CAPÍTULO II

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Cuando al fin decidieron marcharse, él la llevaba dirigiendo por su espalda, y mi madre los acompañaba a la salida. 

—Hasta mañana, Charly —me dice él, con un ligero matiz sonriente en la voz.

Sin levantar la mirada de mi propio proyecto, respondí "Adiós", mientras accionaba el soldador de microalambre. 

Después de unos minutos, mi madre volvió a entrar al laboratorio subterráneo donde me encontraba, algo que sólo supe por su voz a mi lado. 

—¿Vas a trabajar toda la noche? —se escucha preocupada.

—Sólo haré algunos ajustes y me iré a dormir.

Volví a accionar la soldadora y haciendo brincar chispas a mi careta de protección. 

—¿Seguro? 

—Estoy bien, mamá —le reclamo para que deje de molestar. 

Cuando ella al fin se fue, apagué el equipo y retiré la careta. 

Allí, en la pequeña sala de descanso de mi laboratorio, me recosté en uno de los sillones y me observé en el espejo colgado en el techo. 

Mi vestido floreado primaveral y escote de corazón, lucía un poco arrugado, pero todavía impecable. Las botas marrones me daban un toque dulce y trabajadora al mismo tiempo, y mi cabello castaño ahora revuelto por el equipo de protección, me colgaba a raras ondas despeinadas y, en general, mi aspecto me hacía parecer que había pasado la noche estudiando para mi primer examen de astrofísica 1, luego de una fiesta de bienvenida. 

Suspiré. 

Ahora que estaba sola, podía pensar en lo que pasaba entre Charly y yo, mi mejor amigo y yo. 

En realidad, él nunca me prometió nada, sólo eran suposiciones mías y, ahora todo estaba claro: si él estaba enamorado, definitivamente no era de mí.  

Sentía picazón en mis ojos pero, aún antes de que alguna lagrima resbalara ellos, las retiré de inmediato. El saber que él y ella se veían tan bien juntos, destrozó mi alma. 

Prendí la pantalla de dibujo de mi madre, y comencé a revisar los bocetos que había dibujado. Eran bastante buenos y, al parecer, para la primera emisión de Los Vengadores, tendrían que juntarlos a todos en una especie de avión para prepararlos para una sangrienta batalla en medio de Nueva York. Suspiré de nuevo. Ni siquiera la webtoon lograba cambiar mi estado de ánimo. O tal vez tenía que dormir, por lo que di media vuelta dispuesta a salir del laboratorio.

Fue cuando de pronto, de algo se sujetó mi vestido fuertemente, parecía estar muy bien atorado, y cuando volví mi mirada hacia atrás, todo brilló tan fuerte encandilándome y, justo después, se oscureció.

Solo había tenido un desmayo en toda mi vida. Cuando era pequeña solía tener ataques de asma y una vez llegué a urgencias luego de mi desmayo, pero después de comenzar mi amistad con Charly, nada me había vuelto a quebrar tanto, ni siquiera la partida de mi padre. Quizás hoy sentí que lo había perdido de alguna forma.

Lo primero que logré visualizar, fue una cabina a punto de cerrar impidiendo el paso del flujo de aire que entraba por el techo. 

Sujeté fuertemente mi cabeza, que estaba a punto de estallar, el ruido causado martillaba mi cabeza y me estaba dando un dolor similar a una resaca. 

-—Vamos, por aquí —dijo una voz de hombre, dirigiendo a otros dos más.

Yo seguía en el suelo, pero fuera de su vista, lo que agradecí ya que tenía un mal presentimiento acerca de esos hombres. 

—¿Seguro que sabes a dónde ir? —cuestiona otro de ellos.

—Trabajé en este lugar por mucho tiempo, sé dónde atacar el sistema, si todo va bien, morirán cuando explote el complejo al aterrizar o al aterrizar por la explosión, lo que pase primero —respondió el primer hombre, ajustándose un arco y un carcaj con extrañas flechas, una de ellas lanzó chispas al moverla dentro de otro cilindro.

No podía creer lo que acababa de escuchar, ese tipo hablaba de explotar un lugar como si del clima se tratara. Lo peor es que yo lo sabía y no lograba moverme por la intensidad de esas palabras. 

Cuando por fin salieron del lugar donde estábamos, comencé a caminar en dirección contraria. "Todavía tenemos que ir por él", alcancé a escuchar. Tenía que haber alguien de seguridad cerca para poderle avisar de esas personas. Pero tal vez todos tenían una junta o algo parecido, pues no había ni un alma en los siguientes dos pasillos.   

Comenzaba a temer por mi vida. Si esos tipos tenían razón, harían explotar el lugar y, por lo que alcancé a escuchar, estábamos en una aeronave. 

Sin darme cuenta ya había comenzado a correr, "¿Dónde demonios están todos?"

Paré fuera de una oficina tipo laboratorio con paredes de cristal, dentro había muchos modelos de monitores encendidos con lucecitas parpadeantes y alertas de colores, y algunas personas dentro, por lo que comencé a golpear el cristal de la puerta para que dejaran de discutir y me hicieran caso.  

—¿Quién es ella? —cuestionó un hombre de lentes y de aspecto científico, con voz desconfiada. 

Los demás no me quitaban la mirada de encima.

—¡Hay alguien loco que quiere matarnos! —grité dispuesta a hacer todo para sobrevivir. 

Un hombre de color, que tenía un parche en el ojo izquierdo, presionó el acceso para abrir el lugar. Pero muy apenas ésta se abrió, el mismo hombre de pose imponente se colocó frente a mí.

—¿Quién eres tú y qué haces aquí?

—Él dijo que va a hacernos estallar —dije a punto de histeria, alguien estaba a punto de asesinarnos y a él lo único que le importaba era yo.

—¿Quién? —preguntó un hombre rubio desde atrás del laboratorio, mientras más se acercaba más retrocedía yo, llevaba una armadura de algún material brillante y al parecer resistente, y era demasiado para mi metro sesenta y siete—. ¿Quién lo dijo?

—El hombre de allá —apunté hacia atrás, pero todos me veían confusos y como si estuviera loca.

Obviamente yo también lo habría pensado, destacaba mucho de todos aquí, con uniformes militares o muy llamativos o estilo profesor de física. Yo me veía como niña rica histérica con un guante de mecánico. Tenía que dar más detalles para lograr que me creyeran.

—Traía un arco y flechas cargadas con electricidad e iba con otros dos hombres...

—¿Viste a Barton? ¿Dónde? —cuestiona una mujer pelirroja con atuendo muy ajustado, que parecía demasiado preocupada por el siguiente asesino en masa, pero justo antes de que dijera algo, se escuchó que alguien gritaba "¡Granada!".

Al siguiente segundo ya no escuchaba nada, sólo un zumbido en mi cerebro que indicaba que había habido una explosión. "Mi cerebro acaba de estallar en mi cabeza".

Cuando me levanté del suelo, vi que el hombre de color, a quién le gritaban Fury, salía corriendo en dirección opuesta al pasillo por donde llegué. El rubio de estilo militar adornado con colores de la bandera de estados unidos, movía a todos los demás en la pequeña sala de electrónicos. 

—Ponte tu traje —le dijo a un hombre castaño que vestía más normal que el resto, pero con rostro egocéntrico, quién asintió coincidiendo con él. 

—Niña... -me llama este último, yo lo observo con terror en los ojos—, ¿tienes un traje?


***

En esta parte se está desatando el trama de la historia. Como verán, comencé a escribir desde la primera película de The Avengers, para obtener un final diferente. Haber qué pasa luego...

Hasta el siguiente capítulo ヽ(ヅ)ノ

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