Capítulo 19

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.Día 17 de Julio del año 2010.

.Ciudad de Kuoh - Club del Ocultismo.

—¿Espera tu hermano que nos encarguemos de esta situación? ¿Realmente lo cree así? —pregunta Blake, su voz está teñida de un escepticismo palpable, una risa apenas perceptible se escapa de sus labios— Descarten esa idea, no soy un peón en su tablero de ajedrez, listo para ser movido a su antojo.

—Fuiste tú quien nos arrastró a este embrollo, y ahora tienes la responsabilidad de ayudarnos a ponerle fin. —replica Rías, su mirada fija y severa, claramente descontenta con la situación, pero resignada a seguir las órdenes de su hermano, el Rey Demonio— Un mandato es un mandato. Ignorar la voluntad de mi Rey sería una afrenta a mi honor y al de mi linaje. —explica Rías, mientras Blake la observa con una expresión de irritación, permaneciendo en silencio— No espero que comprendas... no compartes nuestra cultura. Te falta nuestro sentido del deber y del honor.

—¿Piensas que me preocupa su estúpida noción de honor? Déjame decirte algo, me importa una mierda su cultura. —interroga Blake, su rostro torcido en una mueca de desdén. Los otros miembros del séquito lo miran con una mezcla de ira y desaprobación— Claro. Ahora resulta que soy el villano de la historia, ¿verdad? —comenta con amargura, levantándose del sofá con un movimiento brusco Haré que esto sea más fácil para todos, incluyéndome. —anuncia, dirigiéndose hacia la salida con paso decidido—

—¿Adónde piensas que vas? —Rías lo interpela, su sorpresa evidente, su tono cargado de ofensa— Aún no he terminado.

—Pues qué lástima, yo sí. —responde Blake, girándose para enfrentar al séquito de Rías con desafío— Este asunto no me acerca a Desmond Tyler ni a "Los Siete", por lo tanto, no me aporta beneficio alguno. En consecuencia, no es de mi incumbencia y no merece mi atención.

—Entonces, ¿solo buscas tu propio interés? —deduce Xenovia, cruzando sus brazos con firmeza—

—¿Acaso te tomó tanto tiempo llegar a esa conclusión? ¡Felicidades, mereces el premio Nobel de la inteligencia! —exclama Blake, su voz está claramente impregnada de sarcasmo— Por supuesto que priorizo mis intereses ante cualquier cosa, ¿Qué esperabas? ¿Qué de repente decidiera adoptar una perspectiva más humana o enfocada en el bien común? Sorpresa, eso jamás sucederá. —Valler avanza un paso, su postura desafiante— Yo por encima de todo, ese es mi lema.

—¿No te importa en lo más mínimo lo que les suceda a los demás? ¿Tus amigos, tu familia... nada de eso tiene valor para ti? —inquiere Xenovia, incapaz de entender tal visión nihilista del mundo—

—No tengo amigos, ni familia. No me queda nada ni nadie más que yo mismo. —responde Blake, su voz cargada de molestia El resto del mundo es irrelevante para mí, siempre y cuando logre mis objetivos. Los demás son insignificantes a menos que pueda utilizarlos a mí favor.

—Así que, para ti, las personas solo tienen valor si te ofrecen algo a cambio, ¿es eso? —Rías interroga, buscando confirmar su sospecha Si no puedes sacar provecho de ellos, entonces son como si no existieran.

—Exactamente. —afirma Blake, esbozando una sonrisa que no llega a sus ojos, aún llenos de ira— Qué astuta. Pensé que lo habrías entendido antes, una pena que no haya sido así... me habría ahorrado esta conversación innecesaria. Detesto malgastar mi tiempo explicando las razones detrás de cualquier cosa sobre mí.

—¿Qué hay de las consecuencias no deseadas? ¿Qué pasa si aquellos a los que dañas tienen familias? ¿No te pesa en la conciencia? —interroga Xenovia, buscando alguna señal de empatía—

—Hmm, no. —responde Blake con frialdad— No me perturba en lo más mínimo, no me quita el sueño para nada. No hago distinciones entre inocentes y culpables; si me beneficia eliminarlos o dejarlos vivir, así lo haré. —Valler se gira y se dirige a la puerta— Si alguno de ustedes planea seguirme, les sugiero que reconsideren el significado de sus vidas. Tal vez, tras una seria reflexión, decidan no embarcarse en una tontería de magnitudes planetarias. —con esas palabras, sale de la cabaña y cierra la puerta con tal fuerza que casi la rompe—

—¿Cómo puede existir alguien así? —murmura Asia, incapaz de levantar la vista—

—No tengo respuesta para eso. —dice Rías, contemplando el marco de la puerta con una mirada perdida— Nunca he conocido a alguien con una perspectiva tan... —se detiene, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para describirlo—

[...]

.Ciudad de Kuoh - Nueve y Media de la Noche.

Blake estaba sumido en sus pensamientos, sentado en una banqueta en el corazón de un bar bullicioso. El estruendo del rock clásico resonaba, creando una atmósfera cargada de nostalgia y rebeldía, mientras algunos parroquianos se entregaban a partidas de pool, otros a juegos de cartas, y unos cuantos más se perdían en el humo de sus cigarrillos y el sabor de sus bebidas. Valler, con un Whisky Escocés de primera en mano, un lujo que su billetera permitía con facilidad parecía inmune al efecto del alcohol, necesitando cantidades descomunales para sentir algún atisbo de embriaguez. Su mirada se perdía en el vórtice de su trago, como si en ese remolino líquido se escondieran los secretos del cosmos.

De repente, dos golpes firmes en su hombro derecho lo sacaron de su trance. Al girar la cabeza, se encontró con un hombre de cabello largo y desordenado, cuyos ojos celestes destellaban con una intensidad inusual, y una barba incipiente le daba un aire de descuido calculado. Los tatuajes que serpentean por sus brazos narraban epopeyas no pronunciadas, y una cicatriz bajo su ojo izquierdo añadía misterio a su semblante. Su atuendo era una declaración de individualidad: una chaqueta de cuero con tonos dorados y negros, pantalones con un diseño intrincado y una raya que se entrelazaba artísticamente en la rodilla, guantes negros sin dedos y zapatos grises que pisaban con decisión. A su lado, una bolsa con un teléfono enchufado a la correa, como si esperara una llamada que pudiera cambiarlo todo.

—Por favor, sírvele un trago a este caballero. —solicitó Jacob al barman, su sonrisa apenas es disimulada— Me llamo Jacob. Jacob Valerie. Un placer conocerte.

Blake desvió la mirada hacia su interlocutor, analizando brevemente al hombre de la chaqueta amarilla y ojos como el cielo. Sin embargo, decidió ignorarlo, volviendo a sumergirse en su mar de cavilaciones. Mientras tanto, el barman colocó un chupito de Sake frente a él, una invitación silenciosa a la camaradería que Blake desestimó. El hombre de la melena al viento giró sutilmente, como si esperara una señal para revelar el próximo capítulo de la noche.

—Pareces una persona tranquila y sensata. ¿Es así realmente? —indaga Jacob con un tono juguetón, una chispa de curiosidad en su mirada— No es mi costumbre hacer esto, pero... aquí tienes. Parece que lo has extraviado. —dice, deslizando sobre la mesa un collar con placas militares inscritas con el nombre "Jason Rogers"— Anda, pregúntame dónde lo conseguí.

Blake, sin emitir palabra, recibe la estaca de concreto que Jacob clava en su palma. Un gemido sordo de dolor se escapa de sus labios mientras lo observa, mezcla de sorpresa y rencor en su mirada.

—Te he dicho que preguntes. —insiste Jacob, su voz adquiere un tono grave y autoritario—

—Agh... ¿Dónde lo encontraste? —exige Blake, conteniendo el dolor, sujetándose la muñeca con la mano opuesta, incrédulo ante la situación—

—Hm, qué curioso que preguntes. —responde Jacob, llevándose un mondadientes a los labios— Pertenecía a un soldado de Blackwatch, víctima del virus Redlight. Alguien careció de la valentía para evitarles un destino peor que la muerte. Limpiar tu desorden me ha costado más tiempo del que me gustaría admitir.

—¿Cómo diste conmigo? —interroga Blake, su herida regenerándose lentamente, aunque intenta ocultarlo sin éxito—

—Tengo mis métodos. —afirma Jacob con una sonrisa torcida, tomando otro sorbo de su Sake— Los infectados por Redlight emiten un olor distintivo. Mi sentido del olfato es excepcional, y tú, amigo mío, exhalas esa misma fragancia. No es desagradable, pero sí inconfundible. Además... —observa la mano derecha de Blake, donde la estaca ya no está— Tu herida se cerró en el instante en que la infligí. El virus cubrió la lesión. Te has expuesto tú solo, Blake Valler. Adicionalmente, tu tatuaje de "Sujeto de Pruebas", odio decirlo, pero te delata.

—¿Qué es lo que quieres? —exige Blake, buscando una respuesta clara y directa—

—Nada realmente complejo. Este es el trato: vienes conmigo y, a cambio... te proporcionaré la ubicación de varios miembros de "Los Siete". —propone Jacob, ante la mirada atónita de Blake— Ah, esa expresión era de esperar. No fue difícil deducir que el "Sujeto de Pruebas Número Once" perseguía a los delegados de Raymond McMullen. De "Los Nueve", tres han caído, ahora son "Los Siete", y casualmente, conozco la ubicación de algunos de ellos. Si cooperas, te daré sus coordenadas exactas al terminar.

—Te lo advierto, si esto es una trampa... —Blake es interrumpido antes de poder terminar—

—Oh, no, no es una trampa, te lo aseguro. —responde Jacob, guiñándole un ojo— Bien, yo invito la bebida. ¿Nos vamos ya? —pregunta, levantándose de la banqueta— Iremos en mi auto.

—¿Quién te dijo que me encontrarías aquí? —inquiere Blake, mientras se pone de pie, dejando discretamente un pequeño dispositivo bajo la mesa del barman, que emite un tenue parpadeo rojo—

—Como mencioné antes, tengo mis métodos. —responde Jacob, su voz denota diversión, como si disfrutara del momento— Aún no somos lo suficientemente cercanos como para compartir mis secretos. Por ahora, tendrás que vivir con la incertidumbre, lo lamento.

Blake se pone de pie, su estatura imponente apenas disimulada por la tenue luz del bar. Observa a Jacob con una mezcla de cautela y curiosidad. A pesar de la tensión, hay un atisbo de respeto en su mirada, el reconocimiento tácito de un adversario digno.

—Muy bien, nos vamos. —dice Blake con una voz que no admite réplica, aunque la sombra de una duda cruza su rostro por un instante

Valler se ajusta el pliegue de la camisa y se dirige hacia la salida, siguiendo los pasos de Jacob.

El aire fresco de la noche los recibe al salir del bar, un contraste marcado con el ambiente cargado del interior. La ciudad está viva con los sonidos de la noche, pero en ese momento, para Blake, todo parece distante, como si él y Jacob estuvieran encapsulados en una burbuja de realidad aparte.

Jacob conduce a Blake hacia un vehículo que parece sacado de una película de espías: elegante, negro y con un brillo que refleja las luces de la ciudad. Abre la puerta del pasajero para Blake, quien entra sin decir palabra. Jacob se desliza en el asiento del conductor y arranca el motor, que ronronea con una promesa de potencia contenida.

—No te preocupes, no es una trampa. —repite Jacob con una sonrisa tranquilizadora, mientras maniobra el vehículo con destreza fuera del congestionado estacionamiento— Mira, será un viaje de media hora, más o menos. Creo que podríamos aprovechar ese tiempo para conocernos un poco más, ¿no te parece? A menos, claro está, que prefieras el silencio; en cuyo caso, no tengo problema en poner algo de música en la radio y disfrutar del paisaje.

—¿Qué es lo que quieres de mí? —interroga Blake, su voz teñida de cautela mientras se cruza de brazos en el asiento del auto, su postura rígida y defensiva—

—Personalmente, mi intención era llevarte a donde realmente perteneces. —responde Jacob, su tono es casual, pero hay una intensidad subyacente en sus palabras mientras frena en un semáforo en rojo. Aprovecha la pausa para sacar un cigarrillo y encenderlo con una llama que ilumina brevemente su rostro en la penumbra del vehículo— Hay personas muy importantes dentro de Gentek y la Blackwatch que te quieren con vida, eso es seguro. Pero, verás, otros me han ofrecido un trato mucho más... tentador. Así que he decidido que te llevaré con ellos.

—¿Ellos quiénes? —inquiere Blake, girando ligeramente la cabeza hacia la izquierda, su mirada inquisitiva intenta descifrar las sombras que juegan en el rostro de Jacob—

—Me encantaría decirte que eso es información clasificada. Amo jugar a ser el militar misterioso. —Valerie suelta una risa suave, casi inaudible, como si disfrutara del juego de palabras— Se autodenominan los "Primeros Hijos". Son gente con un poder considerable, y eso es todo lo que diré al respecto.

—Lo que sea que te hayan ofrecido, es una falacia. —afirma Valler, su voz es un murmullo pensativo mientras se lleva la mano derecha a la barbilla, acariciando suavemente el contorno de su mandíbula— Nadie puede curar tu enfermedad, eso es un hecho.

Jacob entonces se queda en silencio, claramente sorprendido. Sus ojos se abren ligeramente en señal de asombro, pero su expresión se mantiene imperturbable.

—Imaginé que llegarías a esa conclusión. —responde Valerie, su voz es un susurro indiferente, como si la revelación no le afectara en lo más mínimo— Gentek logró suprimir el tumor gracias a unas pastillas de sabor amargo y repulsivo. A cambio, me otorgaron ciertas... habilidades, como las que has sido testigo.

—Eres un mutante. —deduce Blake, su voz es firme, segura, y no hay rastro de temor en ella—

—Al igual que tú. —le contesta Jacob, dando una profunda calada a su cigarro, el humo se enrosca en el aire como si quisiera escapar de la realidad de sus palabras— No somos tan diferentes al final, aunque te resistas a aceptarlo.

—No somos iguales, si eso es lo que insinúas. —replica Blake con firmeza—

—Nunca dije que lo fuéramos. Antes de convertirme en lo que soy ahora, yo era alguien, tenía una vida, y una familia. —Jacob contraataca verbalmente, su sonrisa es una curva ladeada, llena de significados ocultos— Tú, por otro lado... eres un ser artificial. No tienes familia, no tienes amigos, no tienes un pasado al que aferrarte.

El silencio se instala en el vehículo, un silencio pesado, cargado con el peso de las revelaciones y las tensiones que aún flotan en el aire. Blake permanece inmóvil, su mirada fija en el paisaje urbano que se desliza más allá de la ventana, reflexionando sobre las palabras de Jacob, cada sílaba resonando en su mente.

—No necesito ser como tú para comprender lo que significa perder algo. —dice finalmente Blake, su voz es baja pero cargada de una firmeza que parece emanar desde lo más profundo de su ser— Tal vez no tenga familia, pero eso no me define. Y definitivamente no me hace menos real.

Jacob asiente lentamente, una sombra de respeto cruza su rostro por primera vez, como si las palabras de Blake hubieran tocado algo en su interior. El humo de su cigarrillo se eleva en espirales, llevando consigo las palabras no dichas, los pensamientos no expresados entre ellos.

—Entonces, ¿Qué te define, Blake? —pregunta Jacob, su tono ahora es más suave, casi introspectivo, como si realmente quisiera entender— Si no es la familia, ni los amigos, ¿qué es lo que te hace ser quién eres?

Blake se toma un momento antes de responder, eligiendo sus palabras con cuidado, como si cada una de ellas fuera una pieza clave en un rompecabezas más grande.

—Mis acciones. Mis decisiones. La búsqueda incansable de algo que realmente valga la pena. —responde Blake con una claridad que parece sorprender incluso a él mismo— No estoy aquí por casualidad, Jacob. Estoy aquí porque tengo un propósito, una razón de ser.

"Me gusta tu filosofía".

Admite Jacob, y hay un atisbo de genuina admiración en su voz.

La conversación se desvanece mientras el coche sigue su camino, dejando atrás la ciudad y adentrándose en la oscuridad de la noche. Ambos hombres, tan diferentes y sin embargo unidos por circunstancias extraordinarias, se enfrentan a un futuro incierto, cada uno luchando a su manera por encontrar su lugar en un mundo que apenas comprenden, un mundo que los desafía a cada paso.

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