5. Tu hermano.

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Cada año, desde años inmemorables, un día al mes en las calles de Burblon se hace una fiesta. Al principio comenzaron como fiestas para promocionar las carreras de Leartled, las peleas y partidas de póker. Luego fue por benefició para los Dawash y ahora son como días festivos.

Hoy era uno de esos días del mes donde se llevaría a cabo una gran fiesta con la temática de antifaz. Al principio, cuando nadie conocía a los chicos del Leartled, ellos mismos se encargaban de organizar dichas fiestas. Pero como ahora son conocidos en las calles de Burblon, tienen quien se encargue de estos días.

Las calles de Burblon están repletas de personas, de coches, de motocicletas. La música está más que alta, es más, hasta juraría que todo Seattle la está oyendo. Como los locales de Leartled estaban cerrados, cada uno era responsable de traer su bebida, así que no nos causábamos mucha molestia por eso.

Me gustaba. Eran como esas clases de fiesta que el padre de Zack hacía, solo que aquí nadie se vestía elegante, todos estaban como querían siempre y cuando respetaran la temática del antifaz.

Muy pocas eran las personas que vestían con colores llamativos, la mayoría tenía colores como: negro, azul, bordo y más tonos apagados. Solo las personas, más conocidas como "invitadas" de los corredores, tenían vestidos cortos, pegados a sus cuerpos y con un fuerte color inigualable.

Como por ejemplo Cashie, mi ex mejor amiga e invitada de Elyas.

Desde los ventanales del bar Bictone puedo ver cuándo Elyas la presume con los demás corredores como si fuera un Óscar y como las otras invitadas de los corredores le hacen un espacio sobre sus nubes de "popularidad".

« ¿En serio? ¿Un vestido corto, mucho maquillaje y ya perteneces al club de las zorras-invitadas?»

Qué poco has caído.

Bebo de un solo trago la margarita que Sendella me dejó y tras darle una sonrisa de despedida, deslizo mi trasero por el taburete y me bajo de él.

Por lo menos, no tenía a los Dawash detrás de mí.

Apenas llegamos a la fiesta las personas que la organizaron se los llevaron casi a la fuerza por un problema que hubo. Que por cierto, no me quisieron decir y tampoco les insistí. Todo el tiempo que estuve sola intenté buscar a los Coleman, pero cuando comprendí que ellos me estaban esquivando mientras los buscaba, decidí quedarme en Bictone hablando por teléfono con Zack.

Que si muy bien quiso venir para hacerme compañía, se lo impedí ya que él había quedado para cenar con su hermano y arreglar algunos asuntos de la empresa.

Antes de salir de Bictone tomó una de las botellas de Bourbon que están en los estantes y salgo al instante. Cuando la música vuelve a inundar mis oídos y la brisa de la noche refresca mi cuerpo, suspiro y comienzo a caminar por la multitud.

Sumergida en mis pensamientos y con la mirada puesta en el suelo para no tropezar y ser el espectáculo de la gente, me escabullí muy bien entre la multitud de las personas que bailan al pie de la letra.

Cuando me aparté un poco de la gente me senté en el cofre del coche que Drake había dejado cerca y destape la botella de Bourbon para beberla escuchando las canciones que uno de los chicos se encargaba de poner.

Cuando una canción nueva comenzó a sonar en las calles de Burblon, todos levantaron sus bebidas al cielo y sin ni siquiera detenerse a respirar, comenzaron a cantarla. O mejor dicho, a gritar la letra de la canción como si de aquello dependieran sus vidas.

Conocía la canción, si mal no me equivoco era una de Marron 5, pero no sabía la letra a la perfección como para cantarla rompiéndome las cuerdas vocales.

Ya eran la una de la mañana y no faltaba casi nada para que la primera ronda comenzará. Por lo poco que oí, un grupo nuevo se iba atrever a correr las calles del infierno para darse la bienvenida.

Luego, en la segunda ronda, Elyas iba a correr contra Dimitris y dos de una banda que no conocía. En la tercera, correrá Elyes contra Tristán y dos más. Y en la última ronda corren los Dawash y personas a las que le desconozco su paradero.

Las apuestas esta noche estaban muy fuertes, pues los mejores corredores iban a deslumbrar la pista del infierno en una ocasión muy grande como en una de las mejores fiestas de Leartled.

Nadie se iba a perder el hecho de ver a sus mejores corredores en una gran carrera contra excelentes contrincantes. Todo estaba muy descontrolado, pero todo empeoró cuando las luces rojas que indican el principio de las carreras se encendieron.

El volumen de la música bajó, los gritos aumentaron y las personas empezaron a caminar como una estampida hacia la meta de la carrera. Cuando me sume a la marcha de personas que iban apresurados hacia aquel lugar, un brazo tironeo del mío y me sacó del camino.

—Te estábamos buscando —dice Tristán apenas mis ojos se conectan con los suyos—. Te guardamos un lugar, anda, vamos.

Sin decir nada al respecto y pasando mi brazo por el suyo, Tristán comenzó a caminar empujando los cuerpos de las personas para llegar a nuestros lugares. Como la carrera se haría en motocicletas, está noche los Dawash habían escogido las calles no tan angostas.

Cuando apenas llegamos, sobre el principio justo al lado de la meta, pude localizar los cuerpos de Dyan y Drake rodeado de desconocidos, muchas de ellas eran mujeres tratando de llamar su atención para conseguir un mejor lugar para ver la carrera. Tristán, pasando una mano por mis hombros, me hizo pasar desapercibida por la gente que estaba apostando hasta poder llegar a los chicos.

—¡Todos a sus lugares, esto está por empezar! —informa Drake cuando llegó al lugar, justo al lado mío y de Tristán.

Como si las personas estuvieran sincronizadas comenzaron a colocarse detrás de las murallas que separan a los espectadores de los corredores. Ya todos sobre sus puestos, las cinco personas que iban a correr se pusieron cada uno al lado del otro para darle un vistazo a sus motocicletas antes de la carrera.

Como las carreras de motocicletas se hacían sobre las calles de Burblon, ya que eran menos angostas y estaban llenas de curvas, los Dawash ponían una enorme pantalla para verlos gracias a las cámaras que tenían sobre cada calle, aparte de las que estaban en los cascos de las personas.

Así nadie podía perderse ni un solo segundo de la carrera y no tenía que perseguirlos o quedarse con la duda, ya que al no ser una sola calle recta, no se podía ver más allá cuando doblaban sobre las curvas.

— ¿Te han dicho que hoy corremos?—Tristán apoya su trasero en una de las motocicletas sobre la hilera larga que hay.

—Sí, lo oí en las calles. —Meto ambas manos en mi chaqueta y le doy una mirada a los corredores—. ¿De qué serán?

—Aún no lo decidimos. Dyan quiere que sea de coches, pero Drake sabe maniobrar muy bien la motocicleta y tenemos un contrincante bueno que pasar. —Giró mi rostro y lo observó confundida.

« ¿Un contrincante que ponga en dudas a los Dawash? Debe ser verdaderamente bueno.»

Hundo mis cejas pensando en las probabilidades que tiene Drake en ganar una carrera de coche y chasqueo mi lengua. El fuerte de Drake siempre fueron las motocicletas, en cambio el de Dyan siempre fueron los coches y Tyson tenía la suerte de saber maniobrar las dos cosas a la perfección.

—De motocicleta. Drake aún no confía mucho en la velocidad de la Ferrari y dudo que está noche lo haga. En cambio, Dyan sabe manejar la Triumph mejor que Drake a la Ferrari.

—Por eso es que te amo tanto. —Se despega de la motocicleta y se acerca para dejar un beso en mi coronilla—. Iré a decirles a los chicos así nos ponen en la planilla de una vez. Ya regreso, nena.

Lo veo acercarse a sus hermanos los cuales están concentrados en las motocicletas de los corredores. No es secreto para nadie saber que si a los Dawash hay algún vehículo que le guste sobre la pista, hacen hasta lo imposible y ponen dinero hasta de sobra en la mesa para que su propietario se la venda.

Los Dawash conservan una de las mejores colecciones de coches y de motocicletas de todo Seattle y es envidiable para la mitad de todo el país.

Cuando Tristán les termina de decir mi idea, Dyan y Drake me miran para luego aprobarlo con una palmada sobre el hombro de Tristán y una sonrisa. Luego, cuando el pequeño de los Dawash se pierde entre las personas, los otros dos vuelven a analizar las motocicletas entre ellos.

Minutos después cuando el pequeño de los Dawash vuelve, los otros dos dejan de ver las motocicletas y con un ademán de manos les pide que se acomoden. Esta noche no habría subasta entre ellos. Lo supe cuando el rostro de Drake transmitió decepción y se giró sobre sus talones para venir hacia mí.

Cuando se detuvo a mi lado sacó un cigarro de la cajetilla que tenía en el bolsillo de su pantalón, lo encendió y luego pasó una de sus manos por mis hombros para atraerme hasta su pecho.

Con una mirada simple, que en realidad transmitía mucho, le indicó a una de las pocas mujeres que estaban de nuestro lado que le diera comienzo a la carrera. De un salto en sus altos zapatos se puso de pie y acomodo esa falda exageradamente corta, ya clásica entre sus grupos de amigas.

Con una sonrisa radiante se dejó deslumbrar entre las demás al ser escogida y bajando a la calle, sacó los tres pañuelos del Leartled. Con cautela se posicionó en el poco espacio que dividía al grupo. Todos estaban en silencio, a la expectativa.

La chica de cabello rubio y gran escote alzó el pañuelo rojo a la vista de la gran estampida de personas que comenzó a gritar desgargantados.

Drake aferró su mano en mi hombro. Las motocicletas comenzaron a calentarse en sus lugares, creando un gran alboroto al oírse todas juntas.

La rubia sacudió el rojo, lo bajó y con una gran velocidad alzó el azul.

Drake le dio una calada al cigarro con nerviosismo y con un ademán de mano le pidió a la rubia, que anteriormente no había quitado sus ojos del mayor de los Dawash, que dejará sus tontos juegos y se apurase.

La chica comprendió lo que Drake le quiso decir y con una sonrisa maliciosa elevo el pañuelo negro al cielo, dando pasos hacia las murallas cuando los corredores aceleraron sus motocicletas y salieron sin más.

—No me habías dicho que hoy corrías —le digo mirando a los corredores en la gran pantalla. Sin esperar la respuesta al instante nos concentramos en la pista cuando vimos a uno de ellos caer.

Un suspiro de alivio abandono mi cuerpo al ver que se levantó al instante y sin detenerse a pensarlo se subió a la motocicleta para seguir corriendo.

—Salió de imprevisto, los apostadores no se pierden ni un solo segundo de nuestras vidas. —Drake suelta la colilla del cigarrillo cuando lo acaba y rasca su labio inferior—. No es algo que lo planeé, solo... sucedió.

—Qué suerte tienes. —Me salgo de su agarre, haciendo que inmediatamente él despegue la vista de la pantalla para observarme.

Con su mirada en mi nuca comienzo a dar pasos cruzada de brazos hacia la hilera de motocicletas y apoyo mi trasero en una de ellas antes de alzar mi vista hacia los corredores.

Al parecer todos habían tomado los consejos y nadie se cayó en las sustancias. Me alegraba en cierto punto saber que no iba a ver graves accidentes esta noche.

Cuando la carrera terminó y anunciaron a los ganadores, todos volvieron a la fiesta ya que se harían pausas entre cada carrera. Los apostadores que ganaron fueron directo a recoger su dinero, donde los Dawash eran encargados de dárselo.

La suma rozaba el cielo y se me hacía loco de solo pensar que alguien podría llegar a salir con más de un millón de dólares. Pero era algo imposible, porque por más que hubiera esa suma los Dawash siempre se quedaban con la mitad. Era lo acordado, eran sus carreras y eran sus cabinas para apostar.

Al parecer el ganador sí que ganaba bien, ya que nadie nunca se había quejado por eso. Aparte de que nadie se quería enfrentar con un malhumorado Drake y aún más si se trataba sobre dinero.

Apoyada en la motocicleta esperando las siguientes carreras, fui testigo de cuando el pequeño de los Dawash se acercó con tres chicos. Al estar a unos pasos cerca pude apreciar mejor el perfil de los chicos tras la claridad de la luz que el bar Bictone nos brindaba.

Uno de ellos tenía el cabello rubio, no uno muy fuerte, si no uno un poco más apagado. Con unos increíbles ojos claros que apuesto que iluminarían mejor que la luz de Bictone. Vestía con una chaqueta de cuero, pantalones desgastados y una clásica camiseta blanca.

En cambio, justo a su lado, había un chico que le sacaba dos cabezas. Vestido de la misma manera que él, pero con un estilo tan particular que le hacía ver diferente. Como si incluso tuviera un brillo especial y propio.

Y por último, pero no menos importante, el que verdaderamente resalta entre los tres. De dónde lo tengo no puedo observar muy bien cada detalle que tiene, pero diré lo que alcance a ver antes de que me diera la espalda.

A comparación de los otros dos este viste con un pantalón negro, con una camiseta y chaqueta del mismo color. Lo más increíble de todo en sí, es su cabello. Parece ser raro entre su color y en la forma despeinada en la que está, pero cuando aquellos ojos del mismo color que su cabello te observan de una manera tan penetrante, se entiende todo a simple vista.

—Chicos, ella es nuestra chica de Leartled. —Me sonrojo al oír a Tristán y con una sonrisa, seguido de un movimiento de cabeza, los saludo—. Nena, ellos son Wilson, Sporton y Theodoro. Unos viejos amigos.

—Un gusto —se aproxima a decir el rubio, apenas Tristán nos termina de presentar.

El chico alto, que le saca dos cabezas a los dos, me da el mismo gesto que su amigo. A comparación, su amigo cuyo nombre no puedo distinguir de los tres, me saluda de la misma manera que la mía y mira a Tristán.

—Entonces, ¿la penúltima carrera me has dicho? —Esa voz, rasposa, varonil y apropiada para hacerte caer las bragas.

—Sí. Tú y Connor en las penúltimas, Sporton y Wilson en las de ahora —le informa Tristán mirando a su espalda—. Aquí estás, hombre.

—Lo siento, me entretuve con el manjar de mujeres que Dyan me estaba presentando. —Una voz un tanto juvenil, pero resaltando muy bien lo varonil, deslumbra su presencia.

—Le estaba diciendo a Theodoro que ustedes corren en la penúltima carrera —le vuelve a explicar Tristán.

El nuevo individuo de cabello castaño y claritos rubios, asiente ante las palabras del menor de los Dawash y por primera vez me mira. Recorriéndome entera con su mirada.

Contengo mis ojos para no ponerlos en blanco cuando me sonríe coqueto y lo observo, esperando que me salude como los demás. Pero no, al parecer el individuo decidió meterse la dignidad por el culo y lleno de confianza se acercó, tomó mi mano y como si estuviéramos en una película clásica y romántica la besó. Sin apartar sus ojos de los míos.

Tristán a su lado contuvo una carcajada porque sabía mejor que nadie que me estaba conteniendo para no cantarle barbaridades en el rostro.

—Connor Walk, mucho gusto, ¿Tú eres? —se presenta, recupera su postura esperando una respuesta y suelta mi mano con delicadeza.

Contengo mi risa en lo más profundo y abro mi boca para presentarme, pero alguien más se adelanta atrayendo mi cuerpo hacia un torso duro y plano. Drake.

—Ella es nuestra chica, así que mantente muuy alejado de ella, colega.

Al parecer Drake lo disfruta, saborea sus palabras al ver el rostro retador y algo confuso de su colega.

Nadie más dijo nada o tal vez no fue necesario agregar algo a la situación. Las luces que nuevamente nos iluminaron, le dieron comienzo a la próxima carrera.

Dos de los chicos, para ser más específico: el de cabello rubio y el chico que le saca dos cabezas a todos, se colocaron en la meta justo al lado del cuerpo de Elyas y Dimitris. Quienes estaban contentos por sus contrincantes y confiados al ver unas sonrisas iluminar sus rostros.

Esta vez Tristán escogió a otra chica que estaba de este lado. A comparación de la otra está hizo las cosas a otra velocidad, es más, no dejo ni siquiera que las personas detrás de las murallas disfruten de su euforia.

A la vez que los corredores se perdieron en las curvas de las calles, busqué con la mirada a Tristán para preguntarle sobre las apuestas de esta carrera. Pero al recorrer con mí vista el lado entero en donde estábamos todos, ninguno de los tres Dawash estaba.

Al principio me preocupé pero al rato, cuando recordé el conflicto de hoy cuando apenas llegamos, supuse que se habían marchado por lo mismo. Con la mirada en los corredores me sorprendí al ver que los dos chicos que estaban anteriormente acá, los cuales eran colegas de los Dawash, iban primeros que todos.

Como si en verdad la carrera fuera entre ellos dos.

Por otro lado, un furioso Elyas trataba de alcanzarlos acelerando y desacelerando la motocicleta como si su vida dependiera de eso. A una gran distancia los dos chicos giraron patinando un poco sus ruedas, producto de la sustancia que tenían las calles de Burblon.

Cuando estuvieron de vuelta levantaron sus motocicletas como si estuvieran sincronizados. Luego la bajaron de golpe y acomodándose al ver que Elyas venía muy cerca de ellos, aceleraron para crear aquella distancia de hoy.

Cuando en verdad pensé que Elyas podía llegar primero y no defraudar a los apostadores que habían confiado a muerte en él, la meta se les acercó a los colegas de los Dawash y frenaron apenas llegaron a las murallas. Se bajaron y se abrazaron, felices por haber ganado la carrera.

En realidad, el primero que llegó fue aquel chico que le sacaba dos cabezas a todos y el segundo, fue el chico de cabello rubio.

Dando media vuelta decidí buscar a los Dawash, ya que ellos eran los encargados de darles el dinero a los corredores, a los apostadores y tomar la parte de su dinero. Sin tener la menor idea de dónde estaban y confiada entre al bar Bictone llamando la atención de los tres que estaban en una de las mesas discutiendo algo.

Al ver el rostro de Sendella llena de temor, quise darme la vuelta al darme cuenta que había entrado en un mal momento, pero ni siquiera pude dar un paso hacia el costado cuando los tres me sostuvieron la mirada sin decir nada. Como si estuvieran debatiéndose algo mentalmente.

—Antes de que sucediera todo esto, habíamos quedado en que sucedería cuando nosotros supiéramos que estaba lista —le dice Dyan a Drake, siendo el primero en apartar la mirada de mí para verlo.

—Lo sé y créeme que soy el primero que no quiere que suceda esto. —Lo mira, agacha su cabeza y juguetea con su mechero.

—Yo creo que está preparada. —Tristán es el único que no aparta su mirada. Me sonríe y tras guiñar uno de sus ojos mira sus hermanos—. Es más, creo que siempre lo estuvo. Por algo Trevor la escogió.

«Trevor»

¿Es normal que de solo oír su nombre el corazón me duela tanto?

—Tiene razón, no podemos hacer nada más que cuidarla —siguen hablando, como si nunca hubiese entrado al bar y ahora mismo no estaría parada en la puerta sin moverme, ni pestañear.

—¿De qué hablan? —me atrevo por primera vez a preguntar.

Jamás me había metido en uno de los problemas de los Dawash, pero al parecer no solo fue mi subconsciente la que me dijo que estaban hablando de mí, sino que cuando Drake alzó una vez más su vista hacia la mía, no hizo nada más que menear su cabeza hacia la silla vacía que estaba en un costado.

Invitándome a sentarme con ellos.

Sin tener algo que perder y curiosa de la conversación que estaban teniendo no perdí tiempo y me senté en la silla con la mirada de los tres en mi rostro.

—Dyan te lo contará. —Drake se levanta furioso y con sus manos hechas un puño a cada costado.

Por el rabillo de mi ojo veo a Sendella salir de su puesto y caminar hacia la puerta de salida, por donde anteriormente Drake salió. Tristán al ver también aquello se queda en su asiento y observa a su hermano pidiéndole que comience.

—Cuando compramos las calles de Burblon, sabíamos que esto tarde o temprano nos llenaría los bolsillos de dinero. Lo compramos con la idea de que las calles sean conocidas, sea un lugar donde nadie pueda juzgar el vicio de nadie y lo logramos. —Dyan comienza a contar, con toda mi atención en él—. Tú mejor que nadie sabe que cuando nadie venía a estas calles las carreras las corríamos nosotros.

—Lo sé.

—Cuando corríamos siempre teníamos en mente que la muerte alguna vez nos podía alcanzar. Y por eso decidimos hacer unos papeles, hacer de este lugar uno un poco legal, por así decir. —Mira a su hermano, relame su labio inferior y me mira—. En esos papeles que firmamos, todos nosotros pusimos un nombre por si acaso alguna vez nos pasara algo.

—Lo que firmamos era como una herencia. Todos éramos conscientes de que teníamos riesgos al correr, tanto como manejar las calles. Así que si a uno de nosotros le pasaba algo, el nombre que habíamos puesto en esos documentos se quedaba con la parte de su lugar.

—Y Trevor te puso a ti. —Dyan le corta a Tristán. El pecho se me estruja de solo oírlo y parpadeo varias veces para apartar las lágrimas de mis ojos—. Tu hermano antes de morir te puso a ti, te dejó su lugar.

—Amunet, eres dueña de Burblon tanto como nosotros. Por eso eres nuestra chica de Leartled. —Trago saliva cuando la mano de Tristán atrapa la mía—. Y ya es hora de que te ocupes de tu lugar, del lugar que te dejo Trevor. Tu hermano.

—Sé que esto es muy fuerte, que no es el mejor momento para contártelo, pero no solo nosotros somos dueños de todo esto. —Hundo levemente mis cejas y lo observo tratando de apartar la conmoción de mi cuerpo—. ¿Te acuerdas de los hijos del mafioso ex dueño de este lugar? —Asiento con mi cabeza, apretando la mano de Tristán—. Los hijos de aquel hombre no nos vendieron al cien por ciento las calles.

—No estoy entendiendo.

—Que no solo los Dawash y tú son dueños de Burblon, mojigata. —Una voz rasposa y reconocible me hace girar el torso para verlo—. Mi hermano y yo también lo somos, lo sé, ¿Qué loco, no?

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