Capítulo #25

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Janna: ¿Has podido hablar con ella?

Tom: No me responde; es bastante extraño.

Janna: Mejor lo intentas mañana.

Tom: No es posible.

Janna: Ahora entiendo mejor porque preferiste venir a México.

Tom: ...

Janna: ¿Y qué haremos? ¿Piensas ceder a sus órdenes?

Tom: ¡No! No quiero irme de aquí y regresar a ese infierno.

Janna: Pero estarías con tu mamá... y quizá esa otra chica...

Tom: No te atrevas ni a pensar en eso. Tú eres la chica que quiero conmigo y no a otra.

Janna: Pero...

Tom: Ya veremos qué hacer. ¿Te sirvo un café?

Janna: ... Está bien.

Tom: Olvídate de todo eso por ahora (No sé que voy a hacer. Mamá, necesito tu ayuda ahora más que nunca).

El chico trataba de contactar a su madre, pero no pudo conseguirlo. Mientras tanto en el hotel Sheraton

David: ¿Para eso me llamaste?

???: Por favor, deja que tu hijo viva su vida como él quiere.

David: Su deber está con la empresa. Y si vieras como es este país...

???: ¿Qué tiene de raro? Rumania no es mejor ni peor.

David: Si es todo lo que tiene que decirme...

???: ¿Cómo va el negocio?

David: Tuvimos algunos problemas en cuanto al tiempo y el crédito pero seguro mañana queda resuelto.

???: Es una buena noticia. Pero en serio, te pido de favor que dejes a Tom en paz.

David: Mi decisión está tomada y es definitiva.

???: ¿Y la opinión de tu hijo no te importa?

David: Sé que esto es lo mejor para él.

???: Estas cometiendo el mismo error de tu padre.

David: No metas a mi padre en este asunto; Tom llevará a la compañía a un nuevo nivel, uno que jamás se ha alcanzado.

???: Y para eso lo harás infeliz.

David: Si vas a seguir fastidiando, mejor no me vuelvas a llamar.

???: ¡Espera!

Y la llamada fue cortada abruptamente por el padre del foráneo; lamentablemente aun había un tema delicado que se tenía que tocar pero por su necedad no se dio.

???: (Creo que no... tendremos... esa discusión...)

Llegó el lunes y aún permanecía una sensación de descontento y molestia en los 4 amigos sobre todo en Tom y su novia. Por más que se esforzaron en encontrar una solución no dieron con algo plausible y eso los dejó anímicamente mal. Cuando era hora de ir a la escuela Marco y Star fueron al departamento de sus amigos, pero cuando se abrió la puerta la expresión de Tom y Janna era, por decirlo de una manera, deplorable: ojos rojos, el rostro con marcas de haberse quedado dormidos sobre una alfombra o similar y la ropa mal puesta.

Marco: ¿Están bien?

Tom: Ni me preguntes. Tengo un infame dolor de cabeza

Star: ¿Pues qué tanto estuvieron haciendo?

Janna: Pensar en algo para que Tom se quede aquí. No es justo que su padre lo trate de ese modo; además quiero desquitarme por lo que nos hizo.

Marco: En eso te apoyo.

Star: Marco, nada bueno viene de la venganza.

Janna: Recuerda que la venganza es dulce. Es mejor que ya nos vayamos.

Marco: Será mejor que llamemos un Uber.

Tom: Estoy bien, solo que no iré como siempre.

Star/Marco: (Gracias).

Y así fue: Tom condujo de manera normal hasta que llegaron a Ciudad Universitaria, cosa que disfrutaron el castaño y la rubia. Poco a poco Tom y Janna se empezaron a sentir un poco mejor pero aún se notaba la preocupación en sus rostros. Marco continuaba pensando en alguna forma de evitar que su amigo se marchara de México, lo apreciaba y quería ayudarlo de alguna forma. Cuando dejaron a las chicas en su facultad...

Tom: Venimos más tarde por ustedes.

Janna: Esta bien.

En la entrada del edificio, el viejo amigo de la pelinegra, quien ya sabía que Janna tenía novio, lanzaba una mirada con una oscura intención en contra del foráneo. Algo en su interior se estaba formando, algo no muy agradable.

Gustavo: (Ojala y no estuvieras aquí, así... ella...)

Cuando Janna y Star se acercaron para entrar, el chico se acercó a saludarla y la vio con una expresión que no le había visto. Fue en ese momento en donde le empezó a hacer preguntas.

Gustavo: Buenos días.

Star: Buenos días, Gustavo.

Janna: ...Hola.

Gustavo: ¿Qué tienes Janna? ¿Pasó algo malo?

Janna: Bueno... algo...

Gustavo: ¿Puedo ayudar? Quizá si me cuentas te puedes sentir un poco mejor.

Janna: De acuerdo, te cuento en el camino.

Conforme iban caminando con rumbo a los salones de clase, la pelinegra le contó lo sucedido el fin de semana. En su interior empezaba a surgir una particular alegría, ya que supo que Tom podría irse de regreso a su país.

Gustavo: (Perfecto) ¿Y no hay algo que se pueda hacer?

Janna: Sigo pensando en eso.

Gustavo: Si hay algo que pueda hacer por ti, sabes que puedes contar con mi ayuda.

Janna: Gracias. Bueno, nos vemos después.

Gustavo: En la segunda hora nos toca la misma clase.

Star: Luego hablamos.

Mientras tanto en la facultad de Psicología, Marco continuaba inmerso en sus pensamientos tratando de encontrar una solución para la situación de su amigo. En eso se acercó Jackie, ya que miró el rostro pensativo de su amigo de la infancia.

Jackie: Buenos días.

Marco: Ah, Jackie; hola.

Jackie: ¿Pasa algo? Te ves preocupado.

Marco: Es que lo estoy. Tom tiene un problema y estoy pensando en alguna forma de ayudarlo.

Jackie: ¿De qué se trata?

Marco: Es un tema algo delicado, así que te pido que quede entre nosotros.

Marco trató de resumir lo mejor posible la situación mientras que el profesor aun no llegaba al salón de clases. Y cuando el castaño estaba terminando...

Jackie: Ya llegó el profe. ¿Qué te parece si hablamos bien de esto en el cambio de clase?

Marco: Me parece bien.

Al llegar el cambio de clase, en el salón donde estaba el foráneo...

Tom: (No se me ocurre nada. Y hablar con él sería como hablarle a un muro)

Fue ahí que Violeta se acercó a él. La chica lucia otro hermoso vestido, ahora uno de color ciruela con el cual hacia que varios de sus compañeros se quedaran mirando, excepto Tom.

Violeta: (No me ignores) ¿Tom?

Tom: Ah. Violeta.

Violeta: ¿Qué tienes? No te ves muy bien.

Tom: Es que tengo un problema y no sé cómo solucionarlo.

Violeta: ¿Puedo ayudarte?

Tom: Te lo agradezco, pero es una situación familiar delicada.

Violeta: Esta bien, pero no olvides que cuentas conmigo para cualquier cosa que necesites.

Fue entonces que la chica colocó su mano sobre una de las de Tom, cosa que sonrojó un poco al foráneo; además, en clara señal de flirteo, la chica le sonrió y le guiñó un ojo.

Violeta: ¿Qué clase te toca?

Tom: Neurocognición.

Violeta: Bien, igual a mí. Vamos para que no lleguemos tarde.

Y como aún tenía su mano sobre la de Tom, Violeta sujetó a Tom y lo levantó de su silla para que se fueran juntos rumbo a su otra clase. La chica se mostraba muy amable y eso agradaba a Tom sin saber que ella tenía otras intenciones con él.

Violeta: (Quiero sentirte... quiero tenerte... quiero volverte loco... y que tú me vuelvas loca)

A la hora de la salida de las clases, Star le mandaba un mensaje a Marco avisando que iba a atender una situación con un maestro sobre una práctica. Y mientras caminaba chocó con alguien y su teléfono cayó al suelo; de inmediato la persona con la que había chocado se inclinó para levantar el dispositivo y entregarlo a su dueña, aunque alcanzó a ver qué es lo que había en la pantalla del mismo. Se trataba del primo de Roy.

Raúl: Hola, Star.

Star: Raúl. Lo siento, no me di cuenta...

Raúl: Descuida. ¿Ya vas de salida?

Star: No. El profesor de microbiología quiere hablar conmigo sobre un proyecto.

Raúl: Deja te acompaño.

Star: No es necesario. Nos vemos después.

Raúl: ¿Es tu novio?

Star: ¿Qué dices?

Raul: Disculpa, pero vi lo que había en el teléfono. ¿Es tu novio?

Star: Así es.

Raúl: ¿Y lo quieres mucho?

Star: Bastante. De hecho va más que un simple querer.

Raúl: Ojala y algún día tenga a alguien como tú queriéndome de esa forma.

Star: Así va a ser. Te dejo, nos vemos después.

Raul: (Asi va a ser... y esa serás tú)

Despues de unos 15 minutos, la rubia por fin llegó donde la esperaban sus amigos, y como ya sentían hambre decidieron hacer una parada en el Eclipse. Y apenas empezaba la semana, el lugar estaba casi al tope de comensales entre otros alumnos y algunos maestros.

Star: A ver si hay algún lugar.

Janna: Deja pregunto. ¡Melissa!

Melissa: Hola, amigos.

Janna: ¿Alcanzamos lugar?

Melissa: Creo que sí, esperen un momento.

Unos tres minutos después la chica regresó y les dijo que una de las mesas en la parte del fondo del café estaba disponible, era la más cercana a la cocina. Y como había muchas personas, Emilia también estaba tomando órdenes. Ella se acercó a tomar el pedido de los chicos, quienes al verla la saludaron de forma cordial; la dueña del lugar les respondió con una sonrisa sincera. Unos minutos después les llevaron el pedido; y mientras degustaban los deliciosos platillos continuaban con su debate sobre lo que harían con respecto al padre de Tom.

Janna: Yo digo que no vayas y ya.

Tom: Es capaz de buscarme por toda la ciudad bajo un argumento falso de secuestro o algo así.

Marco: ¿Has pensado en hablar una vez más con él? Quizá si no estuviésemos nosotros...

Tom: Pasará lo mismo de esa vez. Y créeme, se mantuvo bajo control.

Star: No puedo creer que se porte de ese modo. ¿Qué gana con esa actitud?

Janna: Más le vale que te deje en paz para que te quedes aquí... conmigo.

Tom: También quiero quedarme, pero se trata de mi padre y...

En eso, Emilia se acercó a dejarles el resto de su orden. Y como alcanzó a escuchar parte de la conversación...

Emilia: ¿Está todo bien muchachos? Los noto un poco desanimados.

Marco: Bueno...

Star: Tom tiene problemas con su papá.

Emilia: ¿Por qué motivo?

Janna: Es un maldito que quiere llevarlo de regreso a Rumania sin siquiera preguntar.

Emilia: ¿Y ya hablaste con él, Tom?

Tom: ... Sí, pero no hace caso. Cree que el mundo gira a su alrededor y que todos deben obedecerlo sin reclamar.

Emilia: Me recuerda un poco a mi padre. Cuando yo era de tu edad fue cuando conocí a mi marido y mi padre jamás lo aceptó.

Star: ¿Y qué fue lo que hicieron?

Emilia: Hable muchas veces con mi papá hasta que logré convencerlo de darle una oportunidad a Jaime: que lo conociera, que lo tratara. Afortunadamente mi marido fue aceptado por mi padre y algunos años después nos permitió casarnos.

Tom: Ojala las cosas con mi padre fueran sencillas.

Emilia: Nada en esta vida es sencillo, jovencito; pero si ya te diste por vencido antes de empezar a luchar por lo que en verdad te gusta...

Tom: ... Entiendo.

Emilia: Habla con él de hombre a hombre, dile lo que de verdad quieres para tu vida. Y si en verdad te quiere o valora que seas su hijo te pondrá atención.

Tom: Es que...

Emilia: Y si sigues teniendo miedo a lo que pueda hacer seguirá aprovechándose de ti.

Janna: Tiene razón.

Tom: Lo entiendo; se lo agradezco mucho, señora.

Jaime: ¡Amor! Ya está lista la orden de las mesas 3, 6 y 8.

Emilia: Los dejo. Que tengan buen provecho.

Todos: Gracias.

Marco: Dicen que hablando se entiende la gente.

Star: Hay que intentarlo.

Janna: Y no olvides que estamos contigo.

Tom: Muchas gracias, de verdad muchas gracias a todos.

El foráneo sonrió en señal de que se sentía más calmado y contento. Al cabo de un rato más, todos terminaron de comer, dieron las gracias a los García por todo, sobre todo a Emilia por sus palabras, pagaron la cuenta y se fueron con rumbo a los departamentos. Mientras tanto, algo no estaba saliendo como estaba planeado en otra parte de la ciudad: un hombre estaba más que en desacuerdo con lo que le estaban proponiendo ya que consideraba que el trato que le estaban dando era como un insulto.

David: ¡¿Cómo se les ocurre?!

???: Su propuesta es algo pobre viniendo de un gran empresario como usted. Si de verdad desea concretar su expansión necesitamos que ponga un poco más de su parte; verá que no se arrepentirá. Le garantizamos que...

David: Sabía que solo tratarían de aprovecharse de mí. Esto ha sido una pérdida de tiempo.

???: No piense de esa manera. Le aseguro que todo saldrá bien, solo necesita confiar en nosotros.

David: ¿Qué garantías me ofrecen?

???: Le dejamos estos documentos para que los lea. El problema está en que nuestros accionistas exigen una respuesta para el día de mañana.

David: ¿Qué? Necesito analizar su propuesta; no puedo darles una respuesta tan rápido.

???: Si no puede hacerlo, habrá otros que sí lo harán. Le recomiendo que se apresure. Ahora, con su permiso.

Aquella persona se retiró del restaurante donde estaban sosteniendo la reunión dejando con una molestia enorme al padre de Tom. Lo habían abordado de una forma tan inteligente que lo dejaron más que sorprendido; había menospreciado la capacidad de hacer negocios de sus futuros socios en México.

David: (No puedo dejar que se salgan con la suya, pero si esto falla todos mis planes se irán a la basura. Mejor regreso a mi habitación, además tendré que prolongar mi estancia aquí)

Ya estando en los departamentos, los 4 amigos estaban reunidos, ya que estaban tratando de resolver algunas cosas de sus actividades escolares. En eso Janna cambió de tema.

Janna: ¿Vas a ir a verlo hoy?

Tom: Tengo que hacerlo; mañana se supone que se va.

Marco: Vamos contigo.

Tom: Esta vez no.

Janna: ¿Qué? ¿Por qué no?

Tom: Quiero enfrentarlo solo.

Star: ¿Estás seguro de lo que estás diciendo?

Tom: Por supuesto. Además, no quiero que los vuelva a insultar.

Janna: No pienso dejarte ir solo; aún me debe una disculpa.

Tom: Janna, por favor.

Janna: Entiendo porque lo quieres hacer. Hagamos una cosa: voy contigo pero no estaré cuando hables con él.

Tom: Esta bien. Y mejor nos vamos ya porque va a hacerse de noche muy rápido.

Marco: De acuerdo.

Star: Por favor, tengan cuidado.

Marco: Cualquier cosa me llamas, hermano.

Tom: No se preocupen, regresaremos tan pronto esto se arregle. Verán que lo convenceré.

10 minutos después, el foráneo y la pelinegra ya iban en camino a ver al padre de Tom en su hotel. Afortunadamente no había tanto transito como suele haberlo en aquella zona de la ciudad y llegaron un poco más rápido de lo normal. Ya estando en el hotel ambos universitarios se acercaron al recepcionista y preguntaron por el señor Lucitor. Lo raro fue que, en lugar de que esperaran, pidió que subieran a la habitación. Abordaron el elevador y llegaron al sexto piso, el lugar donde estaban las habitaciones más lujosas del hotel.

Tom: ¿Qué traerá entre manos?

Janna: Lo que sea te ayudaré a enfrentarlo.

Tom: Gracias, mi amor.

El foráneo se detuvo un momento para darle un beso en la mejilla a su chica, cosa que la dejo un tanto sonrojada. Cuando llegaron a la habitación tocaron a la puerta y pasados unos segundos abrió la puerta el padre de Tom con su expresión de hielo.

David: Veo que por fin te decidiste a... ¿Qué hace ella aquí?

Tom: Vengo a hablar contigo, padre. ¿Tendrás un momento?

David: ¿Tus cosas?

Tom: No las traigo. Primero quiero hablar contigo.

David: Pasen.

Ambos chicos entraron y vieron la enorme cama que había en la habitación; a su lado una lámpara de noche que se veía costosa y muchos papeles en lo que parecía una especie de mesa. La pantalla de televisión era enorme y también había una botella de vino francés al lado de una copa a medio llenar. Ambos jóvenes se quedaron de pie mientras el padre de Tom se fue a sentar para continuar revisando aquellos documentos.

David: Habla, que no tengo tiempo.

Tom: ¿Revisas algo?

David: Cosas del negocio. Por cierto, tardaré un poco más en resolver este asunto; tendrás un par de días más seguir aquí.

Tom: Padre... no pienso irme de México.

El joven logró armarse de valor para por fin enfrentar a su padre, quien, al escuchar aquella negativa de parte de su hijo, solo dejó caer los papeles que sostenía con su mano para después ponerse de pie y acercarse a Tom con una expresión que denotaba agresividad.

David: Sabes bien que la decisión está tomada, no te atrevas a contradecirme.

Tom: Es tu decisión, no la mía. Yo quiero continuar aquí estudiando lo que me gusta, estar con mis amigos, disfrutar de este grandioso país y conocerlo mejor... Y sobre todo... estar con la mujer que quiero.

David: Patrañas.

Tom: ¿Qué?

David: Tú harás lo que te estoy ordenando. Tu obligación es continuar con el legado familiar.

Tom: ¿Y mis decisiones? ¿Acaso no puedo decir lo que pienso? ¿Lo que siento?

David: Esta es la mejor decisión.

Tom: Una que yo no he tomado.

David: Harás lo que yo te ordene y sin recamar.

Tom: Ya no más. Tomé mi decisión, es mi vida y me quedaré aquí. ¡Déjame en paz!

La expresión de Tom empezó a mostrarse molesta ya que su padre no dejaba de buscar imponer su voluntad como si fuese la única que debía tomarse en cuenta. David lo notó y se dispuso a golpear nuevamente a su hijo, pero las cosas tomarían otro curso. El padre del foráneo volvió a lanzar una cachetada pero Janna intervino colocándose entre Tom y David y detuvo la agresión al sujetar la mano del que podría llamarse su suegro. Fue entonces que empezó la discusión.

Janna: ¿Cree que con este tipo de acciones resolverá todo?

David: Tú no eres quien para hablarme de ese modo.

Janna: ¿Cuál es la razón para que se comporte de esa manera con su hijo?

David: Suéltame mocosa.

Janna: ¿Qué gana usted imponiéndose de esa manera?

David: ¡Ya basta!

Entonces el hombre de negocios logró liberarse de la pelinegra y lanzó una cachetada en su contra, resultando en un golpe bastante fuerte. Al ver que su novia era agredida por su padre, Tom enfureció y arremetió de inmediato contra su progenitor dándole un golpe con mucha fuerza en el rostro.

Tom: ¿Cómo te atreves?

David: ¡Soy tu padre! ¡Deberías estar de mi lado!

Tom: ¡No puedo estar de parte de un lunático que se ha olvidado por completo de su familia por culpa del maldito trabajo! ¡Y menos ahora que agrediste a la mujer que amo!

David: ¿Que dices?

Tom: Ahora entiendo a mamá mucho mejor. La abandonaste para encerrarte en tu adorada empresa, jamás estuviste al pendiente de nosotros.

David: Lo hice para que no les faltara...

Tom: ¿Faltarnos? Solo lo quieres ver desde tu perspectiva y no te interesa lo que los demás puedan opinar o aportar; no existe algo más que tu forma de pensar y de ver las cosas. ¿Es cierto que tomaste la decisión de hacerte cargo de la empresa? ¿O fue mi abuelo el que te la impuso?

David: Nada tiene que ver con esto.

Tom: Tiene mucho que ver, así que responde a mi pregunta: ¿Fue por ti o por él?

David: ... Fue mi decisión.

Tom: ¿Y por qué no me dejas tomar la mía?

David: Porque no tienes idea de lo que hay que hacer.

Tom: ¿Y tu si la tienes? ¿Tú si tienes idea de lo que quiero? ¿Sabes que deseo? ¿Tienes idea de mis sueños? Es más, ¿Cuál es mi color favorito? ¿Qué comida me gusta más? ¿Qué deporte me gusta? ¿El nombre de mi primera novia? Si con esto que estoy haciendo cometo un error es mi asunto y aprenderé del mismo, seré mucho mejor persona por mis propios medios y con las personas que aprecio. ¿Tienes a alguien que de verdad te aprecie? ¿Alguien que esté contigo que no sea por temor o por conveniencia?

David: ...

Tom: Tu silencio dice más que mil palabras. Y como ya te lo había dicho, no pienso irme de este país porque aquí esta lo que me gusta, es un país muy hermoso y quiero recorrerlo con mis amigos y mi querida Janna, graduarme y aprender más después de todo eso. Pero con lo poco que me has mostrado de tu forma de ser, seguramente no te interesa lo que te estoy diciendo. No entiendo cómo es que mi madre sigue estando a tu lado.

David: ...

Tom: Pierdo mi tiempo contigo. ¿Estás bien Janna?

Janna: Me duele un poco.

Tom: Vayamos a casa, ahí le pediremos a Star que te revise.

Janna: Está bien.

David: Thomas...

Tom: Adiós, padre.

Los 2 jóvenes se dirigieron a uno de los elevadores del hotel para regresar a la planta baja y salir de ahí para irse a los departamentos. Mientras tanto, un confuso e iracundo David se disponía a beber el resto de la botella de vino; fue ahí que recibió una llamada desde su país natal pero el número que se mostraba en la pantalla del teléfono no lo conocía.

David: Diga.

???: Señor David Lucitor, le llamo desde el hospital general de Bucarest. Es con respecto a su esposa, la señora Ileana.

David: ¿Qué ocurre con ella?

Las siguientes palabras que escuchó a través del teléfono dejaron al renombrado hombre de negocios con una sensación de frialdad que recorrió por todo su cuerpo hasta que se paralizó en tu totalidad: la madre de Tom se encontraba muy delicada por culpa del cáncer que padecía al grado de que ya estaba recibiendo apoyo vital. Fue entonces que el señor Lucitor preguntó todo aquello que se podría hacer para salvarla. La llamada no duró más de 5 minutos. Y mientras finalizaba la llamada fue a alcanzar a su hijo, quien apenas iba saliendo del hotel y estaba revisando la mejilla de su chica.

Janna: Tranquilo, estoy bien.

Tom: De acuerdo. No creí que fuera a comportarse así contigo, de verdad lamento mucho lo ocurrido.

Janna: No tienes porque hacerlo; es tu padre quien debe hacerlo. Y la verdad es que ya no me interesa que ofrezca disculpas por lo que me hizo; no lo vale.

Tom: Entiendo. Mejor démonos prisa, empieza a hacer frío.

Mientras esperaban para cruzar la avenida, un sujeto se colocó detrás de ambos jóvenes. Cuando el semáforo cambió de color, Tom y Janna se disponían a caminar cuando el foráneo sintió algo a la altura de su cabeza: el sujeto que estaba detrás suyo le colocó una pistola.

???: El dinero y el teléfono.

Tom: Tranquilo. Ahora te entrego todo.

???: Y tu también o aquí te quedas.

Janna: (Me lleva) Ya voy.

El padre de Tom, aún alarmado por la situación de su esposa, preguntó en la recepción por su hijo y la pelinegra y le dijeron que ya se habían ido del lugar. Y cuando salió, pudo ver que estaban asaltando a ambos jóvenes; por culpa de la mezcla de situaciones y sentimientos fue corriendo para ayudarlos.

David: ¡Déjalos en paz!

El grito alarmó al asaltante, quien miró hacia la dirección del padre de Tom. El sujeto reaccionó y debido a los nervios que sintió jaló del gatillo y alcanzó a David en la zona derecha del pecho. Ante la escena, el tipo huyó del lugar dejando herido al empresario.

Tom: ¡Papá!

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