Capitulo 16 (Devuelta a las Murallas)

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Dairiki46 Aka Dyrroth

Narrador Omnisciente

El sol comenzó a filtrarse a través de las cortinas de la habitación, despertando a Eren de su profundo sueño. Parpadeando varias veces para aclimatarse a la intensidad de la luz, Eren se incorporó lentamente, examinando su entorno con ojos cautelosos y perplejos.

"¿Qué ha sucedido?" susurró en voz baja, su voz llena de confusión y preocupación por los eventos que habían tenido lugar antes de perder el conocimiento. Su mirada se desvió hacia las figuras que se encontraban alrededor de su cama, reconociendo a Rico, Ymir Ō y Mikasa, quienes parecían haber estado vigilándolo todo el tiempo.

Ymir Ō fue la primera en reaccionar, levantándose con premura y acercándose a Eren con una expresión preocupada en su rostro. "¿Estás bien?" preguntó, su voz llena de ansiedad y alivio al ver que Eren había recobrado el conocimiento.

Rico también se puso de pie, su voz baja y llena de preocupación. "Estábamos realmente preocupadas por ti", susurró, tratando de ocultar el miedo que había sentido durante el tiempo que Eren había estado inconsciente.

Mikasa se levantó con cuidado, sus ojos llenos de amor y preocupación. "Por favor, no vuelvas a asustarnos de esta manera", dijo en un tono suave pero cargado de emoción. Su voz apenas era audible, pero el amor y la preocupación que emanaban de ella eran inconfundibles.

Una sonrisa cálida se formó en los labios de Eren mientras se ponía de pie. Extendió sus brazos y abrazó a las tres mujeres con ternura, tratando de transmitirles su tranquilidad y amor. "Estoy bien, no quise preocuparlas", dijo en un tono suave y tranquilizador. "Pero ahora, todo está bien. Estamos a salvo", les aseguró con un amor inquebrantable hacia las tres mujeres que significaban el mundo para él.

{Con Armin}

Armin y Annie se encuentran en medio de un bosque, rodeados por la belleza natural y la tranquilidad del entorno. Los rayos del sol se filtran a través de las ramas de los árboles, creando un juego de luces y sombras sobre sus cuerpos. Annie se encuentra recostada contra un árbol, su expresión refleja tristeza y remordimiento.

"Lo siento mucho", susurra Annie con voz temblorosa, repitiendo las palabras una vez más. Sus ojos reflejan el peso de sus acciones pasadas y el dolor que ha causado.

Armin se acerca lentamente a Annie, sus pasos son suaves y cautelosos. Mira fijamente los ojos de Annie, tratando de transmitirle su comprensión y apoyo. "Annie, no guardamos rencor contra ti", dice con suavidad, intentando calmarla. "No fue tu culpa crecer en una nación que te enseñó a ver a los habitantes de Paradis como demonios. Fuiste víctima de circunstancias fuera de tu control".

El rostro de Annie se ilumina con una mezcla de incredulidad y esperanza. Sin embargo, la culpa que la atormenta no desaparece tan fácilmente. "Pero... pero maté a tantas personas con mis propias manos, personas inocentes", dice con voz temblorosa, luchando contra las lágrimas que amenazan con caer.

Armin se acerca aún más y coloca suavemente su mano en la mejilla de Annie, sintiendo su calidez y suavidad bajo sus dedos. "Annie, ninguno de nosotros te odia", le dice con ternura, queriendo tranquilizarla.

Annie se deja caer de rodillas, sintiendo el peso abrumador de la culpa que la consume. "Lo sé, pero la culpa no me deja en paz", murmura en voz baja, sus palabras apenas audibles. "Los veo a todos, a aquellos a quienes maté, atormentándome en sueños", dice mientras las lágrimas corren por sus mejillas, una muestra palpable de su dolor y arrepentimiento.

Armin se arrodilla frente a Annie, su mirada llena de compasión y determinación. "No podemos cambiar el pasado, Annie", le dice con voz firme pero reconfortante. "Pero sí podemos hacer todo lo posible para enmendar nuestros errores y encontrar la redención". Con delicadeza, se acerca a Annie y seca sus lágrimas, tratando de transmitirle su apoyo y consuelo en ese momento de vulnerabilidad.

Luego, Armin se levanta, adoptando una postura decidida. "Annie, ¿estás dispuesta a enmendar tus errores y unirte a nosotros en la lucha por salvar a los habitantes de Paradis?", le pregunta, extendiendo su mano hacia ella como un gesto de solidaridad y ayuda.

Annie se queda sorprendida por la oferta de Armin, su mirada se ilumina con una mezcla de incredulidad y esperanza. Después de un momento de reflexión, extiende su mano, aceptando la ayuda que se le ofrece. En ese gesto, se compromete a dejar atrás su pasado oscuro y embarcarse en un camino de redención y sacrificio.

{Castillo de Ymir Ō}

Krista, Jean, Sasha y Connie se encontraban reunidos en el imponente castillo de Ymir Ō, sumidos en una atmósfera de preocupación y tristeza. Los cuatro amigos, valientes y leales, no podían evitar sentir el peso de la ausencia de Ymir.

Krista, con un tono de voz tembloroso, fue la primera en romper el silencio. Sus ojos reflejaban la angustia que sentía en su interior. "¿No pudieron salvar a Ymir?", preguntó con un atisbo de desesperación.

Jean, con una expresión seria en su rostro, negó con la cabeza. "Cuando llegamos al lugar, solo encontramos a Eren", dijo con voz firme. "Reiner y Bertholdt se la llevaron", agregó con pesar, sus palabras dejando una sensación de impotencia en el aire.

Sasha, tratando de encontrar algo de consuelo en medio de la adversidad, soltó un suspiro. "Al menos pudimos rescatar a Eren", dijo, tratando de infundir algo de esperanza en el ambiente opresivo.

En ese preciso instante, Petra entró al castillo con paso decidido. Su mirada reflejaba un profundo interés por la situación. "¿Eren todavía no ha despertado?", preguntó, su voz llena de curiosidad y preocupación.

Connie, con un gesto de negación, respondió con seriedad. "No, pero sus novias, Rico, Mikasa e Ymir Ō, están cuidando de él", dijo, transmitiendo la importancia de la situación y el cuidado que se le brindaba a Eren en su estado de inconsciencia.

Petra asintió, su rostro revelando una determinación notoria. "Estamos en pleno proceso de planificación para decidir qué hacer ahora", dijo con una voz llena de seriedad, su tono reflejando la gravedad de la situación y la necesidad de encontrar una solución.

Yami hizo su entrada con amabilidad. "¿Quieren comer algo?", preguntó con una sonrisa cálida y acogedora.

Sasha, sin poder contener su emoción por la mención de comida, comenzó a babear involuntariamente. "Tu comida es deliciosa", dijo con entusiasmo, ya imaginando los sabores que llenarían su paladar.

Petra asintió con gratitud. "Muchas gracias, Sra. Ōtsutsuki", expresó con sincero agradecimiento por la hospitalidad que se les ofrecía.

Yami se dio la vuelta, invitándolos a seguirla. "Vengan, los llevaré al comedor", dijo amablemente, guiándolos hacia el lugar donde podrían disfrutar de su comida.

Connie, observando que Yami estaba tomando café, no pudo evitar sentir curiosidad. "Con todo respeto, ¿por qué siempre está bebiendo café?", preguntó, deseando saber más sobre la rutina de Yami.

Yami sonrió, pero había un dejo de amargura en su voz. "Me ayuda a sobrellevar tanta hipocresía y estupidez de las Murallas", respondió con honestidad, dejando entrever la frustración y el cansancio que cargaba consigo. "Necesito más café", pensó para sí misma mientras miraba su taza vacía.

Yami guió a Connie, Sasha, Krista, Jean y Petra hasta la cocina, donde les ofreció una comida abundante y deliciosa. En ese momento, todos pudieron sentir el calor de su hospitalidad y el amor que ponía en cada plato que preparaba. Era un momento de camaradería y un respiro en medio de la lucha constante contra los peligros que los rodeaban.

{Con Eren}

Eren se quedó solo en la amplia y sombría habitación del castillo, mientras sus amadas Mikasa, Rico e Ymir Ō abandonaban el espacio para dirigirse al comedor del castillo. El silencio invadía la estancia, solo interrumpido por el suave susurro del viento que acariciaba las cortinas.

Con la mirada perdida en el horizonte, Eren observaba a través de la imponente ventana que se alzaba frente a él. Sus ojos reflejaban una determinación inquebrantable mientras pronunciaba en un susurro cargado de promesas: "No se preocupen, juro solemnemente que las protegeré a ustedes, a mi madre y a todos en las Murallas". Su voz resonaba en la soledad de la habitación, impregnada de una férrea determinación.

Un torrente de emociones inundaba el corazón de Eren, alimentando su deseo irrefrenable de salvaguardar a sus seres queridos de cualquier amenaza que enfrentaran. "No permitiré que Reiner, Bertholdt o cualquier otro ser les cause daño", agregó con voz firme, dejando claro que no habría concesiones ni debilidades en su búsqueda por proteger a quienes amaba.

Consciente del poder abrumador que residía en su interior, Eren sabía que poseía el control sobre la Coordenada y el Titán Fundador. Estos dones le otorgaban un potencial ilimitado, una responsabilidad que lo impulsaba a explorar a fondo sus habilidades para salvaguardar a sus novias, a su madre, a sus amigos y a su gente de cualquier amenaza que se cerniera sobre ellos desde más allá de las Murallas.

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