Cap 14. RAMÉ: EL EQUILIBRIO DEL CAOS

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

XIV

La luna se asomaba coronando la noche que pintaba para ser muy larga, las primeras estrellas comenzaban a brillar y una joven volvía a quedarse sola en la habitación de un lujoso hotel, mientras tanto otra joven muy lejos de ahí esperaba en la entrada de la casa a que llegará su esposo.

— ¡Diego! —Gritó Luz llamando la atención del joven que venía con la mirada perdida— ¿Vienes tonto o qué?

—Hola —sonrió el chico un tanto mareado apuntó de caerse.

— ¿Bebiste? —Preguntó sorprendida— ¡No puede ser bebiste! ¡Hueles horrible a cigarrillo con alcohol! —Exclamó tomándolo del brazo.

—Solo tomé un poco y el cigarro eso sí no sé por qué... —Sonrió Diego colgándose para un lado.

—No te hagas así que nos vas a tirar —regañó la chica— gracias a Krishna tus padres salieron.

—Oye Luz te ves como cachetona, como gordita —comentó el joven entre risas.

—Y todavía me insultas, mañana hablaremos de todo esto —sentenció la joven jalando al chico adentro de la casa.

En Megalaya en una habitación lujosa estaba Nadeem que se paseaba como un animal en cautiverio pensando en la mujer que se había encontrado, definitivamente no quería verla.

Rubí había salido de la habitación con la esperanza de poder conseguir un diario nuevo para plasmar su día a día, tal vez un amigo de papel y páginas en blanco le ayudaría a sentirse menos sola.

Entre tanto lejos de ahí en la mansión Darshan un par de hermanas cenaba algo ligero para poder descansar.

— ¿Ya viste los regalos? —Preguntó Celeste tomando un vaso de jugo de naranja.

—No cómo crees, solo ellos pueden abrirlos —contestó Nirali.

— ¿Qué tiene? nada más uno, además tienes que ver que lo que hayan enviado sea de buen gusto —explicó la chica partiendo un pedazo de pan.

— ¡Celeste por favor! —Exclamó Nirali.

—Que aburrida eres, parece que naciste siendo una vieja...

— ¡Celeste! —Reclamó molesta a su hermana.

—Señorita Nirali —interrumpió una voz temerosa.

— ¿Qué quieres? —preguntó molesta al chico permanecía de pie a un lado.

Los ojos de Celeste no perdían atención del cambio de actitud de su hermana para con el nuevo sirviente.

—Vengo a entregarle la factura de los gastos del auto —explicó el joven mostrando el papel.

—Más te vale que esté todo en orden —amenazó el joven arrebatando la nota de la mano de Ranjit— y ya retírate quiero cenar tranquila.

El joven obedeció tratando de entender el cambio de actitud de la joven para con él.

— ¿Y eso que fue? —Sonrió Celeste— ¿El mugrosito ya te estorba? —Preguntó soltando una risa.

Celeste disfrutaba el caos, ella bien sabía lo selectiva que era con las personas y definitivamente si venían de un origen humilde como Ranjit jamás tendría una consideración por parte de ella, Celeste Niyam tan obsesiva y clasista como su tío el sultán.

Y hablando del tío Abbadon él se encontraba en una casa escondida en Assam.

— ¿Sabes quién es él? —Preguntó Abbadon a la mujer que yacía hincada a sus pies mostrando la primera plana de un periódico.

—No ¿Quién es? —Preguntó Inayat temblando de miedo acercándose al hombre.

—Tu cabeza jamás estará bien —comentó acariciando su cabello— es una pena —sonrió.

— ¿Está mal que no sepa quién es? —Preguntó mirándolo dejándose acariciar.

—No, no es nadie importante solo el hijo de un compañero de negocios de hace muchos años —explicó Abbadon.

—Entonces no importa —contestó Inayat.

El jardín del hotel Madhur se llenaba de luces y sombrillas de colores en un evento de diversión para todos los huéspedes, mujeres en vestidos brillantes y de colores se paseaban con copas adornadas con pequeñas sombrillas y los hombres reían en compañía de ellas amenizados con la música alegre de la banda que tocaba en vivo.

Rubí caminaba por los jardines mirando el cielo mientras pensaba en el incidente la uva.

— ¿Que va decir de mí? Que ni siquiera me sé comportar —se decía así misma— y para colmo aquí todo cuesta caro ni siquiera venden cuadernos —se lamentó la joven.

El volumen de la música aumentaba mientras más se acercaba la chica, al mismo tiempo del otro lado del jardín iba una joven de cabello negro la cual parecía haber visto al hombre del rostro cubierto.

— ¡Espera! —Gritó la joven apurando sus tacones en medio de la gente tratando de seguir al hombre que se perdía entre la multitud.

Ambas jóvenes se enredaron en las personas confundidas sin saber para dónde caminar la mujer de cabello negro parecía estar cerca del hombre que había estado buscando, su mano se estiró tratando de jalar el velo que cubría el rostro del sujeto sin más de un tirón jaló la tela.

— ¡Suélteme! —Exclamó una joven.

La mujer se quedó sorprendida al mirar que se había equivocado.

—Perdón no era mi intención jalarla a usted —explicó la chica.

—No se preocupe, me asustó deberás —contestó Rubí.

—Perdón en serio estoy buscando a alguien y pensé que era el tipo que pasó por aquí —añadió la joven —mira nada más te desacomodé parte de tu vestido.

—No se fije a cualquiera pudo haberle pasado —sonrió la joven— Yo también venía distraída.

—Eso lo explica todo, las dos estábamos en otro mundo —sonrió la mujer— mi nombre es Narayani, pero puedes decirme Naya —dijo estirando su mano.

—Mucho gusto yo me llamo Rubí Aruni, pero mejor solo dime Rubí —respondió estrechando su mano.

—Mucho gusto Rubí ¿Me aceptas una bebida? La gente de ahí parece divertirse. —preguntó señalando el bar detrás de la piscina.

—Yo no soy buena para beber alcohol —contestó la joven.

—Bueno déjame invitarte un jugo. —insistió Naya.

Rubí aceptó la invitación pues la mujer le había agradado y de verdad no tenía ganas de regresar a ese cuarto que la hacía sentir pequeña y sola.

Mientras una amistad efímera estaba formándose en el jardín de aquel lugar, la luna vigilaba a todo Assam y una muchacha en el ventanal de su cuarto miraba las estrellas.

Unos suaves golpes llamaron la atención de la chica que de inmediato corrió a la puerta.

— ¿Quién es? —Preguntó apretando la manija.

—Soy yo señorita Nirali —respondió el hombre.

—Ranjit ¿Qué haces aquí? —Cuestionó la joven en voz baja— no voy a abrir, si quieres hablar del auto mañana temprano me dices.

—No, tiene que escucharme antes de que me vaya —sentenció el hombre acariciando la puerta.

— ¡¿Cómo que te vas?! —Exclamó sin darse cuenta abriendo la puerta al instante.

—Sé que ya no está cómoda conmigo y desconozco el motivo, no he hecho más que corresponder sus atenciones haciendo bien mi trabajo, yo le estoy muy agradecido por su ayuda señorita Nirali —explicó el joven

—No sé de qué hablas —indicó ella— ese no es motivo para que dejes el trabajo.

—Señorita si yo vine aquí fue por usted, y por el mismo motivo me voy —Dijo Ranjit posando sus manos en el marco de la puerta— esta vida no es para mí, yo necesito ver el mundo, no nací para estar encerrado tal vez la vida que elijo tomar sea más difícil, pero es la que quiero.

— ¿Entonces por qué te has quedado? —Preguntó digna abrazando la puerta con una mano.

—Por usted, a decir verdad, nuestras almas se asemejan entre sí, ambos queremos la libertad — respondió tajante mirándola.

—No voy a rogarte, sé que tenemos algo en común que ahora no puedo corresponder —comentó Nirali apretando las uñas en la madera de la puerta— vete yo al igual que tú un día me iré muy lejos de aquí, lejos de todos.

—No importa cuánto te alejes, el mundo es redondo y en algún punto nos encontraremos —interrumpió el joven— por eso no me preocupo, todavía es muy precipitado para esto, no puedo pedirte que me sigas pues no tengo que ofrecerte y la libertad sin un propósito también pesa

—No es el momento —lloró ella.

—Definitivamente no lo es —terminó diciendo tomando un beso de sus labios.

La música en el Madhur estaba en su punto y la conversación entre Rubí y Narayani seguía.

—Te juró que jamás imaginé que una uva tendría tanto jugo como para salir disparado en el ojo de él —contó Rubí tomando su vaso de jugo.

—Parece que te llevas bien con tu esposo —respondió Naya.

—Bueno eso trato, apenas nos conocimos —explicó Rubí tomando la cereza que flotaba en su vaso.

— ¿Y cómo se llama? —Preguntó Narayani.

—Tal vez lo conoces, es un hombre muy importante —mencionó Rubí— se llama...

—Señorita Narayani —interrumpió un mesero— la persona que buscaba si está en este hotel aquí está el número de la habitación y el teléfono de la misma —explicó el hombre entregándole un papel a la mujer.

— ¡Muchas gracias! —Naya exclamó contenta— perdón Rubí, pero tendrá que ser en otro momento, por fin encontré lo que buscaba —sonrió la chica.

—No te preocupes que bueno que lo conseguiste —la felicitó.

—No lo olvides puedes conseguir lo que quieras —rio Naya agitando el papelito— debo irme después nos encontraremos yo estoy en el bar de adentro y tengo un show donde bailo —dijo animada tomando su pequeño bolso.

—Gracias Naya, suerte —comentó Rubí despidiéndose de la mujer que se alejaba apresurada.

— ¡No olvides hacer lo que te dije! —Gritó Naya volteando mientras se marchaba.

— ¡Sí! —Gritó emocionada— creo que yo también debo irme ya es tarde seguramente Nadeem ni se ha dado cuenta que salí de la habitación —suspiró Rubí mientas se bajaba del banquillo.

Mientras tanto el joven heredero se entretenía con una pelota de tenis rebotándola en el techo, acostado seguía pensando en la empresa.

El teléfono sonó exaltando al chico.

— ¿Quién habla? —Preguntó tomando la bocina del teléfono que estaba en la mesita de noche.

—Soy yo Narayani ¿Te desperté?

—Está equivocado —respondió incómodo.

—Sabía que eras tú, todavía reconozco tu voz —sonrió la detrás de la bocina— estoy afuera de tu habitación.

Mientras Nadeem sentía ganas de que se lo tragara la tierra por su parte Nirali no se movía del ventanal, recargada a un costado sujetando la cortina miraba como Ranjit se perdía en la oscuridad de la calle, entre lágrimas se prometía así misma salir de aquella jaula de oro.

—Hasta pronto —susurró cerrando la cortina.

Regresando a Megalaya, Rubí se sentía más tranquila pensaba que la plática le había servido para relajarse un poco, la chica miraba la fiesta que parecía no terminar mientras se dirigía de regreso a su habitación, hasta que se cruzó con una mesa repleta de bocadillos, pastelillos y dulces. Tímida y curiosa se acercó a la mesa para observar mejor todo lo que ofrecían.

—Puede tomar el que desee —indicó un mesero que se encontraba de pie junto a la mesa.

— ¿Cuánto cuestan? —preguntó apretando su pequeño monedero entre sus manos.

—Son para todos los que han venido a la fiesta, son gratis —explicó el muchacho.

— ¡¿Enserio?! ¡Qué bueno! —Exclamó contenta— ¿Puedo tomar dos?

—Por supuesto —sonrió el mesero dando su aprobación.

En el pasillo del décimo piso Nadeem permanecía de pie recargado en la puerta de su habitación.

—Sabía que eras tú quien estaba en el bar —sonrió Narayani.

— ¿Qué quieres? —Preguntó seco acomodando el velo en su rostro.

—Saludarte ¿Acaso te olvidaste de mí?

—No, pero tenía la esperanza de que tú memoria no fuera tan buena como la mía —respondió Nadeem.

—Siempre tan refinando —sonrió Naya— pienso que te pusiste nervioso al verme y corriste a esconderte.

—Nada de eso ni siquiera me había dado cuenta que estabas en el mismo hotel —explicó el chico— me sorprende.

—Este es mi trabajo ahora ¿Y tú ya no haces apuestas como antes? —Preguntó la pelinegra.

—Ya no tengo ningún interés de hacer que lo que hacía antes —respondió sin más.

—Vaya tan bien que nos divertíamos —se lamentó la chica.

—No lo recuerdo sinceramente —negó el heredero.

—Pues yo no lo he olvidado —dijo Naya acercándose a Nadeem dispuesta a besarlo— déjame hacer que recuerdes nuestros viejos tiempos.

Naya rodeó la espalda de Nadeem acercando su cuerpo al suyo, al tiempo que cerraba sus ojos.

Las manos del joven la tomaron de los brazos para separarla de él.

—No quiero verte, por favor no te vuelvas a acercar a mí —sentenció Nadeem — yo no soy el tipo que tú recuerdas.

Después de separarse de la mujer Nadeem entró de nuevo a su habitación y cerró la puerta en la cara de Narayani, quien no pudo emitir palabra alguna.

La cara de Rubí parecía congelada después de mirar tal escena, sus dedos apretaron el pastelillo de chocolate y almendras que llevaba en la mano.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro