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Durante el resto de la mañana Lance se negó rotundamente interactuar con Keith, y al otro tampoco le importaba.

Cuando llegó la tarde, el moreno saltó de su asiento como un resorte para luego huir como alma que lleva el diablo. Mientras más lejos esté de Keith, mejor.

Al ver a su amigo correr de esa forma, Hunk y Pidge no pudieron evitar mirarse, ni siquiera se había despedido.

¿Estabas defecándote?¿ Qué fue esa manera de correr?, escribió Pidge al grupo que tenían.

Algunos mensajes fueron enviados y el celular de Lance vibraba, pero este no se detuvo hasta llegar a la piscina del complejo, cambiarse y zambullirse en el agua.

Lance se alegraba de que no hubiera nadie, de esa forma podría hundirse felizmente y quedarse sentado en el piso de la piscina. Allí no había hilos rojos, no había ruido y lo más importante: no había Keith Kogane.

Bueno, si había un hilo rojo y era el suyo, pero Lance estaba dispuesto a ignorarlo.

Las corcheras de piscina se balanceaban en la superficie y la luz que entraba por las ventanas se reflejaba en el agua. Con esta tranquilidad, el moreno se dispuso a tranquilizarse hasta que necesitó respirar de nuevo luego de un rato, ya que podía retener el aire bastante tiempo. Para cuando salió, su índice de querer morirse había disminuido.

-No puede ser -se quejó dejándose flotar.

Él nunca había mirado a otros chicos con otras intenciones, y era muy respetuoso con cualquier tema LGBT+, pero... ¿Él gay? Nunca lo había considerado... Los únicos actos gays que había hecho eran con Hunk y a veces Pidge, y simplemente estaba jugando.

No, no podía ser gay... A él le gustaba la piel suave de las chicas, sus suaves y dulces aromas, los rosados labios suaves, los largos y sedosos cabellos... Y si vamos más allá, también le gustaba la forma de las chicas, no importaba si era una mujer imponente o suave, ¡todas eran lindas!

-Ahh -suspiró imaginando todas las chicas lindas del colegio antes de terminar en la cara de... Keith- ¡Ahh! -se removió chapoteando ante tal horrible imaginación.

¿Cómo se podía comparar a un duro y áspero chico con una suave y linda chica? No solo hablando de lo físico, ¡sino también la personalidad de ese idiota! ¡Ah! ¡Lo único que Keith tenía que se parecía a un chica era es feo mullet!

-Mejor me ahogo -suspiró dejándose hundir de nuevo.

Para cuándo el equipo de natación entró en la piscina y encontraron a Lance flotando cual cadáver, no se les hizo extraño.

-¿Qué estás haciendo? -exclamó el líder del equipo cerca del cuerpo.

Lance se removió y arrugó la nariz antes de mirar al enorme sujeto frente a él... Se había quedado dormido.

-¿Esperarlos? -sonrió brillantemente- Ustedes chicos tardaron demasiado, tanto que me dormí -dijo acercándose a la orilla.

El líder del equipo de natación miró al cubano sin alguna expresión, pues no era la primera vez que encontraba a Lance durmiendo en la piscina.

-Si tienes sueño ve a dormir a tu casa -se quejó mirando al moreno acercarse- Y si tienes tantas ganas de entrenar, ¡entonces empieza! -dijo empujándolo de vuelta al agua con el pie cuando había salido- ¡Dame diez vueltas McClain!

-¡Ay! -exclamó antes de darse el chapuzón.

No se quejó en absoluto, pues el trabajo duro también le ayudaba a distraerse de su situación.

Para cuándo el equipo terminó, Lance se sentía mucho mejor.

-Bien hecho, McClain, hoy tu tiempo fue más corto -le felicitó el líder con una palmadita en la espalda- El entrenador está contento. Ten una buena tarde -se despidió.

El resto del equipo se fue yendo poco a poco y Lance partió también. Sacó su celular para mirar los mensajes y no pudo evitar reír.

Sí, creo que los frijoles me cayeron mal anoche.

Si la pulga peluda podía considerarse un frijol, entonces realmente no estaba mintiendo, solo que ese frijol le había estado jodiendo desde el viernes.

Lentamente regresó a casa agotado.

-¡Lance! -exclamaron sus sobrinos yendo a donde estaba.

-¡Juguemos!

No pudo evitar sonreír y aceptar, lanzando su cansancio al fondo de su cerebro, por lo que al final del día, Lance se encontraba tan agotado que luego de una ducha y hacer sus tareas, se fue a dormir sin más.

Al día siguiente estando cansado de todas sus emociones del día anterior, Lance aceptó que Verónica le llevara a clases.

-Luces terriblemente cansado, ¿tan malo fue? -preguntó mirando a su hermano por un momento a través del retrovisor.

-Solo fue el duro entrenamiento -le restó importancia con una sonrisa.

Para nada fue que descubrí que estoy destinado a otro chico, no, no.

-¿En serio? Deberían tomarlo con calma, esforzarse tanto tampoco es bueno, sobre todo si practican hasta en vacaciones -consideró levantando una ceja.

-Ah, es el último año del líder también, ya sabes cómo es -dijo restándole importancia.

Verónica asintió.

-De todas formas debes recordar que en este momento también es importante estudiar para los exámenes -le recordó.

-Con esta cara, cualquier universidad me querrá, hermana -alargó de forma relajada y algo creída.

Cualquier universidad donde definitivamente no esté Keith.

La mujer rió y no pudo evitar extender una mano para despeinarle.

-Pero con el atractivo también se necesita cerebro -replicó.

-Tienes razón, por eso soy guapo e inteligente -asintió de nuevo sin borrar su sonrisa- Deja, no puedes despeinarme, las nenas no pueden verme así.

El auto paró.

-Bien, bien, fuera de mi auto o vas a explotarlo con tu ego -rió- Ten un buen día.

-Tu igual -alargó y salió del auto dándole un guiño junto a disparos con sus dedos antes de seguir su camino.

Tarareando se tomó su tiempo para llegar a su salón, pues aún era bastante temprano y no debería de haber nadie allí, más quien se imaginaría que al entrar cierto mullet despeinado estaría ya allí durmiendo en la mesa.

-¿Este tipo no duerme en su casa? ¿Cómo mantiene buenas notas? -se quejó para sí mismo.

El Instituto de Altea era exigente, si no tenías dinero, existían las becas. Ambos eran estudiantes becados, pero en diferentes deportes. Las notas de Lance no estaban mal incluso con la ayuda de Hunk y Pidge, pero las de Keith eran mejores... ¿Cómo lo hacía? Decidiéndose a no darle importancia, el moreno se sentó en su asiento y sacó el libro de la siguiente clase, ¡sin duda sería mejor que Keith! Bajo este pensamiento repasó un modelo de examen que había comprado antes de regresar a casa para resolverlo.

Algunos minutos después, llevaba un poco menos de la mitad antes de parar y estirarse con pereza mientras los pasillos comenzaban a llenarse de más ruidos a medida que más y más gente llegaba.

Para cuando Hunk y Pidge llegaron, ya había resuelto la mitad.

-¿Pueden de revisarlo cuando termine? -apuntó la hoja.

-No hay problema -asintieron.

La primera clase fue matemática con el profesor Adam y Keith había despertado. Por ser el principio del año los ejercicios no eran tan difíciles y eso aliviaba a Lance, si entendía y con una buena base, ¡el resto sería pan comido!

Mientras Romelle se levantaba para resolver un ejercicio en la pizarra, Lance ya lo había hecho y echó una mirada a su compañero de mesa que escribía tranquilamente. El moreno no pudo evitar sorprenderse un poco, la letra de Keith era pulcra y elegante, siempre había pensado que sería desordenada e ilegible.

-¿Por qué te dio ese resultado? -no pudo evitar preguntar al ver que la respuesta de uno de los ejercicios no coincidía.

El azabache miró lo que decía y luego el cuaderno de Lance antes de mover uno de sus blancos y largos dedos a su cuaderno.

-Aquí, te equivocaste.

-¿Cómo estas tan seguro que el que se equivocó no fuiste tú? -bufó bajo, cruzándose de brazos.

-Porque soy mejor que tú en matemáticas -respondió de forma desinteresada, regresando a sus asuntos.

A Keith realmente se le hacían fáciles las materias de números, sobre todo cuando la pareja de su tutor era el profesor de matemáticas.

-Tú... -susurró en tono ofendido- ¡No sabes si eres mejor o no que yo!

-Puedo mirando tus respuestas -murmuró dejando la mejilla en una mano, mirando hacia el frente- Espera a que termine y mira por ti mismo.

Con un gruñido, Lance miró de forma ardiente a su compañera en la pizarra hasta que terminó y la respuesta fue la que estaba en el cuaderno de Keith...

-Te lo dije -alargó el azabache con una pequeña sonrisa que hizo que Lance quisiera golpearle.

Lance era una persona que podía aceptar sus errores y dejarse enseñar, pero no por este tipo definitivamente.

-Fue suerte -se quejó borrando lo que tenía malo.

-Si tú lo dices.

Secretamente el cubano sacó su tijera y tomó el hilo para cortarlo. Era imposible que este tipo fuera su alma gemela, pensaba mientras cerraba la tijera entorno al hilo, pero nada sucedió.

¡Demonios!

En el descanso, apenas el profesor había salido y todos se preparaban para irse, un chico alto con una larga cabellera blanca entró en el aula con el aire de un emperador. No se necesitaba ver dos veces para saber quién era: Lotor Daibazaal del salón seis B, hijo de un importante ceo de varias compañías bajo el nombre Galra.

-Con la intención de celebrar el inicio de nuestro último año en el Instituto Altea, todos están invitados este fin de semana a una fiesta que celebraré en mi casa -dijo con una brillante sonrisa, seguido de varias celebraciones por parte del resto. Esperó a que se tranquilizaran un poco antes de sonreír a la primera fila- Allura, luces excepcionalmente hermosa hoy -alargó en un tono más suave.

Algunos estudiantes más hicieron ruiditos divertidos mientras Allura se sonrojaba ligeramente, pero mantenía la compostura, dando un ligero asentimiento antes de mirar a otro lado.

-Gracias -fue su respuesta.

Lotor sonrió.

-Espero verlas a todas allí, señoritas -dijo asintiendo hacia las amigas de la chica antes de retirarse con la magnificencia que había llegado.

Las amigas de Allura soltaron algunos chillidos luego de que el muchacho de fue, pero Allura seguía manteniendo su compostura, sólo mostrando una pequeña sonrisa mientras a su alrededor todo explotaba en charlas.

En otro tiempo, siendo más preciso hace una semana, Lance se hubiera sentido celoso y algo molesto, pero actualmente no se sentía mal en absoluto... Incluso se alegraba por Allura, ya que la veía como una amiga, pues el hilo que sale de su corazón se conectaba directamente al pecho de Lotor.

Ah, amor juvenil, suspiró Lance. Era interesante observar esta clase de cosas ya que él nunca las viviría.

-Es una lástima que parezca que usa una permanente -dijo para sí mismo, considerando el exagerado cabello pantene que tenía Lotor.

A su lado escuchó una risa queda y volteó a ver a Keith, quien cuyas comisuras estaban ligeramente levantadas.

-Tienes razón -dijo antes de meterse las manos en los bolsillos y retirarse.

Mirando su atractiva cara, Lance parpadeó y decidió ignorarlo antes de ir a con sus dos amigos y de paso, coquetear con algunas chicas, ¡pues quizás algún día con suerte cambiaría el destinatario de su hilo rojo! Nada perdía con intentarlo.

La última clase del día fue deporte y luego de cambiarse, todos se dirigieron al patio de deporte.

-Luego de que calienten pueden comenzar a trotar -dijo el profesor.

-¿Calentar? Ya se siente bastante calor aquí... -susurró una chica a su amiga y Lance que estaba casualmente cerca, se acercó a pasar sus brazos por los hombros de las dos.

-Ah, lo sé, lo sé, mi presencia hace que todo arda -coqueteó y suspiró un poco como si fuera una lástima.

La muchacha suspiró y dio una palmadita a Lance en la mejilla.

-Ya quisieras -dijo sin problema- Si una persona ocasiona aquí el calor, ese sería Keith -suspiró encantada.

-Ahh, tienes razón -asintió su compañera- ¿Has visto lo guapo que es?

-Es tan alto y fornido -le siguió la otra con un suspiro.

-Serio y misterioso.

Mientras los halagos seguían, Lance no pudo evitar poner los ojos en blanco antes de hacer un gesto de vomitar.

-Ay, por favor, ¿qué tiene de bueno el mullet? -se quejó.

Las dos le miraron.

-¿Qué tiene de bueno? ¿No nos estabas escuchando? ¿Acaso no tienes ojos en la cara para verlo?

-¡Su rostro parece tallado por los dioses! Es un papucho.

-¡Me calienta más que el sol de verano!

Y ambas soltaron risitas entre sí.

Con una mueca, Lance se separó de las chicas y caminó hacia Keith, el cual había terminado de estirar. Le miró de arriba hacia abajo y entre cerró los ojos.

-¿Qué? -preguntó Keith al ver al muchacho.

Pero el moreno no contestó y siguió mirándole con su mueca, retirándose a su lado.

El azabache lo encontró extraño, pero decidió no decir nada y simplemente comenzar a correr, pero Lance también comenzó a correr a su lado. Levantó una ceja y apretó un poco el paso para pasarlo y no tener que verle, pero... Lance también apretó el paso y se adelantó un par más. ¿Qué demonios le pasaba al cubano?, era lo que se preguntaba Keith, más al ver la sonrisa superior del moreno, no pudo evitar fruncir el ceño y pasarle.

-Lance, Keith, dije trotar, no que empezaran a correr -se quejó el profesor.

Pero ninguno le hizo caso. De esta forma los dos comenzaron a correr por todo el patio y los otros estudiantes no tuvieron más opción que darle espacio al par, los cuales corrían sin mucha diferencia. Estuvieron de esta forma por varias vueltas hasta que el resto comenzó a correr también.

No importaba como fuera, Lance no estaba dispuesto a dejar ganar Keith, por lo que confiaba en su resistencia y en que el otro se cansaría primero. Al menos hasta que sintió que su pecho ardía, más exactamente el hilo rojo brillaba y se sentía caliente.

-Ay no -gimió queriendo alejarse de Keith para evitar cualquier cosa que pudiera pasar, pero en este acto un mal paso le hizo tropezar y caer- Ug.

Plaf.

Lance se encontraba tirado de largo con dolor en el tobillo.

Keith se detuvo y caminó hasta el moreno para agacharse a su lado al tiempo que el resto también paraba y el profesor se acercaba.

-¿Estas bien?

-¿Tienes otra maravillosa pregunta cómo esa para hacer? -se quejó reincorporándose, sentándose mientras su hilo aún brillaba.

El azabache pareció pensarlo.

-No.

El profesor ya se había agachado junto a Lance.

-¿Dónde te duele? -preguntó al notar varios rasguños en su cuerpo.

-Me doble el tobillo -suspiró.

-Déjame ver -murmuró el hombre levantando con cuidado el dobladillo del pantalón para encontrarse con un tobillo hinchado y rojo, casi amoratado- Necesitas ir a la enfermería -suspiró.

-Genial -se quejó y se dejó ayudar por el profesor, sosteniéndose de su hombro.

-Por esta razón es que deben tener cuidado -regañó frunciendo el ceño antes de mirar al resto- Tomen un descanso, llevaré a McClain a la enfermería...

-Yo puedo llevarlo -habló Keith- Estaba corriendo con él, es en parte mi culpa.

El profesor le miró y asintió.

-Está bien -aceptó- Pueden regresar por hoy. El resto continúe, ¡aún les faltan algunas vueltas! -dijo una vez que pasó a un reacio Lance a los brazos del azabache.

El moreno hizo una mueca mientras sostenía el hombro de Keith.

-No es tu culpa, me caí solo -murmuró mirando hacia otro lado.

-No debí seguirte el juego -dijo acercándose más a él para pasar el brazo por su cintura- Extiende más tu brazo por mis hombros.

Por favor no, pensó haciéndolo de todas formas, sintiendo el acalorado cuerpo del muchacho.

Los dos estaban sudorosos y calientes por el ejercicio, y juntarse solo ocasionaba más calor... Sobre todo esa mano en su cintura.

-Apestas -se quejó comenzando a saltar sobre su pie bueno, apoyando sin dudar su peso en el contrario.

Aunque en realidad no apestaba, pero Lance no podía solo aceptar la situación sin decir nada.

-Sopórtalo -rodó los ojos, caminando a su paso.

Al escuchar su voz tan cerca de su oreja, se sonrojó un poco más, por lo que cerró la boca y se concentró en seguir su camino.

El lugar sin duda era enorme, por lo que para cuando llegaron a las escaleras, Lance estaba sudado de nuevo, no soportando el latido y el dolor de su tobillo.

Keith le echó una mirada al muchacho.

-Podemos descansar un poco antes de seguir -propuso.

Pero Lance se negó.

-No, no, necesito que me vean pronto, no puedo andar así, tengo práctica en la tarde -explicó frunciendo un poco el ceño, rezando porque no fuera algo que le quitara muchos días de práctica.

De solo pensarlo, su tez se puso algo pálida.

El azabache suspiró y se acercó al pasa manos para dejarle apoyarse antes de soltarle.

-Sube -dijo colocándose de cuclillas frente a él.

-¿Qué? -balbuceó pensando que Keith por fin había enloquecido.

-Sube, estás lastimado y si seguimos así solo puede empeorar. Son muchas escaleras.

-N-No -murmuró dando un saltito hacia atrás- Soy muy pesado.

-Puedo con tipos del doble de mi tamaño, sin duda puedo contigo -bufó- Sube ahora -ordenó.

Lance iba a volver a negarse, pero el hilo rojo que no había dejado de brillar en su pecho le dio un empujón hacia adelante, haciéndole casi perder el equilibrio y sostenerse de los hombros de Keith.

-No homo -balbuceó rápidamente.

-¿Qué? -preguntó Keith sin haberle escuchado bien.

-¡Que no le digas a nadie! -pidió en extremo avergonzado.

-¿A quién le podría decir que le interese? -bufó pensando que el moreno estaba exagerando.

Subiéndose lentamente, el rico aroma del shampoo del muchacho le llenó las fosas nasales. Su mentón tocó el cabello negro y muy por el contrario de lo que creía, este era suave. Una vez que Keith lo sostuvo bien y lo levantó, Lance no pudo evitar tocar su cabello.

-¡Es muy suave! -dijo con sorpresa.

-¿Qué? -preguntó Keith confundido.

-Tu cabello, ¡es muy suave! Pensé que este mullet sería áspero y maloliente -confesó- ¿Qué usas en el cabello?

Una vez más Keith se sentía confundido.

-¿Shampoo? -preguntó volteando un poco la cabeza para verle.

Lance estaba totalmente sobre su espalda, por lo que sus mejillas se rozaron ligeramente. El moreno claramente usaba un perfume bastante agradable, por lo que rápidamente Keith volvió a mirar al frente y comenzó a caminar inexpresivo.

-No te creo, viejo -bufó Lance- Pero está bien, no me digas, no quiero saberlo, lo que sí quiero saber es ¿por qué no te cortas el cabello?

-¿Porque no quiero?

-Buen motivo -bufó Lance tomando de su muñeca una pulsera para luego empezar a reunir el cabello de azabache.

-¿Qué demonios estás haciendo? ¿Qué eres? ¿Un mono para revisarme el cabello? -se quejó manteniendo el equilibrio ante el movimiento del contrario.

-Deja de quejarte, emo -replicó amarrándole el cabello en un peinado de fuente. No pudo evitar reír- ¡Te queda bien! -exclamó apreciando los cabellos hacia arriba- Ah, ¿dónde está mi teléfono cuando lo necesito?

-Cambie de opinión, creo que eres perfectamente capaz de ir solo a la enfermería -suspiró Keith en media escalera.

Al ver qué aún faltaban muchas más y ya que se había subido a su espalda, Lance no sería bajado fácilmente.

-¡No! -exclamó aferrándose a su cuello- Dijiste que me llevarías, ¡ahora debes cumplir tu palabra, viejo!

-Ya no quiero, bájate, Lance -alargó haciendo el ademán de soltarle- O quítame esa cosa del pelo.

-¡Pero si te queda bien! -alargó reprimiendo una carcajada, aferrándose más al sentir un nuevo intento de bajarle. Rió- Ya, ya, no eres divertido -dijo animado, quitándole la pulsera para luego desordenarle el cabello- Listo -bufó.

Emitiendo un pequeño gruñido, el azabache se apresuró a la enfermería con ganas de deshacerse del moreno, más al llegar, no había nadie.

Con cuidado dejo a Lance en una camilla.

-Listo -suspiró.

-Gracias, viejo, eres un sol, nunca dejes de brillar -agradeció, añadiendo un poquito de sarcasmo al resto de las palabras.

Keith rodó los ojos y se dispuso a irse.

-De nada.

-Ah, espera, ¿antes de irte puedes pasarme el botiquín? Puedo ir haciendo algo mientras llega el doctor -dijo concentrado en quitarse con dificultad el zapato de su tobillo herido.

Keith le miró luchar por unos minutos en tratar de no tocarse mucho la zona adolorida mientras se quitaba el zapato. Suspiró y fue a buscar el botiquín.

-Déjame hacerlo -dijo al dejar la caja a un lado y acercar una silla.

-¡Yo puedo! -se quejó no queriendo pasar más tiempo con él, pero hizo silencio cuando el otro le miró con el ceño fruncido.

La condenada silla un poco más baja que la camilla estaba a la distancia perfecta para que sus caras estuvieran cerca.

-Cállate y obedece en silencio por una vez, eres muy ruidoso -bufó tomando su pie con cuidado para sacarle el zapato de un solo movimiento- No luce roto -murmuró en una ronca voz baja.

Lance se hizo un poco hacia atrás para evitar estar tan cerca.

Diosito, por favor, que llegue rápido el doctor pidió sintiéndose temblar ante los suaves dedos del muchacho que colocaban una pomada en su herida.


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