Capítulo 21: Una nueva Labor

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Zenyatta llevó a Mei al centro de entrenamiento en campo abierto para no molestar a los caballos. Él le hizo una señal para que se sentara en frente, el pasto estaba mojado y frío al tacto en comparación al lugar que lo azotaba el calor en plena noche blanquecina.

—Cierra los ojos y escucha con atención.

—De acuerdo —Obedeció relajando la piel de los párpados.

—Quiero que sientas tu propio pulso atravesando tu cuerpo, solo enfócate en eso. Luego repite las palabras que diré. Voy a sanarte.

Respiró profundamente. Poco a poco su mente se concentraba en la sangre corriendo desde el pecho que se agitaba con sutileza hasta el temblor repetitivo que pasaba de sus muñecas a la yema de los dedos así como de las piernas a la planta de sus pies. Sus ojos estaban cerrados y relajados mirando hacia abajo, palpitando al compás de su propia melodía cardíaca.

Con un movimiento rápido, abrió las manos y otras aparecieron tras de sí. Un aura dorada los envolvió por unos segundos en los que Mei luchaba por no prestar atención a su alrededor.

—El iris te condena.

—El iris te condena...

Se cubrió por una luz dorada apenas pronunció esas palabras. Ignorando la sensación de paz, se enfocaba en sus latidos y en su torrente siendo usado. Una oleada de calor la hizo abrir los ojos de súbito, despareciendo a su vez el aura que los rodeaba y el manto dorado de luz sobre ella.

—Ya estás lista. Prueba a trabajar bajo la luz del sol apenas llegue.

— ¡Pero espere...! —Abrió un poco la boca para sentir los dientes con el dedo— Aún tengo colmillos.

—Te advertí que esto es algo que tu cuerpo debe aceptar, pero tu mente no está abierta del todo...

— ¡Pero entonces no estoy curada en absoluto...!

—Lo que quieres se te ha sido dado... Busca tú lo que necesitas.

Zenyatta desapareció entre las pocas sombras de la noche dejando a Mei sola en el campo de entrenamiento de los alabarderos. Ella se levantó entre el canto del viento, alzó la vista a ver la luna.

— ¿Buscar lo que necesito...?

Se encaminó a la habitación que le prestaron. Atravesó el establo y luego pasó al comedor. Todo olía muy bien pero no fue suficiente para hacerla probar bocado. Necesitaba hablar con su amigo. Subió por las escaleras alfombradas hasta el primer piso atravesando el enorme pasillo. Había muchos de la servidumbre que aún se movían por las tareas que aún le quedaban y también otros que solo se apoyaban en las paredes esperándolas.

La Reina le había contado que mucha gente del reino de Wilhelm fue rescatada por sus hombres y alojados temporalmente en el castillo, sirviendo en el este hasta que pudieran mantenerse económicamente en el pueblo. Así que muchos de ellos estaban aquí moviéndose de un lado a otro pero no los reconocía, ni ellos a ella.

Subió las escaleras que estaban al final del camino alfombrado. Cada dos metros una lámpara en la pared alumbraba el camino sin dar cabida a la oscuridad, lo que hacía la impresión de ser un camino eterno hasta arriba. La escalera de pronto se interrumpió por un lado para llegar al tercer piso que daba entrada a las torres mientras el reto de escalera se transformaba más arriba en lo que daría al puente de conexión a otras torres de la edificación. Entró al pasillo habiendo tres torres en total. La última era la suya. Abrió la puerta con la llave, la que para ser un lugar tan bonito a la vista, dejaba mucho que desear del estilo de esta. Subió los escalones hasta la cima. No era demasiado alta y la ventana la dejaba ver la luna en la punta del marco gótico. Se acercó a ver el pueblo, abriendo la ventana con una mano. Todo estaba limpio y tranquilo, era un tipo de belleza diferente a Adlersbrunn, aquí la maquinaria era parte de la ciudad, algo en eso la cautivó. Asomó la cabeza para sentir la brisa, respiró profundamente pero algo la detuvo de súbito. Tocio cerrando la ventana.

— ¿Qué fue eso, me atoré con el aire? Uff... —Miró su habitación que estaba a oscuras.

Se acercó al interruptor y lo encendió. Todo se veía limpio. Snowball estaba en la batería, apoyándose junto a la cama cargándose.

—Snowball... —Meneo la cabeza con suavidad.

Ya era de noche y no quería despertarlo. Mañana en la mañana hablaría con él. Se cambió de ropas y se metió en la cama. A pesar de que el aroma a sábanas limpias y la suavidad de un colchón nuevo era indescriptiblemente placentero, no estaba cómoda del todo. ¿Este sería su nuevo hogar a partir de ahora?

No puedo creer que todo esto esté pasando...

Cerró los ojos pensando en su cuarto de Adlersbrunn, en las bellas noches de profunda obscuridad y ver al Doctor trabajar. Con esto último consiguió conciliar el sueño que no le venía desde que había llegado.

La puerta sonó retumbante estrellando los postigos de metal. Luego otra vez. Por la Mente de Mei pasaba que era el ómnico que ofrecía agua constantemente buscando aprobación, quizás el Doctor ya le modificó su placa y puede servirlo poco menos del borde. Tendría que levantarse para comprobarlo. Se desperezó abriendo ambos brazos activando los músculos, hace mucho que no dormía tan bien. Bajando los pies sintió el acolchado de sus babuchas afelpadas estirando los dedos un momento hasta que la temperatura le resultase agradable. Fue a la puerta y la abrió. La sorpresa de una mucama la terminó de despertar borrándole la sonrisa de la cara. Estaba en el castillo de Athena.

—Buenos días Doctora Zhou —Dijo la muchacha haciendo una reverencia— Su majestad la Reina Athena la espera en el comedor real. Con su permiso— Haciendo una última reverencia se marchó.

Había vuelto a la realidad. Su vida cambió, ojalá para mejor, decía para sus adentros. Con una mano agarrando el camisón, despertó a Snowball. Fue a tomar una ducha en lo que este la pondría al día en otros asuntos, defectos dentro de su sistema, códigos que no lo llevaban a ninguna parte o bien cosas que comentaba la gente. Habló con su amigo largamente en el agua, esperando a que ese sentimiento de comodidad que experimentó en Adlersbrunn se hiciera a meno, que el cambio de personas en su vida era encantadora, más de uno siempre le brindaría apoyo; decidió que esa podría ser una rutina, mucho mejor que un diario abandonado a su suerte. En el ropero le habían dejado varias mudas y ropa limpia; sus ojos se fijaron en un simple estilo celeste y blanco de una bata, algo para estar lo suficientemente fresca y a la vez de aceptable para cualquier encontró con la realeza. Pensó en que hasta podría verse como el lado contrario a la moneda de Junkenstein cuando se miró al espejo. Se mojó los labios con la lengua, no podía creer que había pensado en esa tontería. Echó llave a la puerta después de salir y bajó.

La reina estaba sentada en la cabecera de la mesa, rodeada de gente otra vez, a larga distancia que se extendía por la mesa, parecía una conversación muy acalorada, pero al acercarse pudo distinguir que hablaban de quehaceres y deberes rutinales, organizaciones y eventos próximos para conmemoraciones. Sintió algo de pena por ella. Nadie querría estar en su lugar.

—Querida, buenos días. Espero que tu habitación haya sido de tu agrado.

—Buenos días alteza, sí lo fue en total excepcional.

La reina le mostró con una grácil mano en donde sentase. Uno de los hombres a su alrededor movió la silla hacia atrás sujetándola del respaldo esperándola. Mei obedeció sin poner queja y miro como frente a ella eran puestos miel, té y unos panecillos calientes de la vez pasada.

—Iré directamente al grano contigo, Mei. Espero que esta vez puedas salir al sol. Necesito que revises el clima para esta semana.

— ¿Quiere que me encargue del estado del clima del pueblo? —Las mejillas de Mei se habían encendido de un segundo a otro—.

—Por supuesto. Se dé buena fuente que gracias a ti el pueblo solía ser uno de los más prósperos en cuanto a agricultura... Aunque Wilhelm no te lo contara.

-¡¿...Entonces?! —Mei se levantó de su silla empujándola hacia atrás con el trasero poniendo ambas manos en la mesa.

—Sí, comenzarás atrabajar para mí. No como ingeniera en nuevas tecnologías —La miró con unasonrisa de las más bellas que Mei haya podido ver jamás— Como climatóloga.    

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro