Capítulo 18

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.Más tarde, en ese mismo día.

—Un vampiro, mitad humano y demonio al mismo tiempo... sí que es un caso especial. —comentó Blake con una mezcla de asombro y escepticismo, observando cómo el vampiro travesti Gasper permanecía inmóvil dentro de su caja, reacio a interactuar con el mundo exterior— ¿Estás completamente convencida de que es tu alfil?

—Absolutamente segura. —respondió Rías, con un gesto de fatiga, la mano presionando su frente, claramente agobiada por la complejidad de la situación— Es imperativo que lo entrenemos, que le brindemos la guía necesaria para que domine su Sacred Gear. Con el esfuerzo conjunto de todos, no tengo dudas de que lo lograremos.

—Presidenta, se acerca la hora señalada. —intervino Akeno, dirigiéndose a la presidenta del club con un tono que denotaba la importancia del momento, y Rías asintió con una expresión grave y decidida—

—Tienes razón, casi se me pasa por alto. —admitió la princesa demoníaca, levantándose de su asiento con una elegancia innata— Mi hermano ha convocado a una reunión de emergencia con algunos demonios de alto rango. Akeno y yo debemos asistir. —declaró Rías, antes de dirigirse a su fiel caballero— Yuuto. —llamó con suavidad, pero con un matiz de autoridad—

—¿Sí, presidenta? —inquirió el rubio, poniéndose de pie con una seriedad que reflejaba la solemnidad del momento—

—Mi hermano está interesado en conocer más sobre tu "Balance Breaker". Te pido que nos acompañes. —solicitó la heredera del clan Gremory, su voz teñida de una cortesía que no disimulaba la urgencia de la petición—

—Entendido, presidenta. —aceptó el caballero con un asentimiento firme—

—Blake... —Rías volvió a llamar, esta vez a otra de sus piezas clave. El evolucionado se giró para enfrentarla, manteniendo su habitual semblante imperturbable— Nos honraría que nos acompañaras también. Creo firmemente que te beneficiaría conocer el inframundo y establecer contacto con las familias demoníacas más influyentes.

—Como quieras. —respondió Blake, su voz desprovista de emoción, mientras se levantaba del sofá y se dirigía hacia el escritorio con pasos medidos—

—Hasta nuestro regreso, les encargo que cuiden de Gasper con diligencia. Eviten cualquier tipo de problema. —pidió Rías, su sonrisa leve y su mirada recorriendo a cada uno de los presentes— ¿Serían tan amables de entrenarlo?

—¿Entrenarlo a él? —Issei se giró, su confusión evidente al contemplar la caja de cartón que albergaba al vampiro—

—Confío plenamente en ustedes. —afirmó Rías, inclinando su cabeza con una sonrisa serena y los ojos entrecerrados en señal de confianza—

Sin más preámbulos, un sello mágico de tonalidad carmesí, conjurado por Akeno, emergió en el suelo, creando un portal que teletransportó a los cuatro demonios directamente al infierno. La convocatoria del Rey Demonio parecía revestir una urgencia inusitada, sugiriendo que tras el aparente llamado rutinario se ocultaba algo de mayor envergadura. Rías albergaba la esperanza de que la reunión estuviera relacionada con la organización de la "Cumbre de Líderes", aunque en el fondo deseaba que así fuera por razones que solo ella conocía.

[...]

.Castillo de la familia Gremory - Inframundo. 

El término "lujoso" apenas roza la superficie al intentar describir el majestuoso castillo de la familia Gremory. Una imponente estructura de cinco pisos que se extiende por lo menos dos cuadras en cada dirección, un complejo colosal que sirve de hogar no solo a la familia Gremory en su totalidad, sino también a más de cincuenta sirvientes dedicados a su servicio.

Centramos nuestra atención en el comedor, donde tres extensas mesas rectangulares han sido dispuestas estratégicamente para acomodar al mayor número de comensales posible. Y, como era de esperarse, los invitados empiezan a hacer su entrada. Las altas familias demoníacas, junto con otras entidades tanto peligrosas como únicas, van tomando sus lugares en las mesas. Los representantes de las familias, que varían de uno a tres miembros, pertenecen a doce de las dieciséis familias más prominentes e influyentes del inframundo. En total, quizás haya unas veinte personas, sin contar los guardaespaldas y las piezas de los respectivos séquitos.

—Esos son nuestros asientos. —informa Rías, señalando hacia los lugares designados cerca del trono del rey— Por favor, procedan a sentarse.

—¿Quiénes son todas estas personas? —pregunta Blake, visiblemente confundido al encontrarse rodeado por tal multitud—

—Son representantes de doce de las dieciséis familias demoníacas más importantes de todo el infierno. La mayoría son aliados del rey demonio. —explica Rías— Allí están los "Phoenix", distinguidos por su relevancia debido a las lágrimas de su criatura emblemática y por su autonomía de la corona. Son la familia más cercana al linaje directo del antiguo Rey Demonio, Lucifer.

—¿Y los demás? —inquiere Blake—

—Los "Sitri", aliados indispensables y maestros de la logística infernal. Los "Oh'mith", célebres por sus guerreros. Los "Glaysa-Labolas", una de las familias más acaudaladas. Los "Bael", nuestros primos y magnates del mercado industrial. Los "Agares", renombrados por sus viñedos y vinos excepcionales. Los "Astaroth", poseedores de la red de espionaje más eficiente del inframundo. Los "Vassago", fieles aliados de larga data. Los "Valeforr", eternos competidores de los Oh'mith. Los "Goethia", conocidos por su próspera ganadería. Y finalmente, los "Zreq" y los "Dilguth", quienes rivalizan por organizar los más espectaculares "Rating Games". —continúa Rías, tomando un respiro tras la extensa enumeración—

—Ahora que todos hemos llegado. —interviene Sirzechs-Lucifer, el Rey Demonio, poniéndose de pie— Me gustaría darles la bienvenida a todas las familias aquí presentes en mi castillo. Es un honor y un placer que hayan respondido a mi convocatoria. 

Rías, Akeno, Kiba y Blake ocupan sus asientos cerca del trono del rey, con Blake en segunda posición, flanqueado a su izquierda por la presidenta del club de ocultismo y a su derecha por la vicepresidenta.

—Perdone mi atrevimiento, Lord Sirzechs. —dice un demonio, levantándose de su lugar— Pero parece que falta alguien. ¿Acaso... vendrá? Preferiría no comenzar sin su presencia. ¿Dónde está "Él"?

—Bueno, verán... —comienza a decir el rey demonio, pero es interrumpido por el sonido de una puerta abriéndose—

La tensión en el aire es tan palpable que podría cortarse con un cuchillo. Todos los presentes giran sus cabezas hacia la derecha, donde la puerta se ha abierto de par en par, y un hombre avanza a través de ella con una calma sobrenatural. La mayoría reconoce de inmediato de quién se trata.

"Lamento comunicarles que el Demonio Superior Número Uno y Emperador del Inframundo; el Señor Zalgo Murder, no podrá asistir a la reunión convocada por el Rey Sirzechs-Lucifer".

La voz masculina resonó en la sala, provocando que todos los presentes giraran sus cabezas hacia la entrada. Allí, delineada contra el oscuro telón de fondo del cielo nocturno, se recortaba una figura imponente, casi como una sombra que presagiaba un augurio. Era un hombre cuya apariencia era la definición misma de la perfección, pero su aura era tan gélida que parecía congelar la sangre en las venas. Su cabello albino, liso y perfectamente peinado, caía grácilmente sobre su frente, ocultando parcialmente sus ojos y añadiendo un aire de misterio a su semblante. Su rostro, aunque inexpresivo, no dejaba lugar a dudas sobre la autoridad que emanaba de su ser. Su físico, atlético y esculpido, se acentuaba con una chaqueta negra elegantemente diseñada que dejaba su pecho tatuado a la vista. Alrededor de su cuello, colgaban varios amuletos de oro que emitían un suave tintineo con cada uno de sus movimientos. Sus pantalones, de un diseño peculiar a rayas blancas y negras, ofrecían un contraste llamativo con sus pulidos zapatos negros.

—¿El Emperador no acudirá al llamado del Rey Demonio? —inquirió otro demonio, Lord Terrence de la familia Zreq, su voz teñida de una irritación palpable— Eso es una falta de respeto hacia Lord Sirzechs-Lucifer.

—Lord Terrence, no es necesario tanto alboroto, no me siento ofendido ni mucho menos. —le insiste el Rey Demonio—

"Permítanme recordarle, Lord Terrence de la familia Zreq, que los Demonios Superiores gozan de una autonomía e independencia que los distingue y separa de la corona infernal. No están sujetos a la obligación de responder al llamado del Rey Demonio. El Emperador Zalgo se encuentra atendiendo asuntos de mayor importancia. No obstante, en su ausencia, me ha designado a mí como su representante personal. Mi nombre es Risotto Nero, para aquellos que aún no me conocen".

La identidad del hombre era conocida por todos los presentes. Se trataba del mayordomo del ente más poderoso y temido de todo el Inframundo, un individuo capaz de manipular el metal a su antojo y de extinguir vidas con un mero ademán. Era un hombre que no toleraba la traición, el desafío o la impuntualidad, un sirviente obediente y letal, ante quien nadie osaba levantar la voz o incluso pronunciar su nombre. A él solo se referían con un apodo que reflejaba su naturaleza implacable y siniestra: "El Amo del Poder".

—Es un honor. —dijo Risotto, su tono cortés mientras ejecutaba una reverencia respetuosa—

—Rías... ¿Quién es él? —susurró Blake a Rías, su voz apenas audible, cargada de una inquietud que no podía disimular— No puedo evitar sentirme... demasiado inquieto ante su presencia.

—Siento lo mismo, Blake. Todos aquí lo sentimos. —respondió ella, sin apartar la vista de Risotto— Él, es el mayordomo de Zalgo, el Emperador del Inframundo. Pero hay más... Risotto es también el "Segundo Demonio Superior", solo superado por su amo. —explicó la princesa Rías, sus manos apretadas bajo la mesa, delatando su nerviosismo— Es alguien a quien no debes provocar bajo ninguna circunstancia. Todos aquí le tememos y respetamos en igual medida... es el representante de Zalgo y su más cercano confidente.

—Se dice que Risotto solo acata las órdenes de su amo, y que ha ascendido al rango de Segundo Demonio Superior por méritos propios. —comentó Akeno, su interés evidente— Hay rumores de que su acento italiano tiene el poder de cautivar a cualquier mortal.

—¿Y quién es Zalgo? —preguntó el evolucionado del Redlight, dirigiéndose a la presidenta del club con una mirada inquisitiva—

Cuando Blake plantea su inquisitiva pregunta, Rías experimenta una dificultad palpable para tragar saliva, como si el mero acto de verbalizar el tema en cuestión fuera un tabú. Una incomodidad manifiesta se apodera de ella, y aunque exhala un suspiro que denota su malestar, mantiene fija su mirada en Risotto, quien se acomoda solemne en la cabecera de la mesa. Con un gesto de su mano, declina la copa de vino ofrecida, mientras entrelaza sus dedos formando un triángulo invertido justo debajo de su pecho.

—Zalgo es... "El Demonio Primordial", el "Demonio Superior Número Uno", el "Absoluto Emperador del Inframundo", y "Amo de la Oscuridad". —Rías lo presenta con una voz que resuena con reverencia, asegurándose de no omitir ninguno de sus imponentes títulos— Es el fundador y líder indiscutible de la casa "Murder", una entidad que precede a cualquier otra en las vastas y ardientes extensiones del infierno. Su presencia aquí se remonta a eras inmemoriales, mucho antes de que el ángel "Samael" desafiara a Dios en el conflicto de la guerra celestial. Posteriormente, Samael se transformó en Lucifer, el primer ángel caído, y su descenso lo trajo a estas mismas tierras. —la princesa Gremory hace una pausa, permitiendo que la gravedad de sus palabras se asiente— No pasó mucho tiempo antes de que Zalgo y él se convirtieran en enemigos acérrimos. Zalgo ostenta una fuerza sin igual, superando en poder incluso a la combinación de Azazel y Miguel. Como el Superior Uno, posee la capacidad de someter y dominar a los Dragones Celestiales con una facilidad desconcertante, si así lo deseara. Su desinterés en la guerra de las facciones fue una bendición disfrazada, pues de haber participado, su poder podría haber aniquilado la totalidad de nuestra realidad. 

—Se rumorea que su aburrimiento lo mantuvo al margen, despreciando la idea de involucrarse en lo que consideraba una guerra insensata. —dice Kiba, sumándose a la conversación—

—No existe ser alguno capaz de enfrentarlo y sobrevivir. Se dice también, que exterminó al Dragón Emperador Negro, conocido como "Dilragon", y se apropió de su infinito poder. —finaliza Rías—

—Entonces, ¿por qué tu hermano ostenta el trono? Si Zalgo es el Emperador Supremo, la lógica parece fallar. —interroga Blake, su confusión es evidente una vez más—

—La razón es sencilla, Zalgo rechazó el trono. En esencia, él posee el derecho absoluto sobre él, y podría reclamarlo en cualquier momento si así lo deseara. —explica Rías, su tono refleja una mezcla de respeto y resignación— No obstante, nos concede la ilusión de control sobre la mayoría de los dominios infernales, siempre y cuando no transgredamos los límites de sus propiedades personales. —la joven Gremory exhala un suspiro profundo y cargado— Sus palabras fueron inequívocas y despectivas: "Las trivialidades políticas y sus absurdas divagaciones no captan ni una mísera parte de mi interés. No tengo la menor intención de gobernar, a pesar de que el infierno entero me pertenece. Ustedes existen para servirme, les agrade o no, pero les concedo la libertad de ejercer su libre albedrío, lejos de mi presencia".

—Su hijo es el Príncipe "Abbadon", también conocido como el "Demonio del Sueño", una figura entre los Demonios Superiores de los más temibles, ocupando el cuarto lugar en la jerarquía. —Akeno interviene con una mezcla de admiración y temor—

—¿"Demonios Superiores"? —Valler interroga con curiosidad— Jamás había escuchado tal término.

—Son una casta distinta a la de los demonios ordinarios. Su rango de poder es completamente distinto y autónomo. —Rías aclara con autoridad— Gozan de independencia, gobiernan sus propios reinos y sus habilidades eclipsan incluso al Rey Demonio. Los Demonios Superiores no están sujetos a las órdenes de mi hermano; no tienen la obligación de ser sus aliados ni de seguir sus mandatos. Su lealtad es únicamente hacia sí mismos, o hacia Zalgo.

—¿Cuántos demonios superiores hay en existencia? —Blake indaga con interés—

—Nueve en total. —Rías responde, su voz se torna sombría— Zalgo Murder; El Demonio Primordial, Risotto Nero; El Amo del Poder, Morrigan Aesland; La Reina de la Lujuria; Abbadon Murder; El Príncipe de las Tinieblas, Akaza; El Señor del Dolor, Alice; La Hermana Muerte, Damian Wells; El Demonio de la Locura, Maxwell Forest; El Lord de la Ira y Gaemoz; El Depredador.

—¿Con qué motivo nos ha convocado, Lord Sirzechs? —inquirió Lord Taaron, el líder de la familia Goethia, mientras degustaba un poco de vino de su copa— Nos ha dicho que se trataba de una situación de emergencia, y estamos impacientes por conocer el motivo. 

—El Demonio Superior Número Nueve, Gaemoz el Depredador, ha perdido la vida. —anunció el rey demonio, con un tono grave y serio, y al instante, la sala entera quedó en silencio absoluto— Las circunstancias de su muerte aún son misteriosas, y seguimos con la investigación pertinente.

—¿Qué? ¿"Gaemoz el Depredador, muerto? —exclamó Lady Rahena, la esposa de Lord Taaron, poniéndose de pie con incredulidad— ¿Se ha podido identificar a su asesino?

—Lamentablemente no. —respondió Sirzechs-Lucifer, mientras se llevaba una mano a la frente— Pero... hemos hallado un rastro de sangre. Lo hemos conservado y, en estos momentos, está siendo analizado por nuestros científicos más expertos. En poco tiempo descubriremos a quién pertenece.

—Este asunto no nos incumbe, Lord Sirzechs. —intervino un hombre anciano, el Caballero Ozrim, el patriarca de la familia Dilguth— Los Superiores son un asunto ajeno al nuestro. ¿Por qué nos ha llamado entonces?

—Porque estoy seguro de que los ángeles caídos están tramando algo. —informó el Rey Demonio— Mis espías y mi hermana han recopilado información acerca de un grupo rebelde, liderados por un ángel traidor que escapó del cielo. Están recolectando Sacred Gears para iniciar una Segunda Guerra entre Facciones. Los he llamado... para solicitarles su apoyo.

—¿Apoyo? —preguntó Zehpydor, el heredero de los Glaysa-Labolas— ¿Y desde cuándo el Rey Demonio solicita apoyo? ¿No eres capaz de manejar esta situación por tu cuenta?

—Muestra más respeto. —le reprendió Lord Terrence— ¡Estás hablando con el Rey Demonio Sirzechs-Lucifer! ¡Muchacho insolente!

—Sólo digo, que, si esto no afecta al infierno directamente, no es nuestro problema. —dijo Zephydor, mientras sacaba un mondadientes y se lo colocaba en la boca— Que los ángeles se peleen con los caídos, mientras no me molesten, mejor para todos. Me pregunto... si Azazel estaba al tanto de eso. Al fin y al cabo, ¿no es él quien controla a los caídos?

—No exactamente. —dijo Blake, en voz alta, sin darse cuenta, y ahora había captado toda la atención de las personas— Es un grupo distinto, no son comandados por un ángel caído.

—... ¿Y este quién es? —preguntó Zephydor, frunciendo el ceño confundido— ¿La pelirroja se ha conseguido a otra pieza?

—Él es mi Torre, Blake Valler. —dijo Rías, presentando al evolucionado del Redlight— Se unió hace relativamente poco tiempo, aún no está familiarizado con nuestras costumbres.

—¿Cómo sabes que es un grupo distinto, chico? —preguntó Lord Phoenix, el padre de Raiser—

—Yo mismo maté a uno de ellos. —dijo Blake con naturalidad, y los murmullos no tardaron en presentarse— Maté a un ángel caído, fue en defensa personal por supuesto, pero así descubrí un par de cosas.

—¿Cómo es posible que hayas matado a un ángel caído, tú solo? ¿Tú, un simple demonio de clase baja? Eso es imposible... —dice Zephydor, con indignación y envidia— ¡Solo un demonio de clase alta tiene el poder suficiente para acabar con un ángel caído!

—Pues resulta que yo también puedo. —le responde Blake, con ironía— No tenía mucha información, pero lo que dice Sirzechs es cierto: se dedicaban a cazar a portadores de Sacred Gears y las acumulaban, quizás para formar un ejército o simplemente para fusionarlas.

—La posibilidad de fusionar Sacred Gears, ¿es que acaso tienen la intención de engendrar una Longinus? —Lord Terrence alzó la voz, impregnada de una ansiedad que no pudo disimular— Majestad, es imperativo que tomemos cartas en el asunto. La concentración de un exceso de Armas Sagradas podría desencadenar una catástrofe de proporciones inimaginables.

—Es precisamente por esa razón que he confiado esta delicada tarea a mi distinguida hermana, Rías Gremory. —respondió el rey demonio, su expresión serena contrastaba con la gravedad de la situación, y su sonrisa sutil apenas insinuaba la confianza que depositaba en ella—

—¿Qué está diciendo, hermano? —Rías no pudo ocultar su desconcierto, su voz se quebró ligeramente, revelando su sensación de traición— Nunca se mencionó esto en nuestras conversaciones previas.

—En tiempos de crisis, las medidas extraordinarias son la única vía. —afirmó Sirzechs, su tono era firme, dejando entrever la seriedad de su resolución— Si no hay más que discutir, considero este encuentro concluido.

"Yo soy el responsable".

Declaró una voz profunda y resonante que llenó la vasta sala de piedra, haciendo eco entre las altas columnas y los arcos góticos. La confesión, tan abrupta como inesperada, provocó un torbellino de murmullos y cabezas girando en busca del origen de esas palabras cargadas de gravedad. De entre las sombras, emergió una figura imponente, un demonio encarnado en la forma de un hombre de edad avanzada. Su cabeza, pulida hasta brillar bajo la tenue luz, contrastaba con la barba gris que caía sobre su pecho, cada hebra tejida con la sabiduría y la autoridad de los años vividos. Se materializaba desde la oscuridad, su cuerpo musculoso y envuelto en ropajes que evocaban la rebeldía de las carreteras resonaba con un poderío palpable. Cada rasgo de su apariencia exudaba un aura de fuerza y determinación, desafiando las normas establecidas y despertando un temor ancestral en aquellos que se atrevían a cruzar su mirada. Se había puesto de pie, su semblante era la definición misma de la serenidad, un lago tranquilo en medio de la tormenta que se avecinaba.

—¿Quién dijo eso? —Zephydor interrogó, su voz está cargada de incredulidad, como si las palabras que acababa de escuchar fueran un enigma que su mente se negaba a aceptar—

—Lamorac de los Oh'mith, legítimo heredero de Lord Sultanoth y Lady Bloodshard. —se presenta el demonio, su voz tan firme como el acero, resonando con la certeza de su linaje y su destino—

—¿Cómo es que un bastardo logró acabar con el Noveno Superior? —vuelve a preguntar el príncipe de cabello azulado, su tono teñido de desdén y desafío— Tú no eres heredero de nada, los bastardos no tienen derecho por linaje de sangre.

—Lamorac ha sido reconocido como un Oh'mith por su padre, príncipe Zephydor. —informa Risotto, su voz imperturbable como la de un narrador omnisciente, revelando verdades que alterarían el curso de la historia— Por lo que, constitucionalmente, ha dejado de ser un bastardo. —el mayordomo se voltea hacia el mencionado, con una mirada curiosa, como si estuviera ante un misterio que deseaba descifrar— Me interesa saber cómo logró acabar con Gaemoz el Depredador.

—El Noveno Superior hacía honor a su título. —explica Lamorac, con serenidad, su voz un murmullo que contrastaba con la gravedad de sus palabras— Su pasatiempo era cazar bastardos de familias demoníacas. Me consideró su presa, pero afortunadamente, logré matarlo.

—¡Eso es imposible! —exclamó un príncipe de una familia demoníaca, levantándose abruptamente, su grito estaba lleno de furia, como un volcán que finalmente estalla— ¡Un ser tan insignificante como tú no podría haber derrotado a un superior! ¡No eres más que un peón en este juego, un demonio de la clase más baja!

"La decisión está tomada". 

Anunció una voz que cortó la tensión como un cuchillo afilado. Risotto se puso de pie, y su sola presencia devolvió el silencio a la sala, cada uno retomando su asiento con lentitud, como si la gravedad de sus palabras pesara sobre ellos.

—De acuerdo con la venerable tradición demoníaca, aquel que acabe con la vida de un Demonio Superior deberá tomar su lugar. —explicó el mayordomo de la familia Murder, su tono era tranquilo, pero portaba una autoridad innegable, como si cada palabra fuera un decreto inmutable— Señor Lamorac, tenga la amabilidad de acompañarme.

—¡Esto es una injusticia! —protestó Zephydor, su voz un rugido de descontento que retumbó en los cimientos de la sala— ¡Soy yo quien merece ese puesto! ¡He esperado pacientemente, he demostrado ser digno de las pruebas! ¡No pueden simplemente otorgarle el título de Noveno Superior a alguien como él!

—Le recuerdo, joven Glaysa-Labolas, que las tradiciones demoníacas son inquebrantables y se respetan sin excepción. —respondió Risotto, su voz calmada, pero con un matiz de autoridad que no admitía réplica, como si fuera el portavoz de un código ancestral— El código es la ley, y todos debemos someternos a él.

—¿Qué fue lo has hecho? —pregunta Lord Sultanoth a su hijo, su ira es contenida, pero sus palabras destilan un veneno que solo un padre traicionado podría conjurar—

—Hice lo que tenía que hacer para sobrevivir. —respondió Lamorac, sin rastro de culpa, su voz tan clara como el cristal, reflejando la resolución de un guerrero que ha aceptado su destino— Era él o yo, y no tenía intención alguna de ser la víctima.

Asintió mirando al mayordomo de la familia Murder, y entonces, a paso lento y nervioso, se acercó al Segundo Superior, quien le miraba con una ligera mezcla de asombro e incredulidad. ¿En qué momento una torre había logrado acabar con un Demonio Superior? Ciertamente, "Gaemoz el Depredador" era el más débil de todos los superiores, pero aun siendo más débil, su poder era apenas dos veces más bajo que el del rey demonio, una brecha que parecía insalvable para cualquier ser de menor rango.

"Entonces, creo que nuestro asunto aquí ha terminado".

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Apariencia de Risotto Nero:

Apariencia de Zephydor Glaysa-Labolas:

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