10. Una mierda de persona.

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— ¿Te importa o porque tanto interés, Lyes? —sisea con diversión Dimitris.

—No todo lo que uno pregunta tiene un interés detrás, Dimitris. —Lo enfrenta, apoyando ambos codos sobre la mesa—. Pero opino, si están hablando de algo gracioso creo que sería agradable que lo compartan.

—Dudo muchísimo que quieran oír sobre nuestras intimidades, pero si gustas te lo puedo decir al oído, guapo —bromea Dimitris. La respuesta parece no agradarle a Lyes porque aprieta su mandíbula, entrelazando sus dedos para no atacarlo.

—No te preocupes Dimitris, Lyes tiene suficiente con lo nuestro. —Fénix acaricia su brazo tenso, regalándole una sonrisa.

Dimitris le da una sonrisa falsa al oírla y yo lo detengo antes de que pueda responderle con palabras ofensivas. Conozco a Dimitris, se que Fénix no le cae tan bien como aparenta y no lo puedo juzgar, a mí tampoco me cae de maravillas.

Cuando Tyson regresa con cervezas la tensión sobre la mesa de ambas parejas disminuyen después de que él comenzara a sacar conversaciones sin sentido con los chicos. Al final no había sido una mala idea venir, me sentía bien, plena y viva cuando los tres me sacaban sonrisas contando anécdotas que habían tenido los tres en Barcelona al conocerse.

Las indiferencia con Fénix y las otras dos chicas que no habían hablado en toda la noche, habían desaparecido, realmente parecíamos un grupo de amigos que se reunía en un bar luego de una semana estresante para divertirse entre sí.

Mi madre, nuestras peleas, la idea de un nuevo bebé, el casamiento, Logan y Zack, Trevor, los Coleman, los Dawash, mi vida había dejado de importar después de diez cervezas en mi organismo, una por cada problema de esta semana.

Tomo mi móvil cuando la diversión de las anécdotas termina al irse los chicos al baño. Escapando de las miradas de las tres chicas que tenia al frente me metí en mis redes sociales buscando algo interesante para los minutos de tensión sobre la mesa.

Según mis historias de Instagram, Dyan estaba con Tristán en la casa de unos amigos y Drake todavía seguía estudiando para los parciales que tenia. Elyes estaba con una chica a quien no pude reconocer en la fotografía y Elyas estaba mirando una película solo en su departamento.

Al parecer, ninguna de las noches de los demás era tan divertida como estar sentada en una mesa con tres mujeres observándote atentamente.

—No lo entiendo. —La voz de Fénix rompiendo el silencio me hace levantar la mirada de mi móvil—. Eres lo más simple que vi, no sé porque tanto alboroto.

— ¿Perdón?

—Te perdono, aunque haya sido tu culpa haber usado paragua cuando Dios hizo llover la belleza. —Revoloteo mis ojos y bloqueo mi móvil para apoyarme en el respaldar de la silla—. No me mal interpretes, tienes lo tuyo, pero no eres ese, ¡Wow! Por el que los chicos hablen tanto. Apuesto que ni queriendo puedes obtener una cita ni por cortesía.

Las dos chicas que habían permanecido en silencio comienza a reír al unísono, por el rabillo de mi ojo veo como los chicos vienen así que me inclino un poco hacia adelante para que no pueda oírme nadie más que ellas tres.

—Es raro que digas que no pueda obtener una cita considerando que cuando Lyes apenas me conoció me invito a una. —Finjo una sonrisa tirándome nuevamente hacia atrás—. Y si abrí el paraguas aquel día de lluvia, fue porque supe que Dios no hace milagros, si no mírate, deberías agradecer que existan los maquillajes.

Fénix se muerde la lengua cuando los chicos vuelven a sus lugares y esta vez no se une a la conservación, se separa un poco de Lyes y comienza a hablar con las chicas sin darle importancia a lo que le había dicho.

—Este fin de semana mis abuelos se van de viaje y me dejan la casa del lago —les cuenta la chica que hoy estaba hablando con Dimitris, al oír la conversación de los chicos—. Podríamos ir hasta el lunes, no sé.

—¡Seria una muy buena idea!

—Tienes razón, sería una muy buena idea, ¿Te prendes, Amunet? —Fénix borra su sonrisa al oír a Tyson. Bajo la botella de mis labios y hundo mis cejas desencajada con el tema.

—No creo, tengo muchas cosas que hacer y dudo mucho que los Dawash me dejen ir. —Fénix vuelve a sonreír atrapando el brazo de Lyes bajo sus garras.

— ¡Estupendo! —Lyes la mira confundido—. Digo, que mal. No te preocupes, te enviaremos fotografías.

—Ni de coña. —Sacude su cabeza en forma de negación y se deshace del agarre de Fénix para verme—. No te preocupes de eso, yo hablare con los Dawash y asunto arreglado.

— ¡Perfecto! —Tyson sonríe levantando ambos brazos—. ¿Entonces vas a ir?

—Si insisten tanto...—Sonrío, dándole una mirada de soslayo a Fénix—. Está bien, iré.

—Grandioso, ahora es momento de irnos antes de que los dueños del bar nos saquen de patitas a la calle —opina Dimitris levantándose y colocándose su chaqueta. Todos lo siguen incluyéndome.

Tyson se ofrece a pagar la cuenta así que cuando él va directo a la barra para pagar los tragos, todos salimos del local. Meto ambas manos en los bolsillo de mi chaqueta y al ver el amanecer descarto la idea de ir a la casa de los Dawash a esta hora.

Zack no me abriría la puerta y sospechando de que estaría con Logan en una reconciliación como siempre, también descarte esa idea. Solamente me quedaba el departamento de los Coleman que desafortunadamente quedaba lejos, así que tomaría un taxi con el poco dinero que traía.

— ¿En qué te vas? ¿Necesitas que te lleve? —pregunta Lyes haciendo un puente con su mano para prende el cigarro. Miro detrás de él y cuando veo el cuerpo de Fénix apoyada en su motocicleta esperándolo niego con mi cabeza.

—La llevare yo, no te preocupes, Roomie. —Lyes le da una calada al cigarro y queda asimilando sus palabras. En silencio saca las llaves de su bolsillo trasero y se las tira.

—Lleva a Fénix, yo me encargo. —Tyson no protesta y de la misma manera le pasa las llaves de su coche antes de irse en dirección a la motocicleta de Lyes.

No me quedo a ver la expresión de Fénix cuando Tyson llega, giro sobre mis talones antes de que Lyes me lo pida y sin oponerme, al buscar el supuesto dinero que pensé que tenía y no lo encontré, me detengo en la puerta de copiloto del coche.

No tenía dinero para un taxi, a Tyson le había dado lo mismo dejarme con Lyes y lo único que me faltaba esta noche era que en verdad nadie me abriera la puerta del departamento de los Coleman. Al subir Lyes enciende el motor para calentarlo un poco y baja la ventanilla para terminar su cigarro.

Tira la colilla justo cuando Dimitris pasa en la motocicleta con las dos chicas y Tyson con Fénix a dirección contraria que la de nosotros cuando Lyes acelero.

—No me lleves a la casa de los Dawash.

Busco la dirección de los Coleman en mi móvil cuando Lyes gira a verme y al enseñársela asiente con su cabeza siguiendo por el mismo camino. Ninguno de los dos dice nada y yo no soy capaz de inclinarme hacia adelante para poner un poco de música por miedo a que Lyes rompa el silencio.

Empuño mis manos nerviosa, rosando mis uñas sobre la palma de mi mano para ejercerle más fuerza cuando Lyes detiene el coche.

Llegamos. Y las piernas me tiemblan demasiado como para poder bajar en estos momentos.

—No vuelvas a hacer esto. —Levanto la mirada.

—¿Hacer qué? —Frunce su ceño.

—Dejar a tu novia para traerme, defenderme, pedirme perdón de cosas que no has hecho...

—Solo estoy tratando de ser una buena persona, ¿Eso te molesta? —Apaga el motor de su coche para girar a verme.

— ¿Con que propósito? No te debo nada y no pienso que eres más de eso.

—Tal vez sea eso, tal vez solo quiera que me veas como un amigo o de la misma manera que ves a Tyson y me dejes de ver como alguien que es un imbécil un día y al otro día intenta aparentar ser otra persona para reparar sus errores.

—¿Entonces todo esto es por qué quieres ser mi amigo? —Finjo una sonrisa.

—Si, por supuesto, ¿Qué pensaste?

¿Es duro, no? Pensar que le gustas a todo el mundo cuando no eres más que un fantasma entre billones de personas en todo el mundo. —Miro el asiento vacío de atrás al oír la voz de Trevor. Lyes me sigue con su mirada y frunce su ceño.

Nuevamente empuño mis manos y esta vez dejo que las uñas hagan su función, el corazón me deja de palpitar con fuerza al sentir el ardor y los nervios se me disminuyen como si incluso fueran una droga.

—Nada, olvídalo.

Me inclino hacia adelante para sacarle las trabas a las puertas y cuando lo consigo me bajo del coche entrando de inmediato al edifico.

«"No me mal interpretes, tienes lo tuyo, pero no eres ese, ¡Wow! Por el que los chicos hablen tanto. Apuesto que ni queriendo puedes obtener una cita ni por cortesía."»

Apoyo mi cabeza en la pared, esquivándole la mirada al espejo del ascensor cuando voy subiendo. Sorbo mi nariz al sentir que las puertas se abren y con apuro camino hasta la puerta de su departamento. Roso los nudillos de mi mano en la puerta blanca más de una vez hasta que la puerta se abre.

—...Ya te marco, espérame. —Elyas baja la mano que sostiene su móvil y lo arroja al sofá antes de fruncir su ceño viéndome nuevamente.

Abre su boca para seguramente preguntarme qué hacia en la puerta de su departamento a las seis y media de la mañana, pero yo le hago tragar sus palabras poniéndome de puntas de pie para besarlo. Paso una mano detrás de su nuca cuando lo tomo por sorpresa y presiono su rostro contra el mío para que no pueda escapar.

Elyas siempre había sido mi refugio cuando no tenía las agallas suficientes para enfrentar la realidad. Elyas era mi escape perfecto para dejar de sentirme patética cuando pensaba que en realidad nadie me quería por lo que era. En el sexo, él me hacía sentir que las cualidades no importaban, tomaba esa poca autoestima que tenia y lo elevaba amando cada curva de mi alma.

Cuando lo sentí estimular sobre mi cuerpo, comprendí que no solo yo había tenido una noche difícil y que no solo él era un escape de la realidad.

En las cuatro paredes de la habitación donde por momentos me sentí la mujer más amada, Elyas mato mis demonios. Me desnudo a la luz de su velador, me admiro y me hizo saber bajo su mirada que las palabras de Fénix no eran ciertas, que eran mierdas de una persona superficial.

¿Pero de qué sirve decirle a una persona con baja autoestima que es hermosa si al día siguiente, luego de las caricias y palabras cariñosas se sentirá como la mierda que piensa que es? ¿Verdaderamente sirve hacerle sentir a una persona que es hermosa cuando ella sabe que no es así? ¿Sus palabras o miradas que cambiaran cuando me observe al espejo y me vea como siempre?

Tironeo de su cabello cuando Elyas baja sus labios por el camino de mi cuello llegando a la altura perfecta de mi clavícula marcada. Deja un camino de húmedos besos hasta mis pechos cubiertos por el sostén y sube nuevamente para devorarme por completa.

En sus brazos, caliente, querida y cuidada, me deje guiar por sus manos hasta llegar al borde de su bóxer. Palpitante como la última vez que lo tuve sujete su miembro con una mano, conectando nuestras miradas perdidas bajo la luz de su velador y la claridad del amanecer.

Creyendo que los dolidos éramos nosotros cuando estábamos juntos, en realidad éramos una bomba a punto de estallar y dañar a los demás.

—No...no lo puedo creer. —Apartamos nuestras miradas al oír la voz ahogada de lágrimas de Cashie.

En el marco de la puerta y en un mar de lágrimas estaba la persona que una vez en mi vida le había confiado tantas cosas y ocultado un millón. La misma por la quien decidí apartarme y dejarle el camino fácil hacia el chico de quien había estado enamorada por tantos años y a la que posiblemente le hayamos roto el corazón.

Una mierda de persona queda poco para describirme como soy.

Realmente no había mentido al decirle a Zack que todo era mi culpa, porque era así y para terminar de hacer desastres, tal vez tendría que dejar de existir en un mundo que no se acoplaba a mis decisiones, a mis pensamientos y a mis reglas.

(...)

Incluso cuando se que estoy sola, me siento desolada tratando de sonreírle a la vida, ¿Qué me pasa? ¿Acaso es mi cabello el que no atrae a los chicos o mi manera de ser un estorbo dentro del mundo imperfecto? Querido diario, tengo el corazón roto.

Miro mi reflejo en el espejo y al mismo tiempo me arrepiento. Mis ojos están rojos, mis mejillas pálidas cubiertas de sangre cuando en un mal intento quise apartarme las lágrimas. Esta vez no tiene una sonrisa de diversión sobre sus labios, esta vez Trevor me observa sobre el espejo y se acerca, quedándose a centímetros de mi piel aunque ya no lo pueda sentir.

—No lo hagas, pequeña.

Bajo la mirada al frasco que tengo en la mano y luego me observo de nuevo en el espejo. No hay nada que me guste, nada del porque detenerme.

Trevor me observa con decepción cuando arrojo las pastillas en el váter y luego me arrodillo ante el. Apoyo ambas manos en su borde y suspiro haciendo caer las últimas dos lágrimas por mi mejilla. Perfecto. Subo una mano hasta la altura de mis labios y con mi dedo índice acaricio mi labio inferior, la mirada de Trevor no se quita de mi mente.

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