14. ¿Acaso Lyes es...gay?

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Un hogar pequeño, el sofá ruidoso por culpa del resorte viejo que papá nunca cambio. La madera crujiente, delatadora de un insomnio en la cocina, la televisión encendida cuando Trevor terminaba de ver el partido de futbol y se quedaba dormido.

Mamá gritando cuando el reloj marcaba las nueves, justo una hora exacta para sentarnos a cenar. La sonrisa de mi padre, de mi madre, de Trevor y la mía, que sin darme cuenta no supe que ese momento fue único, especial y que lo había desaprovechado de tan mala manera comportándome como una rebelde ese día de lluvia.

«Nuestro primer beso.»

— ¿Y qué tal? ¿Te gusta o qué? —Tristán se sienta el sofá negro de la sala.

Finjo una mueca de disgusto y nuevamente recorro con la mirada el departamento que Tristán me había obsequiado. Era perfecto, no lo iba a negar. Era pequeño, minimalista, con una escalera de caracol que solo daba a una habitación. Un solo baño, una cocina y sala de estar pequeña, un balcón, justo y perfecto en la última planta del edificio.

No podía pedir nada más.

—No esta tan mal, la verdad —opino, desplazándome hasta el balcón. La Space Needle me sorprende al verlo a la lejanía y no evito pensar en que hermosa vista habrá en la noche desde esta altura.

—Me tienes fruncido, ya dime que está mal —suplica a mi espalda. Doy media vuelta para verlo y me encojo de hombros.

—Tal vez este faltando los calcetines de Drake en el pasillo, los bóxer de Dyan en el baño general, tus camisetas manchadas sobre el lavado y puede que también la sensación de estar viviendo con tres animales.

—Si no estás de acuerdo, si nos vas a comenzar a extrañar, podemos olvidar todo esto e irnos para seguir nuestras vidas como hemos estado haciendo.

—Tranquilo Tristán, dije que los voy a extrañar, no que no puedo vivir sin ustedes. —Suspiro, cerrando la puerta del balcón—. Aparte no actúes como si no fueran a venir cada cinco minutos para controlarme.

—En eso tienes razón. —Se levanta del sofá tomando las llaves de su coche que había dejado sobre la mesilla—. Ya conoces a Drake y solo para verificar que todo esté bien yo también vendré.

—Claro, para verificar que todo esté bien —ironizo, ganándome una sonrisa por su parte.

—Bueno nena, yo tengo que irme pero me ocupare de los últimos papeles del departamento para que sea tuyo. —Se acerca y deja un beso en mi frente—. Drake vendrá a traerte el coche que dejaste en casa y algunas cosillas. Por cierto, estamos contentos de que hayas comenzó a usar lo que Trevor te dejo.

—Lo sé, gracias por todo.

—Ya, no me des las gracias que te mereces esto y mucho mas. —Se separa de mi cuerpo y comienza a acercarse hasta la puerta principal—. Drake está en camino, cuídate nena.

Me despido con una sonrisa y cuando Tristán sale del departamento me acerco nuevamente al balcón. Me apoyo en el umbral de la puerta y le hago una fotografía a la vista.

Nuevo mensaje para Zack.

Cuando escucho el timbre guardo el móvil nuevamente en la parte trasera de mi pantalón y me acerco a la puerta.

—Acabo de mudarme, ¿Y ya estas extrañándome? —bromeo abriendo la puerta. La sonrisa se me borra cuando veo quien es e involuntariamente doy un paso hacia atrás dándole el paso.

Dyan pasa por al lado mío con una caja en sus manos y cuando siento que la deja en la mesilla me giro sobre mis talones para verlo.

—Drake no pudo venir, tiene un parcial y está muy concentrado estudiando. Me pidió que te trajera esta caja con algunas cosas que te servirán  y dijo que no quiso invadir tu privacidad así que tendrás que ir a casa por tus cosas. —Se cruza de brazos esperando una respuesta.

Parpadeo varias veces quitándome el recuerdo penoso de mi mente y relamo mis labios buscando una respuesta coherente.

—Oh, sí. Ya pronto iré.

—Bien, entonces me iré.

—Perfecto.

Agarro mis antebrazos para comenzar a acariciarlo cuando Dyan pasa por al lado mío dejándome nuevamente sola en el departamento. Las palabras se quedan en su sitio cuando pierdo la oportunidad al oír la puerta cerrarse y me acerco a la caja para sacar las cosas que hay adentro.

Sonrío al ver que Drake se tomo la molestia de mandarme utensilios de cocina y algunos portarretratos que tenía en la sala. Los tomo y acercándome al mueble de la televisión los acomodo.

Nuevo mensaje para Drake.

(...)

— ¿Entonces pedimos pizza? —pregunta Maywer tomando el móvil del mesón.

— ¿De nuevo? —Bufa Cashie, disgustada con la idea desde que entro al departamento.

—No lo sé, ¿Acaso quieres que te pida sushi, niña malcriada? —bromea Elyes en su lugar.

—Vete al infierno, Coleman.

—Con gusto, Colín.

—Podemos pedir hamburguesas —opino, ganándome una mirada amenazante por parte de Cashie.

—Pizza está bien —accede al final. Elyes oculta una sonrisa a su obviedad y se levanta cuando ve que Cashie lo quiere golpear.

Desconectada de la conversación que Maywer mantiene con Elyas cuando termina de pedir las pizzas, los cuatros en la mesa de la cocina nos observamos al oír el timbre del departamento.

— ¿Qué esperan? ¿No van a atender? —pregunto. Cashie pone sus ojos en blanco y Maywer hunde sus cejas—. Oh.

Me levanto de mi lugar justo cuando el timbre vuelve a sonar y abro la puerta.

—Hey, no sabía que vendrían. —Sonrío, apoyando mi cabeza en la puerta.

—Pensé que habías captado mi indirecta con los utensilios. —Drake se encoje de hombros aferrando la botella de vino en sus manos.

— ¿Estas con alguien? —pregunta Tristán al oír detrás la risa exagerada de Maywer.

—Bueno, que mala suerte. Mejor vengamos cuando la nena tenga tiempo para nosotros —insinúa Dyan separándose de la pared.

Drake hunde sus cejas cuando vuelve a oír la risa de Maywer adentro y al ver que da un paso hacia adelante, me adelanto y salgo cerrando la puerta.

—Si quieren pasar tendrán que dejar el papel de idiota justo aquí. —Los tres me observan intrigados, ofendidos y sorprendidos—. Es verdad, no estoy sola, pero podemos convivir si dejan el papel de la arrogancia justo aquí.

—Ya Amunet, me estás dando calambre en el estomago de los nervios —dice Drake tratando de dar un paso nuevamente hacia adelante. Elevo una de mis cejas sin moverme del lugar y él suspira bajando su mirada por unos minutos—. Está bien, te prometo que nos comportaremos. Ahora ya déjanos pasar.

Sonrío con satisfacción y abro la puerta dejándolos ingresar. Cuando los tres ya están adentro y la puerta está cerrada, sincronizados se meten a la cocina siendo responsables del silencio que se hace cuando se ven.

Dyan pone sus ojos en blanco cuando los ven y suspira sacándose la chaqueta. Drake aferra sus manos en la botella de vino pero así mismo finge una sonrisa al igual que Tristán. Elyas, Maywer y Cashie no hacen más que mirarlos en silencio.

—Invite a Lyes, espero que no les moleste. —Elyes queda de la misma manera cuando alza la vista y ve a los Dawash.

Drake suspira dejando la botella de vino en la mesa.

—Ni que fuera un velorio, ¿Qué pidieron para cenar?

—Pizza —responde Cashie desinteresada.

—Bien, Tristán trajo la consola, ¿Alguien para jugar un partido?

Maywer parece salir de sus pensamientos y se levanta.

—Yo.

Me siento en el mesón cuando los chicos salen de la cocina y se van al sofá a jugar. Por el marco veo como Drake y Maywer comienzan a jugar hablándose como si jamás hubiese existido diferencia entre ambos.

Aunque la rivalidad no era mucha con Maywer, solo por estar del lado de los Coleman los Dawash no lo toleraban. Es un milagro que ambas bandas estén en un mismo lugar riéndose entre sí mientras juegan a la consola como si fueran amigos de toda la vida.

— ¿Podemos hablar? —La voz de Elyas me sorprende dentro de la cocina. Con la mirada busco a Cashie y cuando la encuentro en el balcón hablando por teléfono lo miro.

— ¿Sucedió algo?

—No, pero quería hablar de lo que sucedió el otro día. —Elyas se apoya en el mesón y de un salto logra sentarse al lado mío.

—Soy todo oído.

—Solo nosotros sabemos lo que tenemos y lo bien que nos hacemos. —Ninguno de los dos aparta la mirada de los chicos—. Yo quiero mucho a Cashie, tenemos algo muy lindo y un futuro que podemos construir juntos.

— ¿Pero?

—Lo que siento por ti es algo que no puedo controlar y siéndote sincero no quiero alejarme de ti.

Cuando termino de oírlo me veo obligada a verlo para comprobar que sus palabras sean ciertas, para verificar que Elyas estuviera tan jodido como para tener una clase de unión conmigo. En esos mismos segundos que fui presa de su verdad sentí la alegría de saber que para alguien era importante, que se había adaptado tanto a mi realidad para estar tan desmoronado como para atreverse a quererme.

Me había ilusionado tanto en esos segundos que hasta había olvidado el dolor que juntos provocábamos, de las miradas que juzgaban sin saber eso que teníamos y de las mentiras que había recibido en mi vida para hacerme tan tonta.

Pero entonces, en el segundo que me dispuse a no cuestionar los pros y los contras de nuestra unión, el timbre del departamento volvió a sonar y comprendiendo el palpitar de cada rincón de mi cuerpo las palabras de Elyas quedaron en otro plano de mi fantasía real.

—Hey, Lyes. —Corroborando el saludo de Tristán aparto mi vista de Elyas.

Ahí estaba.

Cerca de la entrada, con su clásica chaqueta negra pegada al cuerpo y su cabello de color café que solo trae nostalgia a un día lluvioso. Lyes saluda a todos en la habitación y luego de recorrer todo el lugar con su mirada, gira para ver detrás de él.

Donde gracias al marco que había como ventana separando la sala de la cocina me pudo ver a mí. A mí con Elyas.

Bajándome de la ilusión de ser la protagonista de sus ojos, mire de soslayo a Elyas que veía de la misma manera a Lyes. Tal vez preguntándose porque se había quedado más de medio segundo observándolo como si fuera la única persona dentro de este departamento.

Cuando aparta la vista, apenado de haberse quedado tanto tiempo viéndolo, acepta la cerveza que Elyes le ofrecía.

— ¿Has visto como se quedo mirándome? —pregunta Elyas desencajado. Asiento con mi cabeza al igual de sorprendida que él—. ¿Acaso Lyes es...gay?

¿Gay? ¡No! La vida no podía ser tan perra y castigarme de esa manera.

—No lo sé, Elyas.

(...)

La noche había trascurrido de la manera en la que no la planee. No solo comenzando con que los Coleman habían venido de sorpresa al enterarse que tenía departamento nuevo y terminando por la presencia de Lyes a últimos minutos.

Si no porque habíamos podido convivir entre todos como si fuéramos amigos de toda la vida que se reunían pocas veces y esta era la última. 

A mitad de noche y cuando habían llegado las pizzas, toda clase de diferencia habían desaparecido. Los Coleman jugando con los Dawash a la consola riéndose entre sí, las conversaciones con Cashie como si jamás hubiese pasado nada, las bromas de Lyes y Elyas como si minutos atrás no hubiese dudado de su sexualidad y la unión extraña que se había creado entre todos.

Pero como todo, el momento mágico y noche espectacular termino a las dos de la mañana cuando Drake decidió irse porque por la mañana tenía que estudiar para su parcial. Dyan tampoco duro mucho en irse y Tristán lo siguió. Elyes había quedado con una chica para tener sexo a esa hora, Elyas se ofreció a dejar a Cashie y Maywer en su casa y Lyes había decidido quedarse unos segundos más hasta que la película de Toy Story terminara.

Aburrida al ya saberme los guiones completos de la película me levanto del sofá y salgo al balcón encendiendo un cigarro para ver la vista espectacular que tenia.

— ¿No te gusta la película? —Logra decir Lyes con el cigarro en sus labios. Hace un puente con su mano y lo enciende.

—Ya la vi. —Me encojo de hombros.

— ¿En qué termina?

—Woody y Buzz logran escapar y encienden el cohete para que después de "volar" caer justo en la caja que Andy tiene en el coche.

—Ohh, yo nunca la vi.

— ¿En serio? —Lo miro—. Es parte de la infancia Toy Story.

Lyes sonríe con nostalgia.

—Digamos que no tuve una buena infancia y desconozco muchas películas.

—Oh, lo siento.

—Descuida. —Le resta importancia con un ademán de mano—. El sábado vamos a la casa del lago, ¿Iras?

—No tengo mejores planes. —Le doy una calada al cigarro y observo como se consume la punta.

—Bien, ¿Quieres que pase por ti?

—Si tú quieres. —Me encojo de hombros fingiendo desinterés.

—Perfecto, entonces paso por ti. —Asiento con mi cabeza mirando el cielo estrellado—. Con respecto a lo del otro día me disculpo por las palabras de Fénix. No era de su incumbencia opinar sobre lo que sucedió en el bar.

— ¿Por qué siempre tienes que estar disculpándote incluso si el problema no es tuyo? —Giro mi rostro para verlo. La cercanía me sorprende, incluso al sentir que su brazo rosa el mío—. ¿Nunca probaste ahorrarte las disculpas y solo vivir sin importancia?

—No, porque yo si me doy cuenta del afecto que le da unas simples palabras a una persona. Y que a ti no te importen los sentimientos de los demás, nada quiere decir que no existan personas que si le importa aquello.

—Eres muy sensible, ¿No tienes miedo a que te dañen? —Hundo mis cejas.

— ¿Quién ha dicho que no me dañaron?

Bajo su mirada y presionada con la sinceridad de sus palabras, bajo la mano que tiene el cigarro consumido y no mido la velocidad con la que lo hago, pero me inclino hacia él hasta ser detenida por uno de sus brazos en mi hombro.

—No, Amunet. —Da un paso hacia atrás, le da la última calada a su cigarro y tira la colilla al suelo, pisándolo con la suelo de su zapato—. Creo que ya debería irme. Buenas noches, Amunet.

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