Rem Anima III

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–No nos vamos a mover de allí, Strange– pronunció la rubia, cruzada de brazos ante el doctor– Mi padre ha dejado de tener arrebatos de ira. ¿Sabe acaso lo que era tener que calmarlo? ¿O cómo se despertaba por las mañanas gritando?

–Él lo entendería. Tu padre sabe que el bien común está encima del propio.– se giró hacia ella, dando a la espalda al grupo con el que había estado hablando.

–Y por eso mismo no le diré nada, es donde más señales recibimos de nuestro mundo, no podemos comunicarnos, pero...

–Lara– la interrumpió– Tenemos que organizarnos para encontrar una forma de salir de aquí, si tenemos conexiones con la tierra, por muy leves que sean, podemos tratar de utilizarlas.

–¿Y si se cierra la conexión?– exigió saber ella, sin alterarse lo más mínimo.– Ya ha pasado antes.

–No desaprovecharemos la oportunidad– Strange avanzó unos pasos hacia la niña.

Lara se limitó a asentir, aunque Strange sabía que con esto no quería decir que estuviera de acuerdo con su decisión. Ella se giró para abandonar la "plaza" en el centro de las cabañas, pero la voz de Strange hizo que se detuviera:

–Y aún así, solo tienes doce años, aún no puedes decidir por tu padre.

–Os traigo la caza, ¿no es así?– se giró lo suficiente para mirar al doctor– Así que creo que me puedo reservar el derecho a proteger a mi padre.

Siguió caminando, dejando atrás a Strange, que dejó escapar un suspiro de pesar, la niña era muy intransigente para su edad, pero entendía su posición.

Lara abandonaba el pequeño pueblo, las casas eran toscas cabañas de madera que habían usado a partir de todos los árboles que habían aparecido allí junto a ellos -al fin y al cabo los árboles también eran seres vivos-. La vida en aquel mundo se le antojaba rústica, casi como primitiva, pero era lo mejor que habían podido hacer con los recursos disponibles.

–¡Rubia!– gritó tras ella una voz conocida, a lo que dejó escapar un suspiro.

–¿Qué quieres, Harley?– siguió su camino, con la red que utilizaba para cazar, sobre sus hombros llevaba una cabra que había conseguido intercambiar con alguien del pueblo a cambio de leche.

–Pensaba ayudarte, Strange me dijo que fuera contigo, al parecer tu padre ha estado discutiendo con Parker mientras estabas cazando.– el otro chico se acercó a ella para tomar la red, la cabra le mordió el pelo con un balido.– ¡Auch!

La chica rió, apartando con cuidado al animal, que se dejó hacer dócilmente. Harley, por su parte, se pasó la mano por el pelo rizado, ahora con las babas de cabra.

–Ugh, huele horrible.– se limpió la mano en el pantalón, sacudiendo la cabeza– No sé como aguantas vivir con estos bichos– procedió a cargar la red sobre su hombro, encaminándose con Lara.

–Antes de estar aquí vivía con mi familia en una granja en Wakanda, no sé cuántas veces te lo he dicho.– sonrió recordando los pintorescos nombres que su madre les daba a las cabras, su favorita era "Daisy", su nombre se debía a "Daisy Buchanan" del libro de Fitzgerald, "El Gran Gatsby"– A mi madre le encantaba ponerles nombre, estaban Daisy, Hester, Tom, Nemo, Aquiles, William...

–¿Por qué esos nombres?– le interrumpió Harley, caminando a su lado, era un chico muy curioso por naturaleza, pero por alguna razón era incluso más insistente cuando se trataba de Lara y esto irritaba a la muchacha.

–Mi madre ama la literatura– sonrió triste, le había contagiado este gusto a ella también, pero -aunque la novela favorita de su madre era "Dr Jekyll y Mr Hyde"- su novela favorita era "El Principito" de Antoine de Saint-Exupéry, siempre le leía el libro antes de dormir– Y al parecer es algo que he heredado de ella.

–¿Quién lo diría?– Harley acomodó el tejido de nuevo– Dos soldados wakandianas amantes de la lectura. Es una pasada.

Lara no pudo evitar emocionarse un poco, Harley no había dicho soldados de Hydra, ni asesinas, se había referido a su hogar, a Wakanda. Era impresionante que Harley no hablara con ella y su padre como la mayoría de gente del pueblo lo hacía, con miedo, o al menos con cierto estupor.

De todas formas sabía poco de Harley, no tenía ningún tipo de poder, pero parecía saber más de héroes de lo que trataba de aparentar. Sabía que había algo que no quería contarle, pero ella no le presionaría para decir una palabra.

Ambos llegaron a la pequeña granja en la que Lara vivía con su padre y unos cuantos compañeros más. Bucky se encontraba en la entrada, usando un cubo de barro para regar la cosecha de la entrada, al verlos llegar se apartó un mechón que quedaba suelto de su coleta del rostro y dibujó una sonrisa.

–Llegaste algo más tarde de lo normal esta vez– dejó el cubo a un lado, acercándose– Parece que hoy has tenido suerte en el intercambio.

–Sí, creo que en el pueblo ya se han acostumbrado a nuestra presencia– dejó a la cabra en el suelo con cuidado– Además, se parece mucho a Daisy.

El hombre dejó escapar una pequeña risa para dirigir su mirada a Harley, atando a la cabra con una soga con un nudo muy poco prieto, aunque el animal era dócil, debía llevarlo al redil.

–Buenos días, Harley.– se sacudió los pantalones.

–Buenos días, señor Barnes.– se irguió el joven.

Bucky contuvo una risa al ver el gesto del muchacho, quien se relajó al ver aquel gesto despreocupado.

–Todos me llamáis por mi apellido, parece que Parker y tú habéis hecho alguna especie de pacto silencioso- sonrió y miró a Lara– Llevadla al redil y tened cuidado con Wanda, está algo... Susceptible.

Se puso en pie y se puso una mano en el hombro, suspirando cansado, el trabajo en el campo no era tan difícil, sin embargo el brazo metálico ardía por el extraño sol que brillaba sobre sus cabezas.

–Yo seguiré trabajando en esto, Peter está preparando la comida y no quiero ser el que llegue tarde.– se giró para seguir su trabajo– Luego nos vemos, pareja.

Al escuchar aquel nombre para ellos por parte de su padre, Lara no pudo evitar sacudir la cabeza, no dejaba de insistir en que acabaran juntos. ¡Sólo tenía once años! Además, tenían mucho trabajo que hacer y no sabía dónde vivía Harley en su mundo. Cuando volvieran, no podría encontrarlo, muy probablemente.

Ella se adelantó para dejar la cabra junto a las demás, dentro del redil, quitándole la soga con cuidado, recibiendo un suave empujón por parte del animal.

–Eh, vamos– sonrió con diversión, cerrando la puerta tras de sí– Deja de atacarme así– bromeó.

–¿Ahora hablas con las cabras, rubia?– Harley se apoyó en la valla junto a Lara– Finalmente se te ha ido la pinza.– le dio unos golpes suaves en la sien.

–No es tan malo hablarles, según un estudio hecho en 1965 en la Rusia Soviética por...– se vio interrumpida por Harley, quien puso una mano en sus labios para acallarla.

–No quiero saber sobre cabras soviéticas si no hay unas en una de tus misiones, entonces sí.– apartó la mano de su boca.

–No ha habido cabras nunca en una misión, pero si que tuve un problema con un tigre, cuando estaba con mis padres en una misión en Siberia. Nos quedamos atrapados en una cabaña días.

–Suena terrorífico.– se adelantó unos pasos, girándose después hacia ella.

–Lo bueno es que pudimos estrechar lazos como familia– ella le siguió hasta quedar hasta su altura– Así que per...

Se vio interrumpido por un grito de frustración, que provenía del establo improvisado. Ambos se pusieron alerta y corrieron hacia el lugar, encontrando a Wanda empapada de pies a cabeza, con uno de los cubos tirado a un lado.

Harley se mordió el labio para contener la risa, mientras que Lara dejó escapar una fuerte carcajada al ver a la joven en aquel estado.

Los ojos de Wanda adquirieron un brillo rojizo al encontrarse a los muchachos riéndose de ella. Lara tomó la mano de Harley al ver a la mayor así.

–Corre– sonrió, echando a correr sin soltar a Harley, que la siguió con torpeza.

–¡Esperad renacuajos!– gritó, para correr tras ellos.

La rubia rió para seguir corriendo con Harley, sin borrar una sonrisa.

. . .

Los cinco estaban sentados juntos, cenando tranquilamente la comida que Peter había estado preparando con tanto cuidado.

–Peter, tengo que reconocer que pensé que quemarías la comida.– reconoció Bucky, alzando la mirada hacia el chico.

–Bueno, ya soy un poco más capaz de controlar el fuego– sonrió un poco, alzando la mirada hacia ellos– Ya no me quemo, al menos no tanto como antes.

–Y todo gracias a que Wanda te lanzó un cubo de agua– sonrió Lara, poniéndose en pie para quitar los platos sucios y dejarlos en la pila– Bueno, a ti y a nosotros.

–Os lo merecíais por haberos reído– añadió Wanda, sin inmutarse.

–Bueno, es que fue cómico verte así– sonrió a su vez Harley, poniéndose en pie para ayudar a Lara a recoger los platos también.

–Más cómico fue veros a los dos huyendo y gritando– sonrió la pelirroja.

–Eso es verdad, parecíais salidos de Parque Jurásico– Peter se giró en la silla, mirándolos a ambos.

Wanda sacudió la cabeza con una pequeña sonrisa, por su parte, Harley, frunció el ceño y se giró con un gesto de indignación. Lara, sin embargo, frunció el ceño sin haberlo entendido, al igual que su padre.

–¿Me acabas de llamar dinosaurio?– se giró Wanda hacia Peter, frunciendo el ceño levemente.

–Venga, dejemos de discutir y vamos a dormir, mañana será un día largo.– Bucky se puso en pie, mirándolos a todos– Tenemos por delante la expedición y todos tenemos que estar al cien por cien de nuestras facultades.

Todos asintieron algo serios, así que cada uno se dirigió a sus respectivas habitaciones. Lara se mantuvo apoyada en la encimera de la cocina, respirando hondo.

–¿Qué ocurre, brujita?– la voz de su padre tras ella la sorprendió.

–Siento que nos estamos acostumbrando a vivir aquí– alzó la mirada hacia él, con una sonrisa triste– Y no quiero, porque echo de menos a mamá.

–Lo sé, pequeña– se acercó a ella, abrazandola– Saldremos de aquí cuanto antes.

–Dijimos eso hace años, papá, y seguimos aquí encerrados.– apoyó la cabeza en su pecho, cerrando los ojos.

–Lo sé, pero es mejor que sigamos teniendo esperanza, volveremos a ver a mamá, lo prometo.

Lara dejó escapar un suspiro de pesar, pero asintió, apretando el abrazo, lo único que quería era volver a ver a su madre, tener a su familia que tantas veces le habían arrebatado.

–Volveremos a casa.

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