Capítulo 39: Un deber que cumplir

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— ¡Mira esto, Mei!

— ¿Qué ocurre Jamison...? Ugh... —Mei se tallaba los ojos en lo que se acercaba al monitor, la luz enceguecedora no la dejaba ver bien—...Son las cuatro de la mañana ¿A qué viene tanto alboroto?

— ¡Ya verás!... A demás me pediste que te despertase antes de que saliera el sol.

Junkenstein se apartó de la cámara y la enfocó a la mesa más grande del laboratorio. Tras de él estaba una cabeza de un ómnico. Mei giró un poco la cabeza, no entendía que pasaba.

—Es... la cabeza de un autómata... ¿Sobre una mesa?

—No te dejes engañar por la perspectiva, querida... -Caminó con las manos hacia atrás con mucho orgullo hasta la cabeza.

—Oh mi... —Mei se llevó una mano a la boca terminando de despertar- ¡Es...! ¡Enorme!

Al estar parado al lado del objeto, este era casi del tamaño de toda la mesa, probablemente esa era la misma mesa en donde le había dado vida al monstruo, a ella y ahora un ambicioso autómata de un colosal tamaño.

— ¿Qué te parece? ¿No es genial?

—Es increíble... Whoah... ¿Lo hiciste solo en una noche?

—Nah, tus autómatas hicieron todo el trabajo pesado —Desensambló una placa en donde estaba la parte más importante del circuito— Lo que yo hice realmente fue este quebradero de cabeza.

— ¿Esas son placas de código?

—Todas y cada una... ¡Oh! Y algo especial... —Alargó la mano por entremedio de los cables sacando con cuidado una placa más gruesa que el resto— Ésta, mi querida Doctora... Es la parte más importante del sistema, el núcleo que permitirá la regeneración de energía mediante electricidad motora, además, tiene unos cuantos ajustes para pasar de la información recibida codificada... ¡A memoria aplicable...! En pocas palabras...

— ¡Inteligencia artificial sustentable! ... ¿Crees que funcionará?

— ¿Estas de broma? Ya viste lo que pueden hacer un par de autómatas con el tiempo suficiente... Este mastodonte lo hará ¡DIEZ VECES MEJOR! Y quizás más...

—Es... No sé qué decir... Asombroso... ¡Increíble!... —Se cruzó de brazos sobre el escritorio con una sonrisa iluminada por un ligero rubor—... ¿Cuándo crees que podrás activarlo?

—Pues a la velocidad que trabajan los autómatas, quizás solo en unos días...Hehehe —Algo nervioso por la mirada que tenía Mei sobre él, se rascó la nuca apartando la vista de la cámara— ...D-Después de todo solo están duplicando el tamaño de las piezas que ya conocen...Eh... No es la gran cosa.

— ¿Qué no es la gran cosa? —Alterada, se levantó de la silla apoyando las manos con fuerza sobre el escritorio haciéndolo crujir— ¡Estas a punto de hacer historia...! Estamos hablando de un autómata con capacidades humanas, ¡Lo más cercano a lo que se puede llegar para crear vida!... Por supuesto que es la gran cosa... Porque bueno, eres un genio después de todo y eso es... Grandioso.

La primera vez que fue alagado por la bruja sintió un pequeño cosquilleo que lo había hecho sonreír, pero esta vez, sentía que el pecho se le inflaba, que podía ver las cosas más alcanzables que antes, como si fuese capaz de hacer cualquier cosa gracias a esas dulces palabras de aliento. De pronto el bochorno se apoderó de su rostro, su cara estaba ardiendo por dentro y casi no podía soportar el sudor, las manos le comenzaron a temblar. Era ese sentimiento otra vez, era tan agradable de conseguirlo de nuevo, pero era tan molesto que diera alusiones cuando menos las necesitaba. Y eso lo terminó por sacar de sus casillas.

— ¡AAAAAH! —Lanzó todo lo que estaba sobre el escritorio y escondió su cabeza entre los brazos.

— ¿¡Jamison!? —Preocupada acercó la mano para tocar la pantalla, olvidando que solo era una imagen— ¿Estás bien?

— ¿No?... Hehehe... No tengo idea— Se quitó los lentes con una mano dejándolos a su lado.

— ¿T-Te sientes mal?

—Si de salud te refieres, estoy en plena condición, pero... ¡AAH! ¿QUÉ MIERDA ES ESTO? Es como si mi cabeza divagara dentro de un foso en blanco, no tienes idea de donde estas y todo termina siendo demasiado irreal... Algo no está bien ¡Algo falta, Mei! ¿Qué demonios es lo que falta? ¿Eh? ¡Dime!

— ¿Y cómo voy yo a saberlo? ... Mira, ¿Qué tal si te vas a descansar por un rato en lo que yo hago mi trabajo? Volveré en un momento, lo prometo —Le sonrió.

— ¿Volverás?

Por un momento confundió la veracidad del asunto, pensando en que realmente volvería a su lado a trabajar, pero la realidad lo golpeó nuevamente, ella se refería a volver a verlo tras el monitor. Odiaba tener que verla así todos los días, deseaba tenerla cara a cara y charlar de maquinaria e inventos vanguardistas o de cualquier locura que pudiese surgir. Ella no era como el resto, le gustaban sus ideas, apoyaba sus proyectos, dejó que se alejara para hacerle un bien a ella, pero quería ser egoísta y traerla de vuelta. Estaba enloqueciendo, poco a poco con este sentimiento que lo dejaba atontado, aferrándose a este cada vez que tenía oportunidad. Solo sabía que lo único que entendía, era que Mei era importante por algún motivo y estaba ligada fuertemente a esta emoción que lo mantenía en vigila.

—Lo prometo —Lo calmó— A decir verdad, también me he estado sintiendo un tanto rara, he tenido la presión alta estos días ¿Quizás hemos cogido la misma enfermedad? A saber, que será... —Ocultó una risa tras los nudillos— Bueno, me tengo que ir ya... Descansa un rato, ¿Sí?

—...De acuerdo.

Mei se despidió con la mano, Junkenstein hiso lo mismo viendo como la pantalla se oscurecía al apagarse.

Dejó caer el brazo bajo el escritorio. Apoyó la barbilla en la superficie. Se sentía cansado, la mente le daba vueltas, haciéndole creer por un segundo que sentía la rotación de la tierra bajo sus pies mientras su cabeza estaba quieta. Alcanzó el lóbulo de la oreja con el dorso de un dedo, está caliente. ¿Qué era eso? Sentía un extraño vacío en el estómago, no por hambre, ya había engullido un par de panes y algo de fibra, lo malo es que echaba de menos la carne, luego del incidente con el fuego, la mayor parte de animales que había en el reino escaparon o bien terminaron calcinados. ¿Quizás un mal presagio? Por un momento pensó en perderla, y que eso podría arreglar muchos aspectos de su vida, no estaría tan... ¿Preocupado? Levantó la cabeza, se incorporó pensando en lo cansado que debía estar para darle vueltas a un solo tema sin hacer desviaciones como suele hacerlo. Caminó hasta la habitación y se tumbó en la cama tirando la única bota que usaba contra la pared. Cerró los ojos y hundió finalmente el rostro enrojecido entre un enorme cojín, conciliando el sueño.

El sol aún no daba las señales suficientes para decir que se iría a asomar por algún lado. No había notado mucho hasta ahora el cambio de temperatura, seguramente por estar tanto tiempo más dentro que fuera del reino. El mar de nubes era lo suficientemente denso para mantener calor entre el gas. Snowball revoloteaba a su lado observando como Mei trabajaba. Había abierto un bolso donde tenía las soluciones en lata para cargar a su arma endotérmica, ahora verificaba las cantidades que iría a usar, era un enorme lugar que tapar. Su plan era básicamente rodear el borde con lentitud y dejar la torre para el final. Tomó con ambas manos la boca del arma y le dio unos cuantos giros. Con un destornillador apretaba lo último para fijarlo en su lugar.

— ¡Mei! —Snowball estaba intranquilo.

—En un momento amigo, esto debe estar bien calibrado, debo alcanzar una distancia más larga.

Mei se levantó apuntando el arma hacia arriba. Estaba lista. Se echó el contenedor de agua para la solución al hombro, apuntó hacia la orilla.

—Muy bien aquí vamos... ¡Ah!

Algo le había picado el hombro derecho, algo afilado. Le traspasaba la piel inyectándole algo frío que se sentía caliente al esparcirse bajo de esta. Rápidamente el tacto del suavizado del interior del guante, dejó de hacerse presente, pronto sus brazos también se unieron a la desesperación. El arma cayó quedando suspendida en el aire solo por el cable conector, como un péndulo guiando la caída de sus rodillas.

— ¿P-Pero qué?

Clavado a su hombro, una jeringa gruesa de bioquímico azulado. Se lo intentó sujetar en vano, estaba perdiendo todas sus fuerzas con gran rapidez. Miró en frente de ella. Ana estaba en frente junto con Brigitte y Torbjörn tras de ella.

— ¿Con que el Rey estaba muerto, niña? —Ana estaba furiosa, bajó el arma acercándose a Mei.

Quiso decir algo en su defensa, pero su conciencia se apagó más rápido que sus palabras. En su mente rondaba solo una sola cosa. Le prometió a Jamison volver. Pero ya era demasiado tarde, además no sabría en qué momento llegaría a despertar.


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