20. Puedes irte conmigo.

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Apago el motor del coche cuando me detengo en Trinity y bajo al ver el amigo de Kai en la entrada esperándome. Cuando llegamos a la larga fila el chico le hace saber que vamos con Kai y el hombre solo asiente con su cabeza sacando la cuerda de terciopelo para que ingresemos.

Giro a verlo cuando apoya una mano en mi espalda ante la multitud de las personas y sonriéndome me guía hasta la zona vip que está detrás de la barra. Kai al verme se levanta acomodase la chaqueta y se acerca hasta el guardia.

—Es una sorpresa verte, Amunet. —Sube una mano y con delicadeza aparta un mechón de mi cabello hacia atrás antes de dejar un beso en mi mejilla.

—Lo mismo digo, me sorprendió saber que habías vuelto. —Kai sonríe, apoyando ambas manos en su cintura—. ¿Qué haces aquí? Digamos que estas zonas de Seattle no son lo tuyo.

—Me debería de haber mordido la lengua, ahora trabajo aquí —bromea—. ¿Quieres pasar? Te invito un cigarro.

Asiento con mi cabeza cuando siento mis piernas temblar y me dejo guiar esta vez por Kai dentro de la zona reservada. Nos acercamos a unos sofás vacios y él se pone al lado mío sacando de la chaqueta de su traje un papelillo y marihuana.

—Con la muerte de Trevor desapareciste y no pude comunicarme contigo después del favor que me pediste. —Eleva su vista hacia la mía y me sonríe con calidez.

—Sí, no estuve comunicada con muchas personas. —Kai termina de armarlo y se apoya en el respaldar del sofá. Apoya el cigarro en sus labios y con el mechero comienza a encenderlo—. Y cuéntame, ¿Al final terminaste con Conrad?

—Era un estúpido.

—Con Trevor te lo decíamos siempre, pero tú de ciego siempre volvías con él. —Kai sonríe y niega con su cabeza, pasándome el cigarro.

—Estaba enamorado, era una putada. Igual, ahora decidí tomarme un respiro de las relaciones amorosas con hombres y estoy probando intentar algo con una mujer.

— ¿La conozco?

—Lo dudo, no era de nuestro círculo familiar —bromea, aceptando el cigarro cuando le doy una calada y se lo paso—. ¿Y tú?

—Paso, me basto mucho con él.

Kai es el único que sabe a quién me refiero y cuando me entiende se acerca a mi cuerpo y pasa una mano por mis hombros para atraerme hasta su cuerpo. Deja un beso en mi coronilla y suspira pesadamente quedándose en silencio, dejando que la canción de Sean Pual- Get busy se escuche.

—No lo sé, pero presiento que al igual que yo, él quiere que sigas con tu vida —dice de repente, logrando que recupere mi postura para verlo—. Fue genial, eso todos lo saben, pero ya pasaron años y no tienes que estar condenada a algo tan tóxico.

—Supongo, de todas formas no quiero algo ahora mismo. Lo de Trevor es reciente, tengo problemas con mi familia, no creo que sea convenible atar a alguien a mis problemas.

—Quiero verte feliz, eso lo sabes. —Sonrío y apoyo una mano en su pierna. Kai nota que es la misma sonrisa que uso cuando necesito pedirle algo y hunde sus cejas—. ¿A qué has venido exactamente, Amunet?

—A verte. —Kai eleva una de sus cejas, haciéndome rodar los ojos—. Es verdad.

—Si hubieses querido verme, hubieses ido a mi departamento o a la casa de Susan, sabes a la perfección donde vive mi familia.

—Lo sé, pero es verdad. Tal vez en el camino me haya enterado que actualmente eres dueño del mercado de drogas dentro de los clubes y...

—Olvídalo, le prometí a Trevor no meterte en estas cosas y ya haberte dejado fumar es una violación a sus reglas. —Saca el brazo de mis hombros, dándole una calada a su cigarro

—Kai, por favor. Necesito...

—Sé lo que quieres, ¿Olvidaste con quien estás hablando? —pregunta, totalmente herido—. Te conozco más que tú misma y porque te conozco te respondo, que yo no seré parte de tus locuras.

— ¿De qué hablas? —Me alejo un poco de su cuerpo, sintiendo el temor embargarme.

Kai suspira al darse cuenta de la alteración que está teniendo mi cuerpo y deja de lado el cigarro para tratar de tomar mi mano.

—Sé lo que te haces...—confiesa. Siento como el alma me abandona el cuerpo y el lugar cálido comienza a congelar cada parte de mi cuerpo—. Y no te juzgo, todos somos libres de descargar la euforia como podemos, pero creo que lo que necesitas tú, es ayuda profesional.

— ¿Sabes, Kai? Puedes irte a la mierda.

Me deshago de su agarre y antes de que me pueda alcanzar comienzo a correr hacia el guardia que está de espaldas. Lo empujo cuando escucho como Kai grita que me detenga y me mezclo entre la multitud de personas. Nerviosa y asustada comienzo a chocar con varios cuerpos cuando giro y veo como el guardia viene detrás de mí tratando de alcanzarme.

Al llegar al escenario y quedar sin escape, asumo mi derrota al sentir que una mano rodea mi muñeca y me tira nuevamente a la multitud de personas. Reconozco la cabellera del chico que me estaba esperando afuera y cuando pienso que me llevara con Kai nuevamente, nos sumamos a las personas que van subiendo las escaleras a la zona vip de arriba.

Trato de hacer que se detenga, pero cuando la luz neón azul de arriba me encandila, me pierdo por completo dejando que el extraño me lleve con él. Logro ver que detrás de todas las personas que bailan en la zona vip, hay un pequeño lugar con sofás blancos donde varias personas se encuentran más tranquilas.

—Eh, ¿A quién trajiste, amigo? —Uno de los hombres se levanta del sofá y se acerca hacia nosotros escaneando mi cuerpo por completo.

—A nadie, solo viene a comprar —avisa, dejándome en claro que escucho mi conversación con Kai.

— ¿Y la conoces? —pregunta, observándome con una sonrisa enorme en sus labios.

—Por supuesto, por eso la traje aquí y no la lleve con Kai. —Sonríe con ironía, mintiéndole.

—Bien, entonces puedes irte. —El hombre vuelve a verme y cuando pienso que el desconocido que me trajo no se ira, me suelta y sin verme se da la vuelta saliendo del lugar.

«Imbécil.»

Vuelvo a girar para ver al hombre cuando el cuerpo del chico desaparece y lo descubro observando con atención mi cuerpo.

—Entonces, ¿Qué buscabas?

« ¿Qué buscaba? Oh, claro.»

Lo sigo cuando comienza a caminar hacia la barra que está en el lugar y me apoyo en ella antes de que gire a verme sonriendo.

«El gato de Alicia debe de ser su hermano.»

— ¿Éxtasis? —El hombre comienza a reír.

—Dime qué efectos quieres, dudo que quieras tener una excitación en pleno club y sola. —Toma la bebida que el barman le da y este antes de irse me da una mirada de pena.

—Olvidarme un poco de todo —resumo, poniéndolo a pensar. Asiente con su cabeza cuando termina de deducir algo y menea su cabeza.

—Sígueme.

Se levanta del taburete y esta vez se acerca hasta los hombres que están entretenidos con las mujeres. Las escenas son de las peores, pero trato de ignorarlas para irme lo antes posible del lugar. El hombre se detiene en uno de los sofás vacios y se inclina hasta la mesilla cuando lo imito y me siento.

—Esta es una droga que podrá darte el resultado que quieres. —Toma una jeringuilla todavía empaquetada y me la enseña para que compruebe que es nuevo, junto a un pequeño frasco—. No es tan fuerte para que pierdas el conocimiento, también todo es depende de cómo tu sistema la acepte.

— ¿Y el efecto cuánto dura?

—Desde que te la aplicas, unos diez minutos después hasta unas dos horas por lo máximo, depende de cuánto quieres que te inyecte —informa.

— ¿Y cuánto esta?

—Por haberme caído bien, la casa invita. —Sonríe y yo asiento con la cabeza—. Bien, te lo pondré yo para que veas que todo es nuevo.

Trago saliva cuando se acomoda en el sofá y me hace remangar la camiseta. Le doy el brazo limpio que tengo y soy testigo de cómo me enseña que todo lo que usa no es usado. Confiando y dejándome guiar por un desconocido, siento como inyecta la aguja sobre mí vía endovenosa expulsando el líquido que contiene.

Cuando termina me sonríe gentilmente tirando todo lo que uso antes de que el guardia del lugar lo llamara. Aunque me pide que no me mueva del lugar y que lo espere, trato de desobedecerlo cuando siento como las piernas se me comienzan a dormir.

La desesperación acude mi cuerpo cuando quiero moverme y débilmente lo logro, intentando levantarme antes de que alguien más me empuje nuevamente al sofá. Con mis pocas fuerzas trato de apartarlo, pero solo consigo ponerme más nerviosa de lo que estaba.

El chico, que hasta ahora no había visto jamás, se las arregla muy bien para inyectarme nuevamente, esta vez logrando que pierda el control de mi cuerpo. Sumergida fuera de mi cuerpo, logro sentir en la lejanía como el chico arriba mío comienza a aprovecharse de mi situación.

L Y E S

— ¿En serio pensaste que iba a estar en su departamento? —Dyan gira para ver a su hermano—. Porque si es así déjame darte el premio al más idiota si pensaste que vendría al lugar donde principalmente la buscaríamos.

—Por lo menos estoy haciendo algo, no estoy de pie esperando que las soluciones caigan del cielo como tú. —Tristán sonríe irónico, quedándose en silencio cuando Drake entra al departamento.

—Elyes acaba de colgar, tampoco la encontró. —Suspira derrotado sentándose en el sofá.

— ¿Y entonces?

— ¿No tienen alguna idea de donde habrá podido ir? ¿Discoteca? ¿Bar? ¿Casa de un amigo que no conozcan?

—No, no tiene más a nadie que a nosotros tres —me responde de mala gana, Dyan.

—En realidad sí. —Drake vuelve a levantarse del sofá—. Trevor y Amunet tenían un amigo que no conocíamos, puede que...

—No, no puede ser. Desapareció desde que perdió contacto con ellos. —Dyan niega con su cabeza.

—Puede ser, pero Amunet volvió y existe esa posibilidad de que haya vuelto para verla —les dice Drake a sus hermanos.

— ¿Y no saben donde lo podemos encontrar? —vuelvo a insistir, ganándome una mueca por parte de Drake.

—La verdad no.

— ¿Nombre?

—Tampoco.

— ¿Descripción?

—Algo.

—Es mejor que nada. —Saco el móvil de mi chaqueta y busco su número en mis contactos.

— ¿A quién vas a llamar? —pregunta Tristán acercándose.

—Un amigo de confianza, se ocupa del mercado de cocaína que mi padre me dejo. —Cuando encuentro su nombre pulso para llamarlo.

— ¿Y en qué nos va a ayudar si esta en el mercado de drogas? —Dyan se cuza de brazos.

—No hay nadie en Seattle que él no conozca, lo sé. —Cuando pasan los tres pitidos y pierdo las esperanzas, siento que toma la llamada.

—Amor platónico, sabes que me encanta que me llames pero este no es un buen momento —dice por lo alto, al oír música detrás de él.

—No te llamaría si no fuera importante...—suplico.

—Bien, si luego me besas te ayudo. —Pongo mis ojos en blanco y él comienza a reír—. Solo bromeaba, dime bombón, ¿En qué puedo ayudarte?

—Necesito saber si conoces a un hombre...—Meneo mi cabeza esperando que los Dawash me dieran una descripción. Tristán gira la pantalla de su móvil y me enseña el mensaje que me dejo—. Rubio, de ojos color café, alto, de estatura...

—Bien, se que te gusto para que me llames a estas horas para decirme lo que más te gusta de mi, pero verdaderamente estoy ocupado. —Giro sobre mis talones y doy varios pasos lejos de los Dawash.

—Kai, dime por favor con exactitud qué es lo que estás haciendo ahora mismo —murmuro.

Siento como suspira desde el otro lado de la línea, alterándome más de lo que estoy.

—Buscando a una amiga que acaba de desaparecer en la discoteca.

— ¿Cómo se llama? ¿En qué discoteca estas?

—En Trinity, ¿Por qué...?

— ¿Cómo se llama tu amiga, Kai? —pregunto desesperado.

—Amunet.

Cuelgo la llamada antes de esperar que diga algo más y giro hacia los Dawash.

—La encontré, tenemos que ir urgente a Trinity.

Los Dawash no esperan más y salen del departamento, dejándome a mí para que cierre la puerta. Impaciente esperando que el ascensor llegue subimos a el cuándo se detiene con una señora adentro. Antes de que pueda bajar volvemos a presionar el botón ganándonos una mala mirada.

Ya afuera del departamento nos subimos a nuestros vehículos y con prisa conducimos hasta la discoteca pasándonos varios semáforos en rojo. Cuando llegamos estacionamos los coches donde vemos que hay lugar y mientras nos acercamos marco el número de Kai.

Cuando le aviso que estoy afuera, él no tarda en aparecer acercándose al guardia para decirles que venimos con él. Cuando el guardia acepta que entremos Kai toma mi brazo y con rapidez me mete, arrastrándome hacia las escaleras que están al lado de la barra.

—Estoy en serios problemas, Lyes —dice, cuando subimos y nuevamente comenzamos a caminar entre las personas acumuladas.

Cuando logramos pasar de todos ellos que no son conscientes de lo que está sucediendo, me detengo antes de llegar a la escena. Los Dawash pasan de mi cuando ven el cuerpo de Amunet en uno de los sofás vacios y mientras Drake la toma para sacarla de la discoteca, Dyan y Tristán comienzan a pelear con Kai y un hombre más.

Las imágenes de Amunet inconsciente en el sofá fuera de sí misma, me acobardan retorciéndome de la angustia cuando los guardias comienzan a separar los cuerpos que están involucrados en la pelea. Cuando salgo del estado de shock y veo que los Dawash van detrás de Drake, no evito seguirlos con Kai pisándome los talones.

(...)

Suspiro echándoles una mirada a los demás y vuelvo a bajar la mirada cuando no encuentro nada interesante. Contando los cuadrados de la cerámica comienzo a caminar de un lado al otro, tratando de mantener mis pensamientos ahí y no en otra parte.

Ya hacia una hora y media exactamente desde que habíamos llegado y no sabíamos nada. La sensación de culpabilidad, pánico y angustia no me dejaban en paz ni un solo segundo desde que la vi en el sofá. No quería saber nada, nada más sobre lo que había sucedido esta noche en esa discoteca porque estaba seguro y apostaba todo el dinero que me había dejado mi padre en que mi autocontrol se iría a la mierda.

Pero Kai parecía no querer ayudar a mis impulsos tampoco. Desde que habíamos llegado estuvo contándome con qué fin lo había buscado Amunet, que si lo quería escuchar o no daba lo mismo, pero que la relación entre él y los Dawash no era para nada buena y alguien lo tenía que saber.

No, absolutamente no. Me negaba a la idea de un hombre tocándola en ese estado. Aprovechándose de su vulnerabilidad y su inocencia. La sangre se me hervía de solo imaginarlo y no sabría cual reacción seria si lo hubiese visto. Lo menos que quería era convertirme en un asesino como mi padre, pero Amunet me mantenía en la prisión de sus secretos que hasta a mí me sorprendía de solo pensar lo que sería capaz de hacer si algo así le llegara a suceder.

Por suerte Kai me había dicho que no era algo seguro porque él había llegado a tiempo, justo cuando ese hombre estaba por quitarle la ropa. Pero que él no estaba seguro de que si antes hubiese pasado algo más y esas posibilidades me estaban enfermando, matando, atacándome con dagas en cada centímetro de mí ser.

Vuelvo a suspirar cuando Kai vuelve con algunos cafés y niego dejándolo pasar hasta los hermanos Coleman. Impaciente me acerco hasta los Dawash para sugerirles ir a preguntar sobre su estado en recepción cuando la puerta que tanto he esperado se abre dejando salir al doctor que hoy se la llevo.

No doy un paso hacia atrás, mi cuerpo me desobedece y se acerca hasta el círculo para saber de ella.

—La paciente fue inyectada con Ketamina, o bueno, como ahora se les dice: "La droga K" —Kai se remueve sobre su lugar inquieto al oírlo—. La droga K es una anestesia que se usa para anestesiar a los animales y posiblemente a personas también, pero últimamente se ha estado usando como una droga. El resultado u objetivo con estas sustancias, a dosis bajas, se consigue un sentimiento apacible. Las personas que la han consumido dicen que sienten la sensación de estar flotando y salir ligeramente de su cuerpo. A comparación a dosis altas, el resultado puede ser otro peor, incluso llegar rápidamente hasta la muerte.

La tensión se nota cuando el doctor deja de hablar y nadie dice nada al respecto.

— ¿Cuál tenia Amunet, doctor? —se atreve a preguntar Lourren.

—Por suerte, la dosis baja. —Un suspiro sale de mis labios—. El cuerpo de Amunet no acepto la Ketamina en su organismo y cuando entro a observación tubo una convulsión. Fue como un aviso a que su cuerpo no resistía la droga y por eso la dejamos en observación mientras la limpiábamos.

— ¿Y cómo esta ella ahora? —Drake traga saliva ansioso.

—La droga dura alrededor de dos horas y como nosotros la limpiamos bajo la primera hora, en unos segundos ya tendría que estar despertando. Pueden pasar, de apoco, a esperar que despierte —logra decir lo suficiente para que los Dawash le ganen a los Coleman y caminen hacia la habitación—. De todas formas, me gustaría hablar sobre algo más de la paciente con alguien.

— ¡Oh! Seguro debe de ser por sus padres. —Kai da pasos hacia el doctor.

—No joven, lo que yo quiero decir es que...—Kai pasa una mano por sus hombros, haciéndolo callar al instante.

—Sobre lo de sus padres, yo te lo cuento. Ven, sígueme. —Le da un leve empujón para que comience a caminar.

Nadie más le presta atención y cuando los Coleman deciden ir a esperar fuera de la habitación me siento en el medio de Tyson y Lourren.

—Fénix estuvo preguntando por ti —me cuenta Tyson, sin despegar sus ojos de la pared—. Le he dicho que mañana hablarías con ella y decidió quedarse en el departamento con las chicas.

— ¿Dimitris? —Giro para verlo.

—Fue al baño, yo creo que también iré. —Se levanta sin decir nada más y metiendo ambas manos en sus bolsillos se va.

Lourren bufa sobre mi costado, apoyando su cabeza en la pared. La imito y llevo ambas manos hasta mi regazo.

— ¿No quieres ir a descansar? Ya van a hacer las cuatro de la mañana y Tyson me ha dicho que mañana tienes una reunión importante. —Lourren me mira de soslayo.

—No es tan importante.

Cierro mis ojos cuando escucho que Lourren ira por café y me cruzo de brazos sobre el pecho esperando en silencio a Kai. Las ausencias de mis amigos parecen eternas y cuando quiero ir a buscar a Kai veo como un enfermero saca a los Dawash y los Coleman de la habitación.

Me escondo en uno de los pasillos cuando los cinco van hasta el lugar de espera y cuando veo que el enfermero pasa de largo la habitación de Amunet, decido dar pasos silenciosos hasta ella. Cuando estoy al frente, abro la puerta asustándola y la cierro a mi espalda apoyándome en ella.

Antes de que pueda hablar escucho unos pasos acercándose y unas voces hablando fuera de la habitación, así que me escondo en el baño antes de que abran la puerta.

— ¿Cómo te sientes, pequeña? —le pregunta el doctor.

—Con mucha sed y un poco cansada.

—Es normal. Como veo que el enfermero ya te reviso y te trajo agua, te dejare descansar y en unas horas vendré a verte de nuevo.

— ¿Mis amigos entraran de nuevo?

—No, ahora que despertaste y estas bien solo entraran en horas de visitas así que no te preocupes. Luego me gustaría hablar contigo, ahora descansa.

Cuando escucho la puerta de la habitación cerrarse salgo del baño esperando encontrarme con Amunet sola, pero la presencia del doctor me recibe divertido con la situación.

—Yo...yo

—Descuida. —El doctor niega con su cabeza sonriendo—. Debe ser difícil visitar a la novia con tantos hermanos. Mi esposa tiene seis, te entiendo.

—Yo no soy su novio. —Hundo mis cejas.

—Oh, bueno. Igual porque me hiciste recordar a mi cuando mi esposa estuvo internada te dejo un momento a solas —dice antes de salir, totalmente avergonzado.

Giro para ver a Amunet y no logro hacer un paso más al verla sonreír a pesar de su rostro pálido y demacrado. Cuando Amunet siente que la estoy observando pone sus ojos en blanco y mira el techo blanco de la habitación.

—No me maquillare para verme genial incluso en mi peor momento, así que si estas buscando a una chica que corra muy bien en la pista, se maquille como una diosa y pueda lucir un vestido sin complejidades, esta puerta es la equivocada.

Niego con mi cabeza aunque no esté viéndome y sin palabras me acerco hasta su lado para sonreírle cuando sus ojos se conectan con los míos.

— ¿Me harás un lugar?

—Hay un sofá, por si no lo viste.

—Eso le quitaría el romanticismo a la situación.

—El protagonismo querrás decir. —Sonríe—. Apártate Lyes que la enferma soy yo.

— ¿Nunca dejaras de estar tan a la defensiva?

—Lo dejare de estar cuando tú te esfuerces en la forma de pedirme algo.

—Esto es una mierda —murmuro, refiriéndome a todo lo que sucedió.

Amunet me regala una sonrisa, sin importar su estado y la tristeza de su mirada.

—Puedes irte conmigo, total en la mierda ya estamos. 

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