Capítulo 33: Experimento en el laboratorio

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Los pies de Mei se deslizaban ágilmente por el camino de hielo. Agradecida de que este fuese lo suficientemente oblicuo para no ir en caída libre, iba creando camino con el arma endotérmica frente a sus pies a medida que el puente se acortaba. No tardó mucho en llegar al tejado del laboratorio. Terminó de crear un último escalón para acabar el puente. Miró la batería, aún tenía suficiente para un viaje más, quizás dos. Ya sobre la cima, dio un vistazo a su alrededor para ubicarse mejor. La ventana estaba cerrada y en una posición en la que era difícil dar con ella para abrirla. Con el arma, hizo unos cuantos escalones para poder llegar a los postigos. Habían sido reparados, pero gracias a la lluvia ácida, estaban otra vez oxidados, lo que la molestó un poco. Congeló el metal maltratado y le dio unas cuantas patadas hasta romperlos.

—Juro que nunca volveré a hacer algo tan barbárico como eso...

Pudo ver como los trozos de madera cuadrada caían al fondo, chocando contra el piso gracias a la única fuente de luz. Con cuidado descendió de la misma forma que bajó por el techo. Se sacudió las ropas con las manos, en lo que ojeaba lo que la poca luz le permitía ver del laboratorio. Todo estaba exactamente igual a como lo había dejado, por suerte.

Snowball voló hasta arriba del todo utilizando su luz integrada. No era muy potente, pero era lo suficiente para poder distinguir los objetos y la maquinaria.

—Gracias amigo.

Mientras Snowball daba unas vueltas por el aire para buscar la mejor ubicación de luz, Mei caminó hasta el escritorio frente al monitor. A punto de mover el interruptor de encendido se detuvo al pensarlo mejor.

—Espera, no puedo encenderlo... Fuera hay una toma de luz, no podemos alterar el lugar —Miró la apertura del techo—...Sabrán que estuve aquí.

Fue directamente hasta las cajas donde había guardado los químicos y equipos sobrantes, la luz de su amigo apuntaba siempre directamente al camino, creando una sombra extendiéndose por detrás de la chica. Algo aterrador si es que hubiese alguien más con ellos.

Desembaló todo con cuidado pero la forma más cuidadosa posible. Todo el equipo estaba envuelto en papel periódico con mucho cuidado, lo que la sorprendió un poco, no recordaba haberlo hecho. Uno en uno fue dejando todo sobre el escritorio, dejando sus manos marcadas en el cristal.

—Casi lo olvido —Tomó su arma y comenzó a crear murallas tras de sí— Esto me ayudará a mantener el ambiente a menor temperatura...

Volvió a calentar y rehacer el químico desde cero dentro del cubículo helado. De tanto en tanto miraba hacia arriba por curiosidad. Sentía que algo podría estar vigilándola.

—Snowball, ¿puedes revisar que no haya nadie en el techo?

El dron subió para comprobar. No había nada. El pequeño hizo sonidos de negación girando su centro de un lado a otro dando la impresión de que negase con la cabeza. Igualmente preocupada, Mei siguió trabajando.

Después de unas horas, la pared de hielo a su alrededor ya estaba lo suficientemente delgada como para que ella pudiera romperla a puño limpio. Ambiciosamente había terminado varias cargas de soluciones, estaba segura de que funcionarían esta vez, aunque tenía su pequeña incertidumbre por el resultado de la primera vez. Tomó la lata rellena del químico y lo conectó a su arma. Pudo sentir como el líquido base pasaba a través del cable cargando el arma en las palmas de las manos. Apuntó en un lugar sobre el piso.

—Muy bien, aquí vamos.

La corriente fría le daba una buena impresión. Creó un penacho lo bastante grande como para sentarse en él. No pasó mucho para darse cuenta de que ya estaba comenzando a humear. Ansiosa miró el piso. Observó cómo poco a poco un pequeño rastro de agua comenzaba a descender del hielo, llegaba al piso y quedaba una pequeña poza de agua pura.

—Lo hice... ¡Lo logramos Snowball!

Mei dio un salto de la alegría, Snowball revoloteó a su alrededor haciendo sonidos eléctricos comparables a una risa. Ella alzó su mano para recibir el frío metal de la cabeza de su amigo como señal de triunfo. Puso una de las manos en su cadera y observó con detención el arma. Quería contárselo, todo fue gracias a ese pequeño detalle... Gracias a él. Un pequeño rubor apareció repentinamente en sobre las comisuras de su sonrisa, en el reflejo de la superficie de su arma pudo verlo. Sorprendida por su propia reacción involuntaria, negó con la cabeza y volvió a adoptar una postura seria.

—... Pero no tenemos tiempo para celebrar, debemos irnos antes de que alguien sepa que estuvimos aquí.

Guardó todas las soluciones dentro de un bolso. Miró el desastre que dejó en el laboratorio. Si la dejaban volver a entrar tendría que poner todo en orden. No le importó, la verdad, era lo de menos en estos momentos. Cambió a la solución fallida, creó una muralla bajo sus pies que la dejó justo en la entrada de la ventana. Pudo ver que el puente aún estaba allí, solo que más endeble. Debido a que ambos extremos estaban conectados este no se había desmoronado. Con la misma solución en mano, caminó por el puente haciendo refuerzos a sus pies.

Ya habiendo llegado a su habitación, se sujetó por el borde de piedra y terminó de subir. Se encontró con el monitor encendido. Junkenstein estaba mirándola atento, con una taza de té entre las manos, había estado esperándola, al ver que había sido descubierto, levantó una mano para saludar.

—Yo... —Comenzó dejando la taza de lado con una sonrisa nerviosa.

— ¿Qué demonios...? ¿Cómo lograste encender mi computadora? —Mei dejó el bolso que colgaba de un lado en el piso. Se quitó el abrigo y lo tiró a su cama. Molesta puso las manos con fuerza sobre el escritorio provocando que se tambaleara la pantalla.

El Doctor dio un salto hacia atrás escudándose con sus manos. Mei se sentó en la silla frente a este cruzándose de brazos. En seguida ella recordó algo de lo que no so había percatado antes. La voz que la trató de detener cuando iba a usar su arma por primera vez en la cima del cañón, era particularmente familiar. Fue cuando comenzó a unir cabos en su mente, quizás esto ya lo había hecho antes, si la voz es la misma significa que ya había estado viéndola y que intentó detenerla porque vio cual el problema desde un inicio. Y ese extraño comportamiento de su Dron, movimientos demasiado toscos que no le había programado, actitudes casi sentimentales... La alarma de hace días que asustó a Snowball...

— ¿Desde cuándo estás controlando mis cosas...?—Alzó una ceja.

—Yo... Me tengo que ir —Con un movimiento rápido, la pantalla se apagó.

— ¿Ah? ... ¡Cobarde!

La muchacha tecleó un par de cosas y la pantalla volvió a mostrar a Junkenstein en la misma posición en la que había cortado la conversación.

Mei se le quedó mirando entrecerrando los ojos. Este sonrió. Esa reacción que había tenido era sin duda prueba de culpa.

— ¿Has estado espiándome?

— ¿Quién? ¿Yo? Por supuesto que no. Pfft —Abanicó la mano frente a su nariz como si algo apestara— No seas ridícula, ¿Cómo puedes pensar en algo tan absurdo? Es... Imposible —Sonrió corriéndole una gota de sudor frío por la frente—.

— ¡Fuiste tú quien intentó detenerme!

—Y-Yo no.... ¡No tienes pruebas!

— ¡Claro que sí! —Volteó a ver a su dron que tenía una expresión de desapruebo—Snowball, ¿Lo grabaste, verdad?

Junkenstein irguió la espalda al sentir un frío recorrer su espalda. La máquina se acercó para reproducir el recuerdo que quedaba de dicha situación:

— ¡NO LO HAGAS!

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