Revelaciones y resoluciones

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¡Hola! He vuelto con otro capítulo después de un año sin publicar nada. Se que muchos probablemente ya no sigan la historia o estén cansados de esperar, pero le he puesto todo mi cariño así que espero que lo disfrutes. Este capítulo es algo más largo de costumbre así que considéralo un "treat" ;)

¡Gracias por leer y nos vemos en el próximo capítulo!

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Volvimos a casa al mediodía, después de haber equipado todo lo que necesitábamos, que, aunque no era mucho, nos vendría muy bien a la hora de volver. Cogimos el primer coche que nos prestaron, que apenas llamaría la atención de camino a casa. Y aunque podríamos haber optado por cualquier otro medio de transporte, decidimos usar un coche porque tendríamos más tiempo para hablar y ponernos al día con todo lo que había ocurrido en esos años. De todas formas, un viaje en coche no sonaba como una mala idea. Sobre todo teniendo en cuenta que teníamos unas horas de viaje por delante que prometía emociones fuertes. Así que, por supuesto, no perdería la oportunidad de llorar una vez más esa semana.

El viaje comenzó tranquilo, con una canción de Elton John en la radio, "I'm still standing" fue la primera canción que nos acompañó en el viaje de vuelta a casa. Se sentía casi como una escena de esas películas que había visto años atrás en la televisión, de esas familias perfectas que tenían el tiempo a su favor. Nosotros estábamos medianamente cerca, pero increíblemente lejos, estábamos reconstruyendo lo que se había destruido en miles de millones de pedazos hace tanto tiempo. Supongo que todo ello llevaría tiempo, necesitaríamos meses, quizá años, para recuperar aquello que habíamos perdido.

Sinceramente, no recuerdo con claro detalle el viaje en coche. Lara dice que nunca había visto una película con una escena así aunque yo insistía en que había muchas películas con ese estilo.

—Mamá, ¿estás segura de que has visto muchas películas?— se inclinó desde el asiento de atrás con curiosidad, yo no aparté la mirada de la carretera pero sonreí al notarla más cerca.

—No sabes la cantidad de películas que he visto en los cinco años, ¿sabéis que hay una saga de películas sobre el espacio? Quiero decir, hay muchas pero en estas tienen unos sables que brillan de colores.— sonreí al recordar la saga que Nate me había convencido de ver finalmente.

—¿Ah, sí? — James dibujó la sombra de una sonrisa, acomodado en el asiento del copiloto.— Con lo poco que te gustó "El hobbit" cuando salió y también tenían espadas.

—Oh, entiendo que no le gustara a mamá, no había una sola mujer en toda la novela.— Percibí a Lara encogiéndose de hombros aún inclinada entre los asientos delanteros.

—Primero de todo, jovencita, siéntate bien ahí atrás, no me gustaría que te hicieras daño. Segundo de todo, ¿cuándo has leído tú "El Hobbit"?— la miré un poco por el retrovisor, observando atenta como se colocaba.

Probablemente no lo recordéis, pero durante una misión especialmente larga que tuvimos en Siberia, tuve tiempo para leer bastante. Los dueños anteriores de la casa tenían muchos libros así que decidí servirme yo misma. Fue divertido realmente, solo teníamos que vigilar un pueblo de Siberia, estuvimos allí mas o menos unos... Seis meses.los dos la escuchamos en completo silencio, sorprendidos por la facilidad con la que estaba hablando de aquel momento.

Siendo sincera yo no sabía muy bien que decir, así que miré a James durante unos segundos hasta que él acabó hablando. No es que yo temiera decirle nada a nuestra hija, pero ellos habían sido mucho más cercanos durante estos cinco años así que lo mejor sería que hablaran un poco más.

—¿Cuantos años tenías entonces? Quiero decir, si todavía hacíamos misiones los tres juntos, debía de ser muy pronto...— di gracias en silencio a que él supiera que palabras utilizar para hablar con ella, no quería tocar un tema delicado o molestarla de cualquier manera, esto era lo mejor que podía hacer, observar el paisaje del estado de Nueva York mientras conducía de vuelta a casa.

—Creo que debía de tener unos ocho años entonces. Bueno, ocho para nueve, porque recuerdo que celebramos mi cumpleaños con un bizcocho que se quemó. Y acabasteis yendo al pueblo como civiles para comprar pastel. Fue en la época de principios de los noventa, recuerdo que cuando os fuisteis seguí leyendo... Creo que era "El Guardián entre el centeno"... O, esperad, eso fue en Navidad, en mi cumpleaños estaba leyendo "Frankestein".

—Así que leíste clásicos de la literatura por aburrimiento a los ocho, no, nueve años.— concluí, levantando un poco la mirada de la carretera al retrovisor para poder mirarla. 

—Podría decirse, si. La verdad no era tan aburrido porque estaba con vosotros, pero me gustaba leer para pasar el rato.— dibujó la más leve de las sonrisas, mirando hacia la ventana.

—Entonces ya sabemos a quien te pareces mas de los dos.— James me miró con una leve sonrisa que, por supuesto escondía la diversión de poder llamarnos "nerds", pero lo dejé  escapar negando con la cabeza, subiendo el volumen de la música, "Waterloo" de ABBA sonando ahora por todo el coche.

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Cuando llegamos a casa, no sé quién estaba más emocionado, Nakama, Lara, James o yo misma. Tal vez lo cuatro estábamos igual de emocionados, pero cuando la perrita se lanzó entre ladridos sobre Lara, me quedaron más que claras sus prioridades.

—¡Yo también te he echado de menos!

Las dos echaron a correr por toda la zona, la ya no tan pequeña riendo mientras la perrita corría tras ella y viceversa, entre risas que parecían estar en todas partes y en ningún sitio al mismo tiempo, con un sonido etéreo y puro, simplemente perfecto.

—Se han echado de menos la una a la otra, ¿hm?— la voz de James me sacó de mis pensamientos, no de la forma repentina y dura en la que había ocurrido en los últimos años, pero con la delicadeza de una caricia.

—Oh, sí.— no pude evitar sonreír, mirando a nuestra hija corriendo por toda la zona con Nakama ladrando y moviendo la cola.— Han sido inseparables desde que Nakama era apenas un cachorrillo.

James se disponía a hablar cuando una figura familiar salió de la casa, en pijama y con Kai en brazos. Nate nos miró a los tres, pareciendo caer en la cuenta finalmente de lo que había ocurrido, y sonrió un poco. Sabía que había llegado el momento de enfrentarme al pasado, nada se resolvería por sí solo.

Lara se había quedado completamente quieta al ver al joven en la puerta de la casa, con las puntas de sus dedos brillando de su usual tono azulado que indicaba que estaba lista para usar su poder en cualquier momento si lo necesitaba. Aunque era obvio que titubeaba, en primer lugar por el niño que tenía en brazos y, en segundo, porque había salido de mi casa.

El tiempo parecía haberse detenido por completo a mi alrededor mientras avanzaba hacia Nate y Kai, que mantenían la mirada fija en mí. Nate sabía lo que podría pasar si daba un paso en falso, así que simplemente se limitó a mirarme mientras me acercaba hasta quedar frente a frente con ellos.

—Kira.— la voz de Nate rompió el silencio, esta vez sacándome de un tirón del trance en el que los cinco parecíamos sumidos— No tienes que pedirme que me vaya, ya me he llevado mis cosas y he contactado con la madre de Kai.— mantuvo la mirada fija en mis ojos, dirigiéndose directamente a mí. Supongo que no quería hacer contacto visual con dos personas que podrían romperle si decía algo que no debía— Durante este tiempo que he estado viviendo contigo me has hablado de tu familia. De lo feliz que te han hecho siempre, de lo mucho que los echabas de menos. Y, de forma indirecta, he visto el amor que has sentido por ellos incluso sin saber que volverías. Siempre he tenido claro que, aunque no hubieran vuelto, aunque tuvieras que haber esperado décadas, les habrías esperado. Y sé que... Cuando pasó aquello, te mortificaste de culpa, porque eres así, Kira, amas a tu familia y siempre lo vas a hacer.— puso una mano en mi hombro con una sonrisa amable que me partió el corazón, no merecía sus palabras, no merecía su comprensión, una asesina nunca las merece. Sin perder el gesto, miró finalmente a James y a Lara, bajando las escaleras del porche con Kai en brazos, que observaba todo con la tranquilidad de un niño— Kira os lo explicará en seguida, Lara, James. No creo que esté interesada en ocultar nada así y mucho menos de vosotros.

Ambos estaban completamente quietos, James manteniendo la mirada en Nate, aún demasiado sorprendido como para formular palabras, y Lara nos miraba a Nate y a mi como si estuviera intentando resolver un puzzle de miles de piezas que no parecían encajar de ninguna forma. James pareció entender finalmente, y alzó la mirada hacia mí durante lo que me parecieron años y años. Yo esperaba que se enfadara, que se diera la vuelta y cogiera el coche y a nuestra hija y desapareciera por la carretera para no dejarme verles nunca más, pero simplemente se acercó a pasos firmes y tomó mi mano con la suya humana, con la delicadeza y el amor de siempre, mirándome a los ojos con esa chispa eléctrica que parecía no agotarse en el azul de sus iris.

—Creo que será mejor que nos lo expliques tú misma.— yo solo me pude limitar a asentir, siguiendo su mirada cuando miró a Nate de nuevo— Buen viaje, nieto de Dominic.— inclinó la cabeza.

Lara abrió los ojos sorprendida al escuchar este nombre, conociéndolo después de todas las historias que le habíamos contado en nuestra época en Wakanda. Nos miró a los dos, abriendo la boca sin saber que decir, así que se limitó a sacudir la cabeza y subir con nosotros al porche, dándole la espalda al joven a unos metros de los tres. Por su parte, Nate parecía tan confundido como ella, mirando a James con el ceño fruncido por la obvia confusión.

—Sois iguales— reconoció, y puedo jurar que escuché la sonrisa de satisfacción en su voz.

Nate tan solo asintió y dejó a Kai en la silla para bebés en la parte de atrás de su coche, cerrando la puerta con delicadeza para no alterar demasiado al pequeño.

—Tened una buena vida.— nos miró a los tres, a lo que yo incliné la cabeza y él sonrió, con ese gesto agridulce que acompaña a una despedida— Los tres.

—Cuatro.— le corrigió Lara, acariciando a Nakama tras las orejas.

—Los cuatro, tened una buena vida.— inclinó la cabeza antes de subir al coche y arrancar, alejándose por la carretera sin decir adiós, ni esperar una respuesta.

No la necesitaba.

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Cuando nos cambiamos finalmente de ropa y nos acomodamos en el sofá les conté todo lo que había ocurrido con Nate, la noche en la que nos acostamos, la inevitable atracción que había sentido por él en aquellos momentos de dolor y pérdida y también les hablé de Kai, de lo mucho que me habían ayudado Nat y Steve durante aquellos cinco años. Ambos me escucharon en silencio, poniendo su completa atención en cada palabra que decía, mientras sangraba palabras delante de ellos, mientras las palabras se me escapan de entre los labios con el dolor que había sentido durante aquel tiempo, con la culpa que había pesado sobre mis hombros como si hubiera estado cargando una montaña sobre ellos.

Y, cuando terminé, rompí a llorar, porque había sido una mala madre, una mala esposa, una mala persona. Porque era imposible que pudieran perdonarme después de todo lo que había hecho, no sabiendo lo rápido que les había sustituido, no sabiendo que no era capaz de ser fiel a mi familia.

Para mi sorpresa, Lara fue la primera en abrazarme con una fuerza que era usual en ella, así que la apreté contra mi pecho, dejando besos en su cabello aún apenas pudiendo ver por las lágrimas que caían inevitablemente de mis ojos a sus mechones, como gotas de lluvia en un prado nevado.

—Está bien, mamá. No nos sustituiste, no se cómo se sentirá papá, pero no has hecho nada malo. No sabías si volveríamos y aún así te mantuviste pensando en nosotros durante cinco años...— asomó la cabeza de mi pecho, sonriéndome con esa inocencia infantil que aún parecía quedar en ella— No creo que haya nada que perdonar, igual que el tiempo no nos perdona a nosotros.

—Cielo...— susurré con la voz rota por los sollozos, acariciando sus mejillas con delicadeza, besando su cabello una y otra vez.— Gracias, gracias, gracias...

Ella se dejó hacer, abrazándome de nuevo con cierta fuerza, negándose a soltarme en ningún momento, hasta que ambas escuchamos la voz de su padre llamándome, me soltó con delicadeza, dejando que me girara a mirarle.

—Kira— sus pulgares rozaron mis mejillas con ternura, limpiando las lágrimas poco a poco. No soltó mis mejillas hasta que estuvo seguro que podía mirarme a los ojos y yo podía ver los suyos.— La vida no ha podido ser más injusta contigo, y mucho menos durante el Chasquido, cuando se llevó a tu mundo entero.— cuando habló, usó el tono de voz más suave posible conmigo, manteniendo las manos en mis mejillas para que no apartara la mirada— Estoy seguro de que estos cinco años han sido increíblemente duros para ti, y, por eso, no te culpo, no te odio, no te guardo rencor, por lo que has hecho con Nate. Eres una mujer increíble, Kira, y es increíblemente admirable cómo has esperado durante cinco años por nosotros, sin tener la certeza de que volveríamos. Y es que aunque hubiera vuelto y te hubieras casado de nuevo y tuvieras una nueva familia, no te habría culpado tampoco, pero... Eres increíblemente difícil de convencer cuando se te mete una idea en la cabeza, y que nos hayas esperado todo este tiempo...— negó con la cabeza, incapaz de seguir, inclinándose con delicadeza para unir nuestros labios en un beso.

Era nuestro primer beso después de los cinco años, el primer beso que los dos teníamos el uno para el otro después de lo que parecía un milenio. Sentí que llevaba esperando toda una vida por aquel beso, como el mundo parecía desaparecer fuera de aquellos labios que me besaban como algodón y aquellas manos que me sostenían el rostro como si fuera la más delicada de las reliquias. Sus besos siempre se sentían como el despertar de un día nuevo, como la lluvia en verano, siempre eran diferentes al anterior, siempre se sentía como una estación diferente en los labios, pero con la extraña familiaridad que siempre acompañaba a los labios del hombre que siempre había amado.

El tiempo era nuestro y solo nuestro en aquel momento.

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