diecinueve

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19

     ME ENCONTRABA HABLANDO CON EL MAESTRO WINDU, cuando Anakin apareció detrás nuestro.

     —¿Estás bien?—pregunté al verlo.

     —Si, estoy bien—respondió él—. Solo...un poco abrumado. Necesito hablar sobre el Canciller.

     —Skywalker—dijo el Maestro Windu—, recibimos informes de que Obi-Wan y Amara asesinaron al General Grievous. Ahora, debemos asegurarnos que el Canciller devuelva los poderes al Senado.

      —No lo hará—habló Anakin—. Me he enterado de una verdad terrible. Creo que el Canciller Palpatine es un Lord Sith.

     —¿Un Lord Sith?

     —Si, el que hemos estado buscando.

     —¿Cómo lo sabes?—volví a preguntar.

     —Conoce el poder de la fuerza. Lo han entrenado para usar el lado oscuro.

     —¿Estás seguro?

     —Completamente.

     —Entonces, nuestros peores miedos se han hecho realidad. Debemos actuar rápido si queremos que la orden jedi sobreviva.

     —Maestro, el Canciller es muy poderoso. Necesitará nuestra ayuda si quiere detenerlo—habló Anakin, refiriéndose a nosotros.

     —No, nosotros nos encargaremos—dijo el Maestro Windu, refiriéndose a los maestros—. Percibo confusión, Skywalker. Tu miedo nubla tu juicio.

     —Debo ir, Maestro.

     —No, si lo que has dicho es verdad, te habrás ganado mi confianza. Pero por ahora, quédense aquí. Espérennos en la sala del Consejo Jedi hasta que regresemos.

     —Si, Maestro—respondí. Mace Windu se alejó hacia una nave para ir a buscar al Canciller—Vamos, Anakin.

     Él asintió y caminó a mi lado.

     —Siento que debería estar allí.

     —El Maestro Windu es poderoso, y sabio—dije—, si cree que lo mejor será que esperemos, debemos confiar en él.

     —Supongo que sí.

     Cuando llegamos, cada uno se sentó en uno de los asientos. Le dirigí una mirada, pero él miraba fijamente al suelo, como si estuviera perdido en sus pensamientos. De pronto, se levantó y se paró frente a uno de los ventanales.

     —Anakin...

     Él no respondió.

     —No sé qué te está sucediendo, pero te conozco y no estás actuando como siempre. Puedes contarme lo que sea, ¿sabes?

     —El Canciller...él iba a ayudarme en algo. Pero ya no será posible.

     —¿En qué?

     —No puedo decírtelo—se quedó unos segundos en silencio—. Debo irme.

     —¿Qué?

     —Debo encontrarlo—respondió—Debo encontrar al Canciller.

     —¡Anakin!

     Se detuvo de golpe, ya casi frente a la puerta de la sala, y finalmente se giró a verme

     —Dios, no me mires así—habló.

     —¿Así como?—pregunté, acercándome.

     —Como si me rogaras que no me vaya.

    —No quiero que te vayas—dije—No sé en qué querías la ayuda del Canciller, pero yo puedo hacerlo. Nosotros dos...hacemos un buen equipo, no necesitas a nadie más.

     —No...no puedes. El Canciller...él sabe cómo impedir que alguien muera.

     —¿Impedir la muerte? Pero eso es...imposible, Anakin.

     —Eso creía, pero es posible. Si se usa el lado oscuro—dijo él—. Ya he sufrido demasiadas perdidas en mi vida, no dejaré que a ésta también le ocurra lo mismo.

     —Anakin...la muerte es parte de la vida, no es algo que puedas alterar.

     —No voy a permitir que pase, Venus.

     —No te dejaré irte, Anakin.

     —¡No te dejaré morir!—él movió el brazo con fuerza para que lo soltara—. Tengo que llegar a la oficina del Canciller antes que Windu lo encuentre. No te metas en mi camino.

     —Anakin...—las lágrimas comenzaron a acumularse—. Yo te quiero y siempre te ayudare, pero sabes que no puedo dejarte ir esta vez.

    —Me imaginé que dirías eso.

Él encendió su sable, y yo hice lo mismo.

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