Cada día es igual por mi pasillo
Nunca llegó a mi puerta sin oír el chiflido
De un chavo que me dice que me está esperando
Lo que él debería hacer es ir y darse un baño
Y un aburrido me detiene otra vez
Y yo le finjo interés

Caminaba tranquilo por el pasillo del edificio donde vivía, por ahora todo era tranquilo. Las aves silbaban una suave melodía, el sol brilloso sin ninguna nube a la vista y el agradable olor de las flores se impregnaban en las narices del joven de cabellos púrpuras.

― Que lindas piernas te traes Bonnie. No sé qué estas esperando y te haces mi pololo de una vez―. Coqueteaba un muchacho de piel pálida y ojos grises, con un brazo apoyado en toda la extensión de la puerta y una mirada pícara dirigida hasta el delgado muchacho― Verás que a mi lado no te falta nada y te voy a tratar como el príncipe que eres.

―Claro Fred como no. Oye ¿Joy esta en casa? Quería pasarla a saludar. Y ya sabes decirle que su tarado novio se la pasa coqueteando con el vecino― La sonrisa socarrona del nombrado desapareció de su rostro. Bonnie se burló para si mismo― O sabes que mejor se lo digo ahora mismo acabo de acordarme que me dio su número.

―No, no, no. No hay que molestar a mi amada Joy. Creo que me voy a dar una ducha. Vengo del gimnasio y pues...―. Y como si un monstruo lo estuviese persiguiendo, Fred azotó la puerta para darse el supuesto baño.

―Ay Fred nunca cambias... Tienes suerte de que Joy te aguante.

Cuando de pronto sale del ascensor
La imagen de mis sueños
Él que yo quiero para mi dueño

El ascensor se abrió, Bonnie se quedo helado viendo a la persona dentro. Su corazón comenzó a saltar dentro de su pecho amenazando en salirse. Su vecino, un muchacho de su misma edad, con un alborotado cabello turquesa, con un par de esmeraldas que llevaba por ojos y que residía en el famoso apartamento 512; salió con una sonrisa hacia quien sabe dónde.

Bonnie no le habló, se hizo a un lado dándole permiso a aquel joven para que pasase. El de piel acaramelada se perdió por el lugar donde Bonnie había entrado.

―Hola Bon―. Susurro Bonnie mientras las puertas del ascensor se cerraban.

El chico del apartamento 512
Él que hace a mi pobre corazón saltar
Es a quien le hago cartas noche y día
Que no puedo entregarEl chico del apartamento 512
Es él quien me hace tartamuda y más
Es en quien yo pienso y sueño noche y día
Él, solo él.

Su corazón seguía latiendo contra su pecho. Entro a su apartamento y se encerró en su cuarto. Sacó una caja de zapatos que solo albergaban unas hojas arrugadas con destinatario fijo que nunca serían entregadas.

―Ya llegará el día en que se los entregue. Pero de que lo hago lo hago―. Escribió unas nuevas palabras en otro papel y lo colocó con las demás― Hay Bon... No puedo dejar de pensar en ti. Por el día tengo en placer de divisar todo de ti y en las noches no hago más que soñar contigo... ¿Qué me has hecho chico del apartamento 512?

Y un viejo me invita chica, ven a verme
Y le digo que no me caen los viejos rabos verdes

En los corredores del instituto Bonnie escuchaba música, tarareaba la melodía que escuchaba. Centrado estaba en cada nota que no notó que alguien se le acercaba.

―Bonnie ¿Por qué tan solito? Ya sabes que te he dicho que puedes pasar los recesos conmigo en mi oficina―. Un adulto con cabello grisáceo quitó los audífonos que antes residían en las orejas de Bonnie, para que así este escuchase su propuesta―. Sabes que nadie nos molestara ahí. Vamos ¿Qué dices?

― ¿Qué digo? Mmm pues que al director le encantaría saber como un profesor seduce a un alumno ¿Usted qué dice Profesor Eak?

Una tos falsa salió de la garganta del mayor. Un silencio se formó en el ambiente.

― Creo que Towntrap me llama, nos vemos después Allen― Eak se fue de ahí dejando a Bonnie, este nuevamente se acomodo sus audífonos en sus ojeras, perdiéndose nuevamente en la canción que antes escuchaba.

Y camino a mi cuarto muy lentamente
Con la esperanza de verlo
Y cuando sale a caminar
Me saluda con una sonrisa
Que de veras me conquista

Llegaba cansado despues de su jornada en la panadería de Don Toño, su rostro cubierto por escasas manchas de harina hacían que estornude constantemente. Presionó el botón del ascensor, y al abrirse nuevamente, quizás por obra del destino; el joven de piel acaramelada apareció cuando sus puertas se abrieron.

―Hola Bonnie. Lindas manchas―. Bon río y se fue de ahí.

Bonnie sonrojado se metió al elevador. Su corazón comenzaba a golpear su pecho, como siempre le sucedía cada vez que el joven del apartamento 512 le dedicaba esa esplendida sonrisa.

Pero hoy por fin me he decidido de veras
Todo mi amor a confesarle
Toco su puerta y se me enchina la piel
Y me contesta una güera
Y mi corazón se quiebra

―Vamos Bonnie hoy dijiste que lo ibas a hacer. Ya estas aquí. Solo toca la puerta, le entregas la carta y te vas corriendo. Toca, entrega, corre. Toca, entrega, corre. No será difícil. Claro que no lo será―. Dispuesto a confesarle sus sentimientos a Bon y armado de todo el valor del mundo, Bonnie toco la puerta 512, espero nervioso a que el dueño de casa le abriese― Siento que mi corazón se me sale... Seguro salió.

Más no era verdad, la puerta se abrió, pero el que le habló no era la persona que vivía en su corazón si no una chica mediana, con su cabello azulado atado en dos coletas y una gran sonrisa.

- ¿Diga?

Bonnie sintió todo su ser quebrarse.

De veras que sentí mi corazón quebrándose
Cuando de repente me pregunto
¿Buscabas a mi hermano?

―Ohhh de seguro buscas a mi primo... Déjame que lo llamo― Bonnie sintió como el alma le volvía al cuerpo y todo su ser se envolvía de una felicidad inmensa. Detuvo a la chica, le entregó una carta que guardaba en el bolsillo trasero de su pantalón, en caso de emergencias; y salió corriendo ahí― Es para Bon... No creo que sea malo que le de una ojeada.

El chico del apartamento 512
Es él quien me hace tartamuda y más
Es en quien yo pienso y sueño noche y día
Él, solo él

Esa noche Bonnie se durmió temprano, con una sonrisa enamorada en su rostro.Mientras que en el apartamento contrario un corazón hacia BIDI BIDI BOM BOM.