Capítulo 14

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El joven mexicano se encontraba en su casa mientras navegaba en busca de algunos videos, hasta que su padre le dijo que se dirigirán al centro en busca de algunas cosas para su fiesta, desde algunos adornos, un poco de ropa para la ocasión (de esta idea su madre y prima eran las emocionadas), aunque a él le gustaba ir mas a las tiendas que distribuyen instrumentos, además de que uno de sus lugares favoritos era la área que se encontraba el "Palacio de Bellas Artes", pues era un lugar muy hermoso en el cual le llegaba gran inspiración para componer algunas de sus piezas musicales, por lo que esos paseos le agradaban solo por estar en ese lugar, por lo que tomaron la camioneta para dirigirse al Centro Histórico de la CDMX. Cuando llegaron al destino entre bromas y algunos chismes por parte de las féminas, las mujeres se dirigieron a la parte en la que estaba la ropa y se perdieron ahí durante horas. El se estaba dirigiendo a su lugar favorito cuando divisó una cabellera muy familiar, por lo que, se acercó a saludar.

—Si comen en cualquier puesto se van a enfermar porque les falta barrio.

—No pensé volver a verte.

—Parece que los dioses así lo quieren —ambos compartieron algunas sonrisas cómplices y el mexicano se acercó más al grupo de orientales, saludandolos. —Una regla del mexicano para cuidar su estómago, donde hay mucha gente es porque está bueno y donde no lo hay, por algo será. Así que debemos buscar un puesto en donde haiga gente.

—¿No se dice "haya"?

—Eso, hombre —dijo el mexicano con una sonrisa penosa, su madre siempre lo regañaba por andar diciendo mal las palabras, pero algunas veces le salía tan natural. —Bueno, tienen la fortuna de que se encontraron a un mexicano, los llevare a un lugar donde las salsas no pican...

—Eso me suena a mentira —dijo el joven de piel oscura.

—Yo jamás mentiría.

Los chicos comenzaron a caminar y como guía estaba el mexicano, hablando sobre algunas cosas de las cuales no se podían perder, ya sea por platillos (que no solo fueran los tacos) y algunos lugares en la Ciudad, además de que si tenían la posibilidad económica debían asistir a alguna de las playas que se encontraban en algunos estados cercanos, pues era una experiencia verdaderamente agradable, y con tan solo pagar el pasaje estaban del otro lado. Cuando llegaron a una taqueria que cumplia con las características dichas por el mexicano, les hizo algunas recomendaciones sobre los mejores tacos (a su opinión), además de que la salsa menos picosa era la roja.

—Oye —le hablo al japonés antes de irse. —Hoy va a ver una fiesta en mi casa y me preguntaba si querías ir...

—Oh... Sería interesante pero no sé donde vives.

—Te doy mi numero, te mando mi ubicación y ya nos vidrios.

—Okey —dijo el japonés, ignorando lo último pues no entendía qué hacían los vidrios en esa conversación, mientras sacaba su celular para anotar los números dictados por el residente.

—Perfecto, te enviaré un mensaje después. Te la lavas —dijo mientras se despedía dejando a los japoneses un poco confundidos por su juego de palabras.

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Gracias por leer el capítulo y por su paciencia. 

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