"El sendero de la redención"

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Despues de la muerte de Ludo.

Día uno... 

Era plena tarde cuando Dennis inició su travesía; sin embargo, quiso hacer una visita a un lugar que para entonces se encontraba inexistente, pero él no lo sabía. De esta manera, extendió sus alas y emprendió el vuelo.

Mientras se hallaba en los aires, se sentía algo frustrado, pues seguía sin creer en lo que había pasado. Todo fue muy rápido. La llegada de ese hombre, la muerte de su hermano, el único recuerdo que quedó de él y ahora posaba sobre su cabeza... eran muchas cosas que asimilar. Además, las emociones lo llevaron a aceptar ese mapa que ahora poseía en sus manos, gracias a aquel hombre que irrumpió en su casa; un mapa con un destino que lo ayudaría en su venganza. 

Pasados unos minutos, consiguió divisar el lugar al que tanto había anhelado llegar, aunque magnífica fue su sorpresa al darse cuenta de que no se hallaban más que cenizas y rocas, las cuales fueron alguna vez el castillo de sus padres, o más bien el de Ludo... al menos así era antes de su muerte. Descendió y aterrizó con una cara llena de confusión y tristeza. No sólo habían matado a su hermano, sino que también habían destruido su hogar. Eso no hizo más que hacer enfurecer a Dennis, llenándolo de ira y odio.

—Madita... ¿qué acaso no habías tenido suficiente ya? —dijo para sí mismo mientras cerraba sus puños con fuerza y soltaba algunas lágrimas.

—No fue del todo culpa suya... —detrás de Dennis, se encontraba otro monstruo. Había una fuente delante de él. El monstruo contemplaba el agua que en ésta había, o así parecía a percepción de Dennis.

—¿Quién eres tú? —cuestionó acercándosele.

—¿Yo? Actualmente ya no soy nadie. Solamente un monstruo que cuida de sus hijos —comentó mientras Dennis se asomaba a aquella fuente: había varios huevos de su raza en aquella agua—. Soy lo único que tienen... y ellos son lo único que tengo.

—¿Qué fue lo que sucedió aquí? 

—Volaron el castillo en mil pedazos. Yo estuve aquí cuando pasó; me había alarmado de esa explosión. Me acerqué para averiguar más, lo único que logré encontrar fue a esa chica Star y a su amigo karate... después llegó la familia real. Yo estaba oculto entre todos los escombros.

—¿Y luego?

—Se fueron. Aproveché eso para encontrar a alguno de mis ex-compañeros que se encontraban en el castillo antes de la explosión. Lástima que ya era tarde para hacer eso, pues... todos estaban sin vida y con una gran muestra de sangre alrededor de ellos. Tuve suerte de que me echaran días antes; sino... seguramente estuviera igual que ellos y estos pobres no tendrían el cuidado de nadie —fijó su vista hacia los huevecillos. Los ojos que podía ver en ellos lo llenaban de ternura y de una gran sensación de protección.

—¿Dices que los monstruos muertos eran tus ex-compañeros? ¡Eso quiere decir que eras uno de los subordinados de Ludo!

—Ludo... —Sapotoro agachó la cabeza y soltó un suspiro bastante desalentador.

—Sí, Ludo, mi hermano.

En ese instante, algo de Sapotoro se encendió como alerta.

—¡¿Ludo era tu hermano?! —preguntó asombrado.

—Sí —entristeció—, recibí un mensaje hace pocas horas: me avisaban que había muerto por culpa de una chica de nombre Star Butterfly —se quitó el cráneo de toro de la cabeza y lo observó—. Esto fue lo único que me quedó de él. Siempre tuve el sueño de que Ludo y yo nos volveríamos a unir como familia; no me importaba el tiempo que me tardase, pero lo iba a conseguir. Hoy esas ilusiones y esperanzas se fueron como cenizas al oír la llegada de la muerte de Ludo... y tal parece que no fue el único que sufrió ese terrible destino.

Sapotoro se levantó y le regaló un gran abrazo al ave.

—Yo hice todo lo que pude para defender a tu hermano, pero ella era demasiado fuerte.

—¿Cómo fue? —interrogó con cierto interés y temor.

Lo soltó e inició su relato.

—Ella llegó después de que secuestraran a su mejor amigo, eso lo sé porque yo mismo presencié cuando era metido dentro del castillo. Tu hermano quería negociar conmigo para que le ayudara a recuperar su hogar, pues al parecer, no tenía el rostro para dirigirme la palabra después de haberme dejado sin techo en donde dormir. Fue cuando me regaló a estos hermosos bebés de los que ahora me hago cargo —sonrió—, aunque —suspiró y desapareció su sonrisa—, en ese justo momento había llegado ella. Es cierto, ella le advirtió una y mil veces que ya la dejaran en paz; nos dejó con la amenaza latente de asesinarnos si nos volvíamos a topar en su camino. Afortunadamente, como te dije, yo ya había sido echado del castillo para entonces; sin embargo, Ludo no corrió con la misma suerte. A mí me perdonó la vida, pero a él... a él lo desintegró sin piedad alguna. Ella parecía ser un demonio sin alma y sin corazón, con el solo propósito de exterminar todo lo que hallase en su camino. Antes de que Ludo muriera, me interpuse entre los dos... lo último que recuerdo fue haber sido golpeado por un rayo oscuro justo en la boca del estómago, terminé volando por los aires hasta estamparme contra el suelo; había perdido todas mis fuerzas. Mis ojos vieron un rayo gigante... y de ahí me desmayé.

Al terminar de escuchar el relato de Sapotoro, Dennis se había imaginado el contexto de la escena. A su parecer, había sido una muerte limpia y corta, sin mucho sufrimiento. De todas formas, eso no justificaba el hecho de que le quitasen a su querido hermano.

—Sé que debe ser muy doloroso para ti —lo miró con tristeza—. Tal vez ya no puedas hacer algo al respecto, pero créeme, estoy seguro de que Ludo alguna vez te habrá tenido en sus pensamientos.

—Lo sé… pero hay algo en lo que estás mal.

—¿Eh? —se confundió.

—Tienes razón, quizá ya no pueda hacer que vuelva a la vida, pero no permitiré que su nombre quede como un ave que solamente ambiciaba el poder y la dominación total del Universo. Estoy totalmente seguro que con el tiempo, él comenzaría a valorar más las verdaderas cosas importantes de la vida, como la familia. Así que no me quedaré de brazos cruzados. Voy a vengar a mi hermano para sentirme bien conmigo mismo.

—¡¿Qué?! ¡¿Acaso estás loco?! —lo tomó de los hombros—. ¡¿No oíste nada de lo que te dije?! Si te metes con esa chica, ¡jamás volverás! —Sapotoro le miraba con ojos de pavor, los cuales transmitían un miedo profundo. Dennis se sintió nervioso por un instante, pero sus emociones le dieron la valentía para seguir en pie con sus ideales.

—¡¿Y eso qué?! —reclamó zafándose del agarre—. ¡Ya no tengo nada que perder! ¡Es injusto haber perdido la única esperanza que me quedaba de reunir a mi familia entera! Siempre admiré a Ludo porque, a pesar de parecer el más débil de toda la familia, siempre fue el más astuto, valiente y fuerte. Le arrebató el castillo a mis padres y consiguió su propio ejército. Es diferente que se haya enviciado con una mísera varita por años, ¡pero eso no le quita la grandeza que logró con su propio esfuerzo!

Sapotoro veía a Dennis con grandes muestras de desesperación y enojo.

—Tranquilo, no me puedo imaginar el dolor que sientes ahora. Ludo también fue alguien importante para mí, pero ya se ha ido y ya no hay nada que se pueda hacer. Vengarlo no te servirá de nada, ¡¿qué conseguirás con eso?! ¡¿Tu propia muerte?! Debes creerme cuando te digo que esa chica no es normal y estarías enormemente equivocado si te atreves a subestimarla. He presenciado su poder…

—No… no puedo quedarme sin hacer nada. ¿Qué pasaría si ella vuelve a matar gente? ¿Te lo perdonarías? Al menos yo estoy dispuesto a detenerla y de paso vengarme.

—Pero si te mueres tú, yo no me lo perdonaría...

Lo último destanteó al ave.

—Tal vez no pude evitar que Star matara a Ludo; sin embargo, ahora puedo detenerte a ti de que te dirigas a una misión suicida. Tengo el poder de impedir que alguien más muera a causa de ella.

—Ya te dije que no me importa morir. No me vas a convencer y punto. Yo voy a seguir con mi camino. Además, estoy seguro de que hallaré la manera de detenerla —la mirada de Dennis demostraba determinación—. Debo partir, ya no puedo perder más tiempo.

Dennis le dio la espalda a Sapotoro y extendió las alas para comenzar a volar. Justo cuando estaba emprendiendo el vuelo, sintió un gran peso debajo de sus pies. Sapotoro lo estaba deteniendo.

—¡No… dejaré… que vayas! —jalaba con todas sus fuerzas.

—¡Suéltame! ¡Yo sé lo que hago!

—¡No! ¡No sabes! ¡Por favor, escucha!

Sin embargo, Dennis hacía lo que podía para volar. Como último intento de detenerlo, Sapotoro escaló al ave hasta llegar a sus alas.

—¡¿Qué crees que haces?!

—Lo mejor para ti —y con su codo, golpeó la ala derecha de Dennis. Esto hizo que, de inmediato, cayera al suelo, malherido.

—¡Maldición! —exclamó agarrándose la ala lastimada.

—Así ya no irás a ningún lado —comentó con seriedad. Se dirigió hacia sus hijos. Tomó la fuente y la cargó sobre su espalda—. Será mejor que regreses a casa, chico. Yo debo alimentar a mis hijos, seguro despertarán hambrientos. Yo… de verdad lo siento; pero yo no puedo permitir que alguien más muera.

Dicho eso, Sapotoro dio un salto tras otro, desapareciendo por el horizonte.

Mierda… esto duele. Debió haber hablado muy en serio como para cometer algo de este grado —pensó mientras seguía sosteniendo su ala—. Aún así, no puedo rendirme, ¡Ludo no lo haría! Lo vengaré, ¡lo juro!

Tras darse una levantada de ánimos mentales, Dennis se puso de pie y caminó hacia un sendero indefinido con mapa en mano, era un alivio saber que aún no lo perdía a pesar de toda la conmoción.

...

Horas han pasado desde que Dennis dejó el castillo de Ludo. La rabia y la frustración de saber que su hermano mayor había muerto y que él era el único dispuesto a hacer algo al respecto, le trajo una desolación intensa. Se sentía abandonado y sin esperanza en un mundo bastante cruel y frío.

Ludo siempre había sido su hermano favorito, tenía la fe puesta en que algún día pudiera reunirse con él y poder ser familia una vez más. Él sería un pilar importante para reunir a todos y, por fin, todos los hermanos pudieran convivir en alegría y armonía como siempre había soñado.

Pero...

Murió.

—¿Por qué? ¿Qué hizo él para merecer esto? —se preguntaba así mismo mientras caminaba con la mirada agachada. El mapa que le habían cedido se encontraba bastante arrugado por la fuerza con la que lo tomaba. Se sentía bastante mal—. Quizá hizo cosas descaradas, pero tampoco merecía ese castigo. Él contaba con una familia, yo contaba con él. Yo quería ser feliz con él... esa maldita. Esa chica me arrebató mis anhelos y deseos —apretó los ojos con una fuerza llena de ira que hasta parecía lastimar sus propios párpados. Las lágrimas no tardaron en escapar de sus ojos, mojando la tierra por la que andaba—. Me vengaré. Tengo que redimir a mi hermano para que no sea recordado como un Don nadie. Voy a limpiar su nombre volviéndome fuerte para vencer a quien le mató.

Dennis continuó su camino entre emociones, sentimientos y varios pensamientos. Aunque, por otro lado, no iba en la dirección en la que debía. Estaba tan sumido en la situación por la que estaba pasando, que se había olvidado por completo la causa por la cual llevaba ese curioso mapa en la mano...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Día dos...

Al menos pudo encontrar un lugar en el cual dormir. Había una cueva cerca de donde caminaba, para su buena suerte, se encontraba vacía; sin embargo, tuvo que sufrir del frío y la incomodidad causada por el suelo.

Dennis solamente tenía un pensamiento en su mente: su hermano. Se juró así mismo, antes de dormir, que no pararía hasta conseguir su objetivo y, si no lo lograse, entonces se prometió que sería lo último que haría, literalmente.

Salió de la cueva, las nubes tapaban el sol y, para su mala suerte, advertían la venida de un mal tiempo. Dennis no pudo hacer más que suspirar y comenzar a caminar a un destino marcado en un mapa.

Desenvolvió el objeto mencionado y, a pesar de estar todo arrugado, pudo divisar los lugares que en él se observaban.

—Bien... ¿a dónde debo ir? —miró la cruz marcada en verde sobre un terreno de color blanco. Parecía ser nieve—. Esto sería más sencillo volando, pero —miró su ala lastimada—… parece que no tendré otra opción que caminar.

Guardó el mapa y, determinado, fue en busca de aquello que, según Diego, le ayudaría a cobrar su venganza.

El camino hacia los lares nevados no fueron nada fáciles: hubo fuertes vientos, tierras lodosas, inclusive arenas movedizas de las cuales pudo escapar a penas, y empeorando su trayecto, tuvo que soportar de una tormentosa lluvia que no cesó hasta pasadas dos horas. Todo iba bien a pesar de lo anterior, sin embargo, las necesidades fisiológicas de su cuerpo iniciaron a exigir su satisfacción.

Un rugido proveniente de su estómago lo puso alerta, no había comido desde ayer y esa falta de alimento ya empezaba a cobrar factura. Colocó sus manos sobre su panza, sintiendo el dolor del hambre. A esas alturas, se encontraba un poco desesperado y, obviamente, hambriento. Bajo el yugo de la desesperación, Dennis comenzó a voltear a todos lados, tratando de encontrar algo que pudiera consumir; pero en el lugar no se hallaba más que nieve y rocas.

Sin saber qué hacer, se limitó a seguir avanzando entre la frialdad del suelo y la tortura de su organismo por la falta de alimentos.

Para su supuesta fortuna, encontró una cueva. Con el único pensamiento de encontrar algo de comida para su vacío estómago, entró sin importarle los peligros que en aquella cueva podría encontrar.

Dentro estaba una gran telaraña, se veía perfectamente diseñada para acomodarse y echarse una siesta, o así le parecía a Dennis. Le sorprendió no encontrarse con la dueña de esa estructura hecha de seda. Investigó un poco, no encontró más que restos de huesos de pescado y otros animales que, al parecer, fueron víctimas de ese insecto de dudoso tamaño. Al ver la magnitud de esa telaraña, Dennis no se imaginaba el tamaño de quien la hizo. Decidió esconderse un rato detrás de unas cuántas rocas para ver si regresaba, quizá sonará peligroso, pero eso no le importaba; esperaría para ver si traía comida y, en un intento de sigilo, robar aunque fuera un poco para saciar su hambre.

...

Dennis se quedó dormido de tanto esperar, mas un sonido repentino lo hizo despertar. El ave abrió los ojos y se asomó disimuladamente. Ante su mirada yacía una araña que, si su vista no lo engañaba, medía más de metro y medio de ancho y un metro de alto. Era bastante grande.

El insecto cargaba una bolsa (hecha de telaraña) llena de pescados y los colocó a un lado de donde dormía. Dennis observó los pescados con algo de envidía y, por supuesto, un hambre feroz.

Para el infortunio del arácnido, hay algo que siempre derrota a los seres sin consciencia: la inteligencia. El ave no tardó mucho en idear un plan para acercarse y robar, aunque sea, un pescado y salir de allí. Antes que nada, trató de ver si había una salida de emergencia por si su plan fallaba. Convenientemente a su favor, se encontraba una abertura algo estrecha, Dennis apenas y cabía, pero la araña no lo lograría perseguir por allí.

—Bien, hora de comer —pensó Dennis con un estómago rugiente.

Tomó una piedra del suelo y lo lanzó cerca de la entrada de la cueva. La araña volteó al escuchar el sonido. Estaba comiendo tranquilamente la buena pesca del día de hoy. Al no ver nada, prefirió seguir comiendo.

—Vamos, ve a ver —suplicó a sus adentros. Tomó otra piedra y la aventó nuevamente. El arácnido volvió a voltear, pero el resultado fue el mismo—. Que despreocupada es... —se irritó un poco. Tomó dos piedras esta vez y las lanzó.

¡Por fin!

La araña sospechó está vez y salió de su zona de confort. Caminó hasta la entrada de su cueva. En ese transcurso de tiempo, Dennis no perdió el tiempo y se movió rápidamente al montículo de comida que el insecto había cazado con mucha efectividad. Tomó tres pescados y, con mucha rapidez, se movió hacia su escondite. Desafortunadamente, los pescados eran algo resbaladizos.

¡Plac!

La araña volteó hacia atrás y vio algo que jamás perdonaría, ¡le estaban robando su cacería! Y vaya que esta vez había sido algo complicado, los peces ya no se dejaban llevar mucho por su red. ¡¿Ahora que venga un cualquiera y se robe tu esfuerzo?!

El arácnido soltó un chillido que demostraba una furia digna de temer. El ave tragó gordo.

Maldición…

La persecución no se dio a esperar. La araña inició a correr de manera desenfrenada; como alma que lleva el diablo, Dennis corrió por su vida. Inmediatamente se dirigió hacia donde estaba la salida estrecha.

—Mierda, mierda, mierda… —faltaba poco para llegar. Por otro lado, el arácnido ya estaba pisándole los talones—. Ya casi… ya casi… —Dennis veía la luz de aquella abertura. Se agachó lo más rápido que pudo y se dispuso a cruzar. Lanzó los pescados afuera para solamente concentrarse en salir. A pesar de todo su esfuerzo, la araña lo alcanzó y le mordió la pierna. Dennis soltó un chillido de dolor. El insecto estaba jalándolo, el ave no se rendía: con todas sus fuerzas se impulsaba hacia afuera, pero realizar esa acción provocaba que sintiera como le cortaban la pierna, además, la abertura impedía que la araña pudiera jalarlo con efectividad, pues era muy estrecha, sin embargo, justo eso provocaba que se raspara el torso. Faltaba poco para que su fuerza cediera por la de la araña… afortunadamente esta última se rindió; ya estaba cansada de todo el día. Soltó al ave y decidió regresar, ya ni modo, perdió dos pescados de su pesca. Para lo próxima, estaría más atenta.

Dennis soltó un suspiro de alivio, aunque su cuerpo le decía todo lo contrario. Estaba muy lastimado ahora, pero nada lo detendría. Se levantó, aunque medio cojo, y miró hacia el frente con determinación.

—Lo… lo logré —soltó con aires de cansancio.

...

El Sol se puso anunciando la noche.

El ave se las ingenió para improvisar una fogata y poder cocer los alimentos que consiguió de manera injusta, ¿pero tenía de otra? Diego le advirtió que estaría en terrenos en los cuales solamente podría sobrevivir de manera astuta e inteligente. Robar tal vez no fue lo más correcto, pero era lo que tenía al alcance. Después de ese proceso, por fin procedió a satisfacer su hambre. No dudo en devorar se los dos pescados que obtuvo, estaba seguro que sería suficiente para seguir con su camino y hallar el tan deseado objeto que le ayudaría a vengarse.

—No me importa si robé, todo lo haré por ti, hermano —declaró poniéndose de pie y dejando la llama encendida. Se alejó de ahí sin importarle nada y abrió el mapa para saber a dónde tenía que ir ahora.

La marca se situaba a unos kilómetros de donde él se encontraba, pero, ¿hacia dónde exactamente? Por suerte, el mapa tenía una rosa de los vientos, pero él no tenía ninguna orientación. ¿Dónde quedaba el norte? Fijó su vista hacia el cielo y las estrellas. Una vez, recordó a su madre contándole sobre las estrellas… Buenos tiempos eran aquellos… al menos, gracias a eso, sabría ubicarse correctamente. Solamente tuvo que encontrar la estrella Norte del planeta de Mewni para averiguarlo.

—Bien… entonces debo ir a esta dirección —concluyó guardando el mapa y tomando dirección hacia el oeste, quizá era coincidencia, pero hacía donde se dirigía, se podía apreciar claramente el castillo de la familia Butterfly.

La caminata comenzó una vez más, pero esta vez ya tenía un objetivo claro. Ya había aclarado sus sentimientos con la ayuda de Sapotoro: su determinación no podía estar más firme.

Su ala seguía lastimada, pero era cuestión de días para que se recuperase. Ojalá el objeto que vaya a encontrar lo ayude a curarse y, sino, no importaba, lo único que quería era tanto redimir como vengar a su hermano.

...

Había una luz muy brillante frente a sus ojos de color verde. Parpadeaba.

—¿Será eso? —se preguntó acercándose con cautela.

La sensación de alegría lo acompañaba, ¡lo había encontrado! No demoró en apresurarse. Se arrodilló ante la luz verde. Aquella luz provenía del suelo, seguro estaba enterrado. Procedió a cavar con sus propias manos. Cavó y cavó… y lo que halló lo dejó mudo.

—No —sacó el susodicho objeto y lo miró con horror—… no —se enfureció y frunció el ceño—… ¡no! —exclamó aventando el preciado objeto lejos de él.

—¿Qué haces?

—¿Uh? —Dennis volteó a todas partes, tratando de encontrar a quien le había hablado.

—¿Por qué desprecias tu llave al sendero de tu venganza?

—No puedo… ¡no portaré la misma arma que desintegró a mi hermano! —declaró con lágrimas en los ojos.

—No lo estás viendo desde el ángulo indicado…

—¿Cuál ángulo? —sollozó—. No quiero ser como ella…

—Y no lo serás. Simplemente le darás una cucharada de su propia medicina.

Dennis trató de calmarse.

—Piensa que irónica sería la situación cuando yazca arrodillada frente a ti, derrotada por la misma cosa que ella usó para matar a tu hermano. ¡Qué irónica muerte tendría ella siendo portadora de magia mortal!

Lo meditó.

—No temas. ¡Levántate y redime a tu hermano! ¿No es eso lo que tanto quiere tu corazón?

Una lágrima cayó sobre la fría nieve. El ave asintió.

—Entonces sólo hazlo.

—Pero yo no sé usar esa cosa.

—Pues aprenderás.

—¿Cómo?

—Tus emociones te guiarán…

Un fuerte viento empujó la varita hasta donde se hallaba Dennis. La voz ya no volvió a hablarle. Ahora era decisión de Dennis tomarla o no. Se levantó y visualizó su alrededor. Frente a él se encontraba el castillo Butterfly. Sus ojos mostraron ira cuando lo vio.

—Yo… lo haré —cogió la varita y observó atentamente el castillo—. Sentirás lo mismo que yo sentí… Star Butterfly —y la varita hecha de esqueletos y una roca emitió una energía malévola de su interior. La mitad del cristal verde emanó un brillo intenso, iluminando, a la vez, los ojos de su nuevo portador.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Día tres…

—¿Qué…?

Nuestro protagonista (en este capítulo) despertaba en medio de un bosque. Cerca de donde estaba se hallaba una hoguera, la cual parecía que no tenía mucho que se apagó, pues aún desprendía algo de humo. En su mano se encontraba la varita, la observó atentamente mientras continuaba bajo los efectos del sueño.

Se preguntó cómo fue que terminó ahí, a kilómetros de donde encontró la varita originalmente. Lo último que recordaba fue desmayarse después de sostener la varita por tanto tiempo. ¿O quizá fue el cansancio que traía de todo el día? Quién sabe, pero ahora estaba sobre una pila de hojas bastante cómodas. Se sentó, sobándose la cabeza en el acto.

—Bien… ya tengo la varita… ¿ahora qué? —fijó su mirada en el cristal.

Nuevamente, para su infortunio, su estómago le dio la respuesta: comer.

—Aquí vamos otra vez… —comentó con cierto pesimismo.

Se levantó y caminó, dejando atrás su punto de inicio. El saber quién lo colocó ahí, sería una duda que persistiría en su mente hasta el final del día.

...

Dennis se estaba cansando de no encontrar nada que pudiera satisfacer su hambre otra vez. Sin embargo, se vio bendecido (o eso creía) cuando encontró un lugar que parecía ser un tipo de restaurante. Finalmente, un lugar para comer.

Llegó al lugar y entró, varios lo miraron porque era diferente a todos los comensales que se encontraban adentro, y eso se debía a que todos eran unas ratas, literalmente.

El ave se sentó detrás de la barra y con cierto cansancio colocó sus brazos en la misma. Una rata con un ojo rojo lo veía con desprecio mientras esperaba a que dijera algo.

—Gracias al cielo, por fin un lugar donde puedo comer —comentó Dennis exhausto—. Me gustaría un plato de avena, por favor.

La rata chiscó sus dedos y un plato se resbaló por la barra hasta llegar a donde se encontraba el hambriento.

—Muchas gracias —fue lo último que dijo Dennis antes de dirigirse hacia su plato. Agarró una cuchara y la metió dentro de su plato para luego consumir su contenido. Todo hubiera sido agradable y perfecto, pero desgraciadamente el destino y la malicia del mundo le tenían otros planes—. Espera un minuto…

Dennis dejó caer la cuchara.

—¡Esto es lodo! —declaró con asombro mientras miraba a la rata con cierto enojo.

La rata no pudo evitar burlarse. El ave miró a su alrededor y todos estaban riéndose de él.

Dennis siempre se había caracterizado por tratar de ser una buena persona que soñaba con reunir a toda su familia. Su mayor anhelo era contar con la ayuda de Ludo para conseguir aquella meta; por simples razones, tendría que acudir a los recuerdos y al amor para que dicho plan funcionase. Aunque… ¿qué podemos decir ahora? Dennis perdió a su hermano, se encontraba solo, tenía hambre y ahora estaban burlándose de él. ¿De qué le servía ser bueno ahora? ¿Qué le traería de beneficio? Y fue justo en ese momento que Dennis comenzó a comprender un poco a su hermano mayor… bueno, quizá ya jamás podría volver a la vida, pero eso no significaba que él no pudiera reemplazarlo y ser ahora el más imponente en su familia. Para conseguir eso, tendría que iniciar a actuar como su hermano actuaba.

¿Qué es lo que Ludo diría ahora?

Frunció el ceño y miró a la rata con una ira jamás vista en él. Trató de concentrarse en lo que haría. Primero, le arrebataron a su hermano; segundo, nadie más que él estaba dispuesto a hacer algo al respecto y, por último, ahora que necesitaba ayuda para poder seguir adelante, lo despojan e incluso se ríen. Un sentimiento que jamás creyó tener dentro de él, nació: un inmenso odio que se cirnió sobre su corazón como un virus que no dejaba de reproducirse.

—Te metiste con el ave equivocada —amenazó mientras se ponía de pie y sacaba la varita.

Todas las ratas se quedaron estupefactas y totalmente aterradas, conocían muy bien la forma de ese cristal y de lo que era capaz.

Por una razón que Dennis desconocía, la varita inició a emanar un brillo de color verde. El ave apuntaba directamente al rostro de aquella rata.

—¿Sabes…? Siempre creí que podría llevar una vida pacífica en Mewny… siempre creí que mi hermano Ludo se había vuelto loco por toda su malicia y solamente era cuestión de hacerle entrar en razón para que de esa forma pudiera recuperar a mi familia. Sin embargo, ahora que veo lo cruel y despiadado que puede ser el mundo, me hace cuestionar mis propios valores: ¿de qué te sirve ser bueno si todos te tratan como una mierda? Con razón mi hermano se rebeló contra mis padres, todo el odio que sentía por ser despreciado lo llevaron a cometer sus acciones. Ahora comprendo su dolor y su odio… es tiempo de que los ideales de mi hermano no se vean opacados, voy a ser yo quien levante de nuevo sus metas —la varita brilló con más intensidad, todo el dolor y el odio que Dennis estaba expresando sólo aumentaban el poder que emanaba de aquel artilugio—. Así que es tiempo de que la escoria como tú sepa lo que es que te traten como la basura.

Dicho esto último, disparó un rayo muy potente. Todas las ratas no se detuvieron ningún minuto a esperar, iban a defender a su líder.

Tras dispararle a la rata, el ave se sintió sumamente satisfecha. Por otro lado, sentía a todos venirse sobre él. Lo único que hizo ante ese acto fue reír.

—¿Ustedes también quieren? —comentó burlón mientras disparaba rayos a todo aquel que se atrevía a tocarlo.

De esta manera, ninguna rata quedó en pie. La mayoría había sufrido el impacto de esos rayos y los poquitos que tuvieron mucha cobardía, simplemente se habían rendido, sabiendo que iban a perder.

Dennis se acercó a la rata que tenía el ojo rojo y le apuntó una vez más. Sin saber lo que haría su atacante, la indefensa rata no pudo hacer más que cubrirse.

—¿Qué haría mí hermano ahora? —preguntó al aire mientras esbozaba una sonrisa llena de malicia—. Ah, sí —entrecerró los ojos y vio a la rata con una mirada autoritaria—… ahora sírveme.

...

Fue cuestión de horas para que Dennis estableciera el orden sobre las ratas. No había ninguna que se opusiera a él, la imponencia del ave ante las ratas era suficiente para llenarlas de miedo. Por fin, después de estar varado dos días en la interperie, pudo ser tratado como un rey: comida (tal vez no de lujo, pero seguía siendo comida), una cama, un trono y demás cosas. Sin embargo, a pesar de que todo su esfuerzo se viera fructífero, notó que la avena no sería eterna y, por lo tanto, tendría que conseguir una fuente de comida que pudiese satisfacerlo a él y a sus nuevos subordinados.

—¡Tú! ¡El que no está haciendo nada! —señaló a una rata que estaba acostada, al parecer seguía algo adormilada, había quedado inconsciente luego de haber sido atacado por Dennis.

La rata se acercó algo tímida y temerosa ante su nuevo líder.

—¡Ve y busca un sitio para conseguir más comida! Y no te preocupes si lo tenemos que robar, de eso me encargo yo —ordenó mientras observaba su varita con una sonrisa.

La rata asintió y salió despavorida de allí, pero antes de que se perdiera de la vista del ave, fue detenido.

—¡Y no se te ocurra huir! Me enteraré y te mandaré a buscar —condenó.

La rata solamente tragó gordo mientras sudaba a cántaros y se fue.

No tardó mucho en regresar, la rata le indicó donde había comida. Para el infortunio del nuevo líder, se topó con que era el campo de maíz: era pertenencia de los mewmanos.

Dennis meditó un poco. Los campos estaban protegidos por una barrera mágica. ¿Cómo podría derribarla? Bueno, la respuesta era más obvia que lo esperado. Tendría que emplear magia igualmente.

El ave le ordenó a su subordinado que lo guiase hacia los campos de maíz. Con una sonrisa, se levantó se su trono y se fue caminando con una gran imponencia.

Después de usar la varita en contra de las ratas, Dennis se percató de ciertas cosas. La varita siempre se activaba cada vez se sentía frustrado, enojado, molesto; con odio. Las emociones negativas eran las causantes de él artilugio sirviera, en ese caso, solamente era cuestión de forzar a su corazón a sentirse así, ¿y qué mayor motivación que todo lo que ha estado viviendo hasta ahora? Su corazón le seguiría la corriente, de igual forma, ya nada era forzado. En ese instante, recordó la voz del hombre elegante diciéndole que se dejara guiar por sus emociones, y vaya que tuvo razón.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Día ocho…

—¡Denme una señal maldita sea! —se quejó Dennis con cierta furia mientras intentaba realizar algo diferente con su varita. Algo más que sólo disparar un simple rayo de energía. Sin embargo, no conseguía el resultado que deseaba. Lo único que obtenía era un rayo más potente, pues mientras más odio generaba, más fuerte se volvía.

Cinco días han pasado, Dennis llevaba practicando con su varita; aunque no se sentía satisfecho con los resultados que estaba obteniendo. Él ya no sabía que hacer, estaba algo frustrado, ¿que haría Ludo en esta situación?

—…

Dennis observó su varita, asombrado.

—¿Puedes hablar?

—Bueno, tienes razón, pero, ¿cómo consigo evolucionar?

—…

—Esa familia tiene la magia para ella sola, ¿no crees? Demasiado conveniente… ¿qué podremos hacer?

—...

—No lo sé —Dennis quedó pensativo. Aún no se sentía preparado como para ver a su némesis en persona—… ¿qué si no aguanto este odio y rabia cuando trate de espiarla?

—…

—Supongo que no tendré otra opción, por ahora. Sin embargo, hay un problema, ¿cómo llegamos a ella?

—Yo me encargo de eso —una voz sonó detrás de Dennis. El ave volteó para encontrarse con el hombre elegante, el mismo que le avisó acerca de la muerte de su hermano.

Dennis lo miró con sospecha.

—Está bien que me avisaras de la muerte de mi hermano, me dieras un mapa para guiarme a esta varita —la señaló—, pero… hay algo que no entiendo —se acercó con firmeza hacia a él—, ¿cómo sabes dónde me encuentro en cada momento? ¿Cómo es que siempre intervienes, de forma muy conveniente, cuando estoy indeciso y no sé qué hacer? No lo sé, pero hay algo de ti que simplemente no me cuadra —lo señaló con el dedo con una mirada fulminante.

Diego ni se inmutó ante las acusaciones, lo único que hizo fue reír moderadamente mientras daba unos aplausos sarcásticos.

—Vaya, al fin —admitió con una sonrisa orgullosa—. Me he de sorprender que hasta ahora te animes en sospechar, ¿por qué te has de preocupar en este punto de tu camino? Tu odio y tu rencor han estado en constante crecimiento, sin duda alguna ya estás obligado a cumplir con tu destino; si te negares, tu voluntad se vería bastante frustrada.

—¿Qué quieres decir? —preguntó confundido.

—Tú quieres algo y yo también, de esto podemos sacar provecho los dos —comentó, ignorando su pregunta—. Conforme a tu pregunta inicial, dígamos que soy alguien que se preocupa de todo en todo momento. Yo solamente me dedico a observar y a actuar en el momento en que se tiene que hacer. Soy un ser que haría todo por sus propósitos e ideales, pero sobre todo… por su libertad.

—¿Libertad?

Rio.

—Ave ingenua, hago esto más por mí que por todo lo que reside en este tonto y frágil Multiverso —comenzó a caminar alrededor de él—. Nadie puede detenerme, yo soy quien decide qué es lo que sigue y lo que no. Yo determino quién perece y quién vive. Así que dime, ¿quieres la ayuda de un ser que puede mantenerte firme ante una batalla aparentemente imposible? ¿O prefieres irte por tu cuenta: sin herramientas, sin conocimientos y sin ayuda voluntaria? —sonrió malicioso.

Dennis se vio envuelto en un dilema dentro de él. Era cierto… todo lo que había logrado había sido gracias a él. Además, según la versión de Sapotoro, Star sonaba cómo una rival bastante fuerte e imposible de derrotar, ¿cómo le haría entonces? Necesitaba ayuda urgentemente, y un montón de ratas no serían de mucha utilidad, obviamente. Sin embargo, ¿qué era lo que buscaba este hombre? ¿Qué deseaba?

—Si acepto tu ayuda es porque quiero redimir y vengar a mi hermano, pero antes, dime, ¿qué es lo que quieres?

Diego se detuvo y lo miró con una sonrisa mientras sus ojos se concentraban en los del ave. Rio y luego habló.

—¿Que qué quiero? —volvió a reír—. Quiero potencial… quiero seres capaces de derrotar a otros que son mucho más fuertes que ellos mismos. Quiero gente que pueda sobrepasarse así misma… —rio más fuerte—. ¡Y tú, Dennis, me darás lo que necesito!

—¿Quieres que yo sea un soldado para ti? —preguntó anonado.

Diego seguía con un aspecto lleno de orgullo y soberbia.

—Decidiré si eres digno… sólo si matas a Star Butterfly —tomó su hombro—. No sabes cuán orgulloso estaría Ludo si te unieras a mis filas.

Dennis lo meditó un poco. No importaba si Ludo en verdad querría eso, pero de lo que sí estaba seguro es que Diego era el único que podría proporcionarle los medios para cumplir su atentado.

—Bien, dame lo que necesito para viajar hacia donde Star se encuentra.

Diego metió su mano dentro de su saco y de allí retiró unas tijeras dimensionales. Las alzó en el aire y luego se las aventó, hizo esto mientras le daba la espalda.

—Ahora vete, y has lo que crees que debas.

Dicho esto, se retiró con una sonrisa en el rostro. A paso lento, su figura fue desvanéciendose en el horizonte hasta no quedar nada de él. Dennis tenía una última cuestión.

—¡Espera! ¡¿Dónde…?! —pero cerró su pico al percatarse de que Diego ya no se encontraba. Se había esfumado—. ¿Qué…? —y se quedó con la duda, aunque claro, estar en tan ardua conversación le hizo olvidarse de un detalle.

—…

Había dejado pasar a la voz en su nueva varita.

—¿La Tierra?

—…

—De acuerdo, entonces es lo que haré.

Dennis observó más tijeras.

—Bien … no importa si al final se adueña de mi alma. Ludo saldrá de aquí: victorioso —afirmó con determinación mientras abría el portal dimensional.

...

—…

—Sí que tuvimos que caminar bastante —comentó Dennis mientras trataba de pasar desapercibido de la gente, rondando detrás de las casas y atajos donde no circulan mucho.

Frente a él se hallaba la casa de los Díaz. Fue a echar un vistazo, mientras avanzaba sigiloso. Escuchó unos ruidos en el patio de en frente.

—Debes seguir las instrucciones del libro, Star —mencionó un ente flotante, quien se hallaba sentado encima de un libro. La rubia parecía estar perdida dentro de sus pensamientos.

—Así que es ella —su corazón se estrujó de tan solo ver a la chica que asesinó a su hermano sin piedad.

—…

—Sé que debo calmarme —suspiró molesto—. En fin, ¿qué están haciendo? —susurró para él mismo.

—…

—¿Practicar? Pensé que una fuerza como ella no necesitaría más entrenamiento…

—…

—No te lo niego. Sin duda todos tenemos que esforzarnos día con día.

Dennis observaba atento.

Star observaba el libro… no se veía muy convencida.

—¿Y qué sí lo hago a mi manera? —sonrió soberbia.

—Star, este hechizo lo hizo tu abuela, es realmente necesario efectuar los pasos indicados para una mejor efectividad en el hechizo.

—Yo… no estoy del todo convencida con ello —sonrió mientras alzaba su varita al aire. La varita desprendió un destello rojo. Lo único que hize ella fue dar un giro y apuntar al frente—. ¡Estampida de Guerricornios! —los mismos salieron de una neblina grisácea. Dichos animales salieron disparados, con sus cuernos hacia el frente y dispuestos a no detenerse ante nada. Glossaryck únicamente levitó, quitando al libro también. Los Gierricornios pasaron de largo.

¡¿Qué… mierda?! —pensó Dennis sumamente sorprendido ante la facilidad de invocación por parte de Star. Se veía muy confiada, su sonrisa era de suma soberbia y parecía estar complacida con lo que hacía.

—…

—¿El libro?

—¡Vaya! —exclamó Glossaryck con un tono de asombro y algo de confusión—. Fue verdaderamente… extraordinario.

El ente se veía inconforme.

—Bueno, si eso era todo lo de hoy —guardó su varita—… me dedicaré entonces a salir un rato.

La rubia entró a la casa. Pasado un rato volvió a salir con Marco.

—¿A dónde vamos?

—No sé, a dónde tú digas. Conoces mejor la Tierra que yo —culminó con una sonrisa. Ambos jóvenes se perdieron en el horizonte plano.

—¿Qué haces aquí? —Glossaryck sorprendió al ave, quien estaba oculta tras los arbustos.

—Y-yo —estaba atemorizado, ¿le avisaría a Star? Si lo hacía, sería su fin.

—Mira, tranquilo. No te haré nada.

—¿En serio?

—Sí. Ahora, dime, ¿qué buscas?

—Busco algo que me ayude a avanzar en la magia.

—Sí. Me di cuenta de que traes la otra varita —la observó—, por lo tanto, también tengo derecho a enseñarte a ti también —se puso a pensar.

—¿Qué?

Dennis quedó perplejo.

—Star me ha dado muy mala espina, ¿sabes? Sé que algo no ronda bien con ella. No puedo ver su futuro, algo me lo impide o, más bien, alguien —frunció el ceño—. Y eso es mal augurio. Su actuar, su forma de ser, su varita… algo…

—¿Qué cosa?

—No lo sé, hay algo dentro de ella que no sé qué es… al menos, aún puedo ver mi futuro. Sin embargo, todas las partes que la incluyen a ella son muy borrosas. Hubo una parte en la que me pedía ayuda pata entrar a su varita. Dentro podré saber cómo actuar y descubrir los secretos que me esconde —entrecerró los ojos—, pero si hallo algo que no sea bueno… o al contrario, que sea perjudicial para la existencia de este Universo, me veré obligado a tomar medidas.

—Espera, ¿dices que conspirarás en contra de ella?

—No me están dejando más opción. Además, hay alguien más detrás del telón manejando toda la obra a su gusto. Necesito llegar a él...

—¿A quién?

—Haces muchas preguntas, pero muy poca acción. Regresa antes de que ella te perciba.

—¿Percibirme?

—Sí, lo sé. Suena extraño y lo es. Simplemente hay algo que no cuadra con ella. Ya sabrás lo que tiene que hacer y cuándo lo tendrás que hacer.

Dennis quedó mudo ante lo que decía, era muy confuso ciertamente.

—Solamente te aviso una cosa, Star Y Marco estarán muy ocupados dentro de diez días. Puedo ver una parte del futuro de Marco que me lo confirma. Así que ese día deberás hacer lo que tu sabrás lo que tienes que hacer. Ahora, ¡vete! —dijo esto último desapareciendo.

Dennis creyó que estaba loco, mas sus pensamientos se vieron refutados al ver a Star regresar.

—¡Dame un minuto, creo que lo olvidé en el patio trasero!

¿Coincidencia?

—...

—Tienes razón, salgamos de aquí.

Rápidamente, abrió un portal dimensional y se fue.

—¿Dónde?

Habló Star hacia la nada. Entonces se puso a buscar, a veces se detenía y se quedaba como pensante mientras observaba un punto fijo hacia la nada. De pronto, dio la vuelta y miró hacia el suelo.

—¿Ludo? —cuestionó al ver una pluma de ave de un color verde muy característico—. Eso no es posible, yo lo maté...

—Sin duda, tiene algo dentro de ella —murmuró Glossaryck, quien la veía en secreto.

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Día 9...

—…

—No pude dormir toda la noche, no me molestes más...

Dennis estaba inquieto, demasiado. Se quedó pensando en todos los posibles enfrentamientos que podría tener con la princesa de Mewni. Sin embargo, su cabeza únicamente le mostraba derrota tras derrota. Aquella rubia era capaz de efectuar diversos hechizos e invocaciones con su varita, sólo le bastó una visita para comprobar las palabras que Sapotoro le dijo en el inicio.

Estaba devastado, en verdad no había dormido en lo absoluto. Tenía ojeras y no dejaba de ver hacia el infinito.

—…

—¿Qué?

—...

—¿Cómo te atreves? —se levantó algo furioso.

—...

—¡Por supuesto que no! ¡No soy un cobarde! Ludo jamás me perdonaría esa actitud.

—...

—¿Pero qué se supone que deba de hacer? —analizó el día de ayer. Claramente olvidó ese detalle tan peculiar de la chica, un registro de donde él podía sacar la información suficiente para aprender—. Es cierto —sonrió—. Su… su libro —rápidamente llamó a uno de sus subordinados y le ordenó que le brindara algo para desayunar. La rata no tardó en acatar su orden.

Dennis puso manos a la obra.

—Necesito todos los detalles que tengas de la casa de Star. Si quiero conseguir ese libro, tendré que hacerlo cuando esté ausente. Definitivamente no puedo arriesgarme a tener un enfrentamiento con ella a estas alturas.

—...

—¿Que cuándo lo haremos? —meditó—. Ese ser ya sabía lo que iba a hacer. Dijo que en diez días, pero ya ha pasado uno... Así que lo haremos en nueve días.

—…

—Star Butterfly, te juro por mi hermano que te arrepentirás… —concluyó con una mirada sombría y sus ojos se iluminaron de un color verde. Dennis terminó consumido por su ira y odio, ¿a dónde lo guiarían estas emociones? ¿Star lo descubrirá?

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