que había traído, así que de inmediato me agache para tomarlo, y murmure un "Mejor me lo llevo yo" ─. No sabía que... Vaya, me alegro de verte. ¿Cómo estás?

─ Quiero ver esto —murmuré, viendo cómo Ron ya estaba enojado y con las orejas rojas ─, pero me llaman en otro sitio. Solo...no hagas nada estúpido.

Me alejo de ellos cuando veo a Cedric y Hazel al otro lado del lugar. Así que me comodé con el pequeño bolsito que le quité a Hermione, y cruzé por la pista hasta llegar a la pareja.

─ Hola. ─sonrió, dándole un beso a la mejilla a ambos.

A pesar de que he visto a Cedric hace poco, siento que cada vez que aparece se ve mucho mayor. Creo que se debe a la barba y la altura. Hazel por su parte, está tan hermosa como siempre, con un vestido que le favorece demasiado y su mirada dulce que la caracteriza.

─ Nos chivaron que él ahora es pelirrojo. ─comenta Hazel.

─ Por eso huyó, es muy raro darle amor. ─suelto entre risitas.

Cedric no estaba tan feliz como nosotras al hablar. Estaba a punto de preguntarle, pero él es quien se adelanta.

─ ¿Cómo estás? ─pregunta, y de inmediato su novia también parece saber a qué se refiere ─. Le conté a ella.

─ No se preocupen, estoy bien. Los chicos fueron muy buenos conmigo después de eso, y pude usar el tiempo que me dieron a solas para poder hacer cosas.

─ Lo siento por Sookie.

─ Lo siento por Emma.

Ambas, en ese momento, nos abrazamos, pero a los segundos decidimos que no era momento de estar tristes, no cuando este era el momento de Fleur. Así que nos separamos. De todas formas, lo hubiéramos hecho porque con la aparición de Bill y Charlie en la entrada de la carpa, supimos que la ceremonia pronto comenzaría.

─ Si me disculpan, debo ir a conquistar al nuevo primo Weasley.

Me acerqué a mis amigos y me senté junto a ellos en la segunda fila, justo detrás de los gemelos Weasley.

─ ¿Estás bien? ─pregunta Harry, y sin girar a verlo me las arreglo para pasar mis manos rápidamente por mi cara.

No estaba llorando, ni pretendía hacerlo, pero recordar a Sookie (y todo lo que pasó esa noche), hizo que me pusiera rara, que mi cuerpo se estremeciera.

─ No se preocupen.

Unos instantes después, Bill y Charlie se pusieron en pie en la parte delantera de la carpa; ambos vestían túnicas de gala, con sendas rosas blancas en el ojal; Fred soltó un silbido de admiración y se oyeron unas risitas ahogadas de las primas veelas. Entonces sonó una música que al parecer salía de los globos dorados, y todos callaron.

Los magos y las brujas emitieron un gran suspiro colectivo cuando monsieur Delacour y su hija enfilaron el pasillo; ella caminaba como si se deslizara y él iba brincando, muy sonriente. Fleur llevaba un sencillo vestido blanco que irradiaba un resplandor plateado. Normalmente, su hermosura eclipsaba a cuantos la rodeaban, pero ese día, en cambio, su belleza contagiaba. Ginny y Gabrielle, ataviadas con sendos vestidos dorados, parecían incluso más hermosas de lo habitual, y cuando Fleur llegó junto a Bill, dejó de parecer que en el pasado este se las hubiera visto con Fenrir Greyback.

Harry y yo nos las arreglamos para tomarnos de las manos, aunque solo duró unos segundos.

Vemos al maestro de ceremonias dar su típico discurso, y luego hacer la pregunta.

─William Arthur, ¿aceptas a Fleur Isabelle...?

Hermione giró a mirarme, y al igual que las madres de los novios, ella también estaba emocionada. Yo en particular estaba más tranquila, solo me alegraba por la buena vida que tendrán ambos de ahora en adelante.

─... Así pues, los declaro unidos de por vida.

El mago del cabello ralo alzó la varita por encima de las cabezas de los novios y, acto seguido, una lluvia de estrellas plateadas descendió sobre ellos trazando una espiral alrededor de sus entrelazadas figuras. Fred y George empezaron a aplaudir y, entonces, los globos dorados explotaron, dejando escapar aves del paraíso y diminutas campanillas doradas que, volando y flotando, añadieron sus cantos y repiques respectivos al barullo. A continuación, el mago dijo:

─ ¡Damas y caballeros, pónganse en pie, por favor!

Toda la carpa cambió de un segundo al otro. Los chicos y yo terminamos compartiendo mesa (ya que todos estaban llenas). De todas formas, no estuve sentada ni un solo segundo, porque al escuchar la pieza que estaba sonando, fui a acompañar a Luna a la pista de baile, pues Ron se llevó a Hermione a bailar, y Krum se quedó hablando con Harry (larga historia).

─ Señorita Lovegood, ¿puedo robarle a esta encantadora chica por un rato? ─pregunta mi padre.

─ Claro. ─dice con su voz soñadora, y sigue bailando.

Tomo la mano de mi padre y me dejo guiar.

Gracias a mis tacones puedo colocar una de mis manos sobre su hombro y seguir suavemente con el ritmo de la canción.

─ ¿Recuerdas cuando tenías cinco años y bailamos esta misma canción?

Sonrió al instante. ─ Era tu cumpleaños y éramos solo los dos en la casa, pusimos la radio y nos pusimos a bailar. Yo tenía unos cinco años, y mis pies estaban encima de los tuyos, apenas lograba alcanzar tus brazos, era muy pequeña.

─ Siempre lo has sido. Siempre serás mi pequeña.

─ ¿Sucede algo?

Lo veo negarse. ─ Sé muy bien que seguirás a Harry y tus amigos hasta el final... Solo quiero asegurarme de decirte lo que siento por si te pasa algo a ti...o si me pasa algo a mí.

─ Nada me pasará ni nada te pasará.

─ Remus, deja de asustar a Milan ─dice Tonks, rompiendo nuestro baile ─. Cariño, ve con tus amigos, quiero hablar con tu viejo, terco y sentimental padre mientras bailamos un poco.

─ La edad lo hace hablar locuras. —bromeó, comenzando a alejarme.

Tomo una silla y la arrastró hasta una esquina. Me siento y mi expresión cambia, no me sentía tranquila por las palabras de mi padre.

Yo tengo mis planes y sé que él tiene los suyos propios. Porque así como yo seguiré a mis amigos hasta el final, él es fiel a las ideas de la Orden del Fénix hasta el final. Porque somos así, cuando entramos en algo, damos todo de nosotros, entregamos alma, corazón y vida.

Literalmente daríamos la vida por lo que amamos.

Pero nunca me había puesto a considerar mi muerte, ni mucho menos la de mi padre. Aunque con Voldemort por ahí y con mi madre loca haciendo destrozos, todo se puede esperar.

Mis pensamientos solo se ven interrumpidos cuando siento que alguien se sienta a mi lado. Era Harry, pero con los ánimos por los suelos, peleaba sus propias batallas internas, lo sé.

─ ¿Quieres bailar? ─me pregunta.

─ Tendremos un mejor momento para bailar, amor. ─me aseguro de decir eso en voz bajita ─. ¿Cómo estás?

Harry suelta un suspiro, estaba a punto de contarme qué le pasaba, sin embargo, se detiene. De hecho, todos lo hacen, porque en ese momento una figura enorme y plateada descendió desde el toldo hasta la pista de baile. Grácil y brillante, el lince se posó con suavidad en medio de un corro de asombrados bailarines.

La gente para este punto ya está asustada, nerviosa, y petrificada. Harry y yo sentimos curiosidad, nos levantamos y logramos ver cómo el patronus abrió sus fauces y habló con la fuerte, grave y pausada voz de Kingsley Shacklebolt:

─ El ministerio ha caído. Scrimgeour ha muerto. Vienen hacia aquí.

Oh no.

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