La culpa es de Lilith

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Desperté por el golpe de agua en mi rostro, frente a mi estaba mi hermano con media sonrisa.

—No despertabas —se excusó— y me dijiste que te despertara para cenar, tome medidas extremas.

—No te hagas deseabas hacerlo —reclamé.

Mi hermano sonrió divertido.

—No te diré que no —confesó con un guiño travieso.

Negué con la cabeza para jalarlo hacia mi, lo abracé para mojarlo ya que me había empapado por completo.

—No espera —pidió riendo— espera.

Me encantaba verle reír, esos momentos eran cada vez menos.

Lo solté, para recibir su mirada con una sonrisa.

—Anda vamos a cambiarnos y a cenar —murmuré.

—Te hice la cena —sonrió orgulloso— no te dejare seguir comiendo cereal o pan dijo golpeando mi abdomen.

Negué con la cabeza divertido para levantarme.

Fui por un par de playeras para cambiarnos, al salir él ya estaba poniendo la mesa con dificultades, temblando con los platos para sentarse cansado.

Tome aire para tranquilizarme y no ponerme borde con él, atacarlo con mi sobreprotección como solía hacer.

Me acerqué para sobar su espalda y sentarme a su lado.

—Estoy bien —se adelantó mientras recuperaba el aire.

—Yo en cambio estoy harto de la escuela y llevo dos días —le cambie el tema.

Tome el emparedado de queso, cocinaba mejor que yo... todos lo hacían.

Empecé a contarle mi día tan aburrido pero el cual escuchaba con atención, ya no tenía mas libros que leer.

—Suena genial —dijo emocionado— tal vez pueda volver este año.

Le miré para darle una sonrisa y tomar su mano, sabía que no podía.

—Al menos un par de clases —insistió— o una clase de literatura en el centro.

Miré sin decirle nada, a veces nuestra mejor comunicación era el silencio.

—Olvídalo fue una idiotez, tu y yo sabemos que al único lugar al que voy es al cementerio en un ataúd y para eso no falta mucho —soltó mi mano para suspirar.

Le miré molesto, odiaba que hablara así y eso era culpa de mi madre, no dejaba de recordarle que pronto dejaría de ser una carga para nosotros.

Me levanté con el plato en mano para acercarme al lavadero y azotarlo con fuerza, rompiéndose de inmediato.

Me recargue en el lava platos molesto, mi hermano se acercó a mí inseguro.

—Lo siento, no quería lastimarte —se disculpó—es solo que me siento muy solo aquí, quisiera hacer más que solo leer libros y dormir.

Suspiré para girarme y abrazarlo, él correspondió al abrazo.

—No quiero que vuelvas hablar así —regañe.

—No volverá a pasar, lo siento —dijo una vez más.

Bese su frente, él me sonrió cansado.

—Me quedo contigo mañana y hacemos algo divertido —traté de animar.

—Solo estás tratando de evitar tu cita con el loquero —me miró listo— no seré tu cómplice.

Verdaderamente no tenía ganas de escuchar a ese idiota.

Después de la cena nos fuimos a dormir.

Desperté con la rutina del día anterior, levantarme, ducharme, irme a trabajar, comer un par de panes dulces y arrastrar a Eliot cuando se tardaba con un perro más de lo necesario.

Todo para terminar ahí, frente a la oficina de Grinch.

—Tomas la perilla, giras y mágicamente se abre la puerta —se burló.

Le miré  molesto pero él solo me tomó del hombro para meterme a su "consultorio", me tiré en el sofá, luchando por no dormirme.

—Hable con el entrandor Fisher —se adelantó.

Suspiré para cruzarme de brazos.

—Trató de convencerle de meterme en su estupido equipo no es así —dije molesto.

—Lo hizo —sonrió— y le dije que lo harás.

—¡¿Qué mierda?! —exclamé— usted no puede hacer eso.

—El deporte es un excelente medio para descargar energía, mejor que golpear personas —comentó.

—Lo dudo mucho, los sacos no lloran y piden por sus mamis —gruñi— lamento informarle que tendrá que quitarle un dulce a un bebé porque ni muerto lo hago.

Él sonrió y suspiró riendo.

—Yo digo y tú haces así es esto aquí que no se te olvide —aseguró Grinch.

—No puedo carajo —gruñi lanzando su estupido portafolios a la pared.

Me miró sin decir nada.

—Y es por eso que estarás en el equipo de box, no controlas esa ira y es lo que te llevará otra vez a la correccional pero esta vez no volverás —trato de espantarme.

Respire para calmarme.

—No puedo porque tengo trabajo al salir y cuido de mi hermano después de eso —expliqué.

—Tienes diecisiete Beck, no deberías trabajar o hacer de padre para tu hermano —se adelantó.

—Y usted no debería decidir por mi pero adivine que este mundo no se basa en lo que debería ser o no —remarque— debería tener una madre que se preocupe por nosotros y mi hermano no debería estar enfermo, al igual que no debería haber niños muriendo de hambre, personas asesinadas por su color de piel, sexo o preferencia sexual —ataqué.

Se limitaba a mirarme serio, pero a mi me hervía la sangre.

—Y usted debería preocuparse por otros chicos que si tienen futuro en vez de perder su tiempo conmigo —afirme.

—¿Terminaste? —preguntó calmado.

Asentí, cerré los puños para no levantarme y quitarle esa expresión de ganador.

—¿Qué quieres ser cuando seas grande? —preguntó serio.

—Actriz porno —contesté con desprecio.

—No creo que alguien pague por verte —ofendió.

Si supiera...

—Bueno parece que usted decide sobre mi así que usted diga —me quejé.

—¿Qué tal psicología? —se aventuró.

—No iré a la universidad —concluí.

—Podrías conseguir una Beca en el box —mencionó, ni de broma me daban una beca por calificaciones.

—¿Qué parte de no iré a la universidad no entendió? —gruñi— pero ya me canse de usted.

Me levante del sofá molesto para aproximarme a la puerta.

—Trae tu trasero de vuelta al sillón —sentenció.

—No, quiere devolverme a la correccional hágalo —establecí— no soy su puta marioneta, dice que quiere ayudarme pero actuando a mis espaldas y tomando decisiones por mi no es ayudarme.

Él cerró su libreta para acercarse a mí y llevarme de vuelta al sofá.

—Beck te quejas más de lo que escuchas —regaño— entiendo que estés acostumbrado a estar a la defensiva pero puedes dejarme hablar y tranquilizarte.

Me crucé de brazos para suspirar.

—Practicaras en horario escolar remplazando las clase de educación física, los torneos son en horario escolar y estarás en un periodo de prueba de dos meses —explicó.

—Bien entonces me hago pendejo dos meses —acepté.

—Si eso quieres, pero es una gran oportunidad para que aprendas a canalizar tu ira, la raíz de todos tus problemas —se adelantó.

—La "raíz" de todos mis males tiene nombre y un cuerpo lleno de alcohol, la ira es solo una secuela —gruñi.

—Supongo que hablas de tu madre —me miró—yo diría que ella solo es el motor que impulsa tu ira, todo lo demás está en tus manos.

—Solo hace falta un cerillo para iniciar el fuego —comenté.

—Y la gasolina lo prende más fácil —agregó— solo tú eres dueño de tus acciones, nadie más.

—Si tu lo dices —bufé.

Comenzó con un montón de habladuría que ignore, se terminó su hora y me largué de ahí.

Para las once ya tenía que estar en el gimnasio, ahí estaba el entrenador Fisher con su sonrisa estupida.

—Fish —me burlé.

—Llámame como quieras no me molesta —sonrió— te dije que estarías en mi equipo.

—Por dos meses —aclaré.

—Eso está por verse —guiño— te presentaré a tu equipo.

—Conozco bien a su equipo de perdedores —asegure.

El equipo era de cinco idiotas que apenas y golpeaban, lo habían intentado pero habían fracasado enormemente.

—No ellos quedaron fuera —sonrió— creo que conoces algunos de ellos.

Y ahí estaban esos dos idiotas.

—¿Es broma verdad? —pregunté con molestia— ahora recluta a chicos problemáticos.

—Reclutar sería pedir el prefiere más obligar —atacó Eliot.

—Ustedes se lo buscaron —señaló— ahora los dos porque no le dan el recorrido y le muestran lo inicial.

Eliot suspiró, por su parte Jason solo levantó el dedo medio al entrenador.

—Lo mismo digo Jason, ya sabes cien abdominales para empezar —regaño.

Jason empezó mientras Eliot me mostraba el gimnasio.

—¿Por qué están en el equipo? —pregunté.

—Era esto o la expulsión —suspiró.

Le miré confundió.

—Nos cacho quitándole el dinero a uno de primero, con su estupida política de cero tolerancia dijo que si no nos uníamos nos expulsaba —explicó.

—Si que para idiotas no se estudia —dije poniendo los ojos en blanco— por eso solo los envían a detención por un día y al grupo de buen comportamiento.

Eliot le miró molesto.

—Ese hijo de... —murmuró.

Mientras ambos se peleaban con el entrenador me quedé ahí mirándoles divertido, serian unos largos dos meses.

Al salir nos fuimos al trabajo con Jason acompañándonos.

—¿Tu por qué vienes? —le pregunté.

—A comerse el pan de mi padre —se burló Eliot.

El pequeñín sonrió triunfante.

—Tal vez si le dejarás hablar conocería su puta voz —gruñí.

—Buena suerte con eso —se burló.

Miré a Jason pero él se limitó a mirar el suelo y patear una roca hasta que llegamos a la panadería, ahí estaba su padre.

—De verdad —miró a su hijo— si traes a uno más de tus amigos me quedaré sin panadería.

—Tranquilo solo tiene dos —me burlé.

—Y con eso basta —murmuró su padre.

Tenía razón, que pasaba al juntar a tres ex-convictos... una muerte.

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