37. Él no la amaba.

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«Unos días después.»

—Basta Drake, me estas poniendo más nerviosa de lo que estoy. —Suspiro, mientras remuevo mi helado viendo como se descongela—. Tengo miedo, demasiado, así que no aportas nada trayéndome más dudas de las que mi mente ya está manejando.

Drake asiente.

—Lo siento, yo también estoy nervioso. —Bufa, echándose hacia atrás—. ¿Luego que seguirá?

—Nada, tendré que seguir fingiendo. Solo que ahora seremos un feliz y mentiroso matrimonio con pase libre para hacer lo que nosotros queramos. —Me encojo de hombros—. Al finalizar la boda volveré.

— ¿No irán de luna de miel? —Hunde sus cejas, confundido.

—No, dejare que se vaya con el novio. No están pasando por un buen momento y prefiero que se reconcilien. De todas formas es en una isla que compro, así que dudo que haya cámaras para que los descubran. —Drake sonríe.

—Eres tan buena, Amunet. —Se inclina hacia delante y toma mi mano, acariciándola sin apartar sus ojos de los míos—. Cada día estoy más orgulloso de ti, te quiero.

—No te pongas cursi, sabes cómo odio esto. —Suspiro tratando de controlar mis lágrimas y miro el cielo—. ¿Los chicos vendrán?

—Sí, están haciendo las maletas. —Bajo la mirada y asiento—. ¿No se lo dirás a los Coleman?

Hago una mueca de disgusto y niego.

—Solamente es un trámite, no es la gran cosa. —Le resto importancia.

— ¿Y Lyes? —Aquello me sorprende—. ¿Ira?

— ¿Tendría que hacerlo?

Drake ríe y niega.

—Se que tienen algo, deja de ocultarlo.

—Nunca lo hice, solamente te pregunte si debería. —Me encojo de hombros—. De todas formas lo invite, no sé si ira.

—Ira —dice confiado, apoyándose en el respaldar de la silla nuevamente—. Yo si fuera él no me perdería la oportunidad de verte vestida así. Quien dice y en un futuro es él quien te espere en el altar.

—Soñar es gratis.

—Y muy lindo, así que no dejes de hacerlo.

Suspiro y asiento.

Luego de lo que había pasado con Blair no había vuelto a ver a Lyes. Sé que se había quedado en Paris, pero no habíamos hablado en estos días porque él estaba con los algunos trámites de dinero que su abuela le dejo.

Sobre Blair tampoco sabía mucho. Kai me había dicho que ahora mi madre pasaba tiempo con ella y que era difícil encontrar un momento para que pudiera hablar con ella. Luego de nuestra conversación en el hotel, Blair no había dicho nada y mientras nos abrazábamos se durmió antes de que se cumpla el horario y Kai se la llevara.

Estaba nerviosa, quería hablar con ella pero saber que en la boda la vería aunque sea de lejos me reconfortaba.

Mañana finalmente se haría la boda tan esperada. Todo era un caos y por eso mismo había decidido volver a Seattle. Para poder escapar, aunque sea unos días, del compromiso que me iba a envolver por completa y obligadamente.

Por la tarde de ese mismo día habíamos viajado con los Dawash a París nuevamente para poder organizarnos, ya que al otro día seria la boda temprano. Ellos decidieron quedarse en un hotel, solamente para no cruzarse con mi madre y yo, a pedido de ella, tuve que ir a la mansión del señor Peter desgraciadamente.

Por suerte los detalles que quedaban no eran muchos y no eran la gran cosa, el vestido ya lo había comprado, tenía a las mujeres que me harían el peinado y lo único que tenía que hacer era aprenderme un discurso que ella misma había escrito para mi prometido y los horarios. Según ella si yo escribía el discurso no sería tan creíble.

Esa misma noche no pude dormir, no solamente porque tenía nervios con respecto a todo lo que iba a pasar, sino también porque no sabía nada de Blair y Lyes. Aquello me ponía peor y aunque me vi tentada a calmarme como tanto me gustaba, no lo hice porque sabía que se darían cuenta al día siguiente.

Cuando vi el sol salir supe que el día esperado para todos había llegado. Ese día donde confirmaría que servía demasiado para dejarme manipular por la que se dejaba llamar mi madre. La señora a quien no me había atrevido a decirle el nombre por respeto a la primera persona que ame.

Aunque no tuve escapatoria, debido a que me había amenazado con Blair, no podía dejar de sentirme como una estúpida. Yo podía tomar a Blair e irme lejos, sin que nadie sepa de nosotras y comenzar una vida nueva porque era mi hija. Pero saber que no tenia los ovarios para hacerlo me destruía, porque yo si lo quería.

Me había castigado todos estos años diciendo que no era lo suficiente para ella y me perdí siete años que posiblemente me hubiesen convertido en la mujer más feliz de este planeta. No podía creer como pude separar a mi hija de mí, de su mamá, dejándola en un internado a cuidado de una señora que no le prestaba atención.

Blair era lo único que tenia, lo único mío que me quedaba, la persona que sabía que por más errores que cometiera jamás me iba a dejar. Blair era Trevor y tenerla era recordarlo, destruirme, derribar todo eso que construí después de su despedida.

Y no quería que Blair me viera como soy. Una persona que no está dispuesta a reconocer que lo que hace esta mal. Que se lastima pensado que todo se solucionara así y que no es capaz de pararse delante de un espejo.

No quería que Blair aprendiera con su tiempo lo malo de mí y lo pusiera a prueba, porque no creo poder soportar verla a ella en donde ahora estoy yo. Así que simplemente, no puedo tenerla y no por mí, sino por ella. Es mejor que este a kilómetros de distancia, por lo menos se que ella no la intoxicare.

Por la mañana, de uno de los peores días de mi vida, mi madre llego a la habitación que se me había dado con dos chicas a quienes desconocía. Según ella una era la maquilladora y la otra quien me haría el peinado. Me duche más rápido de lo que me hubiese gustado considerando que la ceremonia era por la mañana. Me vestí con algo casual y desconectando mi mente del mundo deje que me prepararan.

Minutos después que parecieron eternos, mi madre estaba ayudándome con el vestido que ella había escogido. Típico vestido de princesa que comenzaba a detestar cada vez que me miraba al espejo.

Te ves muy hermosa.

Había escuchado la voz de Trevor cuando mi madre me dejo sola, pero no le di importancia cuando comencé a entender, con el tiempo, que todo era producto de mi imaginación y lo que deseaba oír que me dijera, era lo que me imaginaba que decía.

Mi madre, Peter, todos estaban abajo esperándome ya que por lo visto era la única que faltaba y resultaba ser la más importante. Zack ya estaba en la iglesia acompañado por su chico, así que cuando estuve con los demás no tardamos en ir.

(...)

Todo había pasado muy rápido, más de lo que creí. La iglesia, su decoración, el cura, los familiares y personas desconocidas, Zack esperándome, mi entrada, nuestro encuentro, su mano sobre la mía, el apretón en ella que me dio para hacerme saber que también era su peor día, los rostros de todos, el novio de Zack, mi madre, Kai, Blair desde lejos, los Dawash, la ceremonia, las palabras que trate de ignorar del cura, la respuesta de Zack y mi sí.

Me había convertido en la esposa y mujer de mi ex novio, el mismo que me había dicho que era gay justo cuando estaba tratando de olvidar mi anterior relación.

Estaba todo perdido, por lo menos para mí, porque aunque era físicamente libre, sabía que mentalmente jamás lo seria. El aire comenzó a abandonarme de apoco, justo como si estuviera pisando la luna con lo increíble que era todo, pero como poco a poco todo se iba convirtiendo en mi peor pesadilla y comenzaba a quedarme sin aire.

No dije nada, creí que no era importante fingir de camino a casa porque no había nadie. En el coche donde solamente me encontraba yo, comencé a preguntarme si sería capaz de soportar algo más en mi vida. Si realmente era tan fuerte como muchas personas varias veces me lo dejaron en claro.

Tal vez todo era mentira y se dejaron comprar por mi falso testimonio, tal vez sabia que todo era como una estrella fugaz. Hermoso y pasajero. Había leído que en una reencarnación a las personas que fueron buenas y sufrieron les iba a tocar cosas maravillosas, ¿Entonces tendría que morirme para que todo se solucionara de una vez?

Necesitaba paz, paz para mi mente, para mis demonios, paz y un respiro para todos los castigos que me había puesto después de la muerte de Trevor.

Quería que este día se terminara, volver a donde pertenecía y cuando menos lo espere, ya estaba en la fiesta de celebración con todos los invitados saludándome. La fiesta era en la mansión, algo chico y familiar, así que no tuve que saludar a todos porque ya los había visto.

Sobre la barra, observando a lejanía a mi hija ya que nadie tenía que saber que lo era o eso había dicho mi madre, me bebo el quinto vaso de Whisky puro sin darme pena a que me vean.

Sentía frio, tal vez la temperatura había bajado. Decidida a ir por una distracción, justo cuando me doy vuelta choco con un rostro que ansiaba ver en mi infierno, rescatándome con una sola sonrisa como solamente él sabía hacerlo.

Las piernas me temblaron, el estomago y pecho se me estrujo. Supe que escogiendo a cualquier persona para que pudiera salvarme, lo escogería a él de por vida. Porque él tenía la paz que los ángeles necesitaban cuando eran torturados en sus propios infiernos.

—Felicidades. —El corazón me delata al oírlo—. Te ves perfecta.

Quise decirle que el perfecto aquí era él, quería agradecerle el hecho de que estuviera aquí conmigo, soportando lo que yo no podía, pero alguien más me gana antes de que pueda responderle.

— ¡Lyes! —Él se pone acuchillas y toma el cuerpo de Blair alzándolo cuando esta cerca.

—Hola guapa, ¿Me extrañaste?

Blair se sonroja, sonriéndole con timidez.

—Estas muy lindo.

Y mi hija no mentía. No iba a cansarme de decir que el negro le quedaba como el infierno, ardiéndole a los demás de puro placer al verlo.

—No es para tanto, tú eres la belleza aquí —murmura—. Igual no se lo digas a tu madre porque si no se enojara.

Finjo estar ofendida cuando ambos me observan con una sonrisa delatadora sobre sus labios.

—Mamá parece una princesa —le dice Blair a Lyes por lo bajo, recordando la conversación que Kai me había dicho que tuvo con ella acerca de su comportamiento hoy. Lyes, quien la observaba alegre con una sonrisa en sus labios, gira para verme y asentir.

—Tu madre es una princesa, Blair —afirma.

Un suspiro se me escapa involuntariamente cuando lo escucho y tengo que morderme el labio inferior para retener las lágrimas que amenazan con salir. Lyes me guiña uno de sus ojos al ver el efecto que causa en mí y le responde las preguntas curiosas a Blair.

Lo poco que conocía a Lyes me había alcanzado para saber que él no solía ser un hombre de palabras, sino de hechos y cada uno de ellos resultaba ser uno más sorprendente que el anterior.

Lyes tenía la facilidad para comprender las cosas, no tener rencor y mantener su corazón honesto, que era el retrato perfecto de un ángel robado de su propio imperio. Por suerte lo tenía yo y no podía estar más agradecida con solamente eso. Saber que muchas veces pude llegar a perderlo solamente por ser yo y mis secretos, me sofocaba.

Aunque mi mente era un delirio sabía y era consciente de las personas que me querían, pero ninguna de ellas había llegado a llenarme tanto como ellos dos. Como Lyes y Blair. Desde hace mucho no me había sentido así, perdida en la paz de un ángel y realmente rezaba para que este no fuera uno caído.

—Pensé que no te casarías —habla nuevamente, cuando Blair vuelve con Kai—. Hasta tenía pensado poder interrumpir la boda, tenía todo planeado.

— ¿Y qué pensabas decir para convencerme? —Lyes aparta su mirada de mí hacia un costado, ladeando una sonrisa coqueta.

— ¿Te parece si te lo digo en la pista? —Vuelve a mirarme, tomando postura—. ¿Me aceptarías esta pieza de baile, princesa?

Sonrío y bajo la mirada cuando no lo puedo controlar y siento el calor en mis mejillas. Me siento como si hubiese viajado al pasado, a todas esas veces cuando con solo una palabra de Trevor podía sonrojarme con facilidad.

Luego de unos segundos tratando de aparentar que mi corazón no late como si hubiese corrido todo una milla, lo vuelvo a mirar y solamente asiento, mordiéndome el labio inferior al ver que en ningún momento quito aquella sonrisa coqueta.

Me estira su mano cuando obtiene lo que quiso y entrelazándolas, me invita a la pista donde todos bailan un tema que ya está por terminar. Sin la atención de todos en nosotros, Lyes apoya una mano en mi cintura y la otra la entrelaza con la mía. Justo como una posición de un baile de vals.

Sin apartar sus ojos cafés de los míos y sin borrar aquella sonrisa encantadora de sus labios, la melodía de un piano que reconozco como la de "Bella's Lullaby" comienza a sonar y de apoco Lyes empieza a moverse invitándole a mi cuerpo que siga su ritmo.

Por momentos, que parecen ser infinitos, me olvido de las personas que nos están rodeando, mi madre, los chicos, Blair, los invitados, mi esposo y su sonrisa es de gran ayuda para que me sienta cómoda rodeada de espinas lastimándome lentamente.

Me contagio de su sonrisa y mientras sonreímos, en medio de un salón repleto de personas que deben estar observándonos, nos dejamos llevar. Me hace dar un giro y cuando nos volvemos a reencontrar, haciéndome chocar contra su pecho, no perdemos nuestros pasos de vals.

Me estira sosteniéndome de una sola mano y cuando me hace girar, nuevamente quedamos juntos por unos largos minutos hasta que se la ingenia para un nuevo paso. La idea de parecer un matrimonio recién casados y felices disfrutando de nuestro primer baile acobija mi corazón, apretujándolo y dejándolo sin oxigeno.

La melodía no parece acabar más, tal vez, eso es lo que quiero. Sentirme protegida y querida bajo los brazos de Lyes que parecen construirme con el tiempo, dándome justamente lo que necesito. Un refugio al que le puedo llamar casa y puedo sonreír.

Cierro mis ojos cuando apoyo mi espalda en su pecho y él me envuelve, apretujándome contra él como si temiera perderme de un segundo a otro. El corazón le late tranquilamente y le invita al mío a tomarse un respiro y relajarse bajo sus brazos, prometiéndole seguridad y amor.

Todo lo que él quiere y por eso no nos alejamos, por más que sepa que está mal.

Te amo, Amunet —susurra sobre mi oído en la misma posición.

Aprieto mis labios cuando pienso que solamente es una imaginación, pero cuando recuesta su cabeza en mi hombro y deja un beso cálido ahí, dos lágrimas llenas de alegría bajan sin anticipación por mis mejillas llegándome hasta los labios.

Aferro sus manos contra mi cuerpo cuando tengo miedo a perderlo, a que se arrepienta de sus palabras y aprieto mis ojos con fuerza para no despertar si es que se trata de un sueño.

«Lyes me ama.»

Sonrío, liberando un sollozo de felicidad.

Felicidad que me es robada cuando la melodía acaba, nuestro mundo se desmorona y unas manos me apartan del tacto que me protegía. Apenas abro mis ojos la ira de mi madre me recibe y sin decir nada finge una sonrisa antes de arrastrarme con disimulo hasta el despacho del señor Peter.

Siento pisadas detrás de nosotras, son tantas que no se de quien se tratan con lo aturdida que estoy cuando al entrar, la bofetada de mi madre me recibe. Haciéndome caer cuando no encuentro refuerzo.

— ¿Se puede saber en que estabas pensando cuando decidiste traer a tu amante? —pregunta furiosa, pero yo no puedo apartar mis ojos del suelo—. ¡Todos estaban observándote! —Se acerca y cuando intenta tomarme del brazo para que la mire un cuerpo se interpone.

—No te permitiré que la vuelvas a tocar —sisea Drake, desconocido ante aquel tono venenoso—. No dejare que vuelvas a aprovecharte de ella. Amunet es una niña, a ver cuando comienzas a reconocerlo.

—Amunet me debe muchas cosas —responde—. Ella fue la causante de la muerte de Trevor.

— ¡Trevor tomo una decisión! —grita esta vez Tristán—. Amunet no lo obligo a nada, él quiso hacerlo por ella.

—Trevor decidió morirse por su culpa. —Solloza—. Porque no quería estar atado a ella en la forma que Amunet quiso.

— ¿De qué hablas? Ellos se querían. —Dyan se acerca.

—Claro que sí, pero él no la amaba como ella pensaba —habla más calmada—. Amunet lo sabía, sabía que él no la quería y por eso lo hizo.

— ¿Hizo qué? —insiste Drake.

— ¿No se lo has dicho? —Hay un gran silencio—. Trevor y Amunet tienen una hija. —Otro nuevo silencio—. Amunet se embarazo para atarlo a ella al saber que él no la amaba.

—Mientes, él si la amaba. —Siento los pasos de Dyan—. ¡¿Por qué mientes?!

— ¿Y tú por qué crees que si la amaba? Lo conocías, conocías a Trevor muy bien.

— ¿Por qué nunca supimos de ella? ¿Dónde está? —Drake ignora sus palabras—. ¿Por qué no está con Amunet si es su hija?

Comienzo a tomar grandes bocanadas de aire cuando comienzo a sentirme sofocada al no poder expresar el dolor que tengo en el pecho con lagrimas. Escondo mis dos mechones de cabello detrás de mis orejas y cuando me doy cuenta del temblor que tienen mis manos me las quedo viendo con horror.

Un hormigueo comienza a embargarme el cuerpo y con brutalidad comienzo a arrancarme las piezas del vestido sin que nadie en el despacho se dé cuenta de lo que me está sucediendo. Intento nuevamente esconder mi cabello en una manía tonta y cuando veo que no tengo nada con que herirme, suelto un grito desgarrador llamando la atención de todos.

Sin poder tomar el control de mi cuerpo comienzo a golpearme el rostro con fuerza, demasiada, ya que cuando Drake intenta detenerme no lo consigue. Tristán se suma a la lucha contra mi misma y cuando siento que lo están alcanzando, logro arañarme mis mejillas clavando mis uñas en mi piel.

—No te hagas esto, por favor —murmura con voz entrecortada Drake, mientras que Tristán me abraza desde atrás.

Cuando siento las lágrimas en mis mejillas y doy por pérdida esta pelea, me dejo vencer desplomándome en los brazos de Tristán quien me recibe con fuerza.

—Por esto Blair no está con ella. —La escucho nuevamente mientras sollozo—. No se dan una sola idea de todos los intentos de suicidio que tuvo Amunet y la idea de que en algunas de ella Blair la encuentre me aterrorizaba. Lo mejor era que estén separadas, Amunet también lo quiso así.

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