Memories

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Canción recomendada para la lectura: "Dad's song" de Set It Off
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Una risa, su risa. Cristalina, pura, tintineante.

Una sonrisa, su sonrisa. Brillante, esperanzadora, llena de promesas.

Una promesa cumplida después de tanto tiempo.

. . .

Estaba en casa, con su familia, con el amor de su vida y con la recién nacida que sostenía en sus brazos.

Su mirada se cruzó con la de la rubia y, en cuanto ella dibujó una sonrisa, él dejó caer sus sacos al suelo y, sin poder evitarlo, corrió hacia la joven sin percatarse de como unas solitarias lágrimas de júbilo caían por sus mejillas.

Se detuvo frente a ella, observando con atención su cabello blondo, sus ojos esmeralda brillando por la emoción, sus brazos sosteniendo a aquel pequeño bulto inquieto.

–Ya he vuelto a casa.– susurró sin apartar la mirada de sus ojos.

–Ya estás con nosotras.– sonrió ella ampliamente, pensaba que no podía sentirse más feliz.

–¿Es nuestra?– apartó un poco la manta para poder encontrar el rostro de la niña.

–Tuya y mía– asintió la joven muy lentamente, buscando su mano– La familia con la que habíamos soñado.

El ex-sargento no evitó una sonrisa junto con un asentimiento, de modo que ambos se dirigieron hacia su hogar.

. . .

–¿Cómo se llama?– quiso saber él una vez que estuvieron tranquilamente sentados en el sofá de la sala de estar.

–Harper– susurró, acariciando la pequeña mano de la niña.

Él no pudo evitar una sonrisa, acariciando una de las manos de la niña, apenas rozando el dedo índice con la palma. Harper trataba de asir su dedo, sin apartar la mirada de aquel extraño que acababa de entrar en la casa.

–Harper– repitió él, paladeando el nombre– Me gusta– le sonrió a Kira, para después mirar a su hija en brazos de ella.

Harper alargó los brazos hacia él, como queriendo llegar hasta él y saber más. Se removió en los brazos de su madre hasta que ella se vio obligada a dejarla en brazos del joven, que sostuvo a la pequeña de seis meses en sus brazos, mirándola como si fuera el mayor tesoro del mundo.

Y es que realmente, después de todo lo que había pasado, su hija recién nacida era el mayor regalo que le podían haber hecho.

. . .

James Buchanan Barnes y Kira Eleanor Rogers se casaron un 20 de Junio de 1949. El evento no fue para nada ostentoso ni demasiado elegante, sino fue familiar y privado.

Lo único que querían con aquel enlace era hacer oficial aquella relación, después de que él le hiciera la proposición un frío día de invierno en el que caminaban con su pequeña, que correteaba no muy lejos de ellos.

Harper se había conmovido al ver a su padre de rodillas, ofreciéndole el anillo a su madre, mirándola como si fuera el centro de su universo. Como ella había asentido sorprendida, con los ojos húmedos por las lágrimas de emoción contenida.

Como todo aquello era un nuevo comienzo para la familia Barnes-Rogers.

. . .

Kira se quedó embarazada dos años después. Harper tenía siete años en aquel entonces, James recibía dinero por haber sido un soldado en la guerra y además, seguía teniendo el puesto de sargento, por lo que la pequeña familia tenía dinero para pagar su casa y mantener a un hijo más.

La pareja recibió la noticia felizmente, celebrando una pequeña fiesta privada con Harper y unos amigos de la infancia, como una tal Clara que la niña apenas reconocía sino fuera porque ella era la madre de Sebastian, su mejor amigo.

Sin embargo, cuando al cabo de ocho  meses de embarazo, Kira despertó una noche con la parte interior de las piernas y las sábanas debajo de su cuerpo mojadas de sangre, las alarmas se dispararon.

Había sufrido un aborto espontáneo.

Esa mañana sus padres no permitieron a Harper entrar en el cuarto, ni siquiera después de que el médico abandonara la vivienda. No entendía lo que pasaba, no entendía porqué su madre estaba llorando, porqué su padre estaba tan serio y porqué no dejaba de escuchar "Pero estaba bien, siempre ha estado bien".

No quería que su madre llorara, porque los sollozos de su madre le rompían el corazón de una forma que no llegaba a entender.

. . .

Los meses posteriores a esto, Kira se mostró más callada, apagada, como si realmente hubiera perdido algo. Harper veía los intentos fallidos de su padre por animarla, por sacarla adelante, por hacerla sonreír, pero Kira solo lloraba.

James se ocupaba de ella, la llevaba a clase, la peinaba y hacía la comida para todos, dedicándose a cuidar de Kira mientras la pequeña se encontraba en la escuela.

Se encargaba de repetirle todas y cada una de sus palabras.

–"Harper"– susurraba en su oído– "Amanecer, nueve, espera, reloj de arena, Steve, cuna, James"

Y ella dejaba escapar una pequeña sonrisa, cansada, leve, pero allí estaba, en los labios de la mujer que amaba como una imborrable marca de guerra, si Kira sonreía como antes algún día, se sentiría el hombre más feliz del mundo al presenciarlo.

. . .

Y Kira volvió a sonreír, volvió a sonreír como antes cuando su hija, a los veinte años, se casó con el hijo de su mejor amiga. Casi trece años tuvieron que pasar para que Kira Rogers sonriera como antes, para que riera y disfrutara la vida, de cada segundo que pasaba, de su marido, de su hija y de su yerno.

A sus 45 años, Kira volvía a sonreír como a sus 20, contagiada de la felicidad de su hija, de la niña que había visto crecer en las calles de Brooklyn, de la pequeña que había criado con el amor de su vida.

. . .

James y Kira pasaban las tardes bailando al son de la música de la radio, la joven les sintonizaba el receptor dado que ellos no sabían hacerlo.

La casa de la familia Barnes siempre estaba llena de música, la pareja, ya avanzada en años disfrutaba de tardes de música y baile sin descanso, sintiendo en sus venas aquella energía que habían sentido en su juventud.

. . .

La música dejó de sonar una mañana en la casa.

Ya nadie escuchaba la música, nadie la bailaba, nadie sonreía con las atolondradas letras.

James y Kira Barnes fallecieron una noche de Diciembre durante el sueño. Habían dejado el mundo juntos, cuando los encontraron, sus manos estaban entrelazadas.

No llegaron a conocer a su nieto, que crecería con las historias de sus abuelos, que se habrían sentido más que orgullosos al ver que su nieto, con el tiempo, se convertiría en un héroe.

Su nieto se llamaba "Peter", el marido de su hija "Richard Parker".

La familia había dejado el mejor legado.

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Aquí Claire,

He escrito este capítulo como una pequeña pausa de la parte de Endgame, aunque, sinceramente, aunque en un principio pensé hacer una parte más bonita, he acabado escribiendo un capítulo triste.

Pero entiendan, son las dos de la mañana y estoy escuchando "Dad's Song" de Set It Off mientras escribo, así que puedo excusarme.

Dicho esto, espero que haya podido llegar a esos corazones de piedra que tenéis, queridos lectores fantasmas.

(He de reconocer que aunque este capítulo haya sido un universo alternativo, me ha dolido matar a Kira y a Bucky, así que me he emocionado un poco)

Dicho esto,

Buenas noches, fantasmas.

Claire

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