Capítulo 16

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.Día Quince de Julio del año 2010.

.Academia Kuoh - Japón.

"Y recuerda, son adolescentes humanos, Blake. Sus huesos no son de hierro, así que procura no enviar a nadie al hospital. No te rompas tanto la cabeza intentando enseñarles".

Rías le advierte con un tono divertido, mientras le dedica una sonrisa traviesa. Ambos caminan por un largo pasillo que los lleva al gimnasio, el lugar donde Blake Valler, el nuevo profesor, impartiría sus clases a los alumnos del curso Segundo B. Blake es un hombre alto, de cabello negro y con unos ojos especiales, con un aspecto serio y frío. Rías es una mujer hermosa, de cabello rojo y ojos verdes, con un cuerpo voluptuoso y una personalidad alegre y cariñosa.

—Nunca le he enseñado nada a nadie, Rías. Pero despreocúpate, no enviaré a nadie al hospital, mientras mantengan la boca cerrada. —responde Blake, con voz tranquila. Abre un pequeño estuche que lleva en el bolsillo, y saca un chicle de sabor menta. Lo despega del envoltorio, y se lo mete en la boca. Empieza a masticarlo con suavidad— La niña de cabello blanco, no recuerdo su nombre.

—¿Koneko-chan? —pregunta Rías, curiosa. Koneko era una de sus sirvientas, una demonio de rango torre, que tiene el aspecto de una niña pequeña, de cabello blanco y ojos grises. Es muy callada y reservada, y tiene una fuerza sobrehumana— 

—Sí, ella. —confirma Valler, asintiendo con la cabeza. No le interesaba mucho la vida de los demás, solo la suya propia— ¿En qué curso está?

—Es un año menor que la clase que te tocó enseñar. Está con los de primer año. —le informa Rías, sonriendo. Ella es la presidenta del consejo estudiantil, y la líder de su familia de demonios. Tiene varios sirvientes, que son sus compañeros de clase y amigos. Entre ellos están Issei, Asia y Xenovia, que pertenecen al curso Segundo B— Si tienes éxito en tu primera clase, es probable que se te asigne ese curso, o el nuestro, el Tercero B. Y... te daré un consejo, no la llames niña.

—Como digas. —responde Blake, indiferente. Solo deseaba cumplir con su trabajo y salir de ahí lo antes posible— Entonces, segundo B, ¿eh? Issei, Asia y Xenovia en un mismo curso. Esto va a ser un puto dolor de cabeza, para ellos y para mí.

—No seas tan duro, son demonios, pero todos tenemos una imagen la cuál cuidar y mantener. Ellos siguen siendo tus estudiantes después de todo, no abuses de tu poder y no te caerá ninguna clase de sanción. —le insiste Rías, con un tono amable. Ella sabe que Blake es un hombre violento y agresivo, que no duda en usar la fuerza para resolver sus problemas. Pero también confía en que pueda controlarse, y que no cause problemas innecesarios—

—Intentaré no romperle los huesos a nadie. —asegura Blake, con un deje de sarcasmo. No le gusta la idea de tener que lidiar con unos adolescentes hormonados y revoltosos, pero tampoco quiere meterse en líos con la escuela— Hay... un tema que me tiene curioso respecto al sistema de facciones. Mira, estoy seguro de que los ángeles caídos van a querer mi cabeza por haber matado a uno de los suyos hace tiempo. ¿Tengo alguna clase de permiso para defenderme en una situación de peligro? De seguro entenderás que no pretendo quedarme quieto mientras tratan de matarme.

—Despreocúpate, Blake. Hay un acuerdo de paz entre las facciones, los: "Acuerdos de Icklanis". Nadie se atreve a romperlos del todo. —le informa Rías, con una mirada calmada. Ella sabe que Blake tiene un pasado oscuro, que lo ha enfrentado a varios enemigos, entre ellos, un ángel caído renegado— Antes pudieron haberte atacado debido a tu posición neutral. Pero ahora, siendo tú, un demonio de mi familia, eres casi intocable para los Ángeles o los Caídos. Matarte significaría romper los acuerdos, y, por ende, iniciar una segunda guerra celestial.

—Bien, por ellos. —dice Blake, con absoluta indiferencia—

No le importa lo que piensen o hagan los ángeles o los caídos, solo se preocupa por su propia supervivencia. Si tenía que matar Ángeles o a Caídos por defenderse, lo haría sin dudarlo ni un instante. No tiene miedo ni remordimientos, solo instinto y determinación. Finalmente, la puerta del gimnasio estaba delante de ellos. Era una gran sala, con varias máquinas y equipos deportivos. Había varios estudiantes esperando, vestidos con el uniforme escolar.

—... Supongo que es aquí.

—Le agradezco su tiempo, profesor Valler. Le deseo mucho éxito en su clase. —expresó la princesa, con un tono juguetón y una sonrisa traviesa, antes de girarse sobre sus talones y dirigirse a su salón de clases— Nos veremos más tarde en el club, no te olvides.

—Preferiría enfrentarme de nuevo a la Blackwatch y a Desmond Tyler, antes de tener que soportar esta mierda. —murmuró el evolucionado para sí mismo, con evidente disgusto, y luego empujó la puerta con cierta rudeza—

El gimnasio era un espacio amplio y luminoso, donde el curso se encontraba reunido, formando distintos grupos según sus afinidades. Las chicas populares, lideradas por Asia y sus amigas, ocupaban un rincón donde charlaban animadamente. Issei y los pervertidos, se dedicaban a espiarlas y hacer comentarios lascivos. Y otros alumnos más frikis, se mantenían al margen, hablando de sus temas favoritos. El ruido era ensordecedor, y se multiplicaba por el efecto de la reverberación de la sala, que no tenía ningún tratamiento acústico. Blake se aproximó con paso lento, mientras mascullaba entre dientes. Un detalle que llamaba la atención, era la presencia de varios maniquíes distribuidos por el lugar, que servían como sujetos de prueba para practicar golpes. Estaban hechos de goma por fuera, pero de arena por dentro, para ofrecer cierta resistencia.

—Silencio clase. —solicitó Valler, con voz calmada, pero nadie le hizo caso. Pasaron unos segundos, y volvió a intentarlo— ... Silencio clase. —repitió, elevando un poco el tono, pero sin obtener ningún resultado— ¡¡Silencio Clase!! —exclamó, alzando la voz al máximo, pero tampoco consiguió que lo escucharan—

Blake sintió que la ira le invadía, y cerró los puños con fuerza, pero no sabía bien cómo actuar. Recorrió el entorno con la mirada, buscando algún objeto en el que pudiera descargar su furia, hasta que finalmente lo halló. Un maniquí rojo que estaba quieto en un rincón. Valler se acercó a él y entonces, cargó su puño derecho y lo lanzó en un golpe demoledor que esta vez sí, silenció por completo la conversación de los estudiantes. El pobre sujeto de pruebas de goma, salió volando hacia atrás debido al impacto, que había sido desproporcionado, pero efectivo. Toda la clase se quedó en silencio, se pusieron firmes como soldados y miraron al profesor, algunos con una expresión de temor en sus rostros.

—¡¡He dicho, silencio clase!! —gritó Blake, mientras todo el mundo ahora sí, le prestaba su debida atención— Muy bien, ahora que tengo su atención, la clase ha comenzado. ¿Entendido?

Los alumnos asintieron con miedo ante la pregunta, algunos con más renuencia que otros, como Issei y Xenovia. Pero Asia, apretaba el brazo del castaño portador del dragón emperador rojo con fuerza, el pánico se notaba en su semblante. Blake Valler parecía más un militar autoritario que un profesor amable, en completo contraste con todo lo que los alumnos conocían de él.

—Mi nombre es Blake Valler, y voy a ser su profesor de "Defensa Personal". Voy a enseñarles a pegar como se debe, no estoy aquí para ser su amigo ni nada parecido. ¿Está claro? —afirma Blake, con una mirada severa— Bien, ¿preguntas?

Una joven de cabello rosa pálido levantó la mano con timidez, Blake la observó y asintió con la cabeza.

—¿Por qué nos enseñará Defensa Personal, Profesor Valler?

—Originalmente iba a ser su profesor de educación física, pero sinceramente, no les sirve de nada jugar al vóley o al fútbol, cuando puedo enseñarles a hacer eso. —dice Blake, señalando el maniquí destrozado que había golpeado— Les ayudaré a defenderse físicamente de cualquier tipo de agresión externa. Violadores, pedófilos, pervertidos, ladrones, asesinos, etcétera.

—T-tengo otra duda, profesor. —alza la mano otra chica, una joven de cabello negro—

—Adelante. —le dice Blake, con un gesto de la mano derecha—

—¿Usted domina las artes marciales? De ser así, ¿qué estilos conoce? ¿Kung Fu, Boxeo? ¿Mixtas, Judo? —pregunta, con cierto interés—

—Conozco y manejo todas las Artes Marciales, existentes y por existir, alumna. —responde Blake, con tranquilidad— Empecé desde muy joven. Las que mencionaste y más, las domino a la perfección. Karate, Kung Fu, Taekwondo, Boxeo, Capoeira, Artes Marciales Mixtas, Estilo Callejero, entre otros más.

—Pff, presumido. —dice Issei por lo bajo, pero claro, los sentidos agudizados de Blake, lo hicieron escuchar el comentario—

—Oí eso, alumno. —Blake se giró hacia Issei, con una mirada seria— No solo soy bueno golpeando, sino que también soy excelente escuchando, y más cuando alguien se está quejando en voz baja. Desde mi punto de vista, eso lo hacen los cobardes que tienen miedo de enfrentar las cosas de frente, y con valentía. —una leve sonrisa burlona se dibujó en el rostro desafiante de Valler, que se esfumó casi al instante— Si no les gusta mi clase, pueden irse cuando quieran, nadie los obliga a que aprendan a golpear. Bueno sí, la academia establece cada materia como obligatoria, así que mala suerte para ustedes. —al hablar, su tono de voz era firme y exigente, como el de un sargento militar— No pienso entrenar a vagos o ignorantes que prefieren venir aquí a perder el tiempo, o a hacer otras cosas. Si vienen a eso, háganme un favor, y no me hagan perder el mío.

Con aquellas palabras, duras, exigentes pero llenas de determinación y compromiso, absolutamente todo el curso de segundo B decidió quedarse en el gimnasio, luego de aquella extraña y curiosa presentación, que prometía mucho.

"¡Sí, profesor!".

Exclamaron los alumnos con una voz que resonó en la sala, un eco de entusiasmo y respeto hacia la autoridad de Blake.

—Excelente. —respondió Blake, con los brazos cruzados sobre su pecho, una postura que irradiaba confianza y autoridad— Como habrán notado al momento de mi entrada, lo que presenciaron fue solo un atisbo de lo que se puede lograr con años de práctica y dedicación. Sin embargo, prefiero un enfoque más interactivo... ¿Hay alguien entre ustedes que practique algún tipo de arte marcial? Hoy pondremos a prueba sus capacidades físicas y su destreza en combate.

La señorita Murayama dio un paso al frente con decisión, mientras el resto de la clase retrocedía, formando un semicírculo a su alrededor. Erguida y firme, como un soldado en posición de atención, pero con un aire de orgullo y determinación, sostuvo la mirada del profesor con una expresión de desafío.

—Una voluntaria, qué inesperado. —elogió Blake, con un tono que denotaba tanto sorpresa como aprobación— ¿Cuál es tu nombre, joven?

—Murayama Kaori, señor. —respondió ella, inclinándose en una reverencia que mostraba respeto, pero también confianza en sí misma— Antes de dedicarme al Kendo, practiqué Judo desde niña. Y hasta el día de hoy, continúo perfeccionando mi técnica en ese arte marcial.

—Ah, interesante. —comentó Valler, asintiendo con la cabeza en un gesto de reconocimiento, su sonrisa sutilmente desafiante— He oído que esta academia se ha hecho con el trofeo de oro en la competencia nacional de Kendo. Supongo que tienes algo que ver con ese logro. ¿Te animarías a mostrarme un poco de tu potencial? No te preocupes, puedo manejarlo.

—¿Q-quiere decir que... debo enfrentarme a usted, profesor? —preguntó Murayama, su voz revelando una mezcla de confusión y ansiedad—

—Precisamente eso es lo que te estoy pidiendo. —afirmó Blake, deshaciendo su postura cruzada y adoptando una más relajada— Para hacerlo más interesante, solo usaré mi brazo derecho. ¿Qué me dices? Si logras derribarme, te ganarás unos puntos extra.

—S-si usted lo considera apropiado. —dijo Murayama, asumiendo la postura clásica del Judo, un arte marcial que se centra en los agarres y proyecciones. Su figura era la de una atleta ágil y resistente, una de las mejores de su clase, aunque consciente de que superar a un veterano evolucionado sería una hazaña— Aquí voy.

—Estoy listo. —respondió Blake, con una calma que contrastaba con la tensión del momento—

Con un movimiento rápido y decidido, Kaori se abalanzó sobre el profesor, intentando agarrar su cuello para desequilibrarlo y derribarlo con una patada en la parte posterior de las rodillas. Era una estrategia sólida, pero predecible para un oponente experimentado en Judo. Blake, en un gesto de pura diversión y con un destello de astucia en sus ojos, permitió que su oponente lo agarrara del cuello, dándole una falsa sensación de ventaja. Sin embargo, con una fuerza sorprendente y un movimiento ágil de brazos, Blake capturó a Murayama y la lanzó al suelo con precisión. La estudiante aterrizó con un golpe sordo, el dolor evidente en su expresión, pero sin lesiones graves, ya que Blake había calculado su fuerza para evitar daños serios. Y así, con Murayama en el suelo, la contienda se decidió.

—Una pena. —comentó Blake, su voz imperturbable— Tu técnica fue adecuada, pero careces de la fuerza necesaria en los brazos. Contra un adversario promedio, tu maniobra habría sido efectiva, pero no contra mí. Te doy un diez por el esfuerzo. Ahora, ve a sentarte.

Murayama se levantó, caminando con paso firme pero sosteniendo su brazo izquierdo con el derecho, una clara muestra de la intensidad del encuentro.

—¿Algún otro valiente? —inquirió Blake, escaneando la sala con una mirada desafiante— ¿Quién más desea medir su coraje y fuerza contra mí? Adelante, el que logre derribarme obtendrá un puntaje extra.

Una joven con cabello de un tono rosado pálido se adelantó, su paso decidido y su mirada firme. Era amiga de Murayama y, evidentemente, buscaba redimir el honor de su compañera.

—Me llamo Katase Yui, profesor Valler. —se presentó, con una reverencia que reflejaba respeto y determinación— Al igual que mi amiga, he estudiado artes marciales antes de especializarme en Kendo. Soy cinturón rojo avanzado en Taekwondo. ¿Me concedería el honor de enfrentarme a usted?

—Cuando estés lista. —dijo Blake, asumiendo la misma postura desafiante de antes, y con un gesto de su mano invitó a Yui a acercarse—

Katase asumió su posición de combate, estudiando meticulosamente la figura imponente del profesor Valler. A pesar de ser consciente de la improbabilidad de su éxito, su espíritu indomable no vaciló, y se lanzó hacia adelante con una velocidad que cortaba el aire. Su primera patada, baja y veloz, fue un mero señuelo, un preludio de su verdadero ataque: un giro repentino y una patada ascendente dirigida con precisión a la cabeza de su oponente. Era una maniobra audaz, cargada de riesgo y esperanza.

Blake, por su parte, observaba con ojos de águila. La experiencia de su encuentro previo con Desmond Tyler lo había vuelto más cauteloso, más astuto. En su mente, las piezas del ajedrez del combate se movían con claridad, y él ejecutaba su estrategia con la precisión de un maestro. Permitió que la patada de Katase encontrara su rostro, un impacto que para cualquier otro habría sido devastador, pero para él, no era más que el roce de una pluma. Con un teatro digno de los escenarios más grandiosos, fingió una caída espectacular, engañando a su joven adversaria.

Katase, en la efervescencia de su juventud y con la inocencia de una novata en el arte del combate, no pudo contener su júbilo. Sus celebraciones resonaron en el gimnasio, acompañadas por los aplausos de sus compañeros, igualmente asombrados. Sin embargo, Xenovia, que hasta ese momento había permanecido observando desde la distancia, comprendió la verdad: la estrategia de Katase había sido desmantelada con maestría.

Valler, el estratega, el depredador en el juego de la lucha, había tendido su trampa con una precisión quirúrgica. En un giro inesperado para la joven Katase, Blake capturó su pierna en pleno vuelo y la derribó con una fuerza controlada pero implacable. Luego, con la agilidad de un felino, aplicó una llave que inmovilizó sus brazos, llevándola al borde del umbral del dolor. Si no fuera por la relación maestro-alumna que los unía, quizás habría ido más allá. Pero, con un gesto de magnanimidad, la liberó y se apartó, su mirada transmitiendo un mensaje inequívoco de decepción.

—Recuerda esto, Katase. —le instruyó Blake con severidad— Nunca le des la espalda a tu enemigo, hasta asegurarte por completo de que no se levantará. Es una lección que debes grabar a fuego en tu memoria.

—Agh... entendido, profesor. —articuló Katase, luchando por recuperarse, su voz temblorosa revelando la mezcla de dolor y la lección aprendida. Su amiga, con cabello de un rosado pálido, se apresuró a su lado, ofreciéndole apoyo y consuelo— L-lo siento...

—No lo sientas, sólo... sé mejor. —concluyó Valler, dirigiéndose a todos los estudiantes con una voz que resonaba con autoridad— Hemos terminado por hoy. Pueden retirarse.

Con esas palabras, la campana anunció el fin de la clase, y los alumnos, aun procesando los eventos del día, comenzaron a dispersarse, llevándose consigo las lecciones de la jornada.

.Club del Ocultismo - Más tarde, en ese mismo día.

—Entonces, Blake. ¿Qué tal tu primer día como profesor en el instituto Kuoh? —pregunta Akeno, mientras sirve varias tazas de té verde, con delicadeza y elegancia, y de vez en cuando mira al evolucionado a los ojos, con una mirada curiosa y a la vez atraída por su presencia y su poder—

—Nada mal. —responde Blake, con naturalidad y hasta cierto punto indiferencia, como si no le importara mucho el tema— Derribé a dos estudiantes expertas en Kendo, una practicaba Judo y la otra Taekwondo, no fue difícil. Apenas tuve que usar un poco de mi fuerza y velocidad, y las dejé en el suelo.

—Eran dos adolescentes inexpertas, claro que las derribarías, cabeza hueca. —replica Issei, hasta cierto punto molesto por la actitud arrogante de Blake— Si te hubieras enfrentado a mí, te habría derribado con mi Balance Breaker. Soy el portador del guantelete del dragón rojo, no un simple humano.

—Ni en esta vida ni en un millón de años lo conseguirías. Tu cerebro no es capaz de imaginar un escenario en el que siquiera me pongas un dedo encima sin terminar como los científicos a los que consumo. —advierte Blake, mirando a Issei con seriedad y hasta desafío, sin temer a su poder— Un niñato ingenuo como tú no me llega ni a la suela de los pies. Eres un pez pequeño en un océano de tiburones.

—¿Y qué tal con una combatiente experimentada como yo? —pregunta Xenovia, mirando a Blake, atacando con una mirada muda y seria, como si quisiera retarlo a un duelo— Soy una ex-caballero sagrado, y tengo dos espadas mágicas que pueden cortar cualquier cosa. ¿Crees que podrías conmigo?

—Sin tus espadas mágicas, no creo que logres mucho. —le dice Valler, inclinándose hacia adelante, con una sonrisa burlona— Si hablamos de batalla física, sales perdiendo. Quizás logres cortar mis espadas con las tuyas, pero tengo más armas.

—Podría cortar las demás. —sugiere Xenovia—

—Eso lo dudo. —dice Blake— La única persona aquí que podría llegar a ponerme un dedo encima y sobrevivir, sería la otra torre de Rías. Ella tiene un potencial oculto que podría llegar a sorprenderme.

—¿Koneko-chan? —pregunta Asia, mirando a la jovencita albina, quien parecía estar en su propio mundo, ignorando todo el debate y comiendo unas galletas— ¿Por qué ella?

—Ella es lo más parecido a un Cazador que he visto, sin ser completamente uno. —recuerda Blake, mirando a la otra torre de Rías, con cierto respeto— Tiene una fuerza y una resistencia sobrehumanas, y puede manipular su energía mágica. Aun así, nadie en este club es rival para mí. Quizás Kiba utilizando el cien por ciento de sus poderes, y tengo ciertas dudas al respecto. Él es el único que podría igualarme en velocidad.

—Tu orgullo será tu condena. —le dice Xenovia, con una sonrisa ladeada, sin dejarse intimidar por las palabras de Blake— Algún día encontrarás a alguien que te haga morder el polvo. ¡Oh espera! ... Ya lo hiciste. Y demostraste que NO eres invencible, por mucho que te lo creas.

—Desmond Tyler es el único que ha logrado derrotarme hasta ahora. Casi me mata, cierto, pero yo no conocía sus poderes, ahora que sí, sólo tengo que duplicar los míos. Y créeme qué, cuando lo mate, demostraré cuán fuerte puedo llegar a ser. —habla Blake, con determinación— Aun así, nadie de ustedes puede dañarme. —Valler hace la misma sonrisa ladeada, demostrando una vez más que él está por encima de todos y que no le teme a nadie— Soy un puto evolucionado y mutante al mismo tiempo. No va a matarme ningún, ángel, caído o demonio. Yo elijo quien me asesina.

—¿Elegiste que Desmond Tyler te diera la paliza de tu vida? —pregunta Issei, con una risa burlona—

—Suficiente. Tenemos trabajo que hacer. —interviene Rías, poniéndose de pie, mientras todas sus piezas le dirigen la mirada, menos Valler, que sigue sentado y relajado— Nos informaron de una Demonio Renegada cerca de la ciudad, en una fábrica textil. Debemos hacernos cargo, es nuestro deber como Demonios de clase alta. Todos prepárense, vamos a salir en cinco minutos.

—¿Está infectada? —pregunta Blake, finalmente mirando a la mujer de cabello carmesí, con cierto interés—

—Eso creo, mis mensajeros indicaron que en la fábrica había unas especies de raíces rojas, hechas seguramente de masa orgánica infectada. —le dice ella con seriedad, mientras prepara un círculo mágico en el suelo, para teletransportarse al lugar— Solo sé que está causando problemas y que debemos eliminarla. No podemos arriesgarnos a que cause más destrozos.

—Bueno... —Blake se levanta y se estira, preparándose para ir a pelear, con una expresión de aburrimiento— Creo que ejercitar los músculos me hará bien. Tal vez encuentre algo de diversión en esta misión. O tal vez no.

[...]

El grupo de Rías Gremory, la heredera de una de las familias más poderosas del inframundo, llega a una antigua fábrica textil que lleva años abandonada y en ruinas, donde se rumorea que se oculta una demonio renegada que ha sido infectada por el virus Redlight, una plaga que convierte a los seres vivos en monstruos mutantes. El grupo se detiene frente a la puerta principal, que está cubierta de telarañas y grafitis, y planea la estrategia de ataque. Rías pretende realizar la misma jugada que usó contra el sujeto de pruebas cuarenta y cinco, el primer evolucionado que se encontraron. Dicha estrategia consistía en atacar por sorpresa y desde varios ángulos, aprovechando las habilidades de cada uno de sus miembros. Sin embargo, esa estrategia falló por la aparición de Blake, un evolucionado mucho más poderoso y peligroso, que se unió a ellos por pura curiosidad. Fue entonces cuando se conocieron el grupo de Rías y el evolucionado del Redlight, y desde entonces han tenido una relación tensa y conflictiva, pues Blake no respeta las normas ni las jerarquías del inframundo.

Todos entran a la fábrica, con cuidado y alerta, iluminando el camino con sus dispositivos mágicos. El interior está lleno de polvo, telas rotas, máquinas oxidadas y escombros. El ambiente es sombrío y opresivo, y se escuchan ruidos extraños. Asia, la monja que se convirtió en demonio por salvar a Issei, está asustada como siempre, temiendo por la vida de sus amigos y por la suya propia. Koneko, la pequeña y fuerte luchadora, se mantiene indiferente, pero algo cambia en esta situación. Rías tiene en su poder a un evolucionado del virus Redlight, y eso le genera una sensación extraña, como si sintiera una conexión con él. Y él, no se anda con rodeos. Avanza con paso firme y seguro, sin temor a nada ni a nadie. Su mirada es fría y despiadada, su rostro no muestra expresión alguna. Está dispuesto a matar a la demonio renegada, y a cualquiera que se interponga en su camino.

—Ella es peligrosa, tengan cuidado. —advierte Rías, mientras observa con su ojo mágico el aura de la demonio renegada, que se encuentra en el centro de la fábrica— Tiene una gran cantidad de poder mágico, y ha desarrollado una forma híbrida entre humana y araña. Sus patas son afiladas como cuchillas, y puede lanzar telarañas venenosas.

—¿Cuál es el plan de ataque, presidenta? —pregunta Kiba, el espadachín de la luz, que porta varias espadas en su espalda—

—Kiba y Xenovia, ustedes irán a los flancos, para rodear a la demonio y cortarle las vías de escape. Koneko e Issei, ustedes irán directo al frente, para distraerla y debilitarla con sus golpes. —Rías da las órdenes a sus piezas, con voz firme y autoritaria— Akeno, tú cuidarás a Asia. Ella se quedará atrás, para curar a los heridos y evitar el contacto con la demonio renegada. Su poder mágico es incompatible con el de ella, y podría hacerle daño.

Entonces, para sorpresa de todo el mundo, Blake comienza a avanzar directo hacia la demonio renegada, sin esperar a que el resto del grupo se ponga en posición. Esto extraña a Rías y a todo el grupo, que no entienden por qué Blake actúa así.

—Blake, ¿¡qué crees estás haciendo?! —grita Rías, notablemente enfadada— ¡Espera a que el plan se ponga en marcha, no seas imprudente!

—No voy a perder el tiempo con estrategias inútiles, cuando puedo acabarla de un golpe demoledor. —dice Blake, mientras corre hacia la demonio renegada, con una sonrisa sádica en sus labios— Ella es débil, y yo soy fuerte. No hay más que hablar.

Sorpresivamente, Blake salta hacia la demonio renegada, que se percata de su presencia y se prepara para defenderse. Blake le lanza un puñetazo con la mano derecha en la mandíbula, que la hace retroceder varios metros. Acto seguido, le da una patada reversa, para impulsarse desde el suelo hacia la parte del pecho, donde le clava sus dedos, sin usar ningún poder, basándose únicamente en su fuerza física, le abre la caja toráxica con una fuerza brutal. La demonio renegada grita, intenta lanzar con una de sus muchas patas un ataque, pero Blake lo esquiva, toma a la demonio del cabello y le da un rodillazo en la nariz, partiéndosela al instante. Cuando la demonio renegada cae al suelo, Rías sonríe, satisfecha con el trabajo de Blake.

—Bien hecho. —le dice ella, mientras camina hacia la demonio renegada, que agoniza en el suelo— Demonio renegado: "Oroth", has abandonado a tu amo para satisfacer tus deseos carnales. Eres una abominación, y yo, Rías Gremory, en el nombre de mi familia, te daré una-...

Rías es interrumpida, puesto que Blake pisa la caja toráxica de la demonio renegada, mientras le arranca la cabeza al mismo tiempo, con una facilidad pasmosa. Unos zarcillos de material vírico salen de la espalda de Blake, consumiendo el material genético fundamental de su víctima. Blake está lleno de sangre, pero lo ha conseguido. Mira sus manos, abre y cierra los puños, y una sonrisa leve se presenta en su rostro. Ha disfrutado de la pelea, y se siente más poderoso que nunca.

Blake Valler - Armas Recuperadas.

Blake Valler - Habilidad Mejorada: Biomasa nivel Tres

El grupo de Rías Gremory acaba de eliminar a una demonio renegada que había sido infectada por el virus Redlight, una plaga que transforma a los seres vivos en monstruos mutantes con poderes sobrenaturales. El responsable de la muerte de la demonio renegada es Blake Valler, un evolucionado del virus Redlight que se ha unido al grupo de Rías por curiosidad, pero que no sigue sus órdenes ni respeta sus planes. Blake ha actuado por su cuenta, y ha acabado con la demonio renegada en cuestión de segundos, usando su fuerza física y su habilidad para absorber la biomasa de sus víctimas. Al hacerlo, ha obtenido una mejora en su nivel de poder, y ha recuperado algunas de las armas que había perdido en combates anteriores. Blake está satisfecho con su actuación, pero Rías está furiosa con él, pues ha interrumpido su misión y ha desafiado su autoridad.

—¿¡Otra vez?! —grita Rías, acercándose hacia Blake con paso rápido y decidido— ¡Es la segunda vez que interrumpes mi misión, Blake Valler! ¿¡No te das cuenta de que estás poniendo en riesgo a todo el grupo con tu actitud irresponsable?!

—Tardaste demasiado. —le dice Blake, con indiferencia, mientras se limpia la sangre de la cara con la manga de su camisa carmesí— Yo soy más rápido y eficaz que tú y tu séquito. No necesito seguir tus planes ni tus reglas. Yo hago lo que quiero, cuando quiero, y como quiero.

Rías está furiosa, un aura de ira emana de ella, iluminando el lugar con un tono rojizo. Alza la mano derecha, está a punto de darle una cachetada a Blake, para hacerle entrar en razón y castigarle por su insolencia. Pero al acercar la mano hacia el rostro de su sirviente, Blake le toma la muñeca sorpresivamente, y aprieta con fuerza, haciendo que Rías sienta un dolor agudo. Su rostro cambia al de un hombre serio y hasta enfadado, y sus ojos, uno verde y otro rojo, brillan con intensidad.

—Si me pones un dedo encima, perderás la mano. —advierte, haciendo un movimiento de cabeza desafiante, que demuestra su confianza y su superioridad— Cuando se trata de infectados, es cosa mía. No tuya, ni nuestra, ¡mía! Yo soy el único que puede enfrentarse a ellos, y el único que puede acabar con ellos. Tú y los demás solo me estorban.

—¿En serio? Así que el señor "malote despreocupado", por fin quiere responsabilizarse de algo. ¿Y de qué? ¿eh? ¿De una demonio renegada infectada? ¿Qué te hace pensar que tienes derecho a decidir sobre su vida o su muerte? —pregunta Rías, apretando los dientes ligeramente, mientras intenta liberarse del agarre de Blake— ¿Acaso te crees mejor que ella, solo porque eres un evolucionado del virus Redlight? ¿Acaso no te das cuenta de que eres una anomalía, una aberración, una amenaza para el equilibrio del mundo?

—Me caes bien, Rías. No me hagas romperte esa linda nariz que tienes. —le dice Blake, soltando a la princesa demoníaca, pero sin apartarse de ella. Al mismo tiempo, Rías se acaricia la muñeca derecha debido al dolor, y la sorpresa claro está Yo decido, no tú, ni tu maldito séquito. Al fin y al cabo, tú ibas a matarla, ¿por qué no ahorrarte el trabajo y de paso adquirir una mejora extra para mí? —pregunta, acercándose hacia Rías, de manera desafiante y amenazante, invadiendo su espacio personal— No interfieras la próxima vez, o acabará muy mal para ti. No me importa que seas la heredera de los Gremory, ni que te hagas llamar "mi ama", porque yo no le sirvo a nadie que no sea a mí mismo. Yo soy el que manda cuando se trata de infectados, de la Blackwatch o de Gentek. ¿Está claro?

—¡Oye! —grita Issei, el portador del dragón emperador rojo, que se interpone entre Blake y Rías, para proteger a su presidenta— ¿¡Quién te crees que eres para amenazar a la presidenta?! ¡Ella es la que te ha dado una oportunidad, la que te ha aceptado en su grupo, la que te ha salvado la vida! ¡Deberías estar agradecido! ¡No ser tan arrogante y desagradecido!

Blake mira a Issei por unos instantes, la mirada del evolucionado es la de un asesino sin escrúpulos, que, si tiene que matar en ese instante, lo hace, sin dudar ni temer. Su mirada transmite tanta intimidación, que hace al castaño retroceder, nervioso. Blake le devuelve la mirada a Rías, ahora con seriedad.

"Controla a tu peón, Rías. No me gusta que me interrumpan, ni que me contradigan. Si quieres que siga cooperando contigo, tendrás que respetar mis elecciones, y dejar que haga lo que quiera con los infectados. Son mi asunto personal. Así que no te metas en mi camino, o vas a pasar un mal rato".

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