24. Nuestra canción está sonando.

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Hundo mis cejas cuando veo que trata de controlarme con su mirada y al ver que Lyes ingresa al bar con Fénix, me deshago de él furiosa. La mano de Drake me rodea los hombros, sé que es para que me calme, pero ahora mismo estoy lejos de ser su perro para obedecerlo.

El pecho se me infla de coraje, siento como mi cuerpo se quema de furia, empuño mis manos al saber que no puedo desquitarme con ella y la rabia me consume al ver como se refugia entre los brazos de Lyes como si ella fuera la inocente.

¡Casi me asesina! ¿Es que nadie lo vio? ¿Por qué sigue aquí? ¿Por qué no hacen nada? ¡¿Por qué todo el mundo me está viéndome como si yo fuera la culpable?!

Es una sensación que me va matando lentamente, no lo controlo aunque quiero y espero el momento exacto que alguien diga algo para explotar en frente de todos.

—Creo que Fénix se merece una disculpa, Amunet —se atreve a decir Lyes, rompiendo el silencio. Espero que alguien se oponga, pero miro con horror a las personas que están apoyando su causa.

« ¡Casi me mata! ¡¿Realmente nadie lo vio?!»

—Vete a la mierda, Lyes. —Drake le da un leve apretón a mi hombro, pidiéndome en silencio que me retracte—. Púdrete, Drake. ¡Váyanse al infierno!

Salgo del bar e integrándome con las demás personas, decido tomar rumbo hacia el pequeño bosque que está cerca de las calles de Leartled. Cruzo por los arboles, perdiéndome en la oscuridad y decido prender la linterna para guiarme. Al llegar, me siento en la tumba de Trevor y le quito la carcasa al móvil para quitarle lo que hay dentro.

Vuelco todo sobre el papelillo que tengo y cuando termino de armar el cigarro, paso mi lengua para sellarlo. Lo dejo en mis labios, hago un puente con mi mano y prendo la llama del mechero para encenderlo dándole una calada. Cuando esta encendido, veo la punta consumida y elevo mi vista hacia la soledad que me rodea.

Este lugar había sido creado para las personas que morían en Leartled, para todos, ya era una tradición que los corredores estuvieran aquí. Aunque no era muy visitado, dado que estaba en el medio de un "bosque" era un lugar donde podías sentir la armonía que no encontrabas o por lo menos ese era mi caso.

Mi madre se había negado a que entierren a Trevor aquí, por muchas cosas en particular y aunque no estuviera su cuerpo en este sitio, hicimos una lapida para despedirnos de él, ya que mi madre nos había prohibido el paso al cementerio donde había decidido dejarlo.

—Sabes que no están en tu contra, ¿No?

—No trates de defenderlos, Trevor. Son unos idiotas. —Le doy una calada al cigarro—. Se cansaron de decir que yo soy lo más importante que tienen y no fueron capaces de defenderme cuando sabían que lo necesitaba.

—Date un tiempo lejos de Leatrled. —Lo miro—. De todos en general, te hará bien.

— ¿De ti también? —Baja la mirada—. Vete al infierno tú también.

—Sabes que será lo mejor.

— ¿Lo mejor? —Sonrío irónica. —Lo mejor sería que una persona en este puto mundo se diera cuenta que estoy alzando la mano, que estoy pidiendo a gritos que me rescaten porque dudo que pueda soportar un minuto más en esta vida.

—Eres fuerte, sabes que lo eres.

—Lo era cuando tú estabas, ahora he perdido el rumbo de mi existencia. —Me recuesto en la lapida—. Puto destino por llevarse a las putas personas incorrectas.

Trevor se coloca al lado mío, admirando las estrellas que van saliendo cuando el clima se despeja. Quedamos un rato en silencio, acostumbrándonos a la oscuridad como siempre y admirando el cielo que se ve desde este lugar donde no hay árboles.

—Se viene tu cumpleaños, ¿De qué lo quieres esta vez?

—No lo sé, me lo pones muy difícil. —Sonrío—. ¿De spider-Man?

— ¿Spider-Man? Vamos, pensé que me dirías algo más ingenioso. —Sonríe.

— ¿Batman?

—Me gusta.

—Entonces Batman será. —Finaliza la conversación.

Cierro mis ojos cuando el sueño comienza a vencerme, pero así mismo no dejo de sentir su presencia aunque sé que no es física, me siento cómoda. A lo lejos comienzo a oír unos gritos, mi nombre resalta sobre varias voces masculinas, pero no le prestó atención y me dejo vencer por el sueño que me atrapa.

—Gracias por dejarme rescatarte de esta catástrofe —susurra.

(...)

—No me habías dicho que era tu cumpleaños. —Me cruzo de brazos, apoyándome en el marco de la puerta mientras veo como se termina de maquillar.

—No me gusta festejarlo, no sé como a las personas le gusta festejar que tienen un año más y se les va gastando la vida. —Termina de pasarse el rímel—. Pero bueno, mi hermana lo organizo y aunque me gustaría no ir, sería raro que la cumpleañera no aparezca en su fiesta.

—Podrías ir y venir. —Me encojo de hombros.

—O ir, beber, encontrarme a alguien y pasarla bien. —Me observa y mueve sus cejas de arriba hacia abajo—. ¿Y tú?

—No, lo siento pero no podre ir —me disculpo, fingiendo una sonrisa.

—No pasa nada, mañana podríamos pasar el día juntas —propone Lourren, volviéndose a mirar en el espejo.

Asiento con mi cabeza cuando veo que vuelve a mirarme, esta vez por el reflejo del espejo, y salgo del baño para acercarme al salón. Lourren había venido a invitarme a su fiesta, pero como mis dolores menstruales decidieron aparecer, me tuve que negar a ir a la fiesta que Rain le había hecho en una discoteca.

Coloco una canción y entro a la cocina por un poco de agua, mientras que Lourren termina de alistarse para poder irse. Como había pensado que iría, Lourren decidió traer todo aquí para cambiarnos e ir juntas, pero al final Tyson pasaría a buscarla con Rain.

Lourren me saluda cuando recibe el mensaje de su hermana y se despide saliendo del departamento, dejándome sola nuevamente. En la soledad decido hacer palomitas para ver una película cuando el timbre suena. Me acerco y al ver a Elyes detrás de la puerta muy bien vestido le abro.

—No pedí nada a domicilio —bromeo y él pone sus ojos en blanco antes de entrar.

— ¿Por qué no iras a la fiesta? —pregunta, hundiendo sus cejas.

— ¿Por qué estoy en una colaboración con Moisés para llenarle el rio de sangre? —Tomo el vaso de agua nuevamente y le doy un trago.

—Sabes que esa no es una escusa si quieres ir, así que, ¿Por qué no quieres ir?

Pongo mis ojos en blanco y entro a la cocina, huyendo de él para terminar de hacer las palomitas.

— ¿Por qué siempre tiene que haber un por qué para todo? No quiero ir porque no me siento bien, no porque en el fondo este ocultando mi verdadera identidad. —Bufo, apoyándome en el mesón.

Elyes sabe que estoy mintiendo, me conoce tan bien que me aterra el solo hecho que se dé cuenta de lo que me está pasando con respecto a Lyes. A todo lo que sucedió la última vez que lo vi y lo decepcionada que me dejo. Elyes me sonríe y comienza a acercarse para apoyar ambas manos en mis hombros y masajearlos con delicadeza.

—Soy tu mejor amigo, no me puedes ocultar lo que la luna ni siquiera puede —murmura, aunque solo somos nosotros dos—. Y como buen mejor amigo que soy me veo obligado a darte un consejo valioso, pero sabroso.

Suelto una risilla por lo bajo, poniendo mis ojos en blanco.

—Esa es la sonrisa que quiero ver en tu rostro, ahora ve a cambiarte, ponte bien perra y un tampón...—aconseja—. Así le demostramos a ese imbécil lo valioso que no está viendo.

—Lo valioso lo tiene al lado.

—No lo niego, es una gran mujer y aunque no se lo merece, él no la ama como siempre trata de hacérselo saber. —Se inclina y besa mi frente—. No te sientas culpable, porque no eres tú la causante de que el destino decida a quien poner en nuestras vidas.

— ¿De quién estas enamorado, Elyes? —Lo sorprendo, separándome de su cercanía.

—No de ti, despreocúpate —se apresura a decir, horrorizado—. Luego te lo diré, claramente si vienes conmigo a esta fiesta.

— ¿Estas chantajeándome? Porque eres horrible haciéndolo.

— ¿Cerramos en una cena, cine y helado? —propone, estrechándome su mano. Lo pienso mejor y se la acepto después de algunos segundos.

—Trato.

—Así me gusta, ahora ve a cambiarte que yo iré a la gasolinera. —Sale de la cocina y yo lo sigo—. Te mandare un mensaje cuando este abajo.

Asiento nuevamente con mi cabeza como respuesta y cuando se va, subo a mi habitación para ver que prenda ponerme. Como realmente estaba en mi periodo, decidí escoger una falda negra corta, medias de red para disimular mis piernas, una blusa blanca y una chaqueta de cuero negra para combinarla con lo demás.

Busco unos zapatos que no tengan tanta altura y antes de cambiarme, bajo al baño para darme una ducha. No sigo el consejo de Elyes en ponerme tampón ya que lo odio y meto varias toallitas femeninas en mi cartera. Al terminar de cambiarme, me maquillo sencillo y me coloco un poco de perfume antes de recibir el mensaje de Elyes.

Tomo las llaves del departamento y la cajetilla de cigarros antes de bajar. Elyes me guiña uno de sus ojos cuando subo y soltando una carcajada al recibir mi indiferencia fingida acelera el coche para ir a la fiesta.

Bajo la ventanilla antes de encender un cigarro y hago un puente con mi mano encendiéndolo. La melodía de Twenty one pilots-Chlorine comienza a sonar y subiéndole el volumen a todo lo que llega, nos la ponemos a cantar con Elyes.

Twenty one pilots es una de las bandas favoritas de Elyes y aunque no me considere fan, me gustan algunas de sus canciones y por eso, cada vez que podíamos, con Elyes íbamos a sus conciertos más cercanos.

Al llegar Elyes estaciona su coche en un espacio vacío cerca del club y bajamos para ir hacia el hombre que está en la puerta. Le da la invitación del cumpleaños y este al verlo nos avisa donde es la parte de la fiesta en todo el club. Al entrar las luces neones nos invaden, hasta que rompemos el contacto cuando vamos a la parte de arriba.

En la zona de arriba, donde está reservado para nosotros, veo los rostros reconocidos de los chicos, Tyson, Lyes, Fénix, su amiga, Rain y Lourren, que esta apartada de todos mientras mira sin emoción la fiesta de abajo. Cuando nos vamos acercando, nos ganamos la atención de los demás y sin ser consiente evado la mirada que Lyes tiene en mí.

Lourren se levanta de su sitio al verme y suspira, acercándose con una bebida.

—Es un milagro que hayas venido, ya me estaba aburriendo, por favor vámonos abajo.

No me opuse porque sabía que sería más cómodo que estar rodeada de personas tensas luego de lo que sucedió la última vez que nos vimos en Leartled. Con respecto a eso los Dawash me habían dicho que no podían hacer nada porque Fénix era la chica de Lyes y como él era uno de los socios, tenía el derecho de dejarla o sacarla al ser cercano.

Que a Lyes también había cosas que le molestaban, pero como le pertenecen a los Dawash, por ejemplo yo, jamás había dicho nada y los Dawash tenían que hacer lo mismo.

Sinceramente no los entendí y tampoco me importo. Era la palabra de Fénix, contra miles de evidencias que confirmaban que ella fue quien me choco, pero como su novio la protegía no podía hacer más que golpearla cuando me saque de las casillas con respecto a la carrera.

Ya abajo nos acercamos a la barra para pedir unos tragos y Lourren se hizo amiga de dos chicos muy bonitos, para que según ella, nos pagaran las bebidas.

No la subestime, porque al ver como Lourren coqueteaba con uno de ellos me impresiono y lo confirme cuando en el trascurso de la noche los chicos gastaron todo su dinero en bebidas para los cuatros. Ya no sentía mis piernas de tanto bailar, pero así mismo no quería detenerme porque me estaba divirtiendo como jamás lo había hecho.

Sonrío cuando el chico que estaba bailando conmigo acerca su rostro al mío luego de darle una calada al cigarro y bailando, toma mis mejillas para pasarme el humo de boca a boca, antes de besarme. Nos devoramos en un beso que nos deja con ganas demás y aunque lo intentara, ahí estaba mi periodo para detenerme cada vez que veía sus intenciones.

Con dolor en mis pies me dirijo hasta el baño sin decirles nada y cuando llego me siento en el mesón para poder descansar. Apoyo mi cabeza en la pared y mientras las mujeres salen y entran del baño, me quedo unos largos minutos recuperando energías.

Cuando me siento bien y con ganas de seguir bailando, salgo del baño topándome con Lyes entrando al pasillo. Ruego para que no alce la mirada de su móvil, pero cuando lo hace se me dificulta seguir respirando. Lyes se detiene en la puerta del baño de hombres y titubeando al final se me acerca.

— ¿Estás bien? ¿Necesitas que te lleve a casa? —pregunta apoyando una mano en mi hombro.

—No me toques. —Me remuevo sobre su tacto.

Lyes suspira, quedándose en silencio para ponerse a pensar en algo. Alza su mirada cuando al igual que yo escucha de fondo la canción de Alan Walker-The Spectre y una sonrisa curva sus labios.

«Maldito.»

—Mira Amunet, lo hare fácil. —Rompe el silencio, volviéndome a mirar—. Pensé que podríamos ser buenos mejores amigos...

—Claro, para luego llevarme a la cama como lo hiciste con Fénix. —Lo detengo.

— ¿De qué hablas?

Me despego de la pared y apoyo mi dedo índice en su pecho.

—Tú me lo habías dicho, Fénix fue tu mejor amiga y luego tu novia. —Empujo su pecho—. Solo juegas conmigo porque sabes que me gustas, ¡Si me gustas, joder! ¡Y no tiene nada de malo expresárselo a una persona que resulta ser jodidamente egoísta!

— ¿Egoísta? ¿Por qué?

—Porque sabes que me muero por ti y así mismo solo me lastimas.

— ¡Fénix es mi novia! ¡¿Qué quieres que haga?!

— ¡Que me beses, idiota! ¡Que por una vez en tu maldita vida dejes de pensar en lo correcto y te corrompas a ti mismo! ¡Bésame! Ahg, déjalo, mejor lo hago yo.

Con la mano que tenía en su pecho tomo un poco de su camiseta y lo atraigo hacia mí. Haciendo contacto nuevamente con sus labios. Esta vez él reacciona, me toma de los muslos y con desesperación ataca mis labios apoyándome contra la pared del pasillo que conduce a los baños.

Nuevamente nos besamos y nuevamente nuestra canción está sonando.

—No te pierdas la oportunidad de ir contra las reglas, Lyes. Disfrútame, aquí estoy.

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