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Ahí estaba ella. Tendida sobre el sucio suelo, manchado por cenizas y agrietado por todos lados. La miró, apreciando cada pequeño detalle de su dulce rostro. Sus ojos azules estaban cerrados y de sus finas pestañas colgaban lágrimas cristalinas que también adornaban la piel de sus pálidas mejillas. Con delicadeza, Marco colocó uno de sus dorados mechones de pelo tras su oreja, temblando.

—Star, estoy aquí. Contigo

La sangre decoraba su ropa y su cuerpo. Su respiración era suave y movía pausadamente su pecho, que subía y bajaba a una velocidad demasiado lenta.

—Marco...

—Sí, Star, soy yo. —El castaño sentía que iba a llorar. Conocía esa escena de memoria. Y la odiaba, la detestaba, no era capaz de vivirla una sola vez más. Pero algo le hacía continuar, la pequeña chispa de esperanza que permanecía encendida en su frágil corazón, que le convencía de que podía cambiar las cosas. De que Star aún podía sobrevivir.

—Toffee... Se la ha llevado... Se ha llevado mi varita.

Marco la abrazó y apretó con todas sus fuerzas. No quería perderla otra vez. No podía permitirlo. No volvería a separarse jamás de ella.

—Tranquila. Todo está bien.

—No, Marco, Toffee tiene mi varita.

El aludido la miró. No se suponía que debiera decir eso. No es lo que él recordaba. Sus miradas se encontraron, y Marco sintió de repente ira en los celestes ojos de Star.

—Tienes que recuperarla. Por favor.

—Star, ¿qué dices?

—Marco... —Acarició la mejilla del muchacho— Hazlo por mí... Recupera mi varita. Y así podremos reencontrarnos. Te lo prometo.

Star se desvaneció en sus brazos, como siempre sucedía. Pero esta vez había sido distinto. Marco no sentía tristeza, sino una gran confusión. Y poco a poco, aquella confusión comenzó a transformarse en una aún mayor ira.

Toffee... Todo era su culpa. De no ser por él, Star seguiría en el mundo, al lado de Marco, viviendo aventuras como antaño. Y no muerta.

"Esto es culpa de Toffee..." —pensó, bajando la mirada.

"Esto es culpa de Toffee..."

Apretó los dientes. Sus puños se cerraron y comenzaron a temblar.

—¡Es culpa de Toffee!

Marco despertó. Ni uno de sus músculos se movió un solo milímetro. Aquel sueño aún rebotaba en su cabeza.

Lo recordó una y otra vez hasta aprenderlo de memoria. Y se dio cuenta de que su subconsciente tenía toda la razón. Lentamente se incorporó hasta quedar sentado en el borde de su cama. Apretó los puños en torno a las sábanas, y esbozó una torcida sonrisa temblorosa.

—Esto es culpa de Toffee... —murmuró— Es todo su culpa...

Se puso en pie y fue rápido hacia el armario. Se vistió con su ropa habitual y de un cajón sacó sus tijeras dimensionales.

—¿Qué estás haciendo?

Star lo observaba desde una esquina de la habitación, con el ceño fruncido.

—Lárgate —espetó el chico—. No es asunto tuyo.

El rostro de ella se tornó más duro.

—¿A dónde piensas ir? —interrogó al ver las tijeras.

Marco se echó la capucha de la sudadera sobre la cabeza y rasgó con las tijeras el aire, abriendo un portal.

—Voy a matarlo —dijo en voz baja, dándole la espalda.

Un escalofrío recorrió a Star.

—¿A quién vas a matar?

—Al causante de todo esto. —Marco empezó a sonreír, pero Star no pudo verlo, pues ya estaba cruzando el portal—. Voy a matar a Toffee.

2AFϳT/V

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