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-Deja tu mochila ahí... -murmuró al estar en su habitación- Lamento que mi hermana te forzara a quedarte a comer si no querías -dijo buscando ropa para cambiarse- Deberías enviar un mensaje a tu casa para avisar que no irás a comer.

Mientras Lance hablaba, el azabache miraba su habitación de forma un poco curiosa. Las paredes estaban pintadas de azul y había varios posters relacionados al mar o de alguna banda, fotos de él en competiciones, medallas y trofeos.

-Vivo solo -respondió encontrando un lugar libre de ropa o cosas para sentarse en la silla del escritorio del muchacho.

Lance se detuvo y le miró.

-Oh... no lo sabía -murmuró y asintió volviendo a saltar de un lado al otro para arreglar un poco su habitación, pues tenía algo de ropa y cosas del colegio regadas- Bueno, entonces no hay problema.

El silencio se extendió entre ambos mientras el cubano le daba la espalda al muchacho para sacarse la camisa y cambiarla, para luego sentarse y mirar con duda el pantalón de educación física. No quería quitárselo frente a Keith, pues sepa qué demonios haría el condenado hilo que los unía.

Miró al azabache frente a él durante algunos segundos.

-Aun no te he agradecido correctamente por ayudarme -suspiró luego de un momento- Gracias, viejo...

Keith negó.

-No hay de qué. Te veías muy lamentable saltando como un conejo cojo a todos lados -repuso levantando una ceja.

Lance bufó y recordó que el tipo que tenía enfrente era un idiota.

-¡¿Culpa de quién fue, eh?! -se quejó poniéndose de pie.

-Yo no te obligué a correr, Lance -suspiró colocándose de pie también para ayudarle.

No, pero el ridículo hilo que nos une si, ¡por lo tanto es tu culpa!, pensó dejándose apoyar.

-Si es tu culpa, ¡nadie te dijo que me siguieras el juego! -le culpó testarudamente usando las palabras que dijo antes- Además, no es necesario tomarme de la cintura, ¡basta con dejarme apoyarme en ti!

Keith solo rodó los ojos.

-Eres muy ruidoso -se quejó pellizcándole la cintura en consecuencia.

-¡No me pellizques, mullet! -se quejó pellizcándole las mejillas de vuelta- ¿Quieres pelear?

-¿Contigo? ¿Quieres no poder caminar en absoluto? -bufó entrecerrando los ojos, volviéndole a pellizcar para molestarle.

-¡Ja! Para patearte el trasero solo necesito un pie -bufó.

Los dos chicos se acercaron más el uno al otro de forma intimidante, pero antes de decir o llegar a algo más, la puerta se abrió.

-Lance, mamá dice... -habló Rachel pero se detuvo al verles tan cerca en medio de algo- ¡Lo siento! -exclamó y cerró nuevamente con rapidez, escuchándose como sus pasos se apresuraban a alejarse de allí.

Los dos chicos se separaron algo aturdidos, pero fue Lance el que se sonrojó.

-¡Olvídalo! ¡Bajemos ya! -dijo no queriendo dar tiempo a que su familia pensara en algo que no era.

Los dos simplemente bajaron y Keith ayudó a Lance a sentarse ya que la mesa estaba lista.

-Es raro ver un amigo de Lance que no sean Hunk y Pidge -sonrió la señora McClain cargando una pesada jarra de jugo que Keith se apresuró a tomar para ayudarle- Gracias, cariño.

-No es mi amigo mamá, es...

-Su novio -alargó Rachel cortándole muy entretenida.

Lance se atoró con la saliva, tosiendo, mientras que Keith solo se detuvo ante tal palabra.

-No, no es así, ¡solo somos compañeros! -dijeron al mismo tiempo, aunque uno más tranquilo que el otro, ocasionando que Rachel riera.

-No los molestes -dijo la señora McClain a una muy divertida Rachel- Ve y llama a los niños, anda. Por cierto, ¿cuál es tu nombre, cariño? -preguntó hacia el azabache.

-Keith Kogane -respondió dejando la jarra en la mesa por fin.

-Bien, Keith, come cuánto quieras, estas muy delgado -le animó dando una palmadita en su hombro antes de sentarse- Solo seremos nosotros y los niños, el resto de la familia aún está trabajando. ¿Es la primera vez que eres compañero de Lancey?

Keith negó.

-Un par de veces nada más.

-Ya veo -asintió la mujer- ¿Avisaste a tus padres que comerías aquí? No quisiera que te regañaran luego por llegar tarde...

Keith volvió a negar tranquilamente.

-Vivo solo -respondió simplemente.

Notando que no sería un buen tema para seguir, la señora McClain cambió rápidamente el rumbo de la conversación con un asentimiento.

-¿Qué planeas estudiar en la universidad?

-Oh, bueno, me gustaría estudiar medicina...

Algunas preguntas más fueron hechas hasta que los niños se sentaron a comer y la conversación se desvió. Lance estaba comiendo en silencio, pues no quería decir alguna tontería que pudiera volver a ser mal interpretada por su hermana.

Al terminar de comer, el moreno se apresuró a acompañar a Keith a la salida luego de que este agradeció y decidiera irse pues tenía práctica.

-¡Si tenías que entrenar no debiste acompañarme! -se quejó Lance, sintiéndose algo cálido por dentro.

-No importa -respondió sincero, listo para irse.

Lance respiró hondo. El emo realmente no era tan malo, sin tan solo no estuvieran conectados por el hilo...

-Oye... -llamó y Keith se detuvo. Lance cerró a boca durante un momento- Eh... de nuevo gracias. No te rompas ni tuerzas nada, ¿bien? Ten cuidado en el camino -murmuró un poco incómodo con sus nuevos pensamientos sobre el muchacho.

-Descansa -respondió Keith en un asentimiento.

Mirándole irse, Lance se sintió algo raro y se rascó la mejilla antes de volver a entrar en la casa y cerrar la puerta. Cuando se dio media vuelta se encontró a Rachel y a su madre asomadas desde la sala.

-¿Q-Qué están haciendo ahí? -señaló.

-¡Pensé que se despedirían con un beso! -bufó Rachel saliendo de la sala con aburrimiento.

La señora McClain en cambio solo sonrió y le siguió, pero acercándose a su hijo para colocar una mano en su hombro.

-Está bien si es tu novio, Lance, no tienes por qué ocultarlo -le dijo bastante comprensiva.

-¡No es mi novio! -repuso.

-¿Qué no? ¡Ya los he encontrado a punto de besarse dos veces! -replicó Rachel desde la escalera.

-No, no, viste mal... ¡Solo me sostuvo porque iba a caerme y en la otra íbamos a...! -se apresuró a explicar, pero se vio interrumpido.

-Tranquilo, Lance, no tiene nada de malo que te guste un chico. Somos tú familia, te entenderemos y apoyaremos -aseguró la mujer- Además, es un chico bastante inteligente, apuesto y tranquilo.

-Pero...

-Invítalo más seguido -le animó interrumpiéndole de nuevo- No diremos nada hasta que tú quieras decirlo, si eso es lo que te preocupa -asintió.

-Siempre sospechamos que serías gay -murmuró Rachel de nuevo con diversión- ¡Ahora podré cobrar mi apuesta a Luis!

-¡Rachel, está mal apostar sobre la sexualidad de tu hermano menor! -regañó la mayor.

-¡Pero mamá!

-No, Rachel, además, no puedes decir nada hasta que Lance quiera hacerlo -negó firmemente yendo a las escaleras.

-¡Mamá, la apuesta expira este año! ¡Son cincuenta dólares! -alargó siguiéndole.

Ignorado, Lance estaba sin saber qué hacer o decir, por lo que se quedó congelado en su lugar por un rato hasta que el dolor en su tobillo le recordó que necesitaba sentarse.

Ese día no pudo concentrarse en sus deberes ni en otra cosa en absoluto... ¡Su familia pensaba que era gay y además su madre y hermana aprobaban a Keith! ¡No! ¡Lance debía hacer algo!

Durante la noche lo pensó y al día siguiente ya tenía una idea; se volvería amigo de Keith y de acuerdo a sus preferencias, ¡le ayudaría a encontrar una novia! Si, era un magnífico plan. Por lo tanto apenas llegó al salón al día siguiente, no dudó en pasar un brazo casualmente sobre el hombro de Keith.

-¡Amigo! -alargó remarcando la palabra- Mira, aquí está la lista que me toca hacer como sub delegado -dijo deslizando una carpeta en su mesa.

-Gracias -murmuró el otro tomándola para guardarla- ¿Cómo te sientes?

-Bastante mejor -aseguró sentándose en su silla- Puedo caminar un poco mejor, dentro de unos dos días ya debería estar genial... De todas formas nadaré el fin de semana para recuperar tiempo. ¿Qué tal tu entrenamiento? -preguntó con una enorme sonrisa.

Keith parpadeó ante tal sonrisa.

-Bien, supongo -consideró.

-Ah, me alegro, me alegro. ¿Iras a la fiesta del señor Pantene el sábado? -preguntó interesado- Llevarás a alguien, ehh? -alargó acercándose mientras movía las cejas de forma insinuante.

Keith miró su raro movimiento de cejas sin entender.

-No creo que vaya...

-¿No? ¡¿Por qué?! Viejo, tienes que ir, irá todo mundo -negó acercándole más con su brazo enganchado en sus hombros. Movió una mano frente a ellos- O sea que habrá muchas chicas, solo imagina el panorama.

Con una pequeña mueca el azabache miró el brazo en su hombro y luego hacia el frente a la mano de Lance, no imaginando nada.

-No sé a qué te refieres -suspiró quitando su brazo.

-Vamos, incluso si no tienes con quien ir, tienes a tus amigos -dijo, pero al recordar que el tipo era un lobo solitario, rápidamente añadió:- y por tus amigos, me refiero a mí, me autoproclamo tu amigo desde hoy -asintió llevándose una mano al pecho.

-No necesito un amigo...

En ese momento, Hunk y Pidge entraron por la puerta hablando de alguna cosa.

-Ah, claro, uno no es suficiente... -murmuró como quien no quiere la cosa- Hunk y Pidge también son tus amigos ahora -solucionó rápidamente y miró a los dos compañeros que no escuchaban su conversación, luego añadió en tono alto hacia ellos:- Verdad que sí, ¿chicos?

Los dos aludidos se miraron y luego a Lance.

-¿Si? -respondió Hunk dudoso sin saber qué era a lo que estaba accediendo.

-Depende -respondió Pidge levantando una ceja.

-Solo di que sí, pequeño gremlin -bufó Lance frunciendo el ceño- Keith dijo que quiere ir a la fiesta del sábado con nosotros...

-Espera, yo no he dicho que... -comenzó Keith, pero el cubano no le dejó continuar.

-... Entonces le dije que no había problema -terminó hablando un poco más alto para que no se escuchara lo que el otro decía.

Los recién llegados no pudieron evitar cierta sorpresa, pues no tenían una relación más que de compañeros con el muchacho.

-No hay problema -se apresuró a responder Hunk moviendo las manos- ¡Mientras más seamos, mejor! -aseguró sentándose frente a él.

-¿Entonces nos veremos allí o nos encontraremos en algún lado? -aprovechó de preguntar Pidge tomando el asiento vacío junto a Hunk momentáneamente.

Pensando en que Keith podría hacerse el tonto y no ir, Lance lo pensó un poco.

-Hunk y tú viven más cerca el uno del otro, Keith y yo los encontraremos allá -asintió mirando al chico con una enorme sonrisa.

-Lance, yo no...

-Ah, sí, seguro no sabes donde vive Lotor... No te preocupes, viejo, yo te guío -aseguró dándole palmaditas.

-Tu tampoco sabes dónde vive -murmuró Pidge.

-No, pero lo tengo en redes sociales, ya habrá publicado algo -se encogió de hombros restándole importancia- ¡Entonces quedaremos así!

A continuación charlaron un poco más sobre cualquier cosa, incluyendo a Keith, quien dijo alguna que otra línea hasta que la clase inició.

-No quiero ir a la fiesta -dijo a Lance a la hora de comer, siendo los únicos en el salón, ya que Hunk y Pidge se habían ofrecido a comprar por Lance para que este no caminara tanto debido a su tobillo.

El moreno subió casualmente su pierna sobre la mesa a su lado con una sonrisa de suficiencia.

-Tranquilo, tranquilo, no es la gran cosa -le aseguró divertido- Además, estás con Lancey Lance, la pasarás bien, incluso te conseguiré una chica, viejo -dijo colocándose los brazos tras la cabeza.

-No puedes conseguir una chica para ti, ¿cómo puedes conseguir una para otros? -frunció el ceño, haciendo temblar la silla del moreno con una patada, pues para nadie era secreto el que Lance era un coqueto de primera.

Ante tal temblor y deslizamiento de su silla, Lance se asustó y se sostuvo de la mesa mirándole como si estuviera loco.

-Cuidado, ¿quieres matarme? -jadeó ofendido- Hombre, ¡no consigo una chica para mí porque no ha llegado la correcta! -aseguró como si fuera la verdad más cierta del mundo y no como si estuviera atado a otro hombre- Simplemente me gusta apreciar la belleza de las chicas con cumplidos y hacerles saber que Lancey Lance está siempre a su disposición -alargó en un tono que pretendía ser caballeroso- Además, nunca está de más un pequeño jugueteo, ¿verdad? No soy grosero ni obsceno, solo juego.

Inexplicablemente algo hirvió dentro de Keith y sintió ganas de patear en serio la silla de Lance. Pero su exterior permaneció impasible.

-¿Jugueteo?

-Sí, ya sabes... Solo algo para ambos pasarla bien -le restó importancia moviendo una mano- ¡La ocasión perfecta son las fiestas! Cosas como tomarse de las manos, algunos besos y abrazos... Luego, todo puede seguir normalmente, pero si hay suerte, quizás...

Una nueva patada por parte de Keith removió la silla de Lance.

-No quiero escucharlo -bufó con una expresión desagradable- Eres un idiota, Lance -negó sacando un libro para no tener que seguir la charla.

-¡Mullet! ¿Qué estás pensando, eh? Solo iba a decir que si hay suerte podía surgir una relación, ¡eres un pervertido! -rió en verdad divertido por lo que sea que Keith haya pensado que iba a decir.

El contrario no respondió y le ignoró teniendo la punta de las orejas algo rojas, cosa que obviamente Lance notó y no pudo evitar seguirle molestando. Bajó su pierna y paso un brazo por los hombros de Keith, pues ya que había resuelto tratarlo como un amigo para conseguirle una chica, debía actuar naturalmente como lo hacía con Hunk y Pidge, e incluso a veces con Rolo.

-Keith, Keith, Keith, vamos, hermano, dime lo que pensabas -rió divertido.

-Déjame tranquilo o te golpearé -respondió sin quitar la mirada de su libro.

-No puedes golpear a alguien herido, viejo, eso está mal -negó y continuó:- Además, está bien pensar algunas cosas con chicas... somos chicos, ¿qué tiene de malo, eh?

Pero Keith siguió ignorándole.

Lance frunció un poco el ceño y decidió aprovechar la oportunidad para preguntar algo peligroso.

-Está bien, no te conseguiré una chica, entonces... -pasó saliva discretamente y se acercó más a su oreja para en un susurro preguntar:- ¿debería conseguirte un chico?

El cálido aliento del cubano sobre la roja oreja de Keith le hizo temblar ligeramente antes de congelarse. Su semblante se volvió oscuro mientras su corazón se removía violentamente en su pecho, por lo que las manos le picaron con ganas de golpear al moreno.

-Lance... -advirtió.

Lance sintió que está vez verdaderamente sería golpeado, por lo que se apresuró a soltarle. Por la expresión de Keith dedujo que a este no le gustaban los chicos, lo cual era una buena noticia y significaba que el hilo aún debía volver gay a Keith, ¡cosa que obviamente no dejaría que pasara y aprovecharía su heterosexualidad para unirle a una chica! ¡Al fin la vida le sonreía!, celebró internamente.

-Ya, ya -dijo como si tranquilizara a un enorme león- Entonces no te conseguiré nada, está bien -levantó las manos en gesto de rendición- Pero ve con nosotros, ¿bien? Debes socializar más, amigo... Quiero decir, en las películas americanas los jugadores de fútbol americano son todos populares, fiesteros y tienen muchas chicas y tú... -ladeó un poco mientras rebuscaba en su mochila- eres como la antítesis de todo eso -le dijo lanzándole una bolsa de galletas- Tampoco estás desayunando hoy, toma esto hasta que lleguen los muchachos.

Keith atrapó por reflejó el paquete mientras pensaba que Lance no podía tener más razón. Miró las galletas de Hunk mientras pensaba que era distinto a todos en el equipo, empezando porque era gay y era algo que había ocultado por mucho tiempo para evitar problemas, y con eso se refería a enviar al hospital a idiotas por golpearles.

Mientras abría el paquete de galletas, las figuras de Hunk y Pidge entraban en el aula.

-Ah, no había tanta fila -dijo felizmente Hunk- Ten, amigo -tarareó dejando todo lo que Lance había mandado a comprar- ¿No es más de lo que usualmente comes?

-Si una torcedura de tobillo te hace comer más, entonces no enfermes o llevarás a tu familia a la quiebra -añadió Pidge sentándose con su desayuno también.

-No es para mí -respondió en un puchero antes de separar la mitad y dársela a Keith- Este tonto no trae desayuno -señaló- Ya me puedes devolver mis galletas.

El "tonto" frunció el ceño y bufó comiéndose más rápido las galletas.

-¡Keith! -se quejó subiendo de nuevo su pie a la otra mesa con frustración, pues de haber sabido que llegarían tan pronto no se las habría dado. Miró a Hunk- ¡Este tipo se ha comido últimamente mis paquetes!

-Tú me los diste -respondió Keith en su defensa.

-¡Hunk! ¡Dile algo! -se quejó colocando ojos de cachorro hacia su enorme amigo.

El samoano sacó su desayuno con una sonrisa, algo extrañado por lo bien que se llevaba el par de la noche a la mañana. Pero Lance era bastante sociable, por lo que no dudó que incluso alguien solitario como Keith terminara cediendo.

-Ya se las diste, mañana le traeré a ambos y de esa forma no deben pelear -resolvió.

Lance asintió de acuerdo.

-Bien, bien, así no tendré que patearle el trasero -suspiró tomando un sándwich para empezar a comer.

-Me gustaría verte intentarlo -murmuró Keith terminando las galletas sin mirarle.

-Te has vuelto más valiente y hablador, ¿eh, mullet? -se dejó picar apuntándole con el sándwich- ¡Espera a que me mejore y verás! Yo... -pero antes de que terminara de hablar, el azabache le había dado un mordisco al sándwich de Lance.

-¿Tu...? -le retó entrecerrando los ojos con la boca llena.

-¡No comeré esto ahora! ¡Dame el otro! -se quejó- ¡¿Por qué eres así?!

-No, es mío -negó retirando las bolsas.

-¡Yo lo compre!

Seguidamente los dos comenzaron a discutir y a medio pelear, teniendo como público a Hunk y Pidge, quienes no les dieron importancia al ver qué no pasaría a más. Ambos habían deducido que su amistad se basaría en muchas discusiones, por lo que decidieron no darle importancia desde el principio.

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