40. El mundo de la pasión.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Habíamos salido a las seis de la mañana cuando en la mansión ya no había nadie. Amunet decidió no llevar nada, tomo el cuerpo dormido de Blair y nos montamos en mi coche, tomando la primera carretera sin ningún rumbo. El plan era no salir de París por unas semanas ya que todos nos buscarían afuera y no aquí, así que ahora mismo íbamos en busca de un pequeño pueblo para pasar las semanas.

Amunet pidió que deje el móvil en la mansión, ella también lo hizo y solo fue por protección para que nadie nos pudiera interrumpir en la locura que nos habíamos metido. Recuerdo haber parado a las ocho de la mañana en una gasolinera, comprar alimentos para Blair y tomar rumbo hacia unas cabañas que estaban cerca según el hombre que nos atendió.

No iba a negar que esto fuera una locura, pero después de todo el plan que teníamos no era tan malo. Como había dicho: nos quedaríamos en París unas semanas y luego viajaríamos sin tener alguna idea fija. Amunet quería que Blair conociera el mundo y aunque sonaba irreal, con nuestro dinero sabíamos que podíamos lograr que ella conociera la mayoría.

Antes de llegar Blair había despertado, confundida ante la situación que se estaba presentando, pero cuando Amunet le explico que de ahora en más viviría con ella la alegría que tenia la pequeña era indescriptible. Al llegar pudimos conseguir una cabaña con dos habitaciones así que la alquilamos para tres semanas.

Por la tarde de ese mismo día fuimos de compra a una tienda que estaba en el mismo pueblo escondido. Compramos ropa, alimentos y cosas necesarias para mantenernos estas tres semanas aquí. Las cabañas contaban con un rio increíble a unos metros de nosotros, una plaza para pasar el día y sobre todo, la tranquilidad que había era inigualable.

Pasamos lo que quedaba de tarde en el rio, jugando, nadando y comiendo. Amunet estaba increíblemente feliz y cada momento lo tomaba con una cámara que había conseguido en la tienda. Todo estaba perfecto y había tanta paz que era el respiro al alma que ella necesitaba, no había duda.

—Mamá, ¿El padrino Kai y los tíos? —le pregunta Blair a Amunet, quien estaba concentrada haciendo la cena.

—Están de viaje. —Se da la vuelta, limpiándose las manos—. Cuando lleguen te llevare a verlos. — Blair asiente.

— ¿Y hasta cuando nos quedaremos aquí? —Cepilla el cabello de su muñeca—. Porque aunque extrañe al padrino Kai, quiero quedarme aquí con ustedes.

Sonrío.

—Que bueno, porque nos quedaremos algunas semanas más. —Le guiña uno de sus ojos, antes de darse media vuelta y seguir con la cena.

Blair vuelve a entretenerse con la televisión y aprovechando su distracción, me acerco hasta Amunet apoyándome en el mesón al lado de ella.

— ¿Estás segura de esto? Porque podemos volver, estamos a tiempo —pregunto, sin perderme ningún detalle de su expresión.

— ¿Te arrepientes de haber venido con nosotras? —Me da una mirada de soslayo, cortando los vegetales.

Niego con mi cabeza.

—No, pero pensé que tú sí. —Me encojo de hombros—. En fin, cambiemos de tema. Tengo que volver a la ciudad para sacar dinero. Calcularía que en unos días, cuando se acomode todo esto iré a buscarlo y luego podremos irnos.

Asiente.

— ¿Podrás hacerlo en algunas semanas? Quiero disfrutar un poco mas de esto que estamos teniendo ahora. —Suspira. Me coloco detrás de ella y dejo un beso en su hombro, antes de comenzar a masajearlos.

—Cuando quieras, preciosa —murmuro, besando su mejilla.

— ¡Mamá! —Blair aparece, tirándose sobre su cuerpo—. ¿Podemos hacer la pasta con papá?

Amunet me da una mirada de soslayo al oír como me llamo y se queda en su lugar en silencio, sin saber que decir. Tomo a Blair y sentándola en el mesón aparto un mechón de su rostro.

—Blair, tú ya tienes un papá y yo no quiero ocupar ese lugar —respondo, regalándole una sonrisa al verla nerviosa—. Él no estará físicamente, pero si esta cuidándote como un angelito y por eso mismo tienes que saber que tu padre si esta aunque no lo puedas ver. Yo seré tu amigo, ¿Sí? Tu mejor amigo si quieres.

Blair sonríe y me abraza.

— ¡Sí! Te quiero, mejor amigo. —Se separa—. ¿Hacemos la pasta?

Asiento con mi cabeza y bajándola del mesón tomo la harina antes de ir a la mesa. Blair se pone el delantal y el gorro, después de lavarse las manos cuando Amunet se lo pide. Yo la imito.

— ¿Qué tenemos que poner primero? —pregunta la pequeña, mirando todos los ingredientes que están en la mesa.

—Los huevos, son cuatro. —Leo la receta del libro que Amunet nos dio. Rompo los huevos dejándolo en una pequeña taza antes de pasarlo para que lo eche en el bowl—. Dos cucharas de aceite.

Le paso la cuchara y comienzo a echarle de apoco el aceite.

— ¿Seguro que es así? —Arruga su nariz.

—Cuidado, Lyes. Que eso es lo que tenemos que cenar. —Pongo mis ojos en blanco al oír a Amunet.

—Ya veo que ninguna de las dos confía en mí. —Me hago el dolido, antes de que Amunet y Blair se me acerquen dejando un beso en mis mejillas. Sonrío—. No traten de comprarme con besos.

— ¡Sigue con eso Lyes, que quiero cenar hoy!

Vuelvo a poner mis ojos en blanco, pero no borro la sonrisa de mi rostro.

—Dos cucharadas de agua —hablo, tomando el agua que habíamos buscado para echarla en la cuchara que Blair tiene—. Una cuchara de sal. —Imito la acción—. Y 450 gr de harina.

Blair toma la harina y cuando intenta abrirla, esta se abre y se cae en la mesa.

—Oh, oh —murmura, mirando el desastre.

Le doy una mirada cómplice a Blair cuando Amunet no se da cuenta y apuntándola, ambos tomamos un poco de harina acercándonos. Amunet gira para buscar algo en la mesa y cuando apenas lo hace, ambos la recibimos echándole harina en el rostro.

Amunet comienza a toser, escupiendo lo que le había entrado en la boca.

— ¡Voy a matarlos, vengan aquí! —grita, limpiándose.

Miro a Blair.

— ¡Corre por tu vida!

(...)

Observo con atención como acaricia su cabello con lentitud y sin apuro. Sus ojos están clavados en el rostro dormido y tranquilo de Blair, mientras que con su mano acaricia su cabello, rostro y brazos, sonriendo de vez en cuando.

Daria todo el dinero que tengo para saber en qué piensa ahora mismo, pero no voy a negar que verla y tratar de descifrarlo es divertido y entretenido. La habitación se llena de un silencio aterrador, mezclado con nuestras respiraciones reforzando la seguridad de nuestra tranquilidad.

La imagen que estoy presenciando desde la puerta de la habitación solo me hace pensar en un futuro. Con ella y posiblemente, con cada uno de nuestros hijos. La idea pasa por mi cabeza como un fuego artificial, sorprendiéndome y aterrándome al mismo tiempo.

Tienen tanta paz juntas que me cuesta respirar con normalidad con temor a arruinar este precioso momento, grabándolo en mi mente con el fin eterno. La mujer que amo descabelladamente esta recostada en la cama, recargando su cabeza en una de sus manos mientras acaricia el cabello de su hija. La pequeña Blair.

Cuando su mirada se eleva y aquellos ojos curiosos y tormentosos me observan, una sonrisa se instala en sus labios haciéndome saber que ya sabía de mi presencia. Me invita a acercarme con un meneo de cabeza y cuando estoy a su lado, me recuesto detrás de ella, dejándole un beso en la mejilla.

—Gracias. —Logro escuchar que murmura.

— ¿Por qué?

—Por estar conmigo. —Veo que sonríe—. Por no juzgarme y aceptar a Blair.

—Blair es parte de ti —respondo, acariciando su brazo—. Y yo te quiero a ti, con tu combo completo.

Amunet logra girarse en su lugar, observándome directamente a los ojos. Estamos tan cerca que posiblemente nos podemos besar, sumándole más amor a este momento, pero no hacemos nada más que observarnos y compartir respiraciones en silencio.

Veo como sus ojos comienzan a nublarse, el labio inferior le tiembla y cuando quiero preguntarle que le ocurre me sonríe sin estimular.

—Te amo, Lyes —susurra.

Sonrío al oírla perfectamente y con el corazón latiéndome ferozmente me acerco para besarla. Detenemos el tiempo unos segundos, moviendo nuestros labios al compas y con lentitud grabándonos cada extremidad en nuestros recuerdos. Amunet muerde mi labio inferior, separándose lentamente y cuando mis ojos se abren recibiéndola nuevamente, la encuentro con una sonrisa ladina.

—Quiero que detengamos el tiempo, Lyes. —Se mueve en la cama, acercándose. Su piel toca la mía, es un pequeño tacto que me hace erizar los vellos de mi piel—. Quiero que hagamos el amor.

La sorpresa me embarga dándome una cosquilla en el estomago, la cual me hace dirigir mi mirada detrás de ella. Amunet nota mi desconcierto y cuando ve que me quiero oponer, se tira en mi cuerpo logrando bajarse de la cama. De pie me estira su mano y me guiña uno de sus ojos.

Antes de que podamos salir de la habitación, le sube un poco el volumen a la televisión y cierra la puerta detrás de nosotros. Me guía a la habitación que esta al fondo, la cual íbamos a compartir ambos. Al entrar cierra la puerta detrás de mí y al oírlo, los nervios se apoderan de mi cuerpo haciéndome retorcer.

Me remuevo cuando con sorpresa posa una mano en mi hombro y bajo la luz de la luna que nos ilumina esta noche desde la ventana se coloca delante de mí buscando mi mirada.

—Si no quieres hacerlo, yo lo entenderé.

Estaba nervioso, claro que sí. Iba a ser mi primera vez y era tan inexperto en esto que la posibilidad de que Amunet me dejara después eran muchas. Realmente no me interesaba con cuantas personas haya estado ella, lo que me preocupaba era saber que ella tenía ventaja y en esta situación tendría que ser al revés.

Yo tendría que estar haciéndole retorcer de los nervios como ella me lo está haciendo a mí con solo su presencia. Desde que había salido del internado había buscado la posibilidad de poder sacarme eso que no dejaba que me vea como un hombre: mi primera vez.

Estuve a punto de hacerlo en infinidades de veces, con algunas chicas de las cuales no recuerdo el nombre y con la que estuve demasiado cerca fue con Fénix, pero al último momento siempre me arrepentía. Tal vez, era miedo.

Miedo a que la chica se burle de mi por ser mi primera vez, miedo de no saber qué hacer, miedo a cometer un error, miedo a tantas cosas que no me hacían sentir cómodo y siempre terminaba huyendo.

Podía cruzar todos mis límites, pero esta situación no era una, esta era mi peor pesadilla.

Amunet nota el horror expresado en mi rostro, tal vez dándose cuenta que la amo demasiado como para poder perderla después de esta noche.

—Yo te ayudare, prometo que será tu mejor noche. —Toma mi mentón—. Pero necesito oírlo de ti, necesito que me digas que estás preparado porque no hare nada que tú no quieras.

Un suspiro de alivio se desprende de mi cuerpo, sin saber porque o qué razón. Las manos de Amunet en mi cuerpo es la sensación increíble de sentirme en casa y aunque mi mente me este diciendo lo contrario, el cuerpo no parece querer responderle a sus: "Te arrepentirás."

Me inclino con rapidez para poder besarla, la escena me hace recordar a la niñez cuando antes de irme al internado le robe un beso a mi vecina. Rápido y torpe. Amunet se ríe ante aquello y pasando sus brazos por mi cuello, me incita a rodearla con los míos.

Comienza a dar pasos hacia atrás y los míos torpes la siguen, conduciéndonos hasta nuestro propio infierno que nos recibe con los brazos abiertos al caer. Arriba suyo, sin hacer nada más que besarla, Amunet se separa de mí nuevamente.

—Respóndeme —pide.

— ¿Qué cosa? —Hundo mis cejas.

Amunet pone sus ojos en blanco, sin dejar de sonreír.

— ¿Quieres hacer el amor conmigo, Lyes Monsses?

La cosquilla aparece en mi abdomen, junto a la sensación escalofriante que me embarga.

Trago saliva.

—Sí, quiero hacer el amor contigo, Amunet —respondo, cuando por fin mi mente se pone de acuerdo con mis ganas y mi cuerpo.

Amunet ensancha su sonrisa, demostrando orgullo ante mi respuesta y antes de que pueda acomodarme sobre su cuerpo, nos hace dar vuelta en nuestros lugares. Se sienta en mi regazo y apoyando ambas manos en mí pecho, suelta una pequeña risilla atrevida.

—Te cuidare, lo prometo. —Puedo notar el juego en sus palabras e increíblemente me causa gracia y no pena.

Se acerca nuevamente hasta mis labios y me deja un pequeño beso.

—Lo haremos sin juegos previos, no quiero que Blair despierte —susurra y esta vez, estoy de acuerdo con ella así que asiento con mi cabeza.

Se separa un poco de mí para sacarse la camiseta y cuando queda en brasier, los recuerdos de la noche de mi cumpleaños me golpean antes que sus labios sobre los míos. Abro mi boca cuando su lengua pide permiso y profundizándolo mete ambas manos debajo de mi camiseta, la cual comienza a subirla con lentitud bajo caricias.

No puedo creer la reacción que mi cuerpo tiene bajo unas tontas caricias y cuando Amunet se da cuenta de la erección que me comienza a crecer se coloca sobre ella. Quita la camiseta de mi cuerpo, tirándola donde anteriormente había dejado la suya y se acerca a besarme.

Nuevamente siento sus besos en mi cuello, esta vez más profundos. Empuño mis manos en las sabanas cuando ella se mueve sobre mi hombría, provocándole un pequeño juego de muerte. Baja sus labios hasta mi clavícula, pecho, abdomen y con atrevimiento comienza a sacarme el cinturón.

El tiempo no se detiene, este mismo nos comienza a comer con el miedo de que Blair pueda despertar, así que Amunet se apresura y sus movimientos comienzan a ser torpes. Cuando se deshace de el, baja la bragueta de mi pantalón y ayudándola me lo saco.

Se levanta para poder sacarse el suyo y cuando ambos quedamos en ropa interior, vuelve a sentarse en mi regazo. Acaricia mi cuerpo y cuando ve que no se qué hacer al respecto, toma mis manos y las conduce hacía su trasero, provocando presión cuando se mueve en mi hombría robándome un gemido.

Repito la acción cuando me satisface, esta vez robándole un gemido a ella cuando la ropa interior no hace más que estorbar. Sin dejar de moverse sobre mí, lleva sus manos detrás de ella y logra desprenderse el brasier tomando nuevamente mis manos para que pueda tocarlos.

Los aprieto cuando los tengo a mi disposición y Amunet inclinándose me da ventaja para que pueda saborearlos. Meto uno de ellos a mi boca, mordiéndolo y torturándolo con mi lengua sin dejar de sentir como se mueve sobre mí haciendo fricción aún con nuestra ropa interior puesta.

Mi erección ya es notable y está bastante preparada para cada orden suya. Amunet lo soba por arriba de la tela y este respondiéndole, se pone duro y alerta. Una sonrisa aparece en sus labios y mordiéndose el labio inferior mete una mano por adentro de mí bóxer tomándolo.

Jadeo al sentir el contacto directo de su mano sobre el y recuesto mi cabeza en la almohada, mordiendo mi labio inferior. Sube y baja su mano con rapidez, matándome con pasión y fuego. Mis manos que estaban en sus pechos van hacia su trasero y lo aprieto, acercándola más en busca de ayuda.

Detiene el movimiento de su mano y con ayuda de la otra comienza a bajar mi bóxer de apoco, dejándome el trabajo a mí al final. Hacemos lo mismo con su braga y sin permiso, busco su punto débil con mi dedo. Apoya sus manos en mi pecho cuando lo encuentro y arqueando su espalda deja que la torture como ella lo hizo anteriormente.

Toma sus pechos en una acción desesperada y apretando sus ojos, hace lo mismo con sus pechos soltando un jadeo de la impresión cuando meto uno de mis dedos a su profundidad. La sensación de saber que esta mojada me contrae al darme cuenta que es lo que se viene ahora y la sensación de estar en una montaña rusa me embarga.

Amunet saca mi mano de su intimidad y colocándose arriba de mi hombría, comienza a moverse haciendo fricción directamente. Aprieto su cintura con mis dedos al sentir la sensación de mi liberación envolverme tan rápido, que cuando ella lo nota se acerca a besarme.

—Te amo, descabellada y tóxicamente —susurra.

No me deja responder, me observa a los ojos y levantándose toma mi miembro con su mano para poder acomodarlo. Mi estomago se achica, paso saliva por mis labios y tragando el nudo de mi garganta, aferro mis manos a las sabanas cuando comienza a bajar sobre el.

Mi corazón late desbocadamente, una sensación rara me embarga y es tan nueva que ahuyenta el miedo con la curiosidad. Curiosidad de saber cuánto placer se puede obtener con esto. Mi estado se divide en dos partes; felicidad por saber que la primera vez había sido con la persona que más amaba en estos momentos y miedo: de pensar en lo que se vendría ahora.

Amunet atenta a mi sorpresa no se mueve y mi cuerpo comienza a pedirme a gritos aquella acción que ella no me está dando. Así que la observo y su mirada preocupada me acobija el alma al ver el temor sobre sus ojos de solo pensar que había hecho algo mal entre nosotros.

La amino apoyando mis manos en su cintura, avisándole que mi necesidad era su movimiento y cuando ella lo entendió, se inclino hacia adelante y comenzó a moverse con lentitud.

Por momentos el frio me recibía cuando en la soledad salía de ella y luego el abrigo de sus paredes me recibía al bajar. Era una montaña rusa de sensaciones; el frio y el calor mezclados. La compañía y la soledad. El terror y la comodidad. El vértigo y la pasión.

No me había sentido tan bien por mucho tiempo, había encontrado un lugar adorable y cercano a una casa, a un vicio que comenzaba a hacerme adicto con cada movimiento o caricia que ella me daba.

Me sentía en las nubes, rozando un arcoíris con mis dedos. Viajando entre un cielo estrellado a veces y sentándome en la luna con el vértigo que me daba el miedo al saber que después de esto no sabría qué hacer.

Logro sentarme en la cama, abrazando su cuerpo y apoyándolo contra el mío. Se mueve con sincronización, gimiendo al compás que yo. Me abraza por el cuello y apoyando su frente sobre la mía no despegamos la mirada uno del otro.

En la soledad de nuestros tormentos el suyo encuentra el mío, avivándonos a comprometernos bajo la luna que es testigo de lo que está sucediendo. Somos uno, sin interrupciones o distancia que nos divida y sinceramente, me quiero quedar así toda la vida.

Cortamos nuestra conexión cuando cierra sus ojos al estar al borde de nuestra cordura, así que la ayudo y bajo una mano hasta su clítoris para que su liberación llegue antes que el mío. Aprieta sus labios para no gritar cuando su orgasmo la arrasa, llevándonos al mío de un momento al otro.

Amunet cubre divertida mi boca cuando un gruñido sale sin ser controlado y con una sonrisa traviesa y sonrojada, me espera a que me libere. Se mueve sin fin sobre mí, llamando a mi orgasmo que se hace esperar y que llega cuando menos lo esperamos. Juntos, no queremos despedirnos de la sensación increíble que nos embarga y destapando mi boca, besa con ternura mis labios.

La imagen de Amunet desnuda, feliz y sonrojada arriba mío, es un retrato que cuelgo en mis recuerdos más apreciados.

—Feliz despedida y bienvenida. —Se burla, haciéndome reír.

—Te aprovechaste de mi inocencia, iré a denunciarte por violación.

—Ni veinte denuncias me impedirán que lo vuelva a hacer. —Niega divertida—. Esto recién está comenzando, Lyes. Aún te falta explorar mucho más el mundo de la pasión.

— ¿Serás mi maestra? Porque yo encantado de ser tu alumno. —Me sorprendo al ver como estamos hablando con fluidez y sin vergüenza.

—Muy bien, entonces esperare que te portes mal para poder castigarte, alumno Lyes.

Sonríe coqueta.

—Créeme, de ahora en más me convertiré en un chico malo. —Le guiño uno de mis ojos y tirándola a la cama le robo una risa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro