El día que el diablo murió

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El día que mi madre murió... no fue como yo esperaba, me lo había imaginado mil veces, siempre de miles de formas diferentes, siempre pensando que sería el mejor día de mi vida... pero no fue como creí que sería.

Una vez más una terrible noche, entre la fiebre y los dolores apenas y habíamos podido dormir.

Había faltado al trabajo para al menos descansar un poco.

—Ya no te puedo dar otro analgésico Cas —dije acariciando su mejilla.

—Por favor —pidió adolorido— me duele mucho.

—Yo sé que si, pero ya sobrepasaste el límite y es la última dosis que tenemos —expliqué cargándolo como cuando era pequeño.

Mi hermanito me miró agotado para asentir.

—Te llevaré al hospital si...

—No, no más hospitales —se quejó.

Suspiré para abrazarlo y darle mimos para ver si eso ayudaba, no mucho pero al menos lo haría sentir más tranquilo.

Eli entró con lo que le había pedido.

—Tranquilo amigo te sentirás mejor con esto —sonrió Eli.

—Sabes leí que los perros...

—No traeremos a Karaken aquí —negué.

Mi hermano gruñó, lo ayude a sentarse para darle un pedacito del brownie.

—Venga te sentirás mejor —lo animé.

—No me gusta, sabe feo...

—A la próxima te preparo uno en pastel de zanahoria te parece —lo calmó Eli.

Cas suspiró para asentir, odiaba tener que drogar a mi hermano sin embargo no había otra forma para quitar su dolor.

Mi hermanito comió el pedazo de brownie de marihuana hechos por Eliot para que se sintiera mejor, después de un rato por fin se calmó.

Rita llegó para cuidar de mi hermano, se había quedado dormido por fin.

—Venga llegarás tarde —ordenó.

—No planeo ir, no quiero dejarlo así —gruñi.

—Linda me dijo que si faltas una vez más y no está justificada te rebocaran tu libertad condicional y sabes lo que eso significa— me miró sería.

—Pues hazme una nota de que estoy enfermo —insistí molesto.

—A mi ya no me aceptan tus recetas —señaló— así que ve y te veo en la tarde.

Bufé para despedirme de mi hermanito y salir con Eli.

—Gracias por los brownies —agradecí

—Oh no hay de que, todo por mi niño—asintió.

—¿Qué hiciste con todos los demás brownis? —le pregunté.

—Los dejé en el horno —mencionó.

—En el de tu casa verdad —me detuve.

El chico se paró en seco.

—Mierda ahora si me van a despedir —dijo corriendo para volver a casa.

Iba a ser hombre muerto, me fui caminando para ver a un rubio caer en el suelo recogiendo sus cosas.

No pude evitar reírme al verlo, el chico se giró para verme.

—Así que tu hermana sigue siendo la ruda en la familia —exclamé riendo.

—Y eso que no conoces a las otras dos —suspiró abrumado— a veces solo quisiera ser hijo único.

Asentí, yo también... hubiera deseado ser hijo único... deseado que no pasara por este dolor.

—Da gracias que al menos están bien —susurré entre mi.

El chico me miró, siempre con esos ojos llenos de inocencia... él no sabía la crueldad de la vida.

—¿Cómo está Casper? —me preguntó nervioso.

—Tiene días buenos y malos —contesté cansado —más malos que bueno.

—Lo siento —se disculpó inconscientemente.

—No es tu culpa —contesté abrumado.

—No es culpa de nadie —me aseguro.

Pero si lo era... yo había pedido un hermanito.

—¿Tu hermana sigue igual de sexy? —pregunté cambiando de tema.

—Si, también sigue teniendo un buen gancho derecho —contestó riendo.

Toque mi mandíbula instintivamente recordando el buen putazo que me había metido.

Un momento de nostalgia nos llegó hablando de los viejos tiempos cuando la vida era fácil, pero llegamos y no podía darme esas libertades de ser amigos en público.

—¿Qué? —preguntó confundido cuando nos detuvimos.

—Lo siento —dije con una sonrisa torpe.

Lo empuje con fuerza lo que lo hizo golpearse con fuerza en el suelo... me había pasado un poco.

Todo mi día había sido igual, pelearme con algunos, ver como el enano de Tristan trataba de bajarme al novio y claro huir del imbecil de Grinch.

Había terminado agotado las clases y aún tenía que trabajar, llegué a la panadería con Eli siendo recibido por Kraken.

Las tardes aquí eran muy tranquilas, el aroma a pan y el aire caliente me hizo quedarme dormido, desperté por el ruido de la caja registradora.

—Que tenga un buen día —sonrió Gran feliz.

—Lo siento —susurré mirándole.

—Beck ve a casa —me dijo él— duerme un poco más.

—No, no —insistí— me pondré a trabajar.

—Has tiendo semanas difíciles —me dijo quitándome la cobija que me habían puesto y darme una bolsa con el pastel de mi hermano— además no eres el único.

El hombre miró adentro para que viera a su hijo dormido junto con Kraken.

—Ve de acuerdo, descansa un poco y te veré mañana —me animó.

No objete por que si estaba cansado, al llegar a casa ahí estaba mi hermanito en el sofá, durmiendo con ese rostro un poco fruncido por el dolor.

Besé su frente a lo que despertó de inmediato.

—Perdón —dije acariciando su mejilla.

Mi hermanito negó para atraerme a él.

—Acuéstate conmigo si —pidió cansado.

Asenti para recostarme a su lado, mi hermanito hundió su cabeza en mi pecho para presionar mi mano.

—Te ves agotado —mencionó.

—Estoy bien —lo calmé— ¿Cómo te sientes?

—Me duele... un poco —afirmó— pero no te preocupes.

Asentí, mi hermanito se acurruco un poco más en mi.

Rita nos arropó para irse pues tenía más trabajo.

Mientras intentaba dormir la puerta se abrió de un portazo, me desperté viéndola entrar con la botella en la mano.

Mire a mi hermano que se había quejado un poco pero por suerte estaba aún dormido.

—Puedes guardar silencio lo vas a despertar —ordene.

—¡No me digas que hacer bastardo! —exclamó tomando más alcohol.

—Zorra —me queje.

Mi madre subió a su habitación para encerrarse y ahogarse en alcohol.

Mi hermanito se quejó un poco, suspiré para arrullarlo y que se calmara, nos quedamos dormidos.

Desperté por la voz de mi hermano y ese peñizco en mi hombro.

—Beck me duele —dijo entre lágrimas— haz que pare por favor... Beck.

—Tranquilo si, tranquilo —lo cargue para calmarlo.

Mi hermano empezó a llorar por el dolor, un dolor que le recorría todo el cuerpo.

Miré la hora, aún no podía darle otra dosis pues sería demasiado, pero no soportaba verlo así.

—Respira y se te va a pasar —lo calmé.

—Es que nunca para Beck —dijo entre lágrimas— nunca para y ya no aguanto, me quiero morir...

—No digas eso si —pedi abrazándolo— no digas eso.

—Ya no aguantó Beck —lloró más— ayúdame.

Suspiré para ir por su medicina... pero no estaba, la busqué y la busqué y no estaba por ningún lado, incluso había llamado a Rita pero había asegurado que la habían dejado ahí .

—Vamos come un poco —tuve que recurrir al brownie.

—No, mi medicina —rogó con su carita hinchada por llorar.

—No puedo dártela ahora si —tuve que mentir.

—Por favor —pidió.

—Esto te ayudará más si, confía en mi —pedi.

Mi hermano me miró con tristeza para comer el pedacito de brownie.

Lo cargue en lo que le hacía efecto y entre lágrimas por fin se quedó dormido, lo dejé en el sofá para ir a buscar la medicina que sabía bien donde estaba.

Subí las escaleras para llegar al segundo piso... lugar al que nunca subía porque me traía malos recuerdos.

Ahí con la música en alto estaba mi madre en su cama bebiendo alcohol a más no poder.

—¡Que haces aquí mierda! —me gritó.

—¿Donde está la medicina de Cas? —pregunté molesto.

—No lo sé —contestó tomando un trago de alcohol.

—¡Mierda está muriendo de dolor no es un puto juego! —le grité.

—Pues que se muera —dijo con odio en su voz.

Me había dicho muchas cosas en esta vida... pero escucharla decir eso de su boca me hirvió la sangre.

Tomé lo primero que encontré para lanzarlo a su lado lo que la hizo enojar.

—¡Largo! —me grito— ¡lárgate de mi vida maldita escoria, todo hubiera sido mejor si no hubieras nacido!

—Y eso de quien fue culpa maldita zorra, si hubieras mantenido las piernas cerradas todos seríamos felices —le grité molesto.

Ella sonrió con desagrado y asco, un profundo asco.

—Te crees mejor que yo pero te dire una cosa eres igual a mi —dijo con repudio.

—Que me prostituyeras por drogas no me hace igual a ti —dije con odio.

—Todos hacemos lo que podemos para sobrevivir —dijo sin descaro alguno.

Respire para calmarme, no iba a llegar a ningún lado y yo solo quería las malditas pastillas.

—Donde está la medicina de mi hermano —ordené.

—No la tengo —respondió con una sonrisa burlona.

Me puse a buscar entre sus cosas apesar de sus golpes y gritos, entré al baño para buscar tras el espejo y lo encontré... el maldito frasco vacío.

—¡Que mierda te pasa! —grité herido— es la medicina de tu hijo.

—Yo la necesitaba más que el —dijo riendo— para soportar la miseria que vivo.

—La miseria que vives —reproche asqueado— eres una hija de puta que solo ve por sí misma.

—Es tu cul...

—¡No, no es mi culpa! —le grité y por fin lo entendí— no es mi culpa, no es mi culpa nacer con una madre negligente, tampoco lo fue nacer enfermo por la mierda que te tomaste al embarazarte... no fue mi culpa permitir que esas personas... me violaran —le reproche furioso —¡fue tuya!

—Oh Beck pero si tú los seducías, si fue tu culpa yo solo me aproveché de...

—¡Tenía seis años! —le grité.

Mi madre me miró con asco para solo levantar los hombros y reírse.

—Ya me canse —afirmé.

—Y que harás al respecto —dijo burlona.

—Llamaré a Linda —asentí— cualquier cosa será mejor que seguir viviendo contigo.

Me di vuelta para tomar mi teléfono, estaba agotado ya no podía seguir así...

—Tu no irás a ningún lado tú me perteneces...

La mujer lanzó el golpe con botella que se estrelló en mi espalda, me giré para apartarla de mi y fue cuando sucedió, los litros de alcohol y opioides le hizo perder el equilibrio para caer y golpearse la cabeza con la bañera.

Aquella sangre comenzó a brotar de su cabeza sin detenerse...

—Jessica —la llamé— mamá...

Me acerqué mientras la sangre brotaba para checar su pulso, no había.

Me miré las manos llenas de sangre para sentarme y empezarme a reír.

—Así tenias que morir verdad... jodiendome la vida —reclame.

Me quedé inmóvil sin saber que hacer, podía llamarle a Linda y explicarle lo qué pasó, pero durante las investigaciones me mandarían a la cárcel otra vez y no podía dejar a mi Cas solo.

Llamar a la policía no era opción, había entendido ya que no estaban de mi lado... yo estaba solo.

Así que solo pensé en una opción, me levanté y lavé mis manos para cambiarme de ropa.

Tenía que ocultar su cuerpo pero yo... yo soy muy estupido como para saber dónde así que recorrí a la única persona que me creería.

Dejé a mi hermano dormido esperando no pasara nada para salir corriendo y llegar a su casa, esa que conocía bien, la bandera verde que me indicaba donde estaba ahora se encontraba en el zotano... Perfecto para mi.

Bajé por la pequeña ventana para resbalarme y golpearme toda la madre contra el piso.

—¡Beck cállate! —exclamó, me quede un momento en el suelo pues me había metido otro gran putazo —ya te habías tardado.

Me levante medio atontado por el golpe y los nervios al mil para mirarle.

—Necesito tu ayuda —pedí desesperado.

—¿Estás bien?, ¿Qué necesitas? —preguntó confundido.

—Que me ayudes a desaparecer un cuerpo...

Fue ahí donde nuestra historia inició.







Continúa en The Name Of My Killer...



Bueno oficialmente aquí hemos acabado esta historia, después de tanto tiempo por fin concluimos.

Aunque si este es el final pues continúa en The Name Of My Killer publicaré otros 3 capítulos especiales relacionados a la historia 🥰

Gracias por todo su apoyo, de verdad lo aprecio mucho.

Les dejo aquí un Beck chiquito para concluir

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro