El lamento de Lilith

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Desperté por el ruido de la puerta abrirse con fuerza.

—Sam ya es tarde qué haces dormido aún —exclamó Silvana molesta.

—Me quedé dormido —susurré aturdido.

—Ya lo noté —gruño desde la puerta— anda levántate ya y date una ducha que apestas.

No mentía, era el costo de ocultar un cuerpo.

Me levante con ese dolor de pecho que me ardía.

Me dirigí al baño que estaba en el segundo piso, mis padres se preparaban para irse a sus respectivos trabajos, ni siquiera habían notado que no había estado toda la noche.

Llegué al baño, deje correr el agua mientras me quitaba la ropa.

Me miré en el espejo, la brillante marca púrpura resplandecía en mi pecho.

—Mierda como te hiciste eso —exclamó Serene abriendo la puerta.

—Serene —bufé cerrando la puerta tras ella, por suerte aún llevaba puesto pantalones.

—¿Cómo te lo hiciste? —preguntó cruzándose de brazos.

—Me caí —mentí.

—Crees que soy estúpida —gruñó— se lo dire a mis papás.

—No puedes, no puedes decírselo a nadie —pedí nervioso.

—¿Por qué? —preguntó enojada.

—Porque eres mi hermana y a veces tienes que guardar secretos —expliqué.

—Mm no me convences —dijo para tratar de salir.

—Si se lo dices a mis padres le diré a Sharon que por tu culpa no la invitaron a la fiesta de Dianne —chantaje.

—Díselo ella entenderá —aceptó, era buena en esto.

—Bien entonces también tendrás que explicarle lo del vestido rojo —use mi última carta.

La rubia frunció el ceño.

—No te atreverías —amenazo.

Abrí la puerta y puse cara ruda.

—Quieres ver —conteste.

Mi hermana salió del baño gruñendo sin antes lanzarme lo primero que encontró al pecho.

Mordí mi labio para no soltar un chillido.

Me di un baño fugaz pues ya era tarde.

Volví a mi habitación para cambiarme, en ese momento recordé que no había sonado el despertador de mi teléfono.

Empecé a buscarlo pero no lo encontré, seguro lo había dejado en la casa de Beck.

En el desayuno era una intensa pelea de miradas entre Serene y yo.

—¿Qué se traen ustedes dos? —preguntó mi madre.

—Yo nada que te lo diga mi hermanita —sonreí.

La pequeña solo cerró los puños.

—Nada —contestó entre dientes.

Sabía que esto no iba a durar así que tenía que inventar una mejor excusa.

Mis padres no preguntaron más.

Nos fuimos a la escuela, después de dejar a mis hermanas nos quedamos Silvana y yo.

Ella se detuvo donde me había dejado la última vez.

—¿Aquí te dejo o quieres que te lleve hasta la escuela? —preguntó tranquila.

De verdad que no quería caminar a la escuela pero tenía que ver a los chicos antes de entrar.

—Si aquí está bien —sonreí— gracias.

Ella me devolvió la sonrisa, besó mi frente y se fue.

Camine un poco hasta encontrarme con Beck quien ya estaba con Tris.

—Sammy —dijo Tris sonriendo.

—Chicos —salude sin muchos ánimos.

—¿Cómo estas? —preguntó Beck.

—Pues chantaje a mi hermanita, me duele el pecho y creo que perdí mi teléfono en tu casa —contesté.

Beck solo bajo la cabeza.

—Lo buscaré —susurro él.

La tensión empezaba hacerse difícil.

—Bueno puedes quejarte después ahora tenemos trabajo que hacer —exclamó Tris.

—¿De que hablas? —preguntó Beck.

—Falta la segunda parte —comentó— no tardarán en encontrar el cuerpo así que no tardarán en buscarte.

—Bien creo que puedo con eso —exclamó Beck.

—No, tienes que ser creíble —dije— no actúes demasiado o se darán cuenta.

Él asintió, se le veía mal.

—¿Cómo está Casper? —pregunté.

—Despertó mejor aunque aún no sabe lo de mamá —contesto.

—Será mejor que se entere después —aconsejó Tris.

Él solo asintió una vez más.

—Bueno después de esto pasemos a lo importante —exclamó Tris sacándonos de nuestros pensamientos.

Nosotros lo miramos confundidos.

—Me ayudarás con Eliot —sonrió el menor.

—No —dijo Beck poniendo los ojos en blanco.

—Oh vamos yo te ayude en esto —exclamó.

—Lo hiciste pero que andes con él no depende de mí si no de él, quieres un consejo deja de comportarte como un niño y actúa como un hombre —aconsejó.

—Bien —sonrió.

Seguimos nuestro camino hasta la escuela, Beck se fue por su parte pues si llegábamos los tres levantaríamos sospechas.

Nos detuvimos en los casilleros, me recargué en ellos pues el dolor me estaba matando.

—Te lastimaste —asumió él.

—No se lo digas a Beck —pedí nervioso.

—No es mi problema —contestó— pero ve al doctor, puede ser más grave de lo que crees.

—El problema es como explicarlo —dije abrumado.

—Buen punto —suspiró.

En ese momento su chico entró con la misma cara de rudo.

Tris solo pasó saliva y se quedó inmóvil.

El chico le miró extraño.

—¿Qué hoy no lo vas a intentar? —preguntó confundido.

—¿Me darás una oportunidad? —preguntó el castaño.

—No —respondió arqueando la ceja.

—Bueno ahí está mi respuesta, no seguiré perdiendo mi tiempo —contestó duro— buen día Eliot.

El menor se fue, las reacciones de todos fueron diferentes.

Unos miraban confundido, Eliot sonreía al ver la "madurez" que mostró el pequeño, por su parte el chico de nombre Liam solo sonreía.

Seguí a Tris pues no me quedaría ahí parado.

El día paso lento, Beck se enfocó en golpear a otro, según Tris yo ya había pasado el tiempo de prueba por lo que si no me golpeaba era normal.

Para mi penúltima clase yo ya me quería morir, el dolor era insoportable y la clase súper aburrida.

Me recosté en la banca pues sentía que me desmayaría, la mirada de Beck me miraba con preocupación por lo que solo la evité.

Estaba a punto de quedarme dormido cuando un ligero golpe me dió en el hombro.

Me levanté dispuesta a pelear, había sido Tris.

Iba a devolverle el golpe cuando me percaté que su mirada recaía en la puerta.

Era mi padre.

Él habló con el profesor.

—Señor Jones salga por favor —pidió.

Beck salió con sus cosas en mano, sin una pizca de miedo.

Beck desapareció tras la puerta.

Habían dos opciones, habían encontrado el cuerpo y venían a decirle o sabían lo que había pasado y venían arrestarlo.

Pasaron unos minutos hasta que decidí hacer algo.

—Puedo salir no me siento muy bien —pedí al profesor.

Él me miró, no tenía buena pinta así que me dejó salir.

No estaban en el pasillo así que me temí lo peor.

Me acerqué a la salida pues sabía que a mi padre le gustaba dar esas noticias en solitario.

Y tenía razón, los encontré a un lado de la cafetería.

—Beck me temo que tengo malas noticias —lo escuché decir desde mi escondite.

—¿Es sobre mi madre? —preguntó calmado.

—Si —contestó mi padre.

—Ahora que hizo —se adelantó Beck— si está en prision dígale que no podré sacarla esta vez...

—No —lo detuvo mi padre— Beck anoche tu madre tuvo un accidente de auto, ella venía en estado de ebriedad y terminó en el lago —comentó tranquilo— está muerta, lo siento.

Sus palabras me golpearon, se lo habían creído.

—No... mi mamá no está muerta... ella siempre conduce así —dijo Beck abrumado.

—Lo siento mucho chico —le calmó mi padre.

Beck solo se quedó callado por un instante.

—Mi hermano... yo tengo que decírselo... tengo que estar con él —dijo Beck.

—Lo harás pero ahora necesito que vengas conmigo para reconocer el cuerpo —explicó mi padre.

Beck solo asintió, mi padre se lo llevó.

Lo habíamos hecho bien.

No volví al salón pues no quería soportar las preguntas de Tris.

Mi hermana pasó por mí un tiempo después.

—Te estuve llamando por que no contestaste —me regaño molesta en cuanto entré al coche.

—Creo que lo perdí —sonreí torpe.

Ella puso los ojos en blanco.

Al llegar a casa no hice más que dormir.

La voz de mi padre me despertó.

—Sammy ya está la cena —dijo desde la puerta.

—Está bien —conteste sorprendido de que estuviera ahí.

—¿Todo bien? —preguntó confundido.

Yo solo asentí, salí tras él para no levantar sospechas.

La cena estuvo un poco silenciosa pero nada fuera de lo común.

—¿Por qué fuiste a mi escuela hoy? —pregunté sin resistirme.

El solo suspiró.

—La madre de Beck Jones murió y me tocó dar la noticia —explicó mi padre tranquilo.

—¿Quién es Beck Jones? —preguntaron las gemelas al unísono.

—El novio de Sammy —se burló mi hermana.

—Silvana —regaño mi madre sería.

—Perdón —dijo de mala gana.

—Yo no fui quien lo besó —susurré recibiendo un golpe de su parte.

—Aún así no quiero que se junten con ese chico —dijo mi padre.

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Estuve viendo su expediente y no a cambiado sigue siendo un chico problemático —explicó mi padre.

Sonreí frustrado.

—Él es buena persona —aclare.

—Bueno sus tres veces en la carcel dicen lo contrario —dijo mi madre la cual ya estaba al tanto.

—No lo conocen —exclamé.

—Ni tu —dijo mi padre— y será mejor que no lo hagas.

Me levanté de la mesa enojado, escuché un par de ordenes que ignoré.

Me encerré en mi habitación dándome cuenta que lo que había dicho Beck era verdad.

De haber llamado a mi padre seguro Beck ya estaría tras una reja, ni siquiera le hubieran dado una oportunidad.

Busque entre mis cosas pero no encontré mi teléfono dejándome en la necesidad de utilizar el viejo que tenía para emergencias.

Abrí mis redes sociales para encontrar un mensaje de Beck.

Odiaba ser cortante con él pero aún estaba procesando lo que estaba pasando.

En esos momentos yo no entendía que mis padres solo querían mantenerme a salvo y de haberlos escuchado yo aún seguiría vivo.

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