Rem Anima II

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–Papá– susurró una voz aletargada e infantil cerca de la cama en la que dormía.

–¿Qué ocurre, enana?– musitó, sin abrir los ojos, la niña tenía la costumbre de despertarle por las noches, pero nunca le importaba, sabía que lo pasaba mal por las pesadillas– ¿Fue otra pesadilla?

Abrió los ojos, encontrando a la pequeña al lado de su cama, llevaba una camisa blanca de hombre -que le quedaba grande- como pijama, puesto que era lo único que habían conseguido para que usara por las noches. Tenía el cabello rubio sucio recogido en una larga trenza.

Prácticamente llevaban un año en aquel lugar, así que habían tenido que buscar formas de asentar a todos aquellos que habían aparecido en aquel mundo. La solución había sido crear grandes cabañas con grandes habitaciones comunes en las que podrían llegar a dormir más de cincuenta personas.

La pequeña se limitó a asentir y él la hizo un sitio a su lado, para que ella se acurrucara a su lado. Una vez que estuvo tumbada, su padre le soltó la trenza, para deshacerla con mucho cuidado.

Lara cerró los ojos, dejándose hacer mientras dejaba escapar un suspiro, pensando en lo que iba a decirle a su padre, el sueño había sido demasiado vívido y, aunque le doliera, debía contarlo.

–Tu cumpleaños es dentro de poco tiempo– intervino Bucky, en cambio, absorto en el cabello áureo de la chiquilla– Ya son once años– dibujó una pequeña sonrisa– Que rápido han pasado los años, pensar que te conocí cuando apenas tenías ocho.

– Ha pasado muy rápido– le miró, el color cobalto de los ojos de ambos coincidiendo– Además, ya nos conocíamos de antes, en Siberia.

– Lo de Siberia fue un lapsus– bromeó, tomando las puntas de su cabello para hacerle cosquillas en el cuello, a lo que ella pataleó– Eh vamos, no te rías, hablo en serio, Vanilla Ice Jr.

–No me rio de ti– pataleó riendo, removiéndose– ¡Me rio porque me haces cosquillas!

–Creo que me acaba de poseer el espíritu de las cosquillas, porque no puedo parar esto– la niña trató de apartarle la mano con un gesto, pero él negó con la cabeza– Y cada vez va a peor.

–¡Papá!– chilló ella, con el rostro rojo por la fuerza de la risa– ¡Para!

Él sonrió, insistiendo en las cosquillas mientras la pequeña pataleaba, pero se vieron interrumpidos por una voz de la cama de al lado.

–Sé que lo debéis de estar pasando muy bien y demás, pero...– en la cama a su lado, Peter Parker se sentaba con el cabello revuelto, mirándolos a ambos.

–¡Peter!– la niña se lanzó hacia el joven, huyendo de su padre.

–¿Qué ocurre?– se frotó los ojos con las manos, la niña estaba sentada en su regazo.

–Me estaba atacando– se abrazó más a Peter.

–Que vendida eres, enana.– negó con la cabeza, sin borrar la sonrisa de los labios.

–Me estabas ahogando con las cosquillas– le sacó la lengua.

–Y además de vendida, reina del drama.

Por su parte, Peter no podía sino tratar de esconder una sonrisa al ver la discusión entre padre e hija. Después de haberlos conocido a ambos como es debido -puesto que los había visto por primera vez en Leipzig, hasta había luchado contra ellos-, no podía evitar haberles cogido cierto cariño después de todos aquellos meses con ellos. Además, tampoco eran tan amenazadores cuando se les conocía, solo eran una familia sin hogar, que querían protegerse el uno al otro y que darían lo que fuera por defender a quienes les importaban.

–Eres completamente como tu madre– la frase del ex-soldado sacó al chico de sus pensamientos, la niña se quedó quita sobre Peter.

–Sobre eso... He tenido un sueño.– dicho esto, se levantó del regazo de Peter para volver a sentarse junto a su padre.

Además, el chico sabía que no había nada que pudiera detener a aquellos dos era cuando hablaban de la madre de la niña, al fin y al cabo la familia llevaba un año separada, sabía que era duro separarse de alguien importante, mucho más si esa era una de las personas que más significado ha tenido en la vida de una persona.

– ¿Qué soñaste?– se sentó frente a ella, esperando con avidez las palabras de la niña.

– Estaba ella en esa casa de campo de la que te he hablado, había un lago, piensa mucho en nosotros.– sonrió, alzando la mirada hacia él– Y no está sola, el tío Steve y Nat van mucho a verla últimamente.

– Bueno, empezaba a preocuparme que estuviera tanto tiempo sola, pero si tiene algo de compañía de vez en cuando...

– Y también está Nakama con ella– la pequeña sonrió emocionada– También está muy grande.

Ambos se abrazaron sin evitar una sonrisa, tenían esperanzas de volver a la realidad, a aquella vida que se les había prometido pero que no habían conseguido, solo habían tenido un pequeño periodo de paz que había acabado dejandolos aún más separados.

– ¿Está mejor que en el otro sueño?

–Mucho, ahora sonríe.– asintió con una sonrisa, sus ojos zarcos iluminados con una ilusión inmensa.

Ambos se sumieron en un silencio tranquilo, dentro de sus respectivos mundos hasta que Peter se acercó y se sentó junto a ellos.

–Siento interrumpir, pero, ¿por qué no dormís un poco? Mañana será un día más duro– susurró el chico, desplazando la mirada de uno a otro– Además, a lo mejor tienes más sueños así, ¿no es así, brujita?

–¡Es verdad!– susurró ella asintiendo, después se encaramó a la litera de arriba, pero se detuvo a mitad de camino para besar la mejilla de Peter y volverse hacia su padre, abrazándole con fuerza, escondiendo la cabeza rubia en la larga melena parda– ¿Puedo dormir aquí abajo?– Le miró cuando se separó del abrazo.

–Claro, enana, puedes dormir aquí todo lo que quieras.– la besó la frente, apartando su flequillo con la mano, en un gesto de cariño– Vete poniéndote cómoda, ¿vale?

–Si, papá, buenas noches.– sonrío, bostezando para dejarse caer en el lado más próximo a la pared.– Buenas noches, Peter.

–Buenas noches– susurraron ambos, que se tensaron un poco, pero Bucky en seguida cubrió a la niña con una manta.

Los dos hombres se pudieron en pie para no molestar a la niña, sentándose en otro lado.

–Peter, todo esto que haces con Lara... Sabes que no hace falta que lo hagas, sé que no soy el mejor con los niños, pero intentaré hacer las cosas bien con mi hija y...

–Señor Barnes– le interrumpió el más joven– No me importa ayudarle a cuidar de Lara, es más, me gusta hacerlo. Es como una hermana pequeña y si además le hago un favor a usted...

–Ya lo hemos hablado, Parker, llamame Bucky. Y...– su mirada se dirigió al lugar donde la niña estaba tumbada, probablemente dormida– no me gustaría que se acostumbrara a estar aquí. No me entiendas mal, es que este no es nuestro sitio, sino con su madre, en nuestro hogar.

–Lo entiendo, pero... Este no es el sitio de ninguno de nosotros, así que lo mejor que podemos hacer es cuidarnos unos a otros.

El adulto dejó escapar un suspiro de pesar, para después volverse hacia Peter.

–Sólo quiero que mi hija pueda tener la vida que a mí me negaron, y haré lo que sea necesario para conseguirlo.

Peter asintió, comprendía lo que era amar hasta ese punto a un ser querido, así que le puso una mano en el hombro.

–Ve con ella.

Bucky asintió y tras susurrar un "Buenas noches", se acercó a la litera, junto a su hija, para acomodarse junto a ella en gesto protector y cerrar los ojos.

Esa noche, durmió con la promesa de que nadie ni nada sería capaz de alejar a su familia.

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