Capitulo 20: Algo se ha roto

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Ya era el último que le quedaba. Estaba vacío igual que el resto. No tenía intenciones de usar la placa, quizás la haya usado en un par de ellos pero no valía la pena. Crear sus propios códigos sería plagiar el buen trabajo hecho por ella, no podía pensar más allá de lo que Mei se le había ocurrido, ella podía llegar más lejos. Con los últimos retoques que él le dio, ya todo estaba listo no quedaba nada por hacer. Salvo una sola cosa. Hacer pensar a los autómatas. Pero realmente... No estaba de humor. Se había desquitado con todos los omnicos que pudo, pero estos se reparaban más rápido entre ellos de lo que los destruía. Aprendían de sus errores y esquivaban los objetos arrojadizos. Muy buen trabajo, Mei.

Se sentó frente al escritorio con las manos entre la cabeza buscando alguna idea para avanzar en los proyectos que tenía, pero le hacía falta la opinión fresca de alguien más.

— ¡Nadie la necesita! — Echó todo abajo con un brazo.

—... —El monstruo había estado observándolo en cada momento.

Le divertía verlo alterado, rompía muchas cosas. De vez en cuando le entraban ganas de unirse al alboroto, pero prefería quedarse expectante a las acciones. Era más placentero destruir un pueblo como al inicio, el bullicio era alentador y tentativo pero nunca era suficiente. Ya manejaba sus emociones con mayor facilidad, poco a poco llegaban sus sentidos comunes, pensaba más, observaba más. Si quería romper algo, lo haría consiente, siempre y cuando valiera la pena.

— ¿De hecho sabes lo que haré porque no la necesito? —Se levantó de su asiento arrastrando la silla.

Llegó frente a la pintura de la puerta poniendo las manos en la cintura. Le habían clavado las esquinas para no tener que correrlas al entrar.

—Bien gordito, quita esto del camino.

Diciendo esto último, el monstruo arrancó el cuadro dejando partes de la madera de este clavadas a la piedra. Junkenstein entró sonriente mirando todo por encima. El monstruo iba por detrás de él. Se fijó primero en el escritorio en medio del laboratorio.

—Quita eso de mi vista —apuntó al mueble con la mano ortopédica. Al segundo el puño de la criatura lo partía en dos— ¿Qué más tenemos por aquí...?

Se acercó a una gran máquina tubular que pareciese tener nubes rondando en su interior, conectaba cables hacia otras instalaciones dentro del laboratorio.

—Mira esto ¡Es una batería! —Acercó la cara al vidrio para ver su interior— ¿Debió costarle mucho hacerla no crees? ... Eh... Seguro estuvo meses intentando hacerlo funcionar... —Dubitativo, tenía todas las intenciones de destrozarla cuando la vio, pero se imaginaba como ella pudo haber diseñado en el escritorio, que acababa de romper, y armado esa máquina desde cero placa a placa.

—...Mmm

—...Tienes razón... solo... Rómpela. Rómpelo todo... Luego me entretendré rearmándolo...

Entró a la habitación de Mei en tanto su compañero jugaba tras de él. La ventana estaba abierta de par en par, pensó que podría haber escapado por allí. Con el ceño fruncido miró a través de la ventana imaginándose la caída o cómo pudiese haber bajado a tal altura.

—Estoy casi seguro de que debe tener algo por aquí... —De pronto cayo en cuenta. ¿Cómo se habrá comunicado ella si no tenía con qué? Corrió al laboratorio.

Los sonidos del desastre habían frenado. El monstruo tenía un objeto envuelto con una manta a punto de arrojarla al monitor más grande. Pareciese que lo había dejado para el final. La criatura miró al Doctor atravesar el laboratorio hasta él. Antes de que dijera algo tiró el telescopio a la pantalla atravesándola.

— ¡Maldita bestia inflada! ¿No usas la cabeza? —Lo apartó dándole empujones— Con esto PODÍAMOS hacer algo útil, ahora gracias a TI ¡Esta cosa no sirve de nada! —Se cruzó de brazos—.

—...

— ¡Oh! ¡Pero claro, puedo repararlo! ... Tu... Ve a enseñarles a los omnicos a pelear ¿Quieres? ... Algo útil para variar.

—...Claro —Asintió con la cabeza para luego irse aplastando los cacharros desmantelados que le estorbaban el camino.

—...Bien, ¿por dónde empiezo? —Miró el monitor desecho, pasó a ver que este estaba conectado a un tubo pasando por detrás que no notó— Espera un segundo... —Miró la batería de agua destruida.

Este al parecer era parte de la alimentación del laboratorio hasta el monitor y varios artilugios del lugar. El Doctor se peinó el cabello hacia atrás con ambas manos quedando estos con la misma posición. Se acercó al vidrio mojado en el piso haciéndolos crujir bajo la suela.

—...—Tomó un trozo de metal ladeándolo para ver unidos a este unos cables-...Pfft- Puso los ojos en blanco.

La noche calló sin tardanza en el reino y Mei ya podía dejar de buscar la sombra para cuidar su piel. Podía sentir el indistinguible olor a criadero apenas cruzó la puerta del comedor. Lo primero que hizo fue mirar al cielo para buscar la luna, pero el cielo estaba totalmente blanco por la neblina todavía.

—Que clima tan terrible...

Antes de salir al exterior, la Reina le pidió que fuera a encontrarse con el cultista en los establos, él la ayudaría como estipulaba la carta, una especie de cura.

Caminó por el sendero de tierra hasta el resplandor de una luz de vela. Un hombre sentado tras una mesa redonda tenía una lámpara de aceite sobre esta. La llama bailaba como si supiera que ella estaba cerca. El hombre levantó la cara para mostrar la barba de tentáculos mecánicos estremeciéndose tras la luz, la piel violácea era oculta tras la capucha negra. Más inquietante aún eran los orbes dorado viejo rondando sus hombros, que al fijarse en estos, abrieron por la mitad mostrando unos enormes ojos verdes de dragón. —Es un ómnico...—Pensó mientras se revelaba ante la luz de la vela.

—Usted es... ¿Zenyatta el cultista?

— Buenas noches...

— ¡Ah! Discúlpeme... ¡B-Buenas noches...! —Se ruborizó a su falta de modales—.

—No hace falta, joven. Puedo ver tu arrepentimiento y la vergüenza en tu rostro.

Le ofreció mostrándole con una mano la silla en la que se sentaba corriéndose a un lado para darle espacio. Mei se sentó en el taburete algo nerviosa, trataba de no mirarle a los ojos y en pensar que este era un tipo por mucho más aterrador en presencia que el monstruo del Doctor en acción. Zenyatta no dejó la postura que tenía, este levitaba en sus piernas, subiendo y bajando al ritmo de su respiración. Observaba fijamente a la vela para ver la cera derretirse.

—Puedo ver que esta es tu segunda oportunidad, jovencita —La miró— Pero ha traído con sigo un mal a cambio...

— ¿Es posible quitarme este estado?

—Lo será hasta que esté hecho. No puedo darte una respuesta con certeza. Mucho dependerá de cómo tu cuerpo lo acepte...

—Entiendo...

— ¿Quieres contarme los detalles?

—Claro...

Mei se limitó a contar todo aquello que ocurrió con ella desde lo que recordaba antes de fallecer hasta los síntomas después de su nuevo despertar. Omitió todo detalle sentimental, solo le dio prioridad a su problema.

—Déjame aclarar algo, ¿Fuiste feliz en tu estado actual?

— ¿Ah?... Pues supongo que sí... Salir al sol no me ha hecho miserable. Tampoco soy alguien de salir a pasear, más bien... Estar trabajando.

—Te pregunto. ¿Has sido feliz en tu estado actual?

—...-Dándose cuenta de la profundidad de la pregunta no pudo evitar pensar en los proyectos que tenía a futuro con el Doctor, bajo sus ojos un tenue rubor comenzaba a expandirse mientras más lo pensaba— No. Quizás lo iba a ser, estaba comenzando a ser feliz, pero... Yo impedí que fuese así.

—Ya veo... En ese caso solo podré ayudarte de una manera. Hay cosas que no se podrán corregir ¿Estas preparada?

—...Si.

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