Conociendo al anticristo

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Me levanté a las cuatro de la mañana, odiaba volver a mi vida normal...

Después de darme una buena ducha de agua helada y un buen golpe de nalgas por pendejo estaba listo para irme a trabajar.

Bese la frente de mi hermano para despedirme, el chico se revolvió un poco en su cama para despertar.

—Beck —dijo confundido.

—Perdón no quería despertarte —contesté arropándolo— te veo en la tarde, el monitor esta prendido de acuerdo.

Medio adormilado se volvió acomodar.

—Suerte —murmuró— te va a ir bien solo no te comas todo el pan.

Sonreí, mi debilidad era el pan así que esperaba no terminar con media pastelería en mi primer turno.

Llegue temprano a la panadería que estaba muy cerca de mi casa, si ocurría algo podía llegar en minutos.

Al llegar ahí estaba Eliot con un cigarrillo en la boca, con miles de chaquetas abrigándolo, en cuanto a mi solo tenía una.

—¿Hay alguien debajo de toda esa ropa? —me burlé.

—Que gracioso —contestó apagando su cigarrillo— vamos que si no mi padre se enoja.

Entramos a la panadería, el lugar era lindo y estaba caliente por lo que la sudadera no era necesaria.

Al llegar ahí estaba su padre junto con otro ayudante más.

—Buenos días Beck —saludó su padre.

—Buenos días —contesté a su saludo.

—¿Has trabajado en alguna pastelería? —me preguntó él.

—No, pero una vez hice un pastel —comenté.

—¿Y qué tal? —preguntó Eliot.

—Incendie la cocina —contesté no muy orgulloso.

Ellos se rieron pero al ver que no era broma prosiguieron con la explicación.

No era muy difícil, colocar los panes congelados en la bandeja, poner mantequilla y al horno... lo difícil era sacarlos del horno sin querérmelos comer.

Después de dos horas había terminado con mi labor.

—Venga chicos no se me van sin desayunar —dijo Grant el padre de Eliot.

Nos dió un par de emparedados con jugo recién hecho, los tome inseguro.

—Viene incluido en tu trabajo —ánimo.

—También puedes quedarte con todo el pan que quede después de las seis —comentó Eliot tomando un par de donas.

—Así es, y tú deja eso que te lo descuento de tu paga —regaño.

—Por mí está bien, no me pagas —señaló tomando un bolillo.

Salimos de la panadería para irnos a la escuela, parándonos cada que nos encontrábamos a un perro para que Eliot lo alimentara con bolillos.

—Llegaremos tarde —gruñi.

—Saber cual es la derivada de un número nunca salvo a nadie, en cambio alimentar a este perrito si —contestó tirándole otro pedacito de pan— velo es hermoso.

Miré al pobre perro que de hermoso no daba una, no lo culpo si en vez de humanos fuéramos perros yo sería ese perro, alimentado de vez en cuando por caridad.

Negué con la cabeza para levantarlo del suelo donde estaba hincado y empujarlo para que siguiera adelante, el castaño se volteó para despedirse con la mano.

—No pareces del tipo que a estado en la correccional —me burlé.

—Tu si —aseguró— ¿Qué te pasó en la cara?

—Te importa una mierda —gruñi.

—Pensé que ya habíamos pasado por eso —se quejó.

—Porque me conseguiste trabajo —resalté arqueando la ceja— eso no nos hace amigos, yo no tengo amigos.

—Ya, los chicos rudos no tienen amigos verdad —se burló.

—No, los chicos como yo no tienen amigos —asegure— tú te puedes ir con tu novio a golpear niños de primero tomados de la mano.

—Así que ahora me ofenderás por mi orientación sexual, vaya podía creerme todo de ti excepto que fueras homofobico —se cruzó de brazos.

Me giré para mirarle arqueando la ceja.

—¿Eres Gay? —pregunté confundido

Él asintió al igual de confundido que yo.

—¿Y Jason es...

—No, mi novio no es con lo poco que me a dicho de él apenas y se su nombre —explicó.

Asentí para restarle importancia.

—Espera estás conmigo porque me quieres coger —me giré para verle.

—Que sea gay no significa que te quiera coger —aseguró— además ni que estuvieras tan bueno.

—Miéntete cuanto quieras —guiñe— yo te pongo.

Negó con la cabeza poniendo los ojos en blanco, seguimos nuestro camino hasta llegar a la escuela.

El pequeño pomerania ahí estaba extendiendo la mano para que le dieran el dinero, sin titubear le dieron sus pertenencias y almuerzos.

El castaño claro se acercó para tendernos los desayunos.

—Pensé que nos esperarías —reclamó Eliot.

Jason sonrió para contar el dinero y repartirlo.

—Tu lo quitas es tuyo —aclare dándole el dinero— pero me quedo con el desayuno.

—No hacemos así las cosas —se apresuró Eliot— piénsalo tú le quitabas el dinero a tres chicos por día, con nosotros lo triplicas.

Negué con la cabeza.

—Con su estupido método solo los terminaran atrapando —expliqué.

—¿Y? —dijo Eliot irónico.

—En estos momentos no tengo interés de que me expulsen por sus pendejadas —asegure dándome vuelta para irme.

Al llegar iba el pequeño Tristan caminado, su coordinación era nula así que una pequeña metida de pie y cayó de frente.

Me giré para verle, me veía molesto.

Le di mi hermosa sonrisa para levantar mis dedos de en medio.

Sentí una mano, una oleada de nervios recorrió mi cuerpo pero al girarlo lo vi.

—Ah es usted —me calmé— entrenador.

—Un gustó verte Beck, seguimos esto en mi oficina —dijo apartándome.

Me llevo hasta su "oficina" que era no más que un pequeño cuarto con olor a sudor.

—La respuesta aún es no —me adelanté.

—He visto tu gancho derecho en muchos de mis chicos —señaló— serias un buen elemento para el equipo de box.

—Wow que emoción ganarme una contusión —me burle.

—Te enseñaría a evadir los golpes que por lo que veo no haces muy bien —dijo empujando mi mentón para ver la herida— tienes un don, no te gustaría hacer algo bueno con tu vida.

Odiaba cuando me decían cosas así, lo único bueno de mi vida era mi hermano... algo que había hecho bien.

—No, sigo prefiriendo ser una escoria —sonreí para acércame a la puerta.

—Si no lo haces te reportaré por acoso contra el joven Tristan —aclaro, se sentía tan inteligente.

—¿Usted me vió tirarlo? —pregunté serio— me vió empujarlo, mis manos alguna vez lo tocaron.

Suspiró, yo sabía hacer bien mi trabajo.

—Pude ver la seña que hiciste —continuó.

—El me miró feo, hasta donde se yo solo me defendí —contesté parándome en la puerta para abrirle la puerta— pero adelante vaya, lleve a Tristan con el director para que le diga si alguna vez le hice algo.

Claro que no lo haría, el chico me tenía tanto miedo que no hablaría.

—Vete de aquí Beck, ganaste por hoy pero pelearas para mi —insistió.

Salí de ahí, mi gustaba su entusiasmo pero no sería su perra.

Las clases eran tan aburridas, venía porque me obligaban según la ley... yo nunca iría a la universidad, al terminar buscaría un empleo para poder mejorar la calidad de vida de mi hermano, para que así viviera un poco mejor.

Durante mi tiempo libre desayunaba una especie de pata con queso, a quien le hubieran cocinado esto se perdía de un buen desayuno.

Recibí un mensaje de mi hermano, había dejado de ir a la escuela hace ya tres años, no tenía muchos amigos en la escuela y quedarse en casa solo lo hacía sentirse más solo, no perdía oportunidad de enviarme sus memes.

Uno tan bueno que no pude evitar reírme.

—Wow viste eso, Beck Jones riendo —se burló Eliot —se esta acabando el mundo acaso.

Miré a Eliot y mi sonrisa se desvaneció, levanté el dedo de en medio a manera de respuesta.

—Que quieres —gruñi.

Ellos se sentaron la mesa para darme otro bonche de dinero.

—Tu parte —señaló Eliot.

—No —dije lanzándole el dinero.

Jason lo tomó y me lo volvió a lanzar golpeándome en la cara con él, me señaló molesto.

No hablaba pero era fácil entender a lo que se refería.

—Es tu comisión —reiteró Eliot.

—Es caridad —gruñi— no sé que sepan de mi o que hayan escuchado pero no quiero su lastima.

Ambos se miraron entre sí, era demasiada amabilidad de ambos.

—Sabemos que tú madre es una perra —explicó Eli— pero esto no es caridad, velo como si fuera tú comisión.

—¿Comisión? —pregunté inseguro.

—Olvidaba que eres un pendejo —dijo poniendo los ojos en blanco— es como si trabajáramos para ti, una parte de lo nuestro es tuyo por dejarnos trabajar en tu propiedad.

—¿Por qué? —pregunté— no soy su puto rey y la escuela no es mía, por mi pueden hacer lo que se les venga en gana.

Me levante molesto, los niños fastidiaban demasiado.

—No soy su puto acto benéfico del año —gruñi para irme.

Termine mis clases para regresar a la panadería, llegué antes que Eliot así que me puse a trabajar.

Grant me mantuvo atendiendo clientes, no se porque, nunca fui bueno hablando con las persona.

Eliot llegó para verme en el mostrador comiendo un bolillo que se me había caído al suelo.

—No esperaba verte aquí —dijo él.

—No voy a renunciar porque me tengan hasta los cojones —gruñi.

Él suspiró para ponerse el delantal, se sentó a mi lado esperando a las personas para atenderlas.

—¿Qué te han dicho... de mi madre? —pregunté desanimado.

—Que es una perra, con esas palabras no se porque lo es y realmente no me importa —contestó.

Asentí, no era difícil saber porque era una perra.

—¿Y... de mi? —me aventuré a preguntar.

Él me miró y me dió una media sonrisa.

—Que acabas de salir de tu tercera condena, que eres un idiota, no eres muy sociable y que tienes un buen gancho —contestó animado.

No se equivocaba en nada.

—Sabes cuatro cosas más de las que yo sé de ti —me quejé— algo injusto no crees.

Él suspiró para negar, sabía tal vez más cosas que él.

1.- Era el hijo del panadero
2.- Se había mudado
3.- Había estado en la correccional
4.- Era gay
5.- Era un gran pendejo

—Estuve en la correccional seis meses por vender drogas, al salir mi madre se preocupó de que los hombres para los que trabajaba cobrarán venganza o algo por el estilo así que me mando aquí —confesó— no quiero que eso me defina como persona, quiero ser mejor.

Asentí, tenía razón... odiaba que me señalaran como el chico problema, un futuro "delincuente".

—Para querer ser mejor no lo estás logrando golpeando niños —me burlé.

—Voy paso a paso de acuerdo —me calmó.

Negué divertido, no era tan Bueno ni tan malo.

—Dijiste que personas como tú no pueden tener amigos, creo que te equivocas —comentó— si me das la oportunidad te lo probaré.

—¿Quieres ser mi amigo? —pregunté confundido.

Él asintió sonriendo, vaya que era un pendejo.

—¿Por que? —pregunté confundido— no ganas nada con serlo más que posibles problemas y soportar mi mal humor.

Él levantó los hombros como respuesta.

—Todos necesitamos amigos —sonrió.

Suspiré, me había dado trabajo ahora no podía negarme.

—Bien, aunque yo sé tus sucias intenciones —le miré— aléjate de mi culito.

Me miró molesto, estaba por decir algo cuando llegaron más clientes.

Al final de mi turno me lleve los panes de la mañana que habían quedado, estaba seguro de que engordaría un par de kilos con este trabajo.

Llegue a casa, estaba realmente cansado por levantarme temprano.

—¿Cómo te fue? —preguntó mi hermano ansioso por saber.

—Bien —suspiré para tirarme en el sofá— me levantas para la cena.

No dije más para caer en los brazos de morpheo o como decía mi hermano caer en coma pues era casi imposible despertarme.

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