IV

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Otro día más, las clases han acabado hace unos diez minutos y según el mensaje que dejó el secretario del abuelo se cancela la reunión con los accionistas.

Solo puede significar una tarde libre hasta que vuelvan a dejar un mensaje, el salón está desierto.

Desde la ventana veo como varios grupos salen de la escuela, teniendo un lugar a donde ir.
Colocó la mochila atrás mío y dispongo a salir del salón, solo veo salones vacíos, algunos profesores rondando a los cuales despido.

Cuando termino por retirarme y andar por las calles de la ciudad, con algunos prendas que oculten mi apariencia, no sé a dónde ir, siento un gran desconcierto. Acabó por elegir el centro comercial, donde hay de todo.

En el trayecto pienso en Freddy, a mitad de las clases tuvo que retirarse y dejó una gran incógnita en mí. Pues fue la primera vez que presencié eso en él. En Freddy Fasbear era venir o no, por lo que terminó por preocuparme, llegando a salir luego de unos minutos.
Actúe impulsivamente porque después supe que no sabía dónde buscar, o si ya no estaba en la escuela.

—Quede como un tonto luego de preguntar por él a la secretaria, solo espero que no divulgue el interés por Freddy—hable conmigo mismo.

Al llegar al centro comercial solo pude permitirme comprar y comprar, de todos modos era la mismo dinero que ganaba, pedí que todo sea llevado a la dirección de la casa para continuar yendo a otro establecimiento. Continúe de ese modo hasta que capte una tienda de helados, la cual fue el siguiente punto del recorrido.

La sorpresa que me lleve ahí finalizó con broche de oro la tarde.

Decidí tomar asiento en una de las mesas apartadas para mejor comodidad, la tienda había llamado por completo mi atención. Su temática me encantó, el espacio.

Al abrir el menú solo sonreí, los helados llevaban nombres de planetas y estrellas. Estuve tan metido en los diferentes helados que no considere que el mesero ya estaba junto a mí.

—Buenas tardes, sea bienvenido a nuestro establecimiento—esa voz la podía reconocer el cualquier lugar—. ¿Escogió que pedir?

Dejando a un lado el menú levanté gire a ver a Freddy, tenía una leve sonrisa que era tan encantadora.
Sonreí por inercia, la camisa que traía le quedaba demasiado bien.

Y sin mentir Golden dejo de funcionar. Con vergüenza tuve que reponerme, no era habitual que un comensal llevará sonriendo como idiota por dos minutos sin formular palabra alguna, repito de nuevo, ¡Qué vergüenza!

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