»𝘕𝘰𝘷𝘦𝘮

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¿Tienes secretos? —preguntó en un murmuro.

Estaban sentados en el techo mirando a las estrellas desde hace rato. Jimin había rechazado a Jungkook rotundamente con respecto a ir a la villa, no estaba lo suficientemente ido en su mirada cautivante como para no ser conciente de que la propuesta era una locura total por muchas razones, y a algunas de ellas, no las entendía. Por ejemplo: que Jungkook quisiera ir allí.

No le entraba en la cabeza esa imagen de Jungkook, tan delicado, en un sitio tan oscuro y peligroso.

Logró salir desapercibido, pero obligado a tener una conversación amistosa mientras miraban los astros y casi ignoraban el increíble contacto y conección que habían alcanzado allá abajo.

—No serían secretos si te los contara, Jungkook.

—Oh no, Lilium, yo pregunté si tenías secretos, no cuáles eran.

—Entonces sí. Tengos dos secretos, ¿y tú?

—Qué casualidad, yo también tengo sólo dos —dijo Jungkook, y sus mejillas de tiñeron a penas de un color carmesí.

Jungkook se preguntó si él era parte de alguno de sus secretos... Porque Lilium ya era parte del suyo. Y sí, era que tenía sentimientos imposibles de ignorar creciendo dentro suyo, sentimientos por el gap sentado junto a él. Y sí, también le parecía una locura enamorarse de un gap cuando todo lo que Jungkook quería era alejarse de la villa, ¡pero mira nada más! Sonrojadose ante los recuerdos de ese beso, de su primer beso.

Muchas veces imaginó su primer beso, creyó que sería con un caballero bien parecido con los ojos más atractivos del reino, y que muchas campanas sonarían de fondo dando como resultado la imagen del beso perfecto.

Y bueno... lo que obtuvo, no estuvo ni cerca, pero aún así, no lo cambiaría. Ni siquiera porque Lilium fuera un gap.

—Qué misterio —comentó Jimin, movió su mirada del cielo hasta el perfil de Jungkook iluminado por la luz azul de la noche—. Admito que me pica la curiosidad.

Jimin creía que lo que podría ocultar Jungkook serían las cosas que, probablemente, eran muy inocentes. Quería al menos escuchar uno de esos secretos.

—Pues que te siga picando, porque Lilium, no te los diré —Jungkook sonrió contento mientras miraba las estrellas—. Oh, tal vez si... —su expresión cambió a una más concentrada y con su dedo índice parecía señalar algo en el aire—¡Sí! Si vas hasta Marte a pie ida y vuelta, te cuente ambos —terminó con una risa y finalmente volteó hasta el chico junto a él.

Jungkook se veía demasiado divertido.

Y eso distrajo a Jimin de la realidad, de lo que se puede y lo que no, entonces contestó sin vacilar: —Es un trato.

Jungkook carcajeó y golpeó amistosamente a Jimin con su hombro.

—Sí, claro, Lilium —fingió seriedad, pero en realidad le resultó chistoso.

—Es una promesa real, Jungkook. Espero que cuando regrese de Marte sueltes esos jugosos secretitos~ —alargó con una sonrisa pícara.

Jimin extendió su mano con el fin de cerrar el trato, Jungkook se le quedó observando un momento sin entender bien a qué se refería.

—¡Oh, entiendo! Las verdaderas promesas se hacen de esta manera, mira... —Jungkook tomó con ambas manos la mano en le aire de Jimin, bajó todos sus dedos dejando solamente el meñique—Ahora sí, una promesa real —sonrió juntando sus meñiques.

—Interesante, ¿dónde lo aprendiste?

—Un amigo... —suspiró, recordando la cantidad de veces que Seokjin le había hecho prometer con el meñique, y era él ahora quien lo hacía con alguien más—Un gran, gran amigo —dijo con total seguridad y una sonrisa nostálgica.

—¿Le extrañas mucho? —preguntó Jimin.

Jungkook abrió sus ojos sorprendido y miro a Jimin, sus manos seguían juntas en el aire.

—¿Cómo lo sabes?

—Tus ojos me lo dijeron.

—¿Mis ojos?

—Sí, ellos —respondió, se acercó quedando aún más cerca de Jungkook, llevó su mano libre al rostro del otro—. Ellos me hablan cada que les miro... Me dicen cuando estás asustado, feliz... de alguna manera, les entiendo todo. Todo, Jungkook —dijo acariciando la mejilla del pelinegro.

—¿T-todo? —preguntó en un murmuro. Sabía que Lilium le había escuchado porque la distancia entre ellos llegó a ser mínima—¿Y qué... te dicen ahora?

—¿Justo ahora? —Jungkook asintió, ambos se miraban fijamente—Me dicen dos cosas... Una de ellas no la comprendo bien, es como si me susurrara al oído demasiado despacio, pero la otra, me habla tan claramente que incluso me quiero sonrojar —Jimin movió un poco su rostro hasta quedar cerca del oído de Jungkook—. Me pide que te bese otra vez, tú dime, ¿debería simplemente obedecer?

Volvió su mirada a la de Jungkook y éste agradecía que fuera de noche y que la luz nocturna no revelara su inmenso rubor.

—Tal vez... sí —contestó Jungkook.

Para Jimin fue suficiente, sonrió moviendo un mechón de cabello de la frente de Jungkook y dejó que su cuerpo actuara: besó al chico.

Sus manos en ningún momento se separaron.

Y allí estaban, ambos en la mágica madrugada, mentalmente en aquel prado en el cual estaban naciendo cada vez más recuerdos de los dos.

Un ex-gap que ahora vivía un fraude.

Y un príncipe desheredado que no tenía alma.

Mientrás ambos jóvenes estaban en su burbuja de paz, en el reino Anima, en el castillo de los reyes, nada era tranquilo.

Tormentas se acercaban, viejas armas del pasado y ataques a traición pretenderán ser ocultos tras un mantel con utensilios de oro por encima.

[...]

El viento frío de madrugada entraba por el balcón y despertó al rey Taehyung mientras que a su vez movía las cortinas blancas. El rey se removió en su lugar estirando su brazo al otro extremo de la cama. Vacío.

Se levantó colocando su bata transparente con su mente adivinando el motivo de su despertar: su rey, Hoseok, estaba fuera, mirando hacia un punto desconocido para Taehyung.

—¿Algo que perturbe tu sueño, querido? —preguntó colocando una mano en su hombro desnudo.

Hoseok soltó un largo suspiro antes de contestar: —Sabes que esa pregunta está demás.

—Temía que esa sea tu respuesta.

Taehyung sabía lo que martillaba la mente de su rey, al menos la gran mayoría. En el último tiempo, desde esa tragedia, no ha habido verdadero lugar para otra cosa que no sea Jimin.

Taehyung sabía que Hoseok pasaba días enteros y noches en vela con expertos brujos que encontraran solución, mas no parecía encontrar respuestas y la salvación del príncipe parecía más y más lejana. Todo lo sentía en su mirada gris, incluso si Hoseok callaba su estrés. El rey de ojos verdes se obligó a dar un paso atrás y simplemente limitarse a apoyar a su rey en todas las maneras que se pudiese, pero hasta esa tarea se le hacía cada vez más difícil.

Eso le lastimaba. Le dolía ver a su amado así.

—Vuelve a la cama —habló con firmeza, sus manos apoyadas en el barandal de piedra—. Necesito pensar.

—Ya te lo he dicho, soy tu esposo, tú mi rey... —Taehyung lentamente abrazó a Hoseok por la espalda, observó cómo su mandíbula se tensaba ante sus últimas palabras y supo qué hacer—O debería decir... Su majestad, usted es mi rey y yo su simple subordinado —susurró a su oído.

Hoseok se dió le vuelta y en un movimiento dejó a su esposo sentado en el barandal, él entre sus piernas. Le sostuvo los muslos mientras miraba fijamente a Taehyung, su seño se mantenía serio.

Y sin nada que decir, besó ferozmente a Taehyung. Rudo. Estricto.

Taehyung simplemente actuó sumiso ante su rey, pensando que quizá de esa manera ayudaría a su amado, al menos, a quitar una minúscula cantidad de frustración de su ser. Aunque no pensó que debía usar el pasado para distraer un poco a Hoseok.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro