11. La sociedad es una mierda.

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—Esta noche los chicos de Portland van a Leartled —nos cuenta Drake, entrando a la cocina después de colgar la llamada que le había llegado.

Los chicos de Portland se habían hecho muy buenos amigos de los Coleman, pero de los Dawash también. Los chicos de Portland eran la alegría, siempre que venían y que no acostumbraban a hacerlo seguido, los Dawash y los Coleman se reunían y permanecían en el mismo lugar por horas sin importar las diferencias.

— ¿Esta noche? No hay carreras esta noche —Tristán pregunta confundido, apoyándose en el mesón con una taza de café.

—Quedamos en que haríamos algo mas privado esta vez. —Se encoge de hombros, sin darle tanta importancia—. Amunet, hoy te lleva Tristán porque tengo que arreglar algunas cosas en Burblon, así que apúrense que están sobre la hora.

Me levanto de mi lugar cuando Tristán me avisa que ya está listo y que nos podemos ir. En el coche pongo música de mi lista en Spotify y me recuesto en el respaldar del asiento tarareando un poco la canción. Cuando llegamos desconecto mi móvil para poner los auriculares y luego de saludarlo bajo del coche acomodándome la pequeña mochila. Tranquila, al ver que los estudiantes de la universidad ya ingresaron, consumo mis minutos caminando con paciencia.

Me siento en mi lugar cuando entro al salón y saco mi móvil para distraerme mientras espero que la profesora llegue.

Scuad Batman:

Suspiro y bloqueo el móvil. Esto estará más difícil de lo que creí.

Luego de mis horas de clases espero a que Tristán venga por mí a la salida, lo cual por suerte no es de esperarse mucho. Cuando me ve agita su mano como si no lo hubiese visto, acomodándose mejor en la motocicleta para encenderla.

—Muchas gracias por pensar en mi falda y en como se verá mi ropa interior cuando intente subirme —comento con ironía. Tristán borra la sonrisa de su rostro, bajando su mirada por toda mi vestimenta.

—Lo siento, me olvide de tu falda —titubea, alzando su mirada cuando se da cuenta donde está su mirada. Me sonríe inocente y gira su rostro para ver nuestros extremos. —Pero no hay nadie, sube que nadie te va a ver.

Inquieta e incómoda miro para ambos lados antes de tomarme un poco de la falda y me subo. Cuando lo consigo y miro nuevamente a nuestro alrededor, él me avisa que primero iremos a Leartled por unos papales de Drake, antes de salir del estacionamiento.

Al llegar me quedo en la motocicleta cuando con cuidado Tristán logra bajarse en Bictone. Agito mi mano en forma de saludo al ver a Sendella dentro de Bictone y ella me devuelve el gesto antes de atender a Tristán.

Me remuevo sobre mi lugar al oír el sonido de mi móvil hasta que la llamada termina y un mensaje de un número desconocido cae casi al instante.

Nuevo mensaje:

— ¿Drake te comento algo sobre tu dinero en el banco? —Bloqueo mi móvil, disimulando muy bien mi desconcierto por el mensaje.

—Sí, me dijo que el dinero ya estaba pero que no llegaba la tarjeta que me había pedido para sacar el dinero con más facilidad.

—Bueno, entonces esto te pertenece. —Sonríe, elevando a mí vista la tarjeta que tiene en mano.

(...)

Nunca pensé que la vida iba a ser tan injusta conmigo. A pesar de todo lo bueno que me había traído con el tiempo, me había cobrado tan caro con llevarme de los brazos a Trevor.

No tenía tiempo, el tiempo lo había perdido tanto pensando que sería eterno entre nosotros dos. Trevor no solo había dejado tanto en mi corazón, también me había dejado una hermosa familia en Leartled, había dejado su confianza en mí para que ocupe su puesto y dinero que jamás pensé que tendría en una cuenta bancaria.

Me había dejado tanto, pero ninguna de esas cosas tenía el valor suficiente como para comprar más minutos, días, años de vida para tenerlo junto a mí. En algún momento de mi vida tenía que superar que Trevor ya no estaba, pero no tenía el valor suficiente para hacerlo, ni hacía falta decir que era algo que podía comprar.

La noche había llegado, la cena con los chicos de Portland cada vez me ponía de más mal humor. Antes, cuando Trevor estaba, todo era realmente distinto. Los Coleman, los Dawash, nosotros y los chicos de Portland éramos más que amigos, éramos una hermandad que se fue disolviendo de apoco gracias a las diferencias.

Al igual que los chicos, los de Portland eran más que mis amigos, eran lo mismo que lo que ahora son los demás. Por eso mismo me dolió en gran parte que luego del velorio de Trevor se hayan distanciado de mí, solamente de mí.

Y pensar que en esta cena no soy bienvenida para ellos o seré una sorpresa, me da mala espina, me asusta, me da pánico. Los chicos de Portland murieron para mí el día que decidieron dejarme sola, distanciarse de mí y cambiar esa actitud que los hacía ser ellos, los chicos de Portland.

Suspiro cuando escucho el grito de Drake desde abajo y bajo las mangas de mi chaqueta saliendo del baño. Me detengo en el espejo para ver mi vestimenta y las ganas de quitarme la ropa y llorar adelante del espejo se hacen un nudo en mi estomago.

Cuando era chica no solía odiar mi cuerpo de esta manera, no estar conforme siempre había existido, pero sabía que si alguien me iba a amar, era por lo que era y no por mi físico. Pero desde que comprendí que la sociedad era una porquería al decir que lo de afuera no importaba cuando en cualquier instancia se burlaba de alguien, me quito la hipocresía y me aumento el complejo.

Comprendí que realmente es mentira cuando te dicen que se pueden enamorar de tu imperfección, porque en el mundo de un perfecto su vida tiene que ser perfecta y tú exactamente no lo eres. Tú eres esa miga del pan que queda al final, la toma quien la quiere, quien te ve, usualmente esas personas suelen permanecer en la imperfección.

Así que no esperen que alguien realmente perfecto se fije en alguien con imperfecciones, porque sí, puede llegar a suceder y como razas extrañas se pueden mezclar, pero no esperes a que sea un cliché porque su hipocresía no va a llenar tu imperfección.

Ahora, ¿Realmente piensas que en la sociedad de porquería existe una persona que no se fije en el físico y en aquellas imperfecciones? ¿Realmente piensas que tú no te fijas en el físico o en esas imperfecciones? Ahora yo te pregunto directamente a ti; En el colegio, ¿Te has fijado alguna vez en esa persona imperfecta que se encontraba justo en el medio donde todos se burlaban y lo criticaban?

¿Cómo esperan que alguien los tome en serio, si eres tú quien no toma en serio a las personas que son igual que tú? Todos estos años criticando a una persona, viéndolo y pensar que jamás estarías con ella, ¿No te han servido para darte cuenta que estabas en la misma posición? Solamente, demostrando que la sociedad es una mierda. Un círculo que no tiene fin, porque tú críticas, a ti te critican y el que critica es criticado. Nadie es perfecto, en otras palabras la palabra perfección solo es hipocresía.

—Hey, te estamos esperando, ¿Qué estás haciendo? —Drake se apoya en el umbral de la puerta, cruzado de brazos.

—Termino de retocarme. —Finjo una sonrisa, girándome para salir de la habitación.

— ¿Estás bien? —pregunta antes de dejarme salir. Asiento con mi cabeza, aún sonriendo—. ¿Me lo prometes?

Suspiro.

—Te lo prometo.

Drake asiente confiando en mis palabras y pasa un brazo por mis hombros para comenzar a caminar hacia las escaleras. Cuando ya estamos en el coche, pongo un poco de música para liberar mi tensión, apoyándome en el respaldar cuando Drake se coloca detrás de los vehículos de Dan y Tristán.

Cuando ya estamos por el puente que divide el camino a Leartled del otro camino, veo como unas motocicletas se colan sobre el camino pasando por el camino que va directamente a Burblon. Las manos me sudan cuando los reconozco y Drake se da cuenta porque toma esa mano y la entrelaza elevándola al aire para darle un beso.

La acción no me tranquiliza para nada, pero una vez más finjo una sonrisa demostrándole que su objetivo se cumplió. Ya cuando vamos llegando aquel nudo que se hizo al principio en mi estomago comienza a irse dejándome un poco más tranquila.

Al llegar a Bictone la sonrisa me delata cuando veo a Elyes y Maywer, así que sin esperar que Drake termine de estacionar me bajo para acercarme a ellos.

—Nana. —Elyes me envuelve entre sus brazos, dejándome un beso en la coronilla.

—Un día entero sin verte fue una mierda —confieso, girando mi vista hacia Maywer.

—Lo sé preciosa, muchas chicas dicen lo mismo. —Pongo mis ojos en blanco y Elyes comienza a reír.

—También te extrañe, Nana. —Elyes me guiña uno de sus ojos, antes de que Drake tome mi mano y me lleve con él a Bictone.

Empuño mi mano libre cuando desde la puerta puedo ver el grupo ya reunido en una de las mesas cerca del fondo. Sendella me da una sonrisa cuando pasa con una fuente cerca de nosotros, yendo directamente hacia la mesa repleta de hombres.

—...fue muy bueno de su parte, no lo voy a negar...—Llego a escuchar cuando nos detenemos cerca de la mesa. Drake aprieta su agarre en mi mano y con un carraspeo llama la atención de todos.

Seis pares de ojos me observan y lo único que quiero hacer es golpear a cuatro de ellos.

—Hay, Drake. —George menea su cabeza en forma de saludo. Cuando Drake le devuelve el saludo los demás hacen lo mismo, ignorándome por completo.

Drake me hace lugar al lado de él, pero yo me niego y me siento al final con Elyes y Maywer. Mi mejor amigo se da cuenta de lo que acaba de pasar y se contiene dándome un apretón en mi muslo en forma de apoyo.

— ¿Y las carreras que tal? —pregunta Frank, dándole vuelta a la botella de cerveza que tiene en mano.

—Muy bien, al parecer todos están conformes. —Tristán bebe lo último que le queda y llama a Sendella.

— ¿Y tú, Elyes? —El susodicho eleva su mirada hacia Henry.

—Compitiendo para mantener el puestos. Aunque no se nos complica, lo mantenemos siempre. —Le resta importancia en un encogimiento de hombros—. De todas formas no sé si durara debido a que no sabemos si Amunet volverá.

La tensión vuelve a mi cuerpo cuando Henry corre su vista hacia mí.

— ¿Y tú, Maywer? —Vuelve a ignorarme.

Cuando el mensaje de que no soy bienvenida en la mesa me llega, me levanto y me retiro sin ganas de querer seguir sintiendo tanta tensión. No escucho a nadie, no me detengo ni para ver si alguien me sigue, pero cuando tomo el camino al bosque cerca de Bictone siento mis mejillas húmedas.

Cruzo el pequeño bosque y cuando estoy cerca de la tumba de Trevor, me siento sobre ella llevándome ambos codos hacia las rodillas. Suspiro pesadamente y restriego mi rostro ignorando el sonido de mi móvil.

—Son unos idiotas, no le hagas caso.

—No lo sé Trevor, tal vez tienen razón. —Suspiro—. Tu muerte fue mi culpa, ellos lo tienen claro y los demás solamente no lo quieren aceptar.

—No fue tu culpa, pequeña. —Apoyo una parte de mi rostro en la palma de mi mano para verlo—. Fue decisión mía correr esa noche, tú no me lo pediste.

—Era mi carrera, no tuya.

—Y las ganas de querer arriesgarme por ti fue mía, no te lo voy a repetir pequeña. —Sonríe, frágilmente—. Volvería a morir por ti, una y mil veces más.

—Sabía que estarías aquí. —Me levanto rápido de mi lugar asustada—. No te juzgo, siempre vengo aquí cuando necesito pensar.

—Dan...

—Trevor fue mi mejor amigo, fue y es de todos, pero conmigo tenía esa unión que con otros no veía. —Sonríe con nostalgia—. No te das una sola idea de cuánto lo extraño.

—Lo sé, Trevor dejo un gran vacío.

—Trevor tenía millones de cosas buenas, pero también tenía sus malas...

—Trevor no tenía nada malo, él era perfecto.

—Sí que tenía, lo más bueno que Trevor tenía era a ti y lo malo fue que te destruyo de la peor manera. —Mete ambas manos a los bolsillos delanteros de su pantalón—. Trevor te hizo lo que eres, él es el culpable de todas tus dudas, Amunet.

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