Capítulo II: Una Amistad que Florece

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Diez años habían pasado desde aquel incidente que marcó el inicio de la amistad entre las familias Loud y Guerrero. La familia Loud fue creciendo cada vez más hasta que llegaron a tener 11 hijos. Mientras que los Guerrero solo llegaron a tener una hija más. Los niños crecieron juntos, compartieron risas, travesuras y momentos inolvidables.

Eddie, ya un adolescente de 17 años se había convertido en el mejor amigo de Lori y Leni, e iban en la misma escuela. Ya no quedaba nada de aquel niño tímido, ya que se había convertido en un joven fornido, apuesto y seguro de sí mismo. El cual podría hacer que cualquier chica callera rendida a sus pies.

Lori tambien había crecido y ahora era una joven bella con un carácter muy fuerte pero muy protectora con sus hermanos y amigos. Mientras que Leni, a pesar de haber cambiado físicamente, aún seguía teniendo la inocencia de una niña y su corazón bondadoso. Además de que seguía sintiendo un cariño especial por Eddie. El cual poco a poco se iba transformando en algo más profundo.

Esa mañana, todos los hermanos Loud se preparaban para ir a la escuela. Al ser una familia muy numerosa, siempre había pleitos por el baño y la ducha, pero de alguna manera lograban organizarse para que todos estuvieran listos a tiempo.

— ¡Chicos, apúrense o llegaremos tarde! — exclamó Lynn Sr., llamando desde la planta baja.

Lori bajaba rápidamente las escaleras mientras hablaba desde su celular con su nuevo novio. Bobby era un chico simpático y amable que había conocido gracias a Eddie, y Lori estaba emocionada por tenerlo como parte de su vida. Mientras tanto, Leni estaba en su habitación, eligiendo cuidadosamente su atuendo del día.

— Sí, sí, lo sé. Nos vemos en un rato. Te quiero, Osito Booboo. — dijo Lori con una sonrisa antes de colgar.

— Lori, apresúrate o llegaras tarde a la preparatoria — comentó el patriarca ante la actitud despreocupada de su hija.

— No te preocupes papá. Eddie nos llevara a mí y a Leni la escuela hoy.

El patriarca sonrió ante la mención de Eddie. Sabía que el joven siempre estaba dispuesto a ayudar y era un buen amigo para sus hijas.

— Eso suena bien. Estoy seguro de que Eddie las llevará de manera segura.

Lori asintió con una sonrisa cuando en esos momentos Eddie llamó a la puerta. La rubia se apresuró a abrir , encontrando a su amigo con una sonrisa amistosa.

— Buenos días güerita ¿lista para irnos?

— Claro, solo debemos esperar a que Leni termine de arreglarse — respondió Lori mientras revisaba sus redes en su teléfono.

Uno a uno, los hermanos Loud fueron bajando las escaleras, saludando animadamente al castaño. Lincoln fue el último en bajar, con una expresión de sueño en su rostro.

— Buenos días, Eddie — Saludó Lincoln con un gran bostezo.

— Hola, niño. Creo que necesitas una siesta extra — bromeó Eddie, rascándole suavemente la cabeza.

— Sí, me quedé despierto leyendo cómics. No pude resistirme a terminar uno más — admitió Lincoln con una sonrisa somnolienta.

— ¡Chicos! ¡Suban al auto o llegaremos tarde! — volvió a exclamar Lynn padre.

Los hermanos Loud se apresuraron a subir a Vanzilla, mientras que Luna se acercó a ambos adolescentes con una cara de fastidio.

— No se me hace justo que tú y Leni tengan un chofer personal mientras que yo debo lidiar con todo el caos dentro de Vanzilla. ¡Yo también quiero ir con ustedes! Vamos en la misma escuela.

— Lo siento, Luna, pero Eddie recién reparó su auto, y apenas hay espacio para nosotros—respondió Lori, tratando de calmar las quejas de su hermana.

Luna frunció el ceño en desaprobación, pero Eddie intervino con una sonrisa.

— Tranquila, Lunita. La próxima vez, me aseguraré de tener espacio para ti y tu guitarra. ¿de acuerdo?

— Está bien, Eddie, pero no me dejes afuera la próxima vez —respondió Luna con un tono juguetón.

Con esa promesa, Luna se unió al resto de sus hermanos a la furgoneta familiar. Mientras tanto, Eddie y Lori seguían esperando a que Leni terminara de arreglarse.

— No puede ser, Siempre es lo mismo con ella — comentó Lori mientras subía rápidamente las escaleras — ¡Leni! ¡Apresúrate que Eddie nos está esperando!

Leni, quien aún estaba ocupada eligiendo su atuendo para el día, entro en pánico cuando escucho el nombre del chico que la había salvado años atrás. Y es que quería lucir tan bien como fuera posible frente a Eddie, quien para ella era más que un simple amigo.

— ¡Oh no! — exclamó Leni, mirándose al espejo con preocupación — ¿Qué me pongo? ¿Qué me pongo?

En ese momento, Lori entró corriendo a la habitación de su hermana menor, notando su angustia.

— Tranquila, Leni. Solo elige algo rápido y saldremos enseguida. Eddie está esperando abajo.

Leni respiró hondo, tratando de calmarse. Sabía que no podía hacer esperar a Eddie mucho más tiempo. Rápidamente, escogió un conjunto sencillo pero bonito y se lo puso.

— ¡Listo! — exclamó Leni, saliendo de su habitación con una sonrisa de alivio.

Eddie, quien estaba esperando pacientemente en la sala, se levantó al ver a Leni bajar las escaleras.

— ¡Hola, Solecito! Te ves preciosa hoy con ese conjunto.

— ¡Gracias, Eddie! — respondió Leni, sonrojándose ligeramente por el cumplido.

Lori observó la interacción entre los dos con una sonrisa traviesa en el rostro. Sabía que su hermana tenía un cariño especial por Eddie y se alegraba de verlos juntos.

— Bueno, chicos, es hora de irnos. No queremos llegar tarde el primer día de clases — anunció Lynn Sr mientras encendía el motor de Vanzilla —. Eddie, cuida de mis hijas, ¿de acuerdo?

— Por supuesto, Don Lynn. Las llevaré y las traeré de vuelta sanas y salvas — respondió Eddie con una sonrisa.

Mientras el resto de la familia se alejaba en Vanzilla, Lori y Leni se acercaron al auto del mexicano que estaba estacionado en frente de la acera.

— Wow, Eddie. Literalmente, has hecho un trabajo increíble con tu auto. No puedo creer que sea el mismo pedazo de chatarra que encontraste.

— Gracias, Lori. Sí, le he dedicado bastante tiempo y esfuerzo para arreglarlo. Es mi pequeño proyecto personal — dijo Eddie con orgullo.

Leni sonrió y se sentó en el asiento del copiloto, mientras Lori ocupaba el asiento trasero.

— Estoy emocionada de que Eddie nos lleve a la escuela hoy. Es como tener nuestro propio chofer personal — comentó Lori con una risa.

— Bueno, siempre estoy aquí para ayudar. Además, es divertido pasar tiempo con ustedes — respondió Eddie, arrancando el auto.

Leni sonrió emocionada y se sentó en el asiento del copiloto, mientras Lori ocupaba el asiento trasero. Eddie se subió al auto y comenzaron el viaje. Los tres compartían charlas y risas cuando llegaron a su primera parada: La residencia Santiago.

Eddie toco el claxon de su automóvil hasta que vieron salir a cierto chico pelinegro, el cual salio apresuradamente de su casa. Lori, rápidamente bajo del auto emocionada, y se dirigió hacia su novio.

— ¡Osito boo-boo! Te extrañe tanto — exclamo la rubia mientras abrazaba a su novio.

— ¡Bebé! ¡También te extrañé un montón! — respondió emocionado el mexicano, devolviéndole el abrazo.

Leni y Eddie esperaron pacientemente en el auto mientras los dos enamorados compartían un momento tierno. Después de unos minutos, Eddie comenzó a tocar el claxon de su auto.

— ¡Oigan, tortolos! ¡Apresúrense o llegaremos tarde!

Lori y su novio se separaron con risas, ambos un poco avergonzados por haberse perdido en el momento. Rápidamente, regresaron al auto donde Eddie y Leni esperaban.

— ¡Lo siento, chicos! — dijo Lori, riendo mientras volvía al auto junto a Bobby.

— No hay problema, solo apresúrense.

Ambos se acomodaron en la parte trasera del auto mientras Eddie y Leni se acomodaban adelante. Con el auto de Eddie llenos, comenzaron su trayecto hacia la preparatoria.

— ¡Roberto! compadre, ¿Qué tal te va hoy? — saludo Eddie al otro mexicano.

Bobby respondió con una sonrisa:

— ¡Hey, Eddie! Todo tranquilo, aunque Ronnie Anne no ha dejado de fastidiarme con sus bromas desde temprano. ¡Pero eso es lo de siempre!

Leni se rió desde el asiento del copiloto.

— Ronnie Anne siempre ha sido así, ¿verdad? Siempre tan bromista.

Bobby asintió con una risa.

— Sí, definitivamente. Pero así la queremos.

Eddie asintió al escuchar las palabras de su amigo.

— Es bueno escucharlo, ¿y qué tal esta mi madrina?

— Bueno, sabes que el trabajo en el hospital la mantiene ocupada casi todo el día. Pero mamá siempre encuentra tiempo para estar con nosotros. ¿Y tú, Eddie? ¿Cómo va todo en la tienda de autos de tu papá?

Eddie sonrió mientras conducía.

— Todo marcha bien. Mi papá está contento con la clientela y yo disfruto ayudándolo en el taller.

— Eso suena genial. Siempre me has impresionado con tus habilidades mecánicas — comentó Bobby.

Leni intervino desde el asiento del copiloto.

— Sí, Eddie es increíble reparando cosas. Recuerdo cuando arreglaste la bicicleta de Lincoln. Parecía nueva.

Eddie rió ligeramente.

— Bueno, trato de hacer lo mejor que puedo. Y parece que Lana se ha interesado en prender algunas cosas sobre autos tambien. Y aunque aun es muy pequeña entender todo, estoy seguro de que probablemente ella tendrá un buen futuro como mecánica.

— Por cierto, hermano. Mis tíos estuvieron hablando con mamá. Tal parece que Carlota estudiará un semestre en Royal Woods, así que se quedará un tiempo con nosotros — agregó Bobby.

— Eso es genial, Bobby — Respondió Eddie —. Hace tiempo que no veo a Carlota.

Leni quien estaba atenta a la conversación de ambos mexicanos, preguntó con curiosidad.

— ¿Quién es Carlota?

— Es mi prima mayor que vive en la gran ciudad — respondió Bobby con una sonrisa.

— Estoy seguro de que les caerá bien — agregó Eddie —. De hecho, tu y ella tienen el mismo gusto por la moda.

— ¿De verdad? ¡Eso suena increíble! Tal vez podamos intercambiar ideas y consejos. ¡Me encantaría conocerla!

— Seguro que sí, Leni. Carlota es genial, estoy seguro de que se llevarán muy bien — añadió Bobby con entusiasmo.

Eddie sonrió y luego volteo hacía Lori.

— Cambiando de tema. Güerita, necito que me pases la tarea de algebra.

Lori rodó los ojos de manera juguetona.

— ¡Eddie, siempre estás buscando excusas para que te haga la tarea!

— Bueno, yo no tengo una hermana genio que me pueda ayudar con eso. Además, sabes que soy malísimo en algebra.

Lori le dio un golpecito en el hombro.

— Tienes suerte de que te aprecie, Guerrero. Pero la próxima vez no correrás con tanta suerte.

— Gracias Lori, eres mi heroína.

Lori rió ante la respuesta de Eddie.

— Bien, pero en serio, trata de hacerla por ti mismo la próxima vez. No puedo hacer todo por ti.

Eddie asintió con una sonrisa traviesa.

— Entendido, jefa.

Finalmente, los cuatro llegaron a la preparatoria. Eddie estacionó su auto en la zona para estudiantes, y se despidieron con un "hasta luego" antes de dirigirse a sus respectivos salones de clase.

Leni observó como Lori, Eddie y Bobby se alejaban hacia el edificio escolar con una sonrisa en el rostro. Sin embargo, algo en su corazón latía con fuerza. Se preguntaba por qué se sentía tan emocionada al ver a Eddie, y por qué cada momento con él parecía especial.

Mientras caminaba hacia su salón de clases, recordaba aquel momento en el que Eddie había corrido hacia ella sin dudarlo para sacarla del camino del vehículo. Aquel recuerdo aún resonaba en su mente como un faro de seguridad y protección. Leni se detuvo un momento frente a su casillero, contemplando sus pensamientos. Se preguntaba si lo que sentía por Eddie iba más allá de la simple admiración y amistad.

Estaba tan sumida en sus pensamientos, que sin darse cuenta choco contra su propio casillero, causando un estruendo que llamó la atención de algunos estudiantes cercanos. Leni se sobresaltó y se frotó la frente con una expresión de dolor.

— ¡Ay! Eso me dolió...

Como era costumbre, todos a su alrededor comenzaron a reírse ante la torpeza de Leni. Desde que era niña, siempre había sido conocida por ser demasiado torpe e ingenua. Pero ella fuera de molestarse o avergonzarse, decidió tomarlo con humor.

— ¡Ja, ja, ja! ¡Lo siento chicos, siempre tan torpe como de costumbre! — dijo Leni, tratando de restar importancia al accidente.

Algunos de sus compañeros la miraron con simpatía, sabiendo que Leni siempre era así. Sin embargo, uno de ellos se acercó con una sonrisa amigable.

— No te preocupes, Leni. Todos tenemos nuestros momentos torpes. ¿Estás bien?

Leni asintió con una sonrisa de agradecimiento.

— Sí, estoy bien. Gracias por preocuparte.

Con eso, los estudiantes continuaron su camino hacia sus clases, dejando a Leni sola frente a su casillero. Se tomó un momento para recuperarse del incidente y luego se dirigió hacia su salón de clases

El día en la preparatoria transcurrió como de costumbre. Clases, risas, interacciones con amigos y compañeros. Hasta que finalmente llegó la hora del almuerzo. Como era costumbre, Leni se sentaba junto a sus amigas Jackie y Mandee. Mientras que Lori, Bobby y Eddie se sentaban en otra mesa junto a sus amigos Carol y Mike.

Jackie y Mandee como siempre hablaban de moda, chicos y últimas tendencias. Leni escuchaba con atención, pero su mente seguía divagando hacia Eddie. No podía evitar recordar aquel día en el que él la había salvado.

— ¿Leni? ¿Estás escuchando? — preguntó Mandee, notando la distracción de su amiga.

— Oh, sí, claro. Estaba pensando en algo. Pero cuéntame, ¿de qué estaban hablando?

— ¡Oh, ya sabes, lo de siempre! Chismes, moda, chicos guapos. Como el que te has quedado viendo desde hace un buen rato — Jackie sonrió con picardía.

Leni se sonrojó al darse cuenta de que su amiga la había descubierto.

— ¿De qué chico estás hablando? — intentó disimular Leni, jugando con su cabello.

— No te hagas la inocente, Leni. Hablo de cierto chico castaño de piel morena y esa sonrisa tan radiante, que puede hacer que cualquier chica caiga rendida a sus pies. ¿No crees que Eddie Guerrero es guapísimo?

— ¡Por supuesto! — agregó Mandee —. No me molestaría para nada ser la Sra. Guerrero algún día.

Leni sonrió tímidamente, sin poder evitar que su corazón latiera un poco más rápido al escuchar el nombre de Eddie.

— Oh, bueno, sí, es guapo — admitió Leni, tratando de controlar sus emociones —. Pero también es amable, atento, valiente y tiene un gran corazón. Además de ser un gran amigo.

Tanto Mnadee como Jackie se miraron con complicidad, sabiendo que habían tocado un tema sensible para Leni.

— ¡Wow, Leni! Eso sonó como si estuvieras completamente enamorada de él — comentó Jackie con una sonrisa pícara —. ¿Estás segura de que solo lo ves como un amigo?

— Sí, ¿o acaso hay algo más entre ustedes? — agregó Mandee, con una sonrisa traviesa.

Leni se ruborizó aún más, sintiéndose un poco atrapada.

— No se dé que hablan, el solo es mi amigo — comentó para después lanzar un suspiro —. El mejor amigo que puedo tener.

Jackie y Mandee intercambiaron miradas cómplices ante la respuesta evasiva de su amiga.

— Bueno, ya que lo consideras solo tu amigo. Supongo que no te molestara que yo lo invite a una cita — comentó Mandee.

— ¿Una cita con Eddie? — preguntó Leni, tratando de sonar indiferente, pero su tono revelaba cierta inquietud.

— Sí, ¿por qué no? Es guapo, amable y tiene ese toque misterioso. Creo que podríamos llevarnos bien — respondió Mandee con una sonrisa juguetona.

Jackie intervino con una risa.

— ¡Y no olvides que también es mecánico! Chicas, ¿se imaginan tener un novio que pueda arreglar cualquier cosa en sus autos?

Leni se mordió el labio inferior, sintiendo una mezcla de emociones. Aunque intentaba ocultarlo, la idea de que Eddie saliera en una cita con Mandee le generaba cierta incomodidad.

— Bueno, adelante. Si quieres invitarlo, hazlo. No me molesta en absoluto. — Leni trató de sonar despreocupada, pero sus amigas notaron la pequeña fisura en su actitud.

Mandee y Jackie intercambiaron miradas nuevamente, divertidas ante la reacción de Leni.

— ¿Segura que no te importa? — preguntó Mandee, con una ceja levantada.

— Claro que no. Eddie puede salir con quien quiera. Es su vida y yo solo soy su amiga. — Leni respondió, pero su tono carecía de la convicción que intentaba transmitir.

Las tres miraron nuevamente la mesa donde se encontraba, viendo que el grupo finalmente había terminado el almuerzo y se disponían a abandonar la cafetería, aunque el castaño se había ofrecido en dejar la bandeja de todos separándose un momento del grupo.

— Bueno, amiga, ya que no te importa. Supongo que es mi oportunidad.

Mandee se levantó de su asiento yendo hacía el mexicano, pero, aunque Leni trataba de mantener la compostura, no pudo evitar sentir un nudo en el estómago mientras observaba a su amiga acercarse a Eddie. Por lo cual finalmente se levantó de su asiento siguiendo a su amiga. Aunque intentaba mantener una actitud despreocupada, su corazón latía con fuerza, lleno de una emoción difícil de definir.

Por su parte, Mandee se acercaba muy animadamente al mexicano.

— ¡Eddie! — llamó Mandee con entusiasmo.

Eddie se volvió hacia ella con una sonrisa amistosa.

— ¡Hola, Mandee! ¿Qué tal estás?

Mandee se acercó más a Eddie, con una sonrisa coqueta en el rostro.

— Estaba pensando... ¿te gustaría salir conmigo este fin de semana? Podríamos ir al cine o a tomar un helado, lo que prefieras.

Eddie parpadeó sorprendido por la repentina propuesta, y luego miró a Leni, buscando alguna señal de cómo reaccionar. Notó la mirada ansiosa de su amiga, y sintió un nudo en el estómago al darse cuenta de que algo estaba mal.

— ¡Oh, Mandee! — respondió Eddie, tratando de mantener la compostura —. Ehm, me encantaría, pero... ya tengo planes para este fin de semana.

Leni sintió un ligero alivio al escuchar la respuesta de Eddie, pero al mismo tiempo, se preguntaba qué planes tendría él y por qué no se los había mencionado antes.

— Oh, entiendo. Tal vez en otro momento entonces — dijo Mandee con una sonrisa un poco forzada, notando la incomodidad en el ambiente.

Eddie asintió con una sonrisa de disculpa, sin saber cómo explicar la situación sin revelar demasiado.

— Claro, en otro momento. Lo siento, Mandee.

Mandee se alejó con una sonrisa forzada, aparentemente aceptando la situación. Eddie suspiró, sintiéndose incómodo por la situación, y luego se volvió hacia Leni, buscando alguna explicación.

— ¿Estás bien, Leni? ¿Qué pasa? — preguntó con preocupación, notando la expresión preocupada en el rostro de su amiga.

Leni trató de mantener la compostura, aunque por dentro se sentía confundida y vulnerable.

— Oh, sí, estoy bien. No te preocupes, Eddie. Solo... estaba tratando de apoyar a Mandee.

Eddie miró a Leni con curiosidad, notando su incomodidad.

— Estás actuando de manera extraña, Leni. ¿Estás segura de que todo está bien?

— Sí, sí, estoy bien. No quiero molestarte con mis tonterías — respondió Leni, tratando de ocultar sus verdaderos sentimientos.

— De acuerdo, si tú lo dices — comentó, sin estar totalmente convencido, pero decidiendo no presionar a Leni más en ese momento —. Debo regresar a clases, pero te vere después.

Leni asintió con una sonrisa forzada.

— Sí, claro. Nos vemos después.

Eddie le dio una palmada amistosa en el hombro y se alejó hacia sus clases. Leni se quedó de pie, sintiéndose un poco frustrada por la situación. Se preguntaba si alguna vez encontraría el momento adecuado para hablar con Eddie sobre sus sentimientos.

Decidió regresar a la mesa con el resto de sus amigas, donde ambas continuaban hablando.

— Bueno, Leni. Parece que ese galán solo tiene ojos para ti — comentó Mandee lanzando un suspiro.

— No se de qué hablas, Jackie. Eddie y yo somos solo amigos — respondió Leni, tratando de sonar convincente, aunque por dentro seguía sintiéndose confundida.

Jackie intervino con una sonrisa traviesa.

— ¿entonces por que te levantaste de pronto en cuanto Mandee se acercó a Eddie?

Leni se sintió atrapada por la mirada inquisitiva de sus amigas. Sabía que no podía ocultar la verdad por mucho más tiempo, pero tampoco se sentía lista para enfrentarla completamente.

— Bueno, solo quería asegurarme de que todo estuviera bien entre ellos dos. Mandee es mi amiga, ¿sabes? Solo quería apoyarla —respondió, tratando de sonar convincente, aunque sabía que sus amigas no estaban totalmente convencidas.

Mandee y Jackie intercambiaron miradas, evidentemente no creyendo completamente la excusa de Leni.

— Lo que tú digas, Leni. Pero puedo ver que hay algo más en todo esto —dijo Mandee con una sonrisa misteriosa.

Leni suspiró, sintiéndose vulnerable ante sus amigas. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar sus sentimientos por Eddie, pero no estaba segura de cómo hacerlo.

— Bueno, chicas, ¿qué tal si hablamos de algo más? No quiero seguir hablando de esto —sugirió Leni, tratando de cambiar de tema.

Jackie y Mandee asintieron, notando la incomodidad de su amiga. Decidieron seguir adelante con la conversación, sabiendo que Leni necesitaba tiempo para procesar sus sentimientos.

La conversación continuó en otra dirección, y Leni trató de apartar de su mente los pensamientos sobre Eddie por el momento. A pesar de sus esfuerzos, no podía evitar sentirse confundida por sus emociones hacia él. Se preguntaba si lo que sentía era simplemente amistad o algo más.

El resto del día en la preparatoria transcurrió sin mayores incidentes. Leni trató de concentrarse en sus clases y en pasar tiempo con sus amigos, pero no podía evitar que su mente regresara una y otra vez a Eddie. Se sentía frustrada por no poder entender sus propios sentimientos y por no saber cómo enfrentar la situación.

Finalmente, llegó la hora de irse a casa. Leni caminaba por los pasillos de la escuela, perdida en sus pensamientos, cuando vio a otras chicas coqueteando con Eddie, lo cual hizo que una sensación de celos se apoderara de ella por un momento. Intentó sacudirse esos sentimientos y continuar su camino hacia la salida.

Por su parte, las chicas intentaban convencer a Eddie de salir con ellas.

— Eddie, cariño. ¿no te gustaría ir al centro comercial con nosotras? Después podríamos ir a la cafetería.

Eddie sonrió amablemente ante la propuesta de las chicas, pero negó con la cabeza.

— Lo siento señoritas, pero hoy tengo trabajo en el taller de papá. Además, le prometí a Leni y a Lori que las llevaría de regreso a casa.

Las chicas parecieron decepcionadas por la respuesta de Eddie, pero aceptaron su excusa con una sonrisa.

— Oh, está bien, Eddie. Será para la próxima entonces —dijo una de ellas con una sonrisa.

Eddie asintió con gratitud y se despidió amablemente antes de dirigirse hacia el estacionamiento de la escuela. Mientas se alejaba, las chicas comenzaron a murmurar entre ellas.

— ¿No te parece raro que ese papucho nunca haya salido con ninguna chica de la escuela? —preguntó una de ellas con curiosidad.

— Seguramente es por esa rubia tonta que siempre está a su lado. ¿Cómo se llama? ¿Leni?

— Sí, Leni. Siempre están juntos, como mejores amigos o algo así. Creo que ella tiene la culpa de que Eddie nunca se fije en nosotras.

— Deberíamos encontrar la manera de separarlos, al menos por un rato. Tal vez así Eddie se dé cuenta de que hay otras chicas interesantes en la escuela.

Mientras tanto, Leni salió de la escuela, encontrándose a su hermana y a Bobby. Como era costumbre de la pareja, se encontraban de melosos tomados de la mano mientras se decían dulces palabras de amor. Leni los observó con una sonrisa, sintiéndose feliz por la relación de su hermana mayor.

— Hola, chicos. ¿Cómo les fue en la escuela? —preguntó Leni, uniéndose a ellos.

Lori y Bobby se separaron brevemente para saludar a Leni.

— Literalmente, fue un día agotador. Ya quiero llegar a casa a descansar.

— Te entiendo, yo tambien quiero regresar a descansar lo mas pronto posible — respondió Leni forzando una sonrisa.

Lori inmediatamente noto que Leni estaba más distraída de lo normal. Intento hablar con ella, pero en esos momentos el castaño finalmente se unió a ellos.

— Perdonen la tardanza, chicas. ¿listas para irnos?

— Sí, claro. Vamos a casa —respondió Lori, mirando a Leni con una expresión de preocupación.

Leni asintió, tratando de mantener una actitud tranquila frente a Eddie y el resto del grupo.

— Sí, vamos. Estoy lista —dijo, tratando de sonar lo más normal posible.

Eddie notó la tensión en el ambiente y frunció ligeramente el ceño, preguntándose si algo había pasado entre Leni y Mandee durante el almuerzo. Decidió no presionarla en ese momento y simplemente acompañarlas hasta el auto.

Caminaron juntos hacia el estacionamiento, donde el auto de Eddie estaba estacionado. Lori se despidió de Bobby con un beso antes de subirse al auto con Leni y Eddie.

— ¡Eddie, gracias por llevarnos de nuevo! — comentó Lori.

— No hay problema, güerita. Saben que no puedo dejar que mis chicas favoritas caminen solas por ahí — respondió Eddie con una sonrisa mientras abría la puerta del auto para que subieran.

Leni se sintió reconfortada por la atención y amabilidad de Eddie, pero aún no estaba segura de cómo abordar el tema de sus sentimientos. Lori solo miraba a su hermana sabiendo que algo le estaba pasando. Por lo que comenzó a tratar de animarla.

— Leni, podríamos ir al centro comercial el sábado. ¿Qué opinas? — sugirió Lori.

— ¡Oh, sí! Eso suena divertido. Podríamos ver algunas tiendas y quizás tomar un helado — respondió Leni, entusiasmada.

Eddie sonrió, notando la mejoría en el ánimo de Leni.

— Parece que ya tienen planes, chicas.

Lori asintió con una sonrisa.

— Exacto, Eddie. Será divertido. ¿Te gustaría venir con nosotras?

Leni sintió un vuelco en el corazón ante la posibilidad de pasar más tiempo con Eddie, pero trató de mantener la compostura.

— Sí, sería genial si te unes a nosotras, Eddie.

Eddie sonrió, sintiéndose halagado por la invitación.

— Me encantaría, chicas. Pero ya tengo planes ese día con Roberto.

Lori levanto la ceja ante el comentario de su amigo.

— Espero que no estén planeando algo estúpido. Literalmente, tu y Bobby parecen tener la capacidad de meterse en problemas siempre que están juntos.

Eddie rió entre dientes ante la observación de Lori.

— No te preocupes, güerita. No será nada loco, te lo prometo.

Eddie sonrió ante la animada conversación de las hermanas Loud. La tarde continuó con risas y buenos momentos, y pronto llegaron nuevamente a la casa Loud.

Leni se unió a la risa de Eddie, aunque por dentro se sentía un poco decepcionada de que no pudiera pasar más tiempo a solas con él.

— Está bien entonces. Nos vemos en otra ocasión, Eddie —dijo Leni con una sonrisa, tratando de ocultar su decepción.

Lori rodó los ojos, sabiendo que Eddie y Bobby siempre se metían en alguna clase de lío cuando salían juntos.

— Está bien, pero por favor, intenten comportarse esta vez.

Eddie asintió con una sonrisa inocente.

— Lo prometo, Lori. Nos comportaremos como adultos responsables.

Lori no parecía muy convencida, pero decidió dejar el tema por ahora.

— De acuerdo, espero que así sea.

Continuaron charlando animadamente hasta que finalmente llegaron a su destino. Eddie bajo rápidamente del auto y le abrió la puerta sus dos amigas.

— ¡Gracias, Eddie! Eres el mejor conductor — agradeció Lori, dándole un abrazo rápido.

— Sí, Eddie, gracias por llevarnos. Siempre es divertido viajar contigo — agregó Leni, con una sonrisa radiante.

Eddie, un poco sonrojado por los elogios, respondió modestamente:

— No hay de qué, chicas. Fue un placer. En fin, debo ir a trabajar. Nos vemos mañana en la escuela.

Leni y Lori asintieron despidiéndose de Eddie con una sonrisa. Observaron cómo se alejaba hacia su auto antes de entrar a la casa y subir a su cuarto.

Leni inmediatamente se tumbó sobre su cama, pensativa. La cercanía con Eddie durante el día le había generado una mezcla de emociones que no podía ignorar. Lori, notando la expresión pensativa de su hermana, se acercó.

— ¿Estás bien, Leni? — preguntó Lori, sentándose a su lado.

Leni suspiró.

— Sí, estoy bien. Solo estoy pensando en Eddie y en cómo ha sido tan amable con nosotras.

Lori sonrió con complicidad.

— Te gusta, ¿verdad?

Leni, sorprendida, miró a Lori y trató de esconder su sonrojo.

— ¿Qué? No, Lori, no sé de qué estás hablando. Solo es un buen amigo.

Lori rió suavemente.

— Leni, soy tu hermana mayor. Puedo notar cuando alguien tiene un interés especial en ti.

Leni se mordió el labio inferior, revelando sus pensamientos.

— Es solo que... recuerdo ese día hace diez años cuando me salvó. Y desde entonces, siento algo especial por él.

Lori sonrió con ternura ante la confesión de su hermana.

— Entiendo, Leni. Ese día dejó una marca en ti, y es natural que sientas algo especial por Eddie después de todo lo que hemos pasado juntos.

Leni suspiró, sintiéndose un poco aliviada al poder hablar con su hermana sobre sus sentimientos.

— Pero ¿qué debería hacer, Lori? No quiero arruinar nuestra amistad, pero tampoco puedo ignorar lo que siento por él.

Lori reflexionó por un momento antes de responder.

— Bueno, deberías hablar con él. Se honesta con tus sentimientos y dile cómo te sientes. No tienes que confesarle tu amor de inmediato, pero al menos podrías abrir la puerta a la posibilidad de que haya algo más entre ustedes.

— Pero tengo miedo de arruinar nuestra amistad si le confieso mis sentimientos y él no siente lo mismo por mí —dijo Leni con preocupación.

Lori le dio una palmadita en el hombro con cariño.

— Entiendo tu preocupación, Leni. Pero recuerda que la honestidad es siempre la mejor opción. Si realmente valoran su amistad, podrán superar cualquier cosa juntos.

Leni asintió lentamente, considerando las palabras de su hermana.

— Tienes razón, Lori. Creo que hablaré con Eddie cuando sea el momento adecuado.

Lori sonrió, alentada por la determinación de su hermana.

— Estoy segura de que lo harás genial, Leni. Y recuerda, no importa lo que pase, siempre estaré aquí para apoyarte.

Leni le devolvió la sonrisa a su hermana, agradecida por su apoyo incondicional.

— Gracias, Lori. Eres la mejor hermana que podría pedir.

Las dos se abrazaron con cariño antes de levantarse y dirigirse hacia la sala de estar para pasar tiempo juntas como familia.

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