"Poder incontrolable"

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—Irás a una dimensión llamada: Tierra —fue lo que dijo River a su hija al verla en un estado desesperado. Star soltó un suspiró de alivio, por un momento creyó que iría a una versión de prisión para princesas. Para su fortuna, sus padres tenían planes diferentes para ella—. De esa manera, podrás entrenarte sin mucho peligro.

—Tarde o temprano tendrás que madurar y volverte más responsable, hija. Tienes que ser capaz para gobernar Mewni y, sobretodo, aprender a controlar la magia y tu varita. No puedes seguir siendo más la chica infantil e inmadura, Star.

Las palabras de su madre le llegaron a su corazón.

¿Inmadura? ¿Infantil? Star no supo cómo procesar aquello. De pronto, el dolor de cabeza que sintió al verse aparentemente electrificada, volvió.

—No eres capaz, Star. No podrás hacerlo, eres inútil. Defraudarás a tu madre: quedará decepcionada de ti —Star agitó la cabeza asustada.

—¡No es cierto! ¡No defraudaré a nadie!

—Está bien, pero tranquilízate. Pareció haberte dado un ataque, ¿te encuentras bien? —Moon se acercó a su hija, preocupada.

—Sí… sí estoy bien.

—Si ya todo está en su lugar, será mejor que partamos de una vez para allá. ¡Mamfred! ¡Abre el portal! —el mencionado acató la orden y la familia procedió a entrar. Sin darse cuenta, eran vigilados por dos seres. Uno era un monstruo, y el otro era una persona con una gran sonrisa en el rostro. Este último se retiró sigilosamente, sabía que tarde o temprano, la princesa regresaría para afrontar su destino.

El monstruo, por otro lado, siguió vigilando a la princesa Butterfly.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

—¡Marco Díaz a dirección! —ordenó el director desde las bocinas implementadas en la escuela.

—Parece que este chico hizo algo malo el día de hoy —dijo el castaño levantándose de su lugar, llamando la atención de sus compañeros sin éxito alguno.

Resignado, solamente optó por irse del salón, aunque claro, su alto nivel de moral y de ética le obligaron a preguntarle a la maestra sino había problema alguno en que se retirase. Fastidiada de su actitud, le pidió con enojo que sencillamente se retirara del aula. Llevándose un susto, obedeció y agarró la ruta más rápida hacia la dirección, no debía quedar mal.

Al llegar, vio que ahí se encontraba una chica, parecía normal desde su punto de vista, aunque para su sorpresa, llevaba una especie de varita en su mano. Eso era extraño para el chico, pero no le hizo mucho caso.

—Marco —habló el director—, esta es nuestra nueva estudiante de intercambio, y serás tú el encargado de guiarla aquí en la escuela, después de todo, ¿quién mejor que nuestro “chico seguridad”? —sonrió, aunque seguramente, la sonrisa se debía más al botín de oro que traía entre manos, el cual el rey le dio luego de rechazar la primera petición de que una princesa de otra dimensión se quedase a estudiar como una estudiante común y corriente.

Marco sintió una gran sensación de injusticia en ese momento, pues la misma reputación que se fue ganando, lo llevaron a esto. Sin embargo, esta unión era predestinada.

Los reyes de Mewni se retiraron, dejando a Star sola en la escuela con su nuevo guía y, lo que para ella era ya, amigo.

Ambos salieron de la oficina, Marco inició explicando sobre su vida en la escuela y del por qué estaba harto de que le llamasen "chico seguridad" mientras Star medio lo escuchaba y se concentraba en el nuevo mundo en el que se encontraba. Estaba muy feliz y emocionada de conocer un lugar ajeno al de su dimensión.

—¡Quisiera un poco de riesgo en mi vida! —exclamó el castaño haciendo una patada en el aire. En eso, a Star se le ocurre crear una mariposa de aspecto monstruoso, que se le acerca a Marco para luego darle la espalda y raptar a un pobre chico cualquiera. Impactado, solamente vio hacia su compañera con una gran cara de horror—. ¡¿Qué fue… lo que hiciste?!

—Pensé que habías dicho que querías un poco de riesgo, así que… —rio nerviosa

—¿Y a todo esto, tú quién eres?

Dio un giro y luego movió su varita hacia el cielo formando un arcoíris con animalitos sobre él.

—Yo soy una princesa mágica proveniente de otra dimensión —y finalizó con una sonrisa. Hubiera salido perfecto, de no ser que nuevamente el arcoíris se encendió en llamas y el fuego fue expandiéndose más hacia el techo de la escuela.

—Bueno, el recorrido se terminó. Nos veremos mañana —y a paso veloz, Marco se fue yendo de ahí de manera desesperada. Viendo como a una loca a la nueva estudiante. Esta se despedía de él agitando la mano.

—¡Nos vemos nuevo amigo! ¡Ya quiero verte! ¡Adiós!

—Dios mío…

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Alterado por su día alocado, Marco Díaz tomó rumbo hacia su hogar. Estaba aliviado de que no tendría que ver a esa chica hasta el día de mañana, pero grata fue su sorpresa al abrir la puerta de donde vivía. Una expresión de cansancio y susto se presentó en su rostro.

—¡Marco! ¡No sabía que estos sujetos tan amables fueran tus padres! Ya empezaba a creer que todos aquí se llamaban Díaz —rio.

—¡Marco, hijo! Esta agradable chica se quedará a vivir con nosotros como estudiante de intercambio, ¡tener su optimismo y felicidad en el hogar será muy beneficioso para nosotros! —los tres sonrieron.

—Podemos tener cachorros para eso… —contestó de manera fría.

—¡¿Cachorros?! ¡Amo… los… cachorros! —y de su varita creó una manada de perritos. Eran realmente tiernos y adorables… hasta que comenzaron a soltar rayos láser de sus ojos.

Los padres Díaz los siguieron viendo de forma adorable, a pesar de que al padre le hayan disparado en el ojo.

—Hijo, ¿por qué no llevas a Star a su nueva habitación? —pidió su mamá gentilmente. Marco suspiró, anhelando que todo se tratase de una mala broma o de una pesadilla a punto de terminar. Tomó la enorme maleta de Star y comenzó a jalarla a la planta superior.

¡Madre Santa! ¿Qué tanto carga en esta cosa?

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Afuera de la casa, un monstruo los vigilaba con unos binoculares, y, sonriente, se dirigió a donde el castillo de su jefe.

Se posicionó con el pecho en alto e hizo un saludo estilo de militar con ambos brazos, finalizando dando unos besos en sus propias manos.

—Ludo, amo, encontré a Star Butterfly —sonrió malicioso—… y sin guardianes.

El mencionado río de forma enérgica y villánica

—¡Excelente! Muy buen trabajo, Sapotoro —le dio la vuelta a su trono, donde estaba sentado encima de una pila de almohadas. La pequeña ave sonrió—. Por fin, podré tener esa varita entre mis manos. Y me apoderaré del mundo y, ¡después! ¡El Universo! ¡Y luego…! Bueno, el Universo no es suficiente.

Se bajó de su trono y ordenó a sus monstruos.

—Vamos tras ella…

—Sí, vayan tras ella… —dijo un ser escondido entre las sombras del castillo.

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Star había hecho su propia habitación con la ayuda de un hechizo, Marco había quedado sorprendido y había murmurado para sí que ojalá tuviera una igual. La princesa de Mewni intentó darle esa petición a su nuevo amigo, pero sin querer terminó formando un agujero negro que absorbió todas las cosas de su cuarto.

Molesto, recriminó a Star por sus acciones. En un intento de remedio, le suplicó que se relajara y le puso un sol encima de él, el cual terminó siendo una nube de lluvia, empapándolo.

Sin aguantar un minuto más, decidió irse de allí. Lastimosamente, tropezó y cayó por su ventana.

—¡Ya no puedo más con esto! ¡Si tú no te vas a ir de aquí, entonces yo lo haré! —y el castaño procedió a retirarse.

Marco… yo no quería —Star se entristeció. De pronto, un fuerte dolor de cabeza atacó nuevamente. Era tan inmenso, que cayó arrodillada—. Yo… sólo quería ser amable. Lo arruiné.

—Como siempre haces. Eres destructiva, Star. Eres una vil decepción para tu familia, tu madre lo hacía mejor a tu edad. ¿Cómo es posible que no puedas hacer cosas tan sencillas? ¿Qué acaso no quisiste esto toda tu vida? Deja de engañarte a ti misma… ¡no sirves para esto!

El dolor incrementaba con el paso de cada segundo. Comenzó a llorar, desesperada.

—No… no es cierto… yo puedo hacerlo. Diego me ayudó, no sé qué hizo exactamente, pero no lo desaprovecharé.

—¡No seas ilusa! ¡Eres inservible, Star Butterfly! ¡Nunca manejas nada con seriedad! Serás una escoria de reina cuando llegues a gobernar Mewni.

Un sentimiento de odio se generó en Star hacia aquella voz que replicaba en su propia cabeza. El dolor cesó, mas una mirada de enojo y de ira se apoderó de Star en ese momento. Secó sus lágrimas.

—Yo… gobernaré Mewni a mi manera y nadie me va a decir qué hacer. Nadie se sentirá decepcionado de mí y no dejaré que mi nuevo amigo me odie. La única que me está retrasado aquí, eres tú —la gema de la varita se tornó de color rojo—. Demostraré a todos que sí soy alguien que vale la pena.

Y con paso lento, fue a dirigirse hacia la puerta principal de la casa, donde se topó con el Sr. Díaz.

—¡Star! ¿A dónde vas? ¿No quisieras comer algo antes de irte? —sonrió mientras sostenía un plato repleto de sandwiches entre sus manos.

—Muchas gracias, Sr. Díaz, pero tengo un asunto que atender —su semblante serio y frío dejaron sin habla al padre de familia. Este se limitó a asentir para luego ver cómo la rubia se retiraba de su casa.

—Y pensar que hace unos momentos parecía un pan de Dios…

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¿Cómo pasó Star de ser la chica alocada, divertida y despreocupada, a ser una chica seria y frívola de un momento para otro?

La respuesta no está más allá de su propio ser. Ella está así porque quiso estar así.

La duda persiste, eso es seguro.

Su caminar era lento entre las calles, la gente la veía algo asustada, otros la ignoraban y algunos simplemente se preguntaban qué sucedía con esa extraña chica.

—No conseguirás nada si sigues así, tu propio egoísmo te consumirá lentamente… —lo que parecía ser una fuerte migraña para la chica, regresó. Sin embargo, esta vez pareció soportarlo, pues su caminar continuaba constante.

Sólo trato de arreglar mis errores, déjame en paz de una buena vez —pensó Star dentro de sí.

—Llegarías a sorprenderte si supieras con quién estás hablando…

Star se detuvo en seco y abrió los ojos en grande. Volteó a todas partes tratando de encontrar a alguien, pero no hubo éxito alguno. Se había asustado y cualquier indicio de odio o enojo, había desaparecido. La estrella de su varita volvió a tener el mismo color original.

—¿Qué quisiste decir con eso? ¿Quién eres? ¡¿Y por qué carajos tu voz suena idéntica a la mía?!

—¿Eso importa? ¿Acaso eso importa ahora? Lo único que importa aquí es tu debilidad y que yo estoy aquí para que puedas sobrepasarte y pasar a ser la mejor versión de ti misma, destacando todo lo que reside en tu interior… después de todo, provienes de la elegida.

¿La elegida?

—Sí.

Desconcertada, Star no sabía qué decir o pensar. Estaba estática, tratando de razonar las cosas.

—Por ahora sólo puedo decirte que yo soy el precio. El precio de tu varita y su máximo potencial. Seré yo quien te guíe en este camino lleno de ambición.

Negó con la cabeza.

—Cualquier cosa que haga, la haré por mí misma.

—Temo decirte que ya es muy tarde para pensar en ello; pero no te preocupes, quedarás satisfecha con los resultados.

¿Qué quieres decir con satisfecha?

Cuando todos tus problemas hayan desaparecido —soltó una risilla.

Es lo mismo que él dijo.

—No te equivocas… bueno, será mejor que continúes, parece ser que el Sol ya se ha metido. ¿O acaso olvidaste enmendar tus errores?

¡Marco! —exclamó al aire. Luego de eso, inició a correr tratando de encontrarlo.

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Un Marco demacrado y con aparente locura, se encontraba fuera de una tienda que no le permitía entrar por la nube que llevaba encima de él. Pidió ferozmente que alguien le ayudase a comprar ciertos artículos dentro de la tienda, mas nadie le hacía caso por su desborde de cordura.

Star, por fin de tanto buscar, llegó a dónde se encontraba.

—Marco —usando su varita, desapareció la nube que su amigo traía encima—, quisiera que me perdones por todo lo que hice. Si quieres yo…

—¿Star?

—¿Qué?

Marco señaló detrás de la rubia y ahí se encontraban todos los monstruos y su líder, quien portaba un cráneo con forma de toro.

—Star Butterfly, por fin te encontré sola. Era cuestión de tiempo para que dejaran vulnerable a la varita.

—Ludo —fue lo único que atinó a decir, posicionandose delante de él con firmeza.

—¡La varita será mía y entonces nada podrá detenerme! ¡Monstruos, a ella! —señaló con euforia. Los monstruos no dudaron en atacarle, sin embargo, Marco se colocó en frente de ella y se puso en una posición de combate. Aplicando técnicas de karate, le dio una tremenda golpiza a un monstruo que se hallaba frente él.

—¡Sabes pelear! —exclamó Star llena de gozo.

—Se llama: karate —y continuó luchando contra los monstruos.

—¡Dijiste que no tenía guardianes!

—No sabía —se encogió de hombros.

—¡Bueno, no importa, ataquen! —ordenó molesto y sus seguidores iniciaron la pelea.

Star, con una sonrisa, ya se preparaba para pelear con su nuevo artilugio de combate, pero el dolor de cabeza volvió, propinándole una leve desventaja. Cerró los ojos por la intensidad.

Ahora no —suplicaba entre pensamientos.

—Es mi oportunidad, ¡no puedo desaprovecharla!

Y corriendo con decisión, Ludo se dirigió hacia Star. Marco hubiese hecho algo, pero varios monstruos le tenían rodeado.

Un chico común tiene que defenderte a ti y a tu varita, ¿así pretendes demostrar tu fortaleza? ¿Detrás de la protección de un ser inferior y común? Que vergüenza… no llegarás tan lejos así, no eres nada ni nadie en este Universo.

Y ante estas palabras, Star se lleno de una sensación que no sabía explicar. Se sentía… ruda, imponente… invencible. Abrió los ojos y estos no enseñaban otra cosa que no fuese ira. Ludo se detuvo frente a ella al ver su amenazadora mirada.

Alzando la varita, Star pronunció unas palabras que nunca nadie creería que dijera alguna vez.

—Puño oscuro arcoíris —la gema de la varita desató un destello de color rojo. Las alitas de la misma se tornaron grises y el hechizo pronunciado sacó un puño de arcoíris, sin embargo, este arcoíris venía a escala de grises.

Ludo sintió el golpe, pero de ahí, no llegó a sentir nada más. Cayó, rendido, al suelo. Una herida se había abierto en él, un poco de sangre salía de su frente. Se encontraba inconsciente.

—Y más les vale no volver… nunca… más —a diferencia de la batalla original, esta había durado tan sólo un minuto.

Aterrados por el estado de su amo, simplemente lo levantaron y se lo llevaron de allí.

—Vaya, lo hiciste bastante bien… o mejor dicho, lo hicimos bastante bien.

—Sí… espera, ¿qué…? ¿Qué pasó? —el dolor de cabeza retornó a ella e impactó contra el suelo. La varita volvió a su estado normal.

—¡Star! ¿Estás bien?

—Marco…

El chico la cargó como pudo.

—Debo llevarte a casa, pronto.

—Perdóname, no quise… tal vez… lo mejor sea que…

Marco silenció a Star con su dedo índice.

—Tranquila, está bien. Puedes quedarte con nosotros.

A pesar de sentirse tan extrañamente débil, alcanzó a esbozar una sonrisa.

—¿En serio?

—¡Sí! Eso fue increíble, ¿esos monstruos seguirán atacándonos?

Sólo si tienen el valor…

Probablemente.

—¡Genial! Por fin, cosas nuevas y riesgosas en mi vida.

—Ya lo creo.

—Sólo recuerdame no hacerte enojar —rio nervioso. Ella rio también.

—Claro, te lo recordaré —y con esfuerzo, Marco se llevó a Star entre sus brazos.

—The way has started…

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El tiempo siguió su curso. Las aventuras entre Star y Marco no tardaron en comenzar.

Pasaron una noche agradable junto a la amiga de Star, Ponyhead, quien resultó que iría a Santa O' por su comportamiento rebelde.

Convirtió a la maestra Calavera en un troll, claramente por accidente. Sapotoro los vigilaba, y vio que era una excelente oportunidad para atacar, sin embargo, Ludo seguía recuperándose del fuerte golpe, casi mortal, que recibió por parte de la princesa. Los acusó de inútiles por no haberlo defendido, aunque en el fondo agradecía que, gracias a ellos, siguiera con vida.

Otro día, había un juego programado por la escuela para luchar contra los famosos “Guerreros”, término claramente mal entendido por parte de Star. Nos enfocaremos un poco en este día.

—Bueno, está claro que no podremos contra ellos, pero al menos harán el intento —apoyó Marco viendo al equipo entrenar desde las gradas.

—Será una fuerte batalla campal —declaró la maestra Calavera.

El dolor que Star no había sentido hace pocos días, reapareció. Su mano derecha se posicionó en su cabeza de inmediato.

¿Oíste eso? Batalla campal. Seguramente habrá una gran pelea, ¡es tu oportunidad de enseñar que sirves para algo y apoyar al equipo! ¿O piensas defraudar a tu amigo una vez más? —la voz se rio.

—¡No! ¡Tienes razón! Debo hacer algo para que salgamos victoriosos en esta batalla —el dolor se fue para su suerte. Miró a Marco quien no se percató de lo sucedido con ella—. ¡Hey, Marco! —este la miró—. Hay que hacer algo para derrotarlos.

—Bueno —se rascó la nuca—… entonces tendrás que entrar al comité deportivo. Ellos son persistentes cuando se trata de apoyar al equipo.

—¡Excelente! Entonces vayamos, ¡hay que ir por unas cosas!

—Aunque suene divertido, mejor ve tu sola.

—¡Vale! ¡Adiós!

Star se dirigió hacia el comité, pero antes se topó con una vitrina, donde se veían a los jugadores de football. Creyendo aún que se trataba de una batalla a muerte, pensaba en la vidas que se perderían ese día.

—Tengo que ayudarlos, no puedo permitir que otra vida más se pierda…

Ahí se encontró a Marco, quien le dio unos cuantos consejos para el juego. Claramente los malintrepretó.

Al llegar, comenzó a cuestionar las medidas y los planes para el combate mortal que se daría en el campo. Britney le contó, sin embargo, Star se ruborizó al ver lo que traían entre manos (siendo este un baile atrevido con las caderas). Decepcionada, les dijo que ella tenía mejores formas de atacar, a lo que la líder le replicó diciendo que nadie le iba a decir qué métodos seguir. A lo cual, Britney sacó de inmediato a Star del comité. La migraña visitó a Star nuevamente.

—¡Qué niña tan insolente! ¡¿Es tan ciega como para no ver que por su culpa todos morirán?! ¡Aparte no tiene el derecho de hablarnos así! Debes mostrarle quien manda. ¿O acaso te dejarás influenciar por una cualquiera? Eso sería indigno de ti, una decepción.

Decepción, una dura palabra que enfurecía a Star. La princesa vio a Britney directamente a los ojos y, de manera autoritaria, declaró.

—No me importan tus métodos sin sentido, haré que ganemos la batalla sin tu ayuda inservible. Así que será mejor que sean ustedes quienes se quiten de mi camino…

—¡No sabes lo que dices! Esto no es Mewni, chica rara —luego la ignoró y se dirigió con su equipo.

¡Llegará el día en que se arrepienta! No sabe en lo que se mete…

—Definitivamente, lidia con un poder superior… —pensó la princesa, dando la vuelta mientras pensaba en la mejor manera de hacerle frente a los Guerreros.

Reunió todo lo necesario: animales para convertirlos en furiosas bestias, algunas cosas explosivas y trampas mágicas letales. Todo estaba listo para el inicio de la batalla campal.

Ya en pleno día, Star colocó todo en su lugar.

—Tu plan rendirá frutos, esta destrucción será beneficiosa para el equipo… y para mí.

—¿Eh?

—Será mejor irnos preparando, no puedes defraudar a nadie en esta noche.

—Prepararé mi equipo de combate…

Llegada la noche, Star se reunió con Marco y comenzó a explicarle su plan. Esta, dominada por la exaltación y la emoción de la batalla, le explicó lo que había hecho para ganar. Este, alarmado, inició a explicar lo que pasaba en verdad. Star llegó a comprenderlo.

—Oh…

Bueno, lo arruinaste de nuevo.

—¡Fuiste tú quien me incitó!

—Y tú quien me escuchó, pero no lo haces tan mal, sigues tus instintos, tal y como fue el trato. Tendrás que resolver esto por ti misma, sirve para algo por una vez.

La voz no reapareció esa noche.

Star se las arregló junto con Marco para resolver el caos, para su suerte, lograron contrarrestar todo lo sucedido. Por otro lado, la rubia se preguntaba el por qué se sentía tan raramente extasiada de haber visto a los Guerreros caer y salir lastimados. Ya no le dio importancia y dejó fluir la noche.

Al menos, el equipo contrario abandonó y ganaron las zarigüeyas, eso hizo que el desánimo la dejara y pudiera estar bien consigo misma, al final de cuentas, lo que hizo sí sirvió de algo. Luego miró a Britney con una mirada triunfante.

Sabía que lo lograría...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Hubo un día en el que Marco también participaría en un torneo en contra de su mayor contrincante, un pequeño niño verdaderamente irritante. Simulando ser el mejor, sobrepasó sus límites tratando de romper tres tablas de madera, sin embargo, lo único que terminó rompiendo fue su brazo. En medio de la desesperación, le pidió a Star que le ayudase a reparar su brazo, algo que sale realmente catastrófico: un brazo monstruo había reemplazado la extremidad de Marco.

Luego de un día agitado, Star trató de repararlo, pero sus esfuerzos eran en vano. Marcó decidió dejarla sola para que siguiese intentando.

Fue en ese momento que la migraña hizo presencia.

¿Es necesario tanto dolor cuándo apareces? —reclamó Star enfadada en sus pensamientos.

—Es una señal, Star. Tal vez no lo comprendas ahora, pero sabrás en su momento lo que significa. Así que, ¿tratando inutilemente de arreglar un brazo monstruo? No me sorprendería viniendo de la novata, la incapaz.

—¡Deja de insultarme! ¡Hago cuanto puedo! Y no me importa desvelarme toda la noche, ¡repararé su brazo!

—Más te vale hacerlo, he visto ese brazo. Es maligno, lo sé.

—¿A qué te refieres? —cuestionó asustada.

—Debemos revertirlo ahora o nunca. Aunque claro, a este ritmo jamás lo lograremos. ¡Eres Star Butterfly! ¡Demuestra de una vez que todos estaban equivocados respecto a ti! No puedes seguir así.

—¿Y qué pretendes que haga?

—Determinarte a lograrlo de una maldita vez, ¡haz algo bien por una miserable vez! ¡Siempre siendo tan descuidada! Tu despreocupación terminará dejándote vulnerable, debes dejar de subestimarte a ti misma, de eso me encargo yo. Así que, ¿piensas arreglarlo o terminar siendo un cero a la izquierda? ¡¿Eh?!

—Yo lo lograré —el odio hacia la voz envolvió a Star, llenándose de determinación. Agarró firmemente la varita y, sin titubear, mencionó el hechizo correctamente al tercer intento. Extasiada, agarró la maceta donde hacía la prueba—. Lo… lo hice, ¡lo hice! —llena de alegría, fue con Marco. Afortunadamente, llegó a tiempo, antes de que el brazo dominara al karateka. Esta vez, no hubo un monstruo en pleno combate ni tampoco una Star desvelada.

En cama, miró hacia los cielos.

—Gracias, Diego. Esta voz en mi cabeza me está ayudando a progresar demasiado. En verdad te debo una —y esa noche, durmió con una sonrisa.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Gustav, un estudiante de intercambio, vino de vuelta para visitar a los Díaz. Sin embargo, esto afectó a Star, pues desde su llegada, la hacían a un lado. Además, veía comportamientos muy extraños en el inesperado invitado.

Llevaba horas espiándolo, encontró varias cosas discordantes con él. Al final, le contó a Marco y este sencillamente dedujo que estaba celosa. Star lo dejó ir y al estar sola, la voz le habló.

Parece que te acostumbras al dolor. ¿Y qué esperas? ¿Alguna invitación? Gustav devorará a tus amigos, ¿le dejarás salirse con la suya? A menos, claro, que no puedas salvarlos por tu incompetencia.

—Nadie va a tocar a mi familia —la varita tomó un color grisáceo y la gema se enrojeció de nueva cuenta.

Con habilidad y esfuerzo, desvió a los Díaz del “Monte Desolado” y ella misma fue a confrontar al "escandinavo". Este se encontraba en aquel monte con un hacha y una sonrisa maliciosa. Star se encaminó hacia él con una mirada sombría. No salió de sorpresa, por lo que no salió asustado corriendo.

—Nadie toca a mis amigos, Gustav.

—¡¿Qué?! —volteó confundido hacia la chica—. ¿De qué hablas?

—Te quiere distraer, únicamente terminalo de una vez. Sabrá lo que es afrontar a personas más allá de su nivel, ¿quién se cree para mandarnos a encargarnos de nuestros propios asuntos? Tus asuntos eran tus amigos, Star, y él planeaba acabar con ellos, o al menos, es lo que has deducido. Devuélvele el favor.

—Te ibas a comer a los Díaz, y eso yo no se lo perdonaré a nadie —apuntó su varita hacia él. Gustav ahora se arrepentía de siquiera haberle dirigido la palabra. La locura y la falta de cordura provocada por el espionaje que realizó, hizo que Star se viera realmente decidida a exterminarlo.

—¡Espera! ¡Las cosas no son cómo parecen! ¡Déjame explicarte!

—¿Y qué me piensas explicar? ¿Tú plan malévolo para engordarlos y luego comerlos? Me das asco —la varita inició a brillar.

¡Está demente! —pensó Gustav antes de irse corriendo.

—Un tiro bastará… hazlo.

¡Ataque de corazón fragmentado! —corazones partidos y filosos de colores rojos y negros, salieron disparados de la varita, rasguñando las piernas de Gustav, impidiendo su caminar.

Star se acercó a él y le apuntó con su varita. Sin embargo, este empezó a sollozar, tratando de explicar la situación. Soltó de inmediato sus verdaderas causas por las cuales había regresado con los Díaz. Una inmensa culpa invadió a Star.

—Los errores ocurren, pero oye, tu magia se vuelve más potente y precisa, si sigues así, ¡podrás demostrarles a todos quien vale!

—Es cierto, gracias.

Usando unos hechizos, curó como pudo al invitado y todo transcurrió con normalidad, aunque primero pidió muchas disculpas. Ya entre ambos acordaron no contar el secreto de ninguno.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

—A veces el amor puede llegar a doler hasta el fondo de nuestro ser, Star. Es por eso que la frustración y la tristeza debes usarlas a tu favor.

—¿Y cómo hago eso? —una entristecida princesa veía el celular de Marco una y otra vez, como si esperara algo de manera impaciente.

Deja que yo me encargue, ya verás como resultará todo esto. Estaremos llenas de poder, los monstruos a penas y serán un problema.

—Bueno, has lo que debas. Eres el obsequio de Diego, para eso te necesito… aunque siga sin saber quien eres…

—Lo sabrás, Star… lo sabrás.

Marco veía el descontento de su amiga, así que usando su varita, atrajo a algunos monstruos para que los combatiera. Su plan fue un rotundo éxito, solamente que no esperaba demasiados. Star salió para saber lo que ocurría.

—¿Pero qué… ?

—¡Pagarás caro por la cicatriz, Star! —reclamó Ludo viendo a la princesa con cierta furia.

—¡Ludo, hoy no estoy de humor!

O tal vez sí lo estés… —Star sintió un sentimiento de profunda tristeza recorrerla. Comenzó a llorar y a sentirse frustrada.

—¿Qué haces? ¿Por qué me siento tan triste? —sus ojos parecían ríos.

—Trato de centrarte…

—¿Centrarme?

—Tú sólo observa…

—¡Está vulnerable! ¡Vayan por la varita!

—¡Star! ¿Qué sucede? —corrió el castaño hacia donde estaba.

—¡No lo sé! —sollozó—. ¡Me siento frustrada, culpable! ¡Pésimo!

—Tranquila, yo te cubriré —se posicionó frente a ella en posición de combate.

Déjalo fluir. Las emociones y los sentimientos son un factor importante a la hora de un combate. Debes llenarte de furia para combatir, valor para no caer y dejar pasar las tristezas y las culpas. Tienes que fluir, Star.

—Debo —Marco atacaba como podía, pero eran demasiados monstruos. Rodearon a Star, parecía ser el fin—… fluir —la varita se volvió totalmente oscura, dejando ver una gema roja cual sangre.

Los monstruos se asombraron ante esto y Ludo fue el primero en reaccionar.

—¡Cubranme! —Sapotoro lo envolvió entre sus brazos.

—Enjambre de abejas venenosas —alzó la varita y varias abejas salieron disparadas hacia los monstruos. Al ser picados, de inmediato cayeron desmayados, Star perdió todas sus fuerzas y también cayó. Marcó fue tras ella, asustado, llevándosela a su cuarto.

Este poder tan inmenso debes aprender a controlarlo mejor.

—Eso… fue increíble.

—No molestarán en un tiempo.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

De esta manera, Star Butterfly fue incrementando su poder, con cada batalla, aquella chica misteriosa siempre le daba un apoyo, apoyo el cual parecía reforzar su magia cada vez más. Diego la observaba de lejos, una vez fue a Mewni y pudo ver como combatía un dragon de varias cabezas sin esfuerzo alguno.

—Sí… continúa así. Todos tus problemas desaparecerán.

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