7. El español.

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A M U N E T

Miramos hacia ambas partes para no toparnos con los Dawash y al verificar que no estuvieran, nos escabullimos entre las personas para ir hacia la meta donde Tyson nos esperaba.

Cuando llegamos con un ademán de mano llama a una de las chicas que está sobre la zona donde suelen estar los Dawash y le avisa de la carrera. Nos subimos a la motocicleta, ambos nos colocamos los cascos a la perfección y aferramos nuestras manos en el manubrio.

—¿Estás preparada, mojigata? —Lo logro escuchar gracias a los auriculares. Giro mi rostro hacia el suyo y tras un suspiro asiento con mi cabeza—. Entonces que comience.

Lyes menea su cabeza en aprobación a la chica que espera por él y levanta uno de los banderines. Cuando llega al último y levanta el banderín negro, la adrenalina me consume por completo.

Acelero cuando baja el banderín y me aferro a la motocicleta inclinando el cuerpo hacia adelante para tener más acceso. Jamás había conducido una tornado. Estas motocicletas son conocidas por los altas que son, aunque de ancha no se dice mucho. Jamás había pensado subirme o conducir una porque gracias a mi peso y altura no podría mantener la estabilidad.
Y no voy a negar que tengo miedo a que mi primera vez sea en una carrera.

Cuando Lyes tira su motocicleta para pegarse a la mía, dejo fluir mis instintos y no me aparto. La pierna de Lyes rosa la mía, lo cual al ver lo cerca que estamos ambos nos separamos.

Cuando llegamos a la parte de las sustancias ambos desaceleramos y esquivamos en zic zac los pequeños botes de basura y llantas. Cuando salimos ilesos de ese sector bajo una mano hacia mi pantalón y la paso por ahí cuando la noto totalmente sudada.

—¿Confías en mi? —Quiero poder verlo, pero cuando capto los dos caminos de Burblon no lo hago.

El primer camino recto da hacia el final de la carrera y el segundo camino, la cual es una pequeña curva, da hacia la carretera que te lleva a la ciudad.

—No, ¿Pero que tienes en mente?

—¿No eres una pequeña rebelde? Entonces sígueme.

Antes de que podamos pasar la curva, Lyes tira su cuerpo hacia un costado y entra a ella sin problema alguno. Ante el impacto logro doblar y entrar a la curva de la carretera.

A pocos metros logro ver un pequeño túnel, donde por dentro es mas reflejado gracias a la luz. Cuando ingresamos me sorprendo al ver lo angosto que es y emito un jadeo cuando cuatro motocicletas salen de un costado y se colocan cerca de nosotros.

El pecho se me hincha de alegría cuando veo los ojos inigualables de mi mejor amigo detrás del casco y le sonrío. Lyes pasa de nosotros justo cuando una de las motocicleta se coloca al lado de él.
Con la vista recorro las demás motocicletas y no me sorprende ver cómo Elyas y Maywer elevan sus motocicletas compitiendo entre si. Al salir del túnel Lyes vuelve a girar por la curva izquierda y esta vez nos vamos a una carretera vacía.

Bajamos en lo que parece ser un desierto, solo hay un gran espacio de tierra alejado de la carrera donde varios coches están estacionados. La música rock no pasa desapercibida, más el muchedumbre de personas vestidas de negro que se encuentran a unos pequeños kilómetros.

Cuando llegamos me saco el casco con cautela y lo coloco bajo mi brazo para observar mejor el lugar. Hay varios coches, no de marcas, parecen estar creados por ellos tras la falta de cosas que tienen. No dudo que esos coches se muevan mejor que los de la colección de los Dawash, por eso mismo es que me sorprendo.

—¿Te gusta? —La voz de Elyes me saca de mis pensamientos—. Este lugar se creo gracias a las personas que fueron expulsadas por los Dawash de Burblon.

—¿Entonces esto es lo clandestino de lo clandestino? —Me giro para verlo, Elyes se ríe de mis palabras y asiente.

—Lo siento, se escucho muy gracioso. —Pasa una mano por su cabello y lo sacude luego de habérselo despeinado—. Este lugar no tiene un nombre, es de todos, no es Burblon.

—¿Entonces?

—Son carreras del desierto. No es tan creativo pero es así como se conoce. Es como un culto, poco saben de el y no aceptamos a cualquiera.

—¿Y yo que hago aquí? —Elyes suspira y aferra su casco debajo de su brazo.

—Creímos que te gustaría. Elyas esta hablando con los chicos y esta noche es tu iniciación. —Cuando vemos que Elyas se gira para vernos y nos llama con un ademán de mano, me bajo de la motocicleta.

—¿De dónde conocen a Lyes? —le pregunto, cuando mi mirada lo encuentra con una chica hablando apartados de todos.

—Lo conocimos aquí, él es compañero de una amiga de Maywer. También es amigo de Tyson y supimos sobrellevarnos. —Arrugo mi nariz y acomodo mi flequillo—. ¿Por qué?

—Porque es un cretino.

—Esa boquita sucia, mojigata. —Doy un pequeño salto sobre mi lugar y llevo una mano hacia mi pecho cuando lo escucho gracias a la llamada telefónica, que por cierto, no se acabo. Suspiro cuando Elyes me mira desencajado y saco el móvil de mi pelvis.

—Vete a la mierda, Lyes. —Cuelgo la llamada.

Cuando llegamos los chicos que estaban hablando con Elyas me observan, para nada discretamente, y luego paran sobre mi rostro unos minutos más de lo debido.

—¿Nombre?

—Am... —Elyas me da un pequeño empujón y carraspea su garganta.

—Su nombre es Venus —interfiere Maywer con una sonrisa complacida sobre su rostro. Elyas y Elyes lo miran desencajado.

—¿Cómo el canal porno? —Hundo mis cejas y miro a Maywer. Estúpido.

—Exacto... —Ladea media sonrisa y cuando nos mira la borra.

—Muy bien, Venus. Enséñanos lo que tienes —dice uno de ellos, robándole las palabras a los demás. Me sonríe coqueto—. En la pista, lo demás me lo puedes enseñar en mi departamento.

—Que listillo eres, gilipollas. —Las miradas de todos, excepto la mía, pasan hacia el proveniente de aquella voz—. ¿Ya esta? Entonces muévete, mojigata.

Nunca fui de pelear con muchas personas, las únicas que lograron sacarme más de dos palabras fueron las personas que verdaderamente me cansaron. Y juro que Lyes está llegando al límite con ese tonto apodo.

Elyes me toma de los hombros antes de que pueda tirarme hacia él. Con apuro me conduce hasta la motocicleta de Tyson, me saca los auriculares, el casco y me deja un beso en mi frente antes de poder alejarse de mí.

Cuando llego a la meta la misma chica que estaba con Lyes minutos atrás se coloca al lado mío y me mira con desdén. Suspiro tratando de no dejarme llevar por mis impulsos y espero hasta que el mismo chico termine de contar hasta tres.

Cuando lo hace ambas aceleramos, ella tomándome ventaja. Subimos a la pequeña rampa improvisada de tierra que hay, la chica lleva su motocicleta hacia uno de los costados logrando un truco perfecto. Cuando se estabiliza y vuelve al lado mío, casi rozándome puedo ver una sonrisa de arrogancia en sus labios.

Las orejas me arden del coraje y a estas alturas apuesto mi vida a que están rojas al igual que mis mejillas. La situación me sobrepasa y cuando llegamos a la final no desacelero, apoyo un pie sobre la tierra y derrapando la rueda trasera giro.

No dejo que lo intente o que la motocicleta repose, acelero nuevamente ahora tomándole ventaja yo. Cuando llego a la rampa acelero más y hago su mismo truco, solo que a una altura más alta que la suya. El truco me hace temblar las piernas cuando tengo que bajar y caer de lleno a la tierra. Aferró mis piernas y culo en el asiento para no caer, sin perder la fuerza para mantener la estabilidad.

Suspiro cuando el truco me sale a la perfección y no caigo como pensé. Me aprovecho de mi buena suerte y esta vez deslizo mi trasero hacia atrás antes de levantarme. Bien, veamos hasta donde puedo llegar.
Roso con mi dedo índice el freno y con la otra mano acelero antes de caer a peso muerto en la parte de atrás.
Cuando lo hago llevo la parte de adelante conmigo y pongo firme mis brazos al levantar la motocicleta. Muerdo mi labio inferior cuando siento el peso y mis brazos comienzan a perder fuerza, así que decidí rendirme. La baje estando cerca, nuevamente derrape esta vez ambas nuevas y frene apenas llegue.

—¡Esa es mi chica! —Logro escuchar el grito escandalizado de Elyes sobre todo el alboroto.

(...)

Al final había logrado entrar a las carreras con una calificación casi perfecta. Le había ganado a la única chica que llevaba el título femenino a la perfección y eso dejaba mucho por decir.

La noche fue fantástica, luego de que los Coleman me aclararan el porque me estaban evadiendo aquella noche, la pasamos muy bien entre nosotros.

Ya había pasado una semana desde aquella noche y aunque los Dawash no sabían a donde había ido, si me regañaron por haber corrido aquella noche en las carreras de Leartled. Esa misma noche tuvimos una conversación sobre el dinero y aunque quedamos en que viviría con ellos, les deje en claro dos grandes cosas.

Iba a volver a las clases de fotografías y con su consentimiento o sin, volvería a hablarme con los Coleman.

—Esta noche Maywer corre, todos iremos —me avisa Elyes pasando por mi costado para sentarse en el sofá de al frente. Paso mi mano sobre el pelaje de Batman y luego lo miro.

—Esta noche Dyan pelea en Leartled.

—La carrera de Maywer es tarde, a las tres de la mañana exactamente. —Se encoje de hombros—. Si no puedes ir, te entenderemos.

—Hare lo posible para ir, pero no les prometo nada. —Dejo al pequeño gato en el sofá y me levanto—. Tengo clases en unos minutos.

—Te llevo, voy para allá.

Elyes recoge las llaves de la mesilla y comienza a dar pasos hacia la puerta principal. Cuando salimos y nos montamos en su coche, antes de salir, podemos ver como el coche de Elyas se acerca. Elyes le deja el espacio en el estacionamiento pasando justo al lado de él, donde podemos ver a la perfección que viene con Cashie.

—¿No te molesta? —comenta cuando salimos al centro.

—¿Que me tendría que molestar?—Me inclino un poco hacia adelante y pongo un poco de música. Le bajo un poco el volumen y luego recuesto mi cuerpo.

—Que tu folle fijo tenga una clase de relación amorosa con alguien más.

—Para nada. Elyas y yo dejamos las cosas en claro, es más, me alegro que haya encontrado a alguien con quien pueda comenzar una relación.

—¿Y tú?

—¿Y yo que? —Me giro para verlo.

—¿No has encontrado a alguien para crear un vínculo más fuerte que un folle fijo?

Suspiro. Zack lo era, hubo un tiempo que con él lo quería todo. Hubo realmente un tiempo que quise dejar el pasado atrás y aunque el amor de Zack no me correspondía de la misma manera, hubo un momento que sentí que podía seguir adelante.

Luego, ya saben el final de la historia.

—Pensar en tener a alguien en este tiempo de mi vida, me da escalofrío, me asfixia de solo pensarlo. —Toco el puente de mi nariz cuando el flequillo me da comezón—. No lo busco, pero tampoco voy a huir si viene solo.

—Sea lo que sea, ¿Sabes que me tienes aquí, no?—Baja una mano y la apoya sobre la mía—. No seré Elyas, pero soy su gemelo...digo, por si quieres un folle fijo.

—A ti no te toco ni con un palo —bromeo apartando mi mano de la suya.

—Auch, eso si dolió.

(...)

—¿A qué hora peleas? —pregunto tratando de sonar desinteresada.

Gracias a mi última carrera en Leartled los Dawash habían decidido, obviamente por mí, que cuando venga a Burblon solamente sería acompañada por ellos. En pocas palabras, me habían prohibido venir en algún vehículo y se habían puesto turnos entre ellos.

Esta noche le tocaba a Dyan.

—¿A las dos de la mañana?

—¿Por qué tan tarde?

—Drake pone los horarios. —Se encoje de hombros. Le da una mirada al pequeño reloj que está en la pantalla del coche y acelera—. De todas formas son las una, a las dos peleo y a las tres ya nos estamos viniendo.

Bufo. Mi plan se está yendo por la borda.

—¿No hay una fiesta luego de la pelea? —Dyan hunde sus cejas y lleva su dedo hasta el puente de su nariz.

—Sí, como todas las noches, ¿Qué es lo que tienes? Estas rara. —Me da una mirada de soslayo.

—Solo preguntaba.

Decido quedarme en silencio lo que falta de trayecto para que Dyan no me descubra. Cuando llegamos ambos bajamos y nos acercamos a los demás que ya estaban ahí esperando por él.

Cuando se alejo para ir a prepararse, Drake se coloco al lado mío pasando un brazo por mis hombros. La escena me hizo poner los ojos en blanco y morder la lengua para no decir nada y terminar con los tres Dawash las veinticuatro horas del día como guardaespaldas.

Cuando las horas se cumplieron Dyan apareció en la ronda que las personas ya habían hecho. A los pocos segundos un chico rubio y con exagerados músculos también se acerco a la ronda, donde luego de saludar a sus amigos se puso al frente de Dyan.

—Ya saben las reglas: Nada de objetos que pueda herir al oponente, no golpes en los testículos y no llegar al límite. La pelea no termina cuando uno muere, la pelea termina cuando uno se rinde —aclara Tristán.

Cuando la mirada de Tristán se encuentra con la de su hermano, Drake le da una aprobación con un meneo de cabeza para que la pelea comience. Tristán se quita del medio y entre todos comenzamos a contar hasta tres.

El chico rubio comienza la pelea tirándole un golpe al rostro de Dyan, quien lo pudo esquivar muy bien. La pelea estaba tranquila, ambos sabían lo que hacían, se retaban con la mirada y cuando lo veían conveniente tiraban uno que otros golpes.

Cuando la situación ya comenzaba a ponerse un poco aburrida, el chico rubio comenzó a murmurarle cosas que por lo cercano que estaban, solo ellos podían oír. Las palabras del oponente no parecían afectarle a Dyan, hasta que los ojos oscuros del rubio me observaron y le sonrío con frialdad.

Dyan reacciono a lo que le dijo tirándole un golpe, luego otro y otro para hacerlo caer. Cuando lo tuvo en el piso comenzó el conteo: un golpe, dos golpes, tres golpes, cuatro golpes y así hasta que llego al número quince.

Tristán se agacho para comprobar si el individuo todavía tenia pulso al ver que no se movía y al verificarlo, le dio una mirada de advertencia a Dyan antes de asentir. Bien, por lo menos estaba vivo.

Cuando los amigos del rubio tomaron su cuerpo para sacarlo de ahí y seguramente llevarlo a emergencias, Dyan salió hecho una fiera del círculo. Tomo la camiseta que le había dejado a una de las chicas y paso por al lado de nosotros para ir hasta su coche.

Drake le dio un apretón a mi hombro y me dio un leve empujoncito para ir al suyo. Esta vez fui con Drake ya que Dyan no tomo el camino a casa. Cuando llegamos las esperanzas de mi plan se dieron por muerto así que me recoste para enviarle un mensaje a Elyes.

Nuevo mensaje de desconocido.
Hace un momento.

Confundida me levanto de la cama y doy pasos hasta la ventana. Al no ver a nadie la abrí para observar mejor, al mismo tiempo que Lyes salía de los arbustos de al frente. Levanta su móvil para captar mi atención y cuando la tuvo con un ademán de mano pidió que bajara.

Pongo mis ojos en blanco y me contengo de no enseñarle mi dedo del corazón a la distancia.

Tome la chaqueta del sofá que había en un costado y trepándome en la enredadera logro bajar. Cuando me acerque al cuerpo de Lyes tuve la grandiosa oportunidad de darle un golpe en la cabeza al verlo entretenido jugando al Candy Crush.

—¿En serio? ¿El Candy Crush?

—¿Qué? ¿Es un delito jugarlo? Tú tienes un apodo de canal porno y nadie te esta juzgando. —Se encoje de hombros. Aprieto mis labios cuando siento el calor de la vergüenza invadir mi rostro.

Estúpido Maywer.

—¿Nos vamos?

—Como quieras, estrellita porno.

—Como vuelvas a llamarme así...

—¿Qué? ¿Me secuestraras, me follaras y grabaras para luego subirlo a Venus? —Eleva una de sus cejas.

—Tu información es muy sospechosa, ¿Acaso lo buscaste en Google y ahora lo aplicarás conmigo?—Lyes comienza a reírse en carcajadas exageradas.

—¿Yo a ti? —Me mira con desdén—. ¿Pero de que hablas? Si no te toco ni con un palo.

Auch, ahora comprendo el dolor de Elyes justo en el ego.

Con desconfianza me subo en la parte de atrás, paso ambas manos hacia atrás para sostenerme siendo víctima de una sonrisa burlona de Lyes. Me sostengo cuando acelera y comienza a alejarse de la casa para ir a la carretera.

Cuando llegamos me bajo de la motocicleta sin agradecerle el gesto que tuvo en traerme. Después de todo fue un favor. Con la mirada busco a mi mejor amigo en las pocas personas que había y al encontrarlo me acerco.

—Nena. —Elyes se acerca y deja un beso en mi mejilla—. Pensé que no vendrías, ¿En que viniste?

Hundo mis cejas.

—¿Cómo en que vine? ¿No fuiste tú quien le dijo a...? —las palabras se quedan en el aire. Giro mi torso para buscarlo y matarlo con la mirada, pero la mala suerte está de mi parte al verlo de espalda—. Olvídalo, ya estoy aquí.

—Bien, escúchame. —Pasa un brazo por mis hombros y comienza a dar pasos lejos de los demás—. Maywer corre en unos minutos, te presentare a las chicas.

Trago saliva cuando comenzamos a acercamos a un fogón rodeado de chicas hablándose entre si. Entre ellas puedo reconocer a la chica que había corrido conmigo hablando con Cashie.

Cuando nuestra llegada interrumpe su entretenida conversación, la chica desconocida me da un escaneo de pies a cabeza. Me contengo y muerdo mi lengua al ver que al final una mueca de disgusto se instala en sus labios.

Patética.

—Chicas, ella es nueva —las palabras de Elyes me sacan de mis impulsos por sacarle mi dedo del corazón a la desconocida—. Espero que le hagan un lugar y que la mantengan al tanto de todo... —Gira su rostro y deja un beso en mi frente. Gesto que hace suspirar a varias en el círculo—. Te dejo en buenas manos, tengo que hablar con Maywer ya vuelvo.

Las ganas de tomarlo de la camiseta y exigirle que no me deje en aquel círculo se van perdiendo a medidas que se aleja y soy el centro de atención. Carraspeo mi garganta nerviosa y con cuidado me siento en uno de los troncos solitarios.

—Mi nombre es Rain —dice una de ellas al notar las miradas de todas sobre mí—. Bueno en realidad no es mi nombre, pero como esta prohibido decir el verdadero, ese es mi apodo.

Oh, con razón.

—Un placer.

—El placer es mío. —Sonríe con gentileza—. Entonces... ¿Eres su novia? —Apunta con su cabeza el lugar por donde se fue mi mejor amigo.

Cashie se ahoga con la cerveza que estaba bebiendo y la chica desconocida le da un golpe brusco en su espalda. Revoloteo mis ojos por primera vez en la noche y miro a la simpática chica.

—No, somos mejores amigos.

La chica de apodo Rain se sorprende y asiente con su cabeza.

—Lo siento, es que los veía tan lindos que lo parecían. —Se encoje de hombros y pasa ambas manos por sus piernas. Aparta la mirada y mira a las demás que aún siguen observándome como si fuera un bicho raro—. Chicas, ¿No se van a presentar?

La desconocida sacude su cabeza, supongo que saliendo de su nube y toma de su cerveza antes de aclarar su garganta.

—Mi apodo es Fénix. —Golpetea la botella de cerveza con el anillo que tiene en su dedo índice.

—La novia del Español —aclara una chica morena que tiene al otro costado.

Lo aclaro con tanta seriedad que hasta me pregunte si en una entrevista de trabajo dice: "Hola, mi apodo es Fénix y soy novia del Español."

Siéntense señorita, que la política me estaría interesando más que el noviazgo que tenga su amiga con el estúpido del Español.

—No hace falta aclararlo, Lyes ya se lo ha dejado en claro.

Oh, Lyes es el Español.

«En realidad no. Es más, hasta me pidió una cita. Que pena por ti, amiga. »

—Por supuesto —miento, agregándole a mi acto una sonrisa.

—Vayamos al grano, te contare brevemente que es lo que hacemos aquí aparte de correr que es lo fundamental. —Pasa un mechón corto de su cabello detrás de su oreja—. No hace falta aclarar que estas carreras no están abiertas al público, que el fin es tenerlo oculto. Pero como las carreras de Leartled dejaron de ser libres en la hora de correr y a todos nosotros que quisimos correr nos expulsaron, decidimos tomar venganza.

—¿Venganza? ¿No es mejor que las carreras del desierto queden en las sombras? Los Dawash manejan muchas cosas y no se que les hace pensar que no harán algo para que esto se venga abajo, aun mas si se meten con las calles de Burblon.

Fénix pone sus ojos en blanco al oírme.

—Lo sé, ¿Crees que no lo cuestionamos? Los dueños de Leartled manejan mucho poder dentro de esas calles, afuera no.

—¿Y qué es lo que quieren hacer?

—Acabar con Leartled.

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