Ragnarök

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Desperté tarde pues hoy abrirían la panadería hasta la noche, con todo el ruido, mi hermanito ya no estaba por lo que suponía estaba en la sala.

En efecto estaba acostado, besé su mejilla.

—¿Tienes hambre? —pregunté cansado— te puedo preparar cereal con leche o leche con cereal.

—Les hice huevo para desayunar —dijo esa voz.

Me giré para ver a la susodicha, no la había visto desde hace semanas.

—Prefiero comer mierda —sonreí.

—Entonces cómela —me devolvió la sonrisa.

—No pelen —se quejó Cas.

Bufé para ayudarlo a llegar a la mesa, me preparé mi cereal pues no quería nada que proviniera de sus asquerosas manos.

—¿A qué hora llegas hoy? —preguntó como si nada.

—Salgo a las nueve del trabajo —contesté ante la mirada de Cas.

—Perfecto a ver si puedo ver algo de ese dinero —sacó por lo que probablemente estaba aquí.

—Te lo estás tragando, no puedo decir lo mismo del tuyo —ataqué.

—Eres un mal agradecido, no cuentas todos los años que te he mantenido —reprochó la cínica.

—No jodas he tenido anemia la mayor parte de mi vida —le respondi— no es mi culpa que no puedas cumplir con tus obligaciones.

Nos estábamos poniendo intensos y eso siempre terminaba con ella golpeándome.

Mi hermano empezó a tener un ataque de tos, era cada vez más común en él, lo llevé a la habitación para dejarlo en su cama, colocándole el respirador para que se sintiera mejor, con sus labios azules y helado al tacto.

—Respira de acuerdo, tranquilo, respira —besé su frente masajeando su espalda.

Poco a poco se fue calmando para respirar mejor.

—Eso es —besé su frente— no olvides respirar.

—Lo intento —dijo cansado.

La puerta sea abrió dejando enterar a Rita.

—¡Hey cómo está mi campeón! —llegó para besar las mejillas de mi hermano.

—Ataque de tos, un poco de cianosis pero está mejor —mencioné.

—Bien, vamos a darte algo para esos pulmones amigo —sonrió— y tu a la escuela que se te hace tarde.

—Ya voy Rita, ya voy —me queje metiéndome a bañar.

Al salir me cambie, mi hermanito ya se había quedado dormido.

Besé su mejilla, para revolver su cabello.

—Me lo cuidas, cualquier cosa...

—No te preocupes yo cuido de él —besó mi frente— vete.

Salí ahí estaba ella ya con una cerveza en la mano.

—Adiós bastardo —se despidió.

—Zorra —contesté.

Un par de cuadras ahí estaba Eli alimentando a un perrito bebé, metiéndolo en su mochila.

—Te van a correr de la casa si lo llevas —me burle.

—Míralo —me enseño, estaba bonito para ser callejero, demasiado flaco y con lombrices en el estómago, ja yo de pequeño.

—¿Qué te dijo tu padre? —le recordé.

—Lo esconderé en el closet, yo pasé trece años ahí y mi padre no se dió cuenta —asintió— lo llevaré al veterinario al salir.

Suspiré para asentir.

—Gracias —besó mi mejilla.

Le pegué en la cabeza por cabron, al llegar pomi vio al perro para cargarlo.

—Mío —dijo acariciandolo.

—¡No yo lo encontré! —exclamó Eli cual niño chiquito.

Pomi se echó a correr con el perro.

—¡Hey Jason no! —gritó— te veo después.

Eliot salió corriendo tras él, niños.

Entré a la oficina de Grinch, ahí estaba haciendo notaciónes.

—Buenos dias Beck —saludo amable.

—Agh porque todos dicen eso —me quejé tomando una galleta— que te asegura que son buenos.

—Es una expresión de deseo —mencionó.

—Los deseos no se cumplen Grinch—contesté.

El hombre me miró para asentir.

—Hiciste la tarea, no es necesario decirte qué pasa si no —atacó.

Bufé para sacar la hoja toda arrugada para dársela.

—Veamos Beck Jones, posible criminal en un futuro—leyó para verme— padre muerto, madre desgraciadamente viva, hermano perfecto.

Era todo lo que decía la hoja.

—Es todo...

—Dijo que pusiera lo que quería que supiera de mí y eso hice —le recordé.

No le quedó otra más que asentir.

—¿Por qué crees que serás un futuro criminal? —preguntó intrigado.

—Todos lo dicen —contesté lo obvio.

—Beck cuando te ven que crees que es lo que piensan de ti —me miró intrigado.

—Que soy un chico rudo, un hijo de puta, un futuro criminal y que es mejor dejar de verme o uno de mis puños terminarán en su cara —asentí.

—¿Y lo eres? —preguntó— así te ves tu.

Me quedé pensando... no lo era, sólo era un chico asustado.

—Si —contesté— porque es verdad.

—¿Qué te hace estar tan seguro de que serás un criminal? —insistió.

—¡Por que ya lo soy! —señale— tuve tres sentencias, creé que así de fácil un chico como yo tiene oportunidades, que me contrataran al ver mi historia —bufé— solo verán eso y a lo único que me contratarán son trabajos de mierda.

—Ya vi tus tres condenas, pero sé que son más que eso —señaló sacando una hoja— tu primera condena fue a los nueve años por robar en un supermercado, ¿Por qué estabas robando?

—Por lo que todos roban, tenía hambre y mi hermanito también —afronté, mis primeros dos meses en un reformatorio.

—A los catorce robaste un auto y después lo estrellaste —leyó— ¿Ibas de paseo algún lado?

—Mi hermano se puso mal, lo llevé al hospital y cuando iba devolver el auto un imbecil me chocó —me queje, cuatro meses más.

—Y la última fue por un asalto con arma a una farmacia —leyó.

—Mi madre se acabó las medicinas de Cas y el estupido seguro no me iba a dar más —confesé, seis meses por ese último.

—No creo que seas malo Beck, ni tampoco los que te dieron condenas tan cortas —señaló el expediente.

—Y eso importa, solo al leer que estuve ya tres veces es suficiente para decir que lo soy —señalé.

—Pero lo importante es que las personas que te conocen saben la verdad —informó— el mundo siempre tendrá una opinión que dar y se la pueden meter por el culo.

Una sonrisa se formó en mi rostro.

—Yo no creo que seas malo, tampoco creo que tus amigos, o tu familia lo crean —aseguró— es momento de que te lo empieces a creer.

Suspiré para agarrar otra galleta.

—¿Están buenas? —preguntó divertido— las hizo mi esposa.

—Hay mejores —asenti.

El negó para sacar una tarjeta de su maletín y dármela.

—¿Qué es esto? —pregunté confundido.

—Es mi número, quiero que me llames si sientes que harás algo malo, si te sientes triste o simplemente si necesitas ayuda —asintió.

—No pasará —la guardaré.

—Eso ya lo veremos, solo no llames para hacer bromas —sentenció.

—Fue su idea no la mía —tomé mi mochila— se le acabó su tiempo me jode depues.

—Adiós Beck, ten un buen día —asintió.

—Ya lo arruinó —me quejé.

Salí para ir a ver a los chicos, todo el día estuvimos ocultando al perrito al que llamaron Kraken, demasiado para un perrito tan chiquitito.

Al salir lo llevamos al veterinario, lo examinaron para darle un baño al parecer no tenía pulgas, le dieron un desparasitante, el perrito tenía solo dos meses.

—Bien Kraken tu se adorable y con eso estamos —sonrió Eli.

—Oh si no Jason tendrá un perro de su tamaño —me burlé, ese había sido el trato que hicieron.

Jason sonrió malicioso para asentir, llegamos a su casa donde estaba su papá recién llegado.

—Papá podemos adoptar a alguien —dijo entrando.

—Si Beck quiere claro —anunció el hombre.

—Hablamos del perro —señalé tímido— gracias por la oferta.

Eli le mostró al pequeño peludo, era una especie de pastor aleman con cruza de quien sabe que.

—Eliot no —miró al perro— ya te lo había dicho.

—Pero papá, piénsalo lo podemos entrenar para cuidar la casa, y nos hará compañía —lo miro— estaba solito y es un bebé.

—Eli...

—Le puede enseñar responsabilidad —apoye.

—Si, si —sonrió— yo me haré cargo de él, lo sacó a pasear, lo enseño a ir al baño y atacar a ladrones.

—Está bien —sedio su papá.

—Gracias —lo abrazó para dárselo— es hermoso.

—Aleja la rata de mi —gruño.

Negó divertido, lo dejamos en la habitación de Eli para ir al trabajo, después de un rato Jason se fue robandose un par de panes.

Pasé la tarde trabajando en la panadería.

—Entonces qué tal si te adoptamos —sonrió Eli,

—Estoy bien así —me negué.

—Pero Beck...

—Si me adoptan el banco retira el apoyo económico de mi hermano, no los dejare con esa deuda —aclaré.

Eli se quedó pensando.

—Bien, además no podemos ser novios si somos hermanos —asintió.

—Quien dijo que quiero que seas mi novio —señale.

—Oh claro que somos novios ya —dijo robandome un beso.

Negué para pegarle un buen golpe, después de un rato era hora de irme.

—Te veo mañana —sonrió Eliot.

Empuje su cara con mi mano, el chicho revolvió su cabeza.

—Me avisas cuando llegues —insistió.

—Vivo a dos cuadras dramático —murmuré.

—Y te extrañare todo el tiempo —guiño.

—Y yo que pensaba que salir con un chico iba a ser más fácil —gruñi.

—Yo también te amo Beck —sonrió.

—Yo nunca dije eso —resalté

—Ambos sabemos que si —sonrió triunfante.

Negué para salir de la panadería e irme a casa, no tarde mucho en ser abordado por una voz desconocida.

—Beck Jones —me llamó la voz.

—Para tu desgracia —me giré para ver a las personas.

Tres chicos más grandes que yo, levanté la frente y mire con seguridad, la gente como ellos... como yo olemos el miedo.

—Tu madre nos debe dinero —gruño.

—Pues si fueron tan pendejos como para venderle es su problema yo no pagaré nada —me giré

—Oh no, no —me detuvo uno de ellos poniendo su mano en mi hombro— tu eres el incentivo para tu mami.

Sabía por donde iban así que fui el primero en dar el golpe.

¿Huir es de cobardes? No, es un instinto de adaptación humana para protegernos... cuando la amenaza es inminente no hay que ser estupido.

Pero esos tres chicos eran fuertes y más rápidos que yo, y cuando la amenaza era eminente, lo único que quedó fue defenderme.

Tres contra uno, mi puño contra sus caras, su cuchillo cortando mi piel incesantemente... como dijo yo solo era la advertencia, y ahí sobre la acera me dejaron medio muerto, sangrado, lastimado, una vez más sintiéndome como la mierda.

Trate de ponerme de pie pero apenas y pude, en aquel callejón llame a la única persona que podía ayudarme... y yo que guardaba esa oportunidad para algo mejor.

El número empezó a marcar.

—Grinch Habla —contestó.

—Que... idiotes —tosí un poco.

—¿Beck? —preguntó— ¿Estas bien?

—No... ayuda —susurre con la poca fuerza que me quedaba.

—¿Beck dónde estás? —preguntó alterado.

—Yo... 4242 Hayden St. Infernó roud —murmure— no... tarde...

Terminé desmayándome, desperte por el toque de unas manos cálidas.

Beck... Beck... retumbó en mi cabeza.

—¡Beck! —me llamó la voz de Grinch— vamos chico no me hagas esto.

—No... lo odio tanto —murmure.

Abrí mis ojos para verle, me miraba como siempre con pena.

—¿Qué pasó? —preguntó mirándome— muéstrame —pidió.

Negué, el hombre me quito la mano para ver mi abdomen.

—Es una cortadita... solamente —aclaré.

El hombre negó más preocupado.

—Te llevaré al hospital —se aventuró.

—No por favor... si lo haces es el fin, llamarán a mi trabajadora y me separarán de mi hermano —confesé— por favor... solo ayúdame.

—Beck...

—Grinch por favor... ayúdeme pero así no —rogué.

El hombre me miró para asentir ayudándome a levantar, me llevo hasta el auto para sentarme en el asiento del copiloto.

—Aguanta quieres —pidió— estoy contigo, todo estará bien.

—Si usted ... lo dice —me quejé adolorido.

Trate de cerrar los ojos para dormir un poco, pero enseguida me despertó.

—Quédate despierto Beck, vamos chico tu puedes...

—Lo intentaré...

Como dije lo intente pero no sé en qué momento mis ojos se cerraron.

—Beck llegamos —dijo el hombre poniendo su mano en mi hombro.

Abrí los ojos para mirar el establecimiento, gracias a dios no era un hospital.

—Puedes llegar a la puerta —miró preocupado.

Asentí cansado, Grinch bajo para ayudarme a bajar... me recargue en él con el costado bueno, tambaleante entramos a su casa.

Me recostó en el sillón para verme.

—¡Alana! —gritó— ¡Alana!

Una mujer en pijama bajo media adormilada.

—¿Qué pasa cariño? —preguntó asustada.

—Necesito tu ayuda, no se ve bien —agregó temeroso.

La mujer me miró para verme, cubierto de sangre.

—Alec tienes que llevar a ese muchacho al hospital está muy mal —insistió.

—No —dije temblando— por favor... no —me queje adolorido.

Mire a la esposa de Grinch desesperado ella suspiró para ver a su esposo.

—Trae el maletín de acuerdo, los sueros y mi estuche de sutura, gasas y alchol —Mando a su hombre.

Alec me miró con tristeza, para ver a su esposa.

—Estará bien verdad —le miró triste.

—Ahora —le dijo su esposa.

La mujer me miró para acariciar mi mejilla.

—Quédate conmigo si —pidió.

—Por favor... por favor no me llevé al hospital —rogué.

Ella acarició mi mano, tenía ese toque cálido de mamá.

Me desmayé sintiendo que este era mi final.

Les juro que trato de publicar rápido pero me cuesta 🥺 los tqm

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