Día sin azúcar

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-Me alegra mucho que me acompañes, Viktor -dijo un muy alegre Yuuri mientras andaban de compras en un enorme supermercado de la zona- Es lindo hacer algo normal para variar -murmuró parando frente a la sección de pastas.

-Sí, eso creo -sonrió el mayor siguiéndole- Es bueno regresar a la ciudad -suspiró mirando como el japonés decidía minuciosamente entre una marca de pasta o la otra- Sabes, Yuuri, Rusia es un lugar muy frío y tú eres calentito... te extrañe bastante -murmuró abrazándole por la cintura, dejando el mentón sobre su cabeza de forma cariñosa.

Yuuri comenzó a sudar de los nervios, pero con tantas citas que había tenido... ya podía huir con más naturalidad de aquellos contactos que le hacían cocinarse en su propia sopa.

-Ah -soltó una risita amigable-, me lo imagino -murmuró separándose con disimulo, dejando un par de paquetes de pasta en el carrito.

Pero aquella amable separación que pretendía ser casual, no había sido pasada por el ruso. Viktor notó con cierto temor que había algo distinto en su lindo cerdito japonés. Quizás algo bueno le había pasado en esos días en que no había estado cerca... Quizás algo más bueno que él, aunque para él era físicamente imposible, claro.

-Y dime, Yuuri, ¿cómo te ha ido en estos días? -preguntó con toda la tranquilidad y naturalidad con la que fue capaz, mientras le seguía por el pasillo.

Él había invitado a salir a Yuuri, pero este debía hacer las compras así que... ¿por qué no matar dos pájaros de un tiro? Aunque Viktor realmente no necesitaba comprar nada, pero nunca estaba de más llenar el carrito con dulces y una que otra cosa para picar.

-Ah, no mucho -murmuró Yuuri- Ya sabes... dentro de poco son las inscripciones y bueno, he estado "trabajando" -dijo algo dudoso, pues no sabía si considerar lo que hacía ahora un trabajo.

-¿En serio? ¿Has salido con muchos chicos? -ladeó curioso, acercándose más al japonés.

-Pues... si y no -respondió no muy seguro, pues había estado saliendo con las mismas personas. No había agrandado mucho más su círculo social- ¿Por qué? -preguntó pasando al siguiente pasillo.

-Ah -alargó Viktor-, bueno, es que estoy celoso -admitió- Estas distinto y... no lo sé, ¿luces mejor? -ladeó la cabeza haciendo que gran parte de su fleco le tapara la mitad de la cara.

-¿Celoso? -repitió Yuuri levantando las cejas sin poder creerlo. Paró su andar y volteó a ver al ruso- ¿Por qué estarías celoso? -preguntó sin entender, moviendo con cuidado el fleco de Viktor para ponerlo tras su oreja- Fuiste la primera persona con la que salí y considero que... eres mi amigo -terminó sonriendo de una forma tierna y amable.

Pero a Viktor aquella hermosa sonrisa le pasó un poco de largo, él tenía en mente otra cosa... otra cosa bastante preocupante. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Acaso era aquello una pesadilla? O en serio su lindo Yuuri Katsuki, su lindo cerdito... él le había dejado en... en... la ¡¿friendzone?!

Viktor se puso pálido ante aquellos pensamientos y esto alarmó al japonés.

-Eh... Viktor, ¿estás bien? ¿Te sientes mal? ¿Se te bajó la tensión? -comenzó a decir preocupado, dejando el carrito a un lado- Oh, Dios, será mejor buscar una silla, no debe ser fácil para alguien de tu edad...

Ya Viktor no escuchaba más. Ser dejado en la friendzone y ser llamado viejo en un mismo día por una persona que le gustaba... era más de lo que podía soportar. Casi podía sentir como su alma salía por su boca ante aquella situación.

-Viktor, Viktor, ¿me escuchas? Siéntate aquí -hablaba un muy nervioso Yuuri cuando un empleado de la tienda le trajo una silla, ya que él solo no podía con el pesado cuerpo del ruso- Vamos, Viktor, siéntate, eres muy pesado para mí... -dijo con esfuerzo.

Aquello era otra flecha que iba directa a su cuerpo... Le estaba diciendo gordo.

-¿Quiere que llame a una ambulancia, señor? -ofreció el empleado de la tienda a Yuuri al ver que aquel hombre platinado empeoraba.

-Ah... Eh... no, estará bien. ¿Puede traerme algo dulce, por favor? -murmuró secando un poco la frente de Viktor con un pañuelo.

-Claro, enseguida -asintió el chico antes de irse.

-¿Viktor? ¿Viktor? ¿Me escuchas? Ah, ¿debería llamar a Chris? -murmuró Yuuri buscando el celular del peliplata en su abrigo- Vamos, Viktor quédate conmigo...

-... Yuuri... -murmuró el ruso con cierta exageración- Yo... -tomó su mano para quitarle el celular, ni de broma dejaría que Chris supiera que había tenido otro ataque porque se habían metido con su edad- veo la luz... -dijo guardando el aparato de nuevo en su abrigo para seguidamente extender la mano hacia una de las lámparas del techo.

Yuuri, quien ya tenía lágrimas en sus ojos siguió la dirección de su mano.

-Pues... sí, es una lámpara de la tienda -tomó su mano fuertemente entre las suyas, pensando que Viktor comenzaba a delirar- y estamos de día -sollozó- Viktor, vamos, quédate conmigo, ¿está bien?

-... Yo... -alargó para luego toser un poco- Dile a Makkachin que le quiero. Adiós, mundo cruel... -terminó cerrando los ojos de manera dramática.

El japonés se quedó helado en su lugar. Él creía toda la actuación de Viktor, pues este se había puesto muy pálido y hasta sudaba frío, por lo que se puso bastante nervioso y algunas lágrimas escaparon de sus ojos.

-¿Viktor? -susurró dudoso.

El hombre no contestó de inmediato, se tomó su tiempo para dar más dramatismo a su tonta escena. Escena que por suerte nadie más veía, ya que nadie le prestaba demasiada atención al hombre viejo con un presunto ataque en una silla.

-... Quizás reviva si me besas -terminó por susurrar como quien no quiere la cosa.

-¿Eh? ¿En serio? -sollozó Yuuri.

-Bueno, funciona en los cuentos -suspiró.

Y entonces Yuuri entendió que todo había sido una treta. Soltó la mano del mayor y quitó sus lentes para limpiar rápidamente las lágrimas que se habían escapado de sus ojos. Bueno, lo que sea por terminar aquello rápido, pensó con ganas de volver a sus compras y regresar a casa. Se acercó con cuidado a la cara del ruso y besó su mejilla con cuidado.

Y antes de que Viktor pudiera quejarse y de que Yuuri pudiera separarse, ambos escucharon un grito.

-¡Yuuri! ¡¿Qué haces besando a la lisiada?! -exclamó una voz que ambos conocían muy bien.

Al separarse y voltear, los dos pudieron ver a Yuri Plisetsky parado a unos pasillos más allá. El rubio estaba parado junto a un charco de leche, ya que el pobre envase de cartón que tenía en la mano había sufrido las consecuencias de su enojo y sorpresa.

-¿Yurio? -susurró Yuuri con sorpresa, en verdad no esperaba encontrárselo aquel día.

-Cerdo -refunfuñó el rubio soltando el cartón de leche para caminar hacia ellos- ¿Puedes explicarme qué demonios haces con este viejo de mierda? -exclamó con fastidio, ayudando a Yuuri a levantarse con más cuidado del cual expresaba en esos momentos.

-Ah, eh, b-bueno, yo... -balbuceó el azabache sin saber muy bien qué decir. Yuri le hacía sentir como si hubiera sido capturado cometiendo un delito.

-¡¿A quién le dices viejo?! -exclamó esta vez Viktor, levantándose de un salto de la silla- ¿Y por qué le dices Cerdo a mi Cerdito? Yuuri, ¿conoces a este tipo tan maleducado? -se quejó tomando el brazo del japonés para atraerlo a su cuerpo, pero Yuri se lo impidió.

-¡Pues a ti! ¿Acaso ves a otro viejo de mierda por aquí? -replicó tomando el otro brazo de Yuuri para jalarlo hacia su lado.

-Eres bastante grosero. ¿Acaso tus padres no te enseñaron algo llamado "educación"? -dijo Viktor jalando a Yuuri hacia su lado también.

-¡Ha, no a los viejos de mierda aprovechados como tú!

Era evidentemente que esos dos se conocían y no se llevaban para nada bien.

Y mientras los dos seguían discutiendo, una pequeña y curiosa multitud se formaba a su alrededor para ver qué sucedía, pues no todos los días uno veía a dos rusos famosos y guapos discutir mientras jalaban a un -casi desmayado por la pena- asiático de lado a lado.

-Ayuda -susurró Yuuri totalmente rojo, desmayándose por el exceso de calor y sudor que atacaba su cuerpo en ese momento al ser parte del centro de atención.

Los rusos pararon de discutir al instante.

-¿Ves lo que provocas, viejo de mierda? -exclamó Yuri tomando con cuidado el cuerpo del azabache.

-¿Yo? -alargó Viktor ofendiéndose- ¡Él y yo estábamos bien hasta que apareciste!

Y mientras volvían a iniciar una nueva discusión, Otabek, quien había acompañado al rubio a hacer las compras, se acercó curioso a la pequeña multitud que rodeaba a los tres extranjeros creyendo que quizás habían reconocido a Yuri, pero Otabek pensó que sin duda eso hubiera sido mejor a lo que encontró.

-Ay, no... -susurró el kazajo pasándose una mano por la cara con cierto cansancio, pues él sabía lo problemático que se volvía todo cuando Yuri Plisetsky y Viktor Nikiforov se encontraban en un mismo espacio- Esto se va a descontrolar...

Una molesta e incómoda luz daba directamente a la cara de Yuuri, quien se removió y dio la vuelta en la enorme y cómoda cama en la que se encontraba. Palpó las sabanas y se acurrucó en estas aspirando fuertemente, esperaba encontrar el olor a suavizante de flores, pero solo encontró algo muy distinto a este; un aroma a colonia masculina le golpeó la nariz.

-¿Uh? -soltó aun con los ojos cerrados, volviendo a aspirar aquel embriagador aroma.

En definitiva no era de él ni de Phichit.

Abrió los ojos y lo poco que pudo ver sin sus lentes le dejó saber que estaba en una habitación de hotel. Palpó la mesita a su lado a su lado en busca de sus lentes y los encontró junto a la molesta lámpara encendida que se había encargado de despertarle.

-¿Ahora dónde estoy? -se quejó sentándose con cuidado en la cama en busca de algún indicio que le diera una respuesta a su pregunta, pero no necesitó buscar demasiado.

Una de las puertas de la habitación se abrió dejando ver al sexi amigo kazajo de Yuri.

-Ah, ya despertaste -dijo entrando con su tablet en mano.

-Eh... sí, eso creo -murmuró sentándose con cuidado, pues si estaba soñando esperaba no despertar de inmediato- ¿Qué pasó luego de que...?

-Bueno -alargó sabiendo a qué se refería-, el par de tontos con los que estabas se pusieron a pelear, se armó un escándalo -contó dejando el aparato de lado para tonar su laptop y cascos- y ahora te salvo de que Yuri o Jean abusen de ti -le sonrió un poco y se sentó al otro lado de la cama- Así que bueno, pediré servicio a la habitación, ¿quieres algo?

Yuuri se apresuró a negar y a colocarse los zapatos, los cuales estaban justo a sus pies. A su parecer Otabek había tenido que lidiar con todo lo que pasó en el supermercado, no quería abusar de la amabilidad del chico.

-N-No, estoy bien. ¿Podrías decirme qué hora es?

-Pues ya casi la hora de la cena -contestó mirando su reloj- Estuviste un buen rato desmayado. No pensé que Yuri te encontraría, y menos que lo haría con Viktor y se armaría todo ese problema solo porque quiso ir a comprar leche Equis Dé -dijo pensativo mientras tecleaba en su laptop, aún no creía todo lo que había pasado de un momento a otro.

-¿L-Leche... qué?

-Ah, no lo sé, es una marca que le gusta a Yuri -se encogió de hombros- ¿En serio te quieres ir ya? Seguro que Yuri o Jean quieren pasar un rato contigo primero... pero si no quieres puedo llevarte rápidamente.

-A-Ah, bueno, estoy algo cansado -admitió sobándose la nuca, a pesar de haber estado desmayado, paréntesis, dormido casi todo el día- Y no, no es necesario que me lleves -se apresuró a decir sacando su celular para mandar un mensaje a Phichit- No me gusta que me busquen o me lleven -murmuró desbloqueando el aparato con pena.

Otabek le miró sin comprender, y al parecer Yuuri notó su curiosidad porque dijo:

-No me gusta que la gente me vea bajar de esos autos tan caros y piense cosas que no son... Además, usualmente puedo costearme el transporte hacia los lugares en que se producen las citas -se encogió de hombros y sonrió al terminar de enviar el mensaje.

Y aquello explicaba a Otabek por qué Yuri se enfurruñaba por no pasar a más luego de una cita y solo regresar a casa.

-Bueno, es tu elección, aunque yo no tengo un auto... -dijo de forma pensativa, volviendo a mirar su laptop.

-¿No?

-No... Tengo una moto -sonrió levemente- Es mi bebé, se llama Jawi -dijo un tanto soñador- ¿Has montado en una alguna vez? -preguntó mirándole.

Yuuri se apresuró a negar.

-No.

-Y... ¿no quieres? -se encogió de hombros, un poco como quien no quiere la cosa.

El japonés le miró dudoso, no sabiendo si lo decía en serio o como una broma.

-¿Lo dices en serio? -murmuró inseguro.

-Si... claro, ¿por qué no?

Y de pronto Yuuri se sintió extraño. Esa sensación de hacer algo nuevo y peligroso con un sujeto sexi le invadió. Y no es que eso fuera un sentimiento común, porque últimamente Yuuri comprendía bien el sentimiento de andar con sujetos sexis; pero no el de hacer cosas que a su parecer eran peligrosas.

-Bien, estás listo -dijo Otabek minutos después luego de ajustarle el casco a Yuuri, quien salió de sus pensamientos acerca de si en verdad quería subirse en aquella máquina de potente aspecto.

-S-Sí, estoy listo -repitió con una sonrisa nerviosa, mientras el kazajo se subía en la moto y se colocaba el casco- Si, estoy listo, listo -asintió convenciéndose a sí mismo para subir detrás de Otabek, quien terminaba de ponerse sus guantes de cuero negro.

-Puedes sostenerte del asiento o abrazarme, como te sientas... -explicaba encendiendo el motor, el cual soltó un rugido potente que hizo saltar a Yuuri, quien de inmediato le abrazó- ... más cómodo -terminó con una pequeña risita divertida, bajándose el visor del casco.

-Así estoy cómodo -tartamudeó aferrándose al fuerte torso del muchacho-, gracias.

Otabek asintió y puso en marcha a su querida Jawi. Apenas avanzó un poco Yuuri se aferró más al kazajo y este pudo sentir los fuertes y rápidos latidos del japonés en su espalda, por lo que se aseguró de no acelerar y asustar más al japonés, quien poco a poco se relajó hasta el punto en el que Otabek ya no sentía el pecho del chico en su espalda.

Luego de lo que fue un agradable paseo, Otabek paró frente al complejo de edificios universitarios donde Yuuri vivía.

-Ya llegamos -anunció sacándose el casco para luego ayudar a su pasajero.

-¡Eso fue genial, Otabek! -dijo Yuuri una vez que puso ambos pies en la tierra.

Sus piernas temblaban, pero no sabía si era por la adrenalina o por el hecho de haber abrazado -tocado y disfrutado con mucha pena- el fuerte torso del moreno.

-Bueno, podemos repetirlo -propuso Otabek sin problemas, después de todo, ¿quién podría decirle que no a una linda carita sonrojada como la de Yuuri?

Y aunque no quisiera admitirlo, la idea de verle de nuevo le apetecía bastante.

-¡¿En serio?! -exclamó con cierta emoción.

-Si -asintió con una leve sonrisa-, parece ser que nos quedaremos más tiempo por aquí por las pequeñas vacaciones que nos tocaban a mitad de la gira -dijo encogiéndose de hombros, omitiendo que la razón más obvia para quedarse era él-, así que cuando quieras -murmuró acomodando el otro casco antes de ponerse el suyo- Bueno, debo irme ahora.

-Claro -asintió y dio un paso hacia atrás- Ah, Otabek... ¿Por qué se llama Jawi? -apuntó a la moto.

-Jawinger -mencionó pensativo- Te diré lo que significa cuando lo repitamos. No lo busques en internet o es trampa -dijo guiñándole un ojo antes de bajarse el visor- Hasta luego, Yuuri -hizo rugir el motor y partió devuelta al hotel.

Yuuri se quedó ahí parado hasta que ya no pudo ver la chaqueta de cuero negra del kazajo.

Suspiró algo ensimismado. En definitiva Phichit se volvería loco cuando le contara quién le había llevado a casa.

-Ay, me olvidé de las compras -murmuró entrando al complejo luego de darse una palmada en la frente.

Pero Yuuri no sabía que ya Phichit lo sabía todo, pues el tailandés había estado pegado a la ventana con unos binoculares desde que su mejor amigo le dijo que ya no necesitaba que le fuera a buscar.

-Perfecto -alargó el moreno con una sonrisa complaciente, juntando la punta de sus dedos luego de soltar los binoculares.

-Eres de lo peor -murmuró Seung aparte, dando la vuelta a la página de un libro.

-¡Pero así me amas! -replicó echándose a su lado, escondiendo los binoculares entre un par de cojines.

-Si -se encogió de hombros-, no me queda de otra -dijo divertido, en un tono lo suficientemente bajo como para que su chico no le escuchara y le golpeara con un cojín.

Notiviris:

No saben cómo me cuesta sacar capítulos...

Siento que no me quedó muy bien, así que disculpen y espero que les guste :'(

Cuando estoy en la Uni es porque no tengo tiempo, y cuando salgo es porque me paso de vago... ¿quién me entiende?

Lo gracioso es que suelo publicar más en mis últimos días de libertad -cries-

¡Si tienen memes o referencias o cosas divertidas que quieran ver aquí, no duden en decirme xD!

Nox.

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