Capítulo 21

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—Te creí muerto. —murmura Jacob con un tono que denota tanto sorpresa como alivio, mientras avanza lentamente hacia la figura imponente del evolucionado, cuyos ojos destellan una luz inusual. Observa cómo este ser extraordinario retrae hábilmente las estacas de biomasa que había incrustado en el concreto, como si fueran extensiones de su propia voluntad—

—Ja, ya quisieras. —responde Blake con una sonrisa torcida, su tono está rebosante de confianza. Se detiene un momento para mirar sus manos, donde las garras negras como la noche y afiladas como su mente, se retraen, dando paso a unos brazos humanos y normales— Te lo advertí, Jacob. Te dije que no debías subestimarme. Y ahora, aquí estoy, desafiando tus expectativas una vez más. 

—No quería creerlo, lo idiota que fui al confiar en ellos. —confiesa Valerie, su voz es apenas un susurro mientras saca un pequeño pastillero de su bolsillo. Con manos temblorosas, selecciona uno de los medicamentos, una pequeña cápsula que contiene la promesa de alivio contra el tumor que amenaza su existencia— Cuando la muerte te acecha tan de cerca, es cuando sientes que tu vida pende de un hilo, tus pensamientos se vuelven hacia tu familia, hacia la desgarradora posibilidad de no volver a verlos. Creí que los Ángeles Caídos... eran de fiar. Me convencieron en un primer instante.

—La desesperación a veces opaca a la sensatez. —comenta Blake, su tono anterior de burla se suaviza, adoptando una cadencia ligeramente más empática— No esperes que lo entienda, Valerie. No somos iguales.

—No lo hago. —responde Jacob con firmeza, acercándose al evolucionado, su mirada está fija en aquel ser, que desafía a la naturaleza misma— Gentek tampoco tiene la cura para mi enfermedad. No sé qué hacer, o cómo debo actuar. Quién sabe cuántas de estas mierdas me quedan antes de que muera. —menciona, enseñando el pastillero

—Hay dos cosas que puedo decirte, la primera; vuelve a casa y pasa el resto de tus días al lado de tu familia. —dice Blake, su voz se torna más empática, casi paternal, mientras se dirige hacia el sicario neozelandés, que parece perdido en sus pensamientos— Eso podría llevarte a encontrar la paz que tanto anhelas. Morirías con la conciencia limpia, sabiendo que aprovechaste hasta tu último segundo de vida estando al lado de las personas que más amas. 

—¿Y la segunda opción? —inquiere Jacob, cruzando sus brazos sobre el pecho, su postura desafiante esconde una vulnerabilidad que es apenas perceptible—

—Podría intentar buscar una cura para tu tumor. —propone Valler, pero su voz se tiñe de duda y de incertidumbre— Pero... no estoy seguro de poder lograrlo. La ciencia tiene sus límites, y yo... yo soy solo un hombre con muchos conocimientos, pero no soy Dios. Aunque estoy bastante cerca. —la última parte, la dice con una sonrisa leve—

—¿Por qué harías tú eso por mí? —interroga Valerie, su voz está cargada de dudas y posee un atisbo leve de esperanza— 

—No intentaste matarme en el primer momento que me viste. —confiesa el evolucionado del Redlight, su voz baja, casi íntima— Tú conoces mi objetivo, sabes lo que estoy destinado a hacer. Mi misión es consumir a tantos miembros de "Los Siete" como sea posible. Cuando obtenga la verdad que busco, cuando tenga en mis manos ese conocimiento prohibido, destruiré a Gentek y a la Blackwatch en este país. Puedes estar de mi lado, del tuyo propio, o del enemigo. Esa decisión te corresponde a ti, y solo a ti. —hace una pausa leve, permitiendo que sus palabras se asienten en el aire— Te doy la oportunidad de que regreses con tu familia, si eso es lo que deseas. Siéntete afortunado, a casi nadie se le es concedida esa oportunidad.

—¿Cuál es la alternativa? —busca Jacob, su voz revela un deseo de obtener nuevas ideas, de encontrar una salida a su dilema— ¿Que luche junto a ti? En caso de derrotarlos, ¿cómo curaríamos mi enfermedad? 

—No estás viendo las prioridades. —dice Blake, su tono es firme, casi reprobatorio— Si decidieras unirte a mí, la prioridad sería acabar con tu enfermedad, conservar tus poderes de ser posible, y cumplir con lo que dije que haría: asegurar el anonimato y la seguridad de tu familia. Es un compromiso que no tomo a la ligera.

—¿Puedes hacer eso con una simple llamada? —pregunta Valerie, su voz está teñida de desdén y escepticismo—

—Puedo hacer muchas más cosas con una simple llamada. —afirma Blake con una sonrisa enigmática— El poder que tengo va más allá de lo que puedes imaginar.

—Bien, ¿cómo planeas curar mi enfermedad? —cuestiona Jacob, su curiosidad es palpable— No voy a aceptar que me infectes con el puto virus Redlight. Paso.

—No te preocupes, no haré eso. Aunque es una buena opción. —asegura Blake con calma— Creo que... puedo sintetizar unos anticuerpos capaces de atacar a tu tumor, y eliminarlo por completo de tu sistema. Pero...

—¿Pero? —presiona Jacob, su mirada intensa busca respuestas—

—No tengo los recursos necesarios aquí. —le dice Valler, su voz refleja la complejidad de la situación— Es complicado.

—¿Qué es lo que necesitas? —vuelve a preguntar Valerie, su tono es de alguien que está dispuesto a hacer lo que sea necesario—

—Un laboratorio de Gentek que no tenga enemigos vigilándolo en primer lugar. —dice Blake, enumerando sus requerimientos— Y en segundo... necesito ver al tumor e inspeccionarlo detenidamente. Quizás con eso pueda hacer una especie de cura. —el evolucionado suspira, un sonido que parece llevar el peso del mundo— No soy médico, así que no te haré una operación a corazón abierto. Pero tengo conocimientos que podrían ayudar. Si te abro, no puedo asegurar que vivas. No puedo hacerlo sin ayuda.

—Debe haber una alternativa. —dice Jacob, su voz es casi una súplica, un ruego por una esperanza. Entonces, el sujeto de pruebas se voltea hacia la pared de concreto que Valerie levantó, se la queda mirando intrigado— ¿Qué? ¿Qué miras?

—Por supuesto... —Blake divaga en sus pensamientos, luego mira a Jacob con una nueva determinación en su mirada— Creo que... tengo una idea.

[...]

.Club del Ocultismo - Al día siguiente.

—No. No, no, no. Bajo ningún punto de vista lo haré. —rechaza Valerie con vehemencia, su voz resuena con una firmeza inquebrantable— No voy a venderle mi alma a un demonio. Prefiero mil veces hacer otra cosa. ¿Quién sabe qué oscuros designios podría tener para mí? —Jacob, con un gesto de frustración, se lleva las manos a la cara, intentando relajar los músculos tensos de su rostro, buscando calma en medio del caos que lo rodea—

—Raiser Phoenix nunca lo aceptará. —afirma Rías, su postura rígida y los brazos cruzados reflejan su convicción— Esto algo que va en contra de sus principios. No les entregará las Lágrimas de Phoenix a cualquiera, son su recurso más valioso. Y en caso de aceptar, el precio que pediría a cambio sería absurdamente grande. No vale la pena.

—No tiene que hacerlo él personalmente. —replica Blake, su sonrisa es sutil pero llena de astucia— Tu hermano, el Rey Demonio, nos ordenó encargarnos de este asunto. Ahora que hemos cumplido, sería lógico pedir algo a cambio. Una especie de... "compensación" por los servicios prestados.

—Fue una orden, no un favor o una petición. —insiste la heredera de los Gremory, su tono es tan firme como su mirada— No podemos confundir los deberes con los privilegios, Blake.

—En nuestro caso, pero no para él. —señala Valler, haciendo un gesto con la cabeza hacia el sicario neozelandés— Él no tenía ninguna obligación en este asunto, pero aun así eligió ofrecer su ayuda. Sería justo que pidiera una recompensa por su valioso apoyo. —Blake se gira hacia la líder de su séquito, su expresión es seria, casi solemne— Tu hermano es conocido por su generosidad. Confío en que entenderá y nos concederá este pequeño favor.

—Quizás, o quizás no. Mi hermano es impredecible. —Rías eleva las cejas en un gesto de consideración y luego las baja rápidamente, acompañando el movimiento con un leve inclinar de cabeza— Bien, puede que tu plan funcione, pero no seré yo quien vaya a pedírselo. Esa tarea recaerá en ustedes dos. Mis responsabilidades me reclaman en otro lugar.

—¿Qué te tiene tan ocupada? —inquiere Blake con curiosidad, mientras extrae de su bolsillo un chicle de sabor a menta y lo coloca entre sus labios—

—La Asamblea de Líderes. —responde la princesa de cabello carmesí, su voz revela el peso de la responsabilidad que lleva sobre sus hombros— Es mi deber asegurar que todo esté organizado para la reunión. Cada detalle debe ser impecable, todo debe transcurrir sin contratiempos y de acuerdo al plan establecido. —Rías exhala un suspiro profundo y se sienta en el escritorio, su postura refleja la carga de sus obligaciones—

—¿Le permitirán el paso al castillo si usted no está con ellos? —pregunta Xenovia, su curiosidad es evidente en su tono de voz—

—Mi hermano conoce el rostro de Blake, pero no el del señor Valerie. —contempla Rías, llevándose la mano al mentón en un gesto pensativo— Supongo que... si les avisamos con suficiente antelación, les permitirá la entrada.

—Antelación, sí... pero no dispongo de tanto tiempo. —interviene Jacob, su voz está cargada de urgencia— Mi última pastilla fue hace media hora, tengo como unas tres horas antes de que el tumor comience a consumirme. ¿Cuánto podría tardar en responder? ¿Días, semanas? Se me va el tren, señorita Gremory.

Rías suspira pesadamente, y tras unos segundos de reflexión, extrae de uno de los cajones del escritorio un panfleto adornado con el símbolo de la familia Gremory. Se lo extiende a Blake, quien lo examina con atención.

—Esto les facilitará el acceso al castillo de mi hermano. —explica ella, y luego dirige su mirada hacia su segunda torre— Me debes un favor, Blake Valler. A partir de ahora, espero poder contar contigo para asuntos de verdadera importancia. Y recuerda, no actúes sin mi consentimiento o sin informarme previamente. ¿Queda claro?

—Sí, jefa. —responde el joven de cabello negro con una indiferencia que no logra ocultar el respeto subyacente. Muestra el panfleto a Jacob— ¿Listo para partir?

Valerie se pone de pie desde el sofá, asintiendo con la cabeza, su gesto es de quien está decidido a enfrentar lo que venga. Entonces, ambos hombres caminan hasta la entrada del Club del Ocultismo. Blake mira el panfleto, y entonces, lo toca con el dedo índice. Repentinamente, un sello mágico aparece en el suelo donde están parados. La luz los envuelve por completo, y segundos después desaparecen.

[...]

Para reaparecer en la recepción del Castillo de la Familia Gremory. El mismo se materializa ante ellos al instante de su llegada, y Jacob no puede evitar que sus ojos se abran de par en par ante la opulencia que lo rodea. Las paredes están adornadas con tapices que cuentan historias de batallas antiguas y triunfos demoníacos, y cada paso que dan resuena en el vasto espacio, lleno de ecos de grandeza. Blake, por otro lado, no muestra signo alguno de impresión; su rostro es una máscara de indiferencia, sus ojos fríos y calculadores.

Avanzan juntos, el evolucionado del Redlight y el sicario neozelandés, con una confianza que parece desafiar el entorno. No obstante, su progreso se ve interrumpido cuando un guardia, vestido con una armadura que brilla bajo la luz tenue, les bloquea el camino.

—Digan sus nombres y sus intenciones, por favor. —solicita el guardián con una voz que, aunque amable, lleva el peso de la autoridad—

—Soy Blake Valler, la Torre de Rías Gremory. Él es Jacob Valerie. —responde el Sujeto de Pruebas Número Once, su voz tan firme como el acero— Venimos a ver al Rey Demonio, Lord Sirzechs-Lucifer. ¿Nos permite el paso?

El guardia los estudia un momento más, su mirada escrutadora intentando descifrar las verdaderas intenciones detrás de sus palabras.

—¿Qué desean con el Rey Demonio, caballeros? —insiste el guardia, su tono aún cortés, pero con un matiz de sospecha—

—Es un asunto interno y confidencial, de extrema importancia, debo recalcar. —replica Blake, su tono imperturbable— Nos pidió encargarnos de un asunto, y así se ha hecho. Ahora, lo preguntaré otra vez, ¿nos permite el paso?

Hay una pausa, un momento de silencio donde solo se escucha el murmullo lejano de conversaciones y el sutil crujir de la armadura del guardia.

—... Acompáñenme. —concede finalmente, girándose con una gracia que contradice su armadura y liderando el camino—

Siguen al guardia por los pasillos del castillo, un laberinto de belleza y poder. Los arcos se elevan hacia el cielo, intrincadamente tallados, y el mármol bajo sus pies refleja las imágenes de quienes han caminado antes que ellos. Es en este escenario de esplendor que Jacob, con una mirada que busca respuestas, se dirige a Blake.

—No termino de entenderlo, Blake. ¿Por qué decides ayudarme? —la pregunta de Jacob es un susurro, apenas audible sobre el eco de sus pasos, pero cargado de una desconfianza mezclada con una pizca de asombro— Tú no confías ni necesitas a nadie. Has sido un lobo solitario toda tu vida. ¿Por qué cambiar eso de la noche a la mañana?

Blake no responde de inmediato, su silencio tan elocuente como sus palabras. Cuando finalmente habla, su voz es baja, pero cada palabra está teñida de una verdad inquebrantable.

—La vida está llena de misterios, Jacob. Y a veces, incluso los lobos solitarios encuentran razones para formar alianzas.

Blake camina con una determinación que parece cortar el aire a su alrededor, su mirada fija en el horizonte de su destino, inmutable como la piedra. Sin embargo, en la profundidad de sus ojos, un brillo fugaz revela un mar de pensamientos y estrategias ocultas.

—Mira, no es cuestión de confianza o necesidad. —afirma Blake, su voz es un murmullo grave, resonando con la autoridad de un líder nato— Es una jugada estratégica. Gentek no va a mover un dedo por ti hasta que yo esté en su presencia, lo cual es una posibilidad tan remota como la existencia de la paz eterna. Por lo tanto, mantener tu pulso latiendo se convierte en mi carta más valiosa. Me deberás un favor, y ese favor será la llave para desmantelar a Gentek y a la Blackwatch. Recuerda las promesas de los Ángeles Caídos, ¿necesitas que te recuerde cómo se desvanecieron en el aire?

Jacob entrecierra los ojos, las palabras de Blake caen sobre él como piezas de un rompecabezas que lucha por armar.

—Además. —prosigue Blake, su tono se torna más intenso, como si cada palabra fuera un eslabón en la cadena de su lógica— Esas pastillas son un reloj de arena que se vacía con cada grano que cae. No son una solución, son un aplazamiento. Y cuando el último grano caiga, te encontrarás en un abismo sin escaleras. Yo soy el único que te ofrece un puente, sin ilusiones, sin máscaras.

—Pero podrías haber escogido a cualquier otro. ¿Por qué yo? —Jacob insiste, su voz es un eco de la confusión que lo asalta, buscando descifrar el enigma de Blake—

Blake se detiene, su silueta se recorta contra el tapiz de la historia que adorna las paredes del castillo.

—Porque hay algo en ti que me resulta... interesante. —confiesa finalmente, su voz baja casi a un susurro, pero cada palabra es clara y precisa— No he cruzado caminos con otro mutante antes de ti, y eso, Jacob, te otorga puntos extra.

Jacob se queda mudo, las palabras de Blake lo envuelven como una neblina que se disipa lentamente, revelando un paisaje inesperado.

—W-wow. Gracias, Blake. —logra decir al fin, su voz es un hilo de gratitud genuina, un sonido raro en su vocabulario habitual— Jamás pensé que encontraría un atisbo de comprensión en ti.

Blake concede un asentimiento casi imperceptible, una sombra de sonrisa cruza su rostro por un instante efímero antes de retomar su marcha.

—Ni lo menciones. —responde el sujeto de pruebas, su tono es seco, desprovisto de calor— Oye, no te confundas, Jacob. No es empatía lo que ves en mí. Eres un activo, un recurso y nada más.

—A pesar de todo eso, creo que te caigo bien. —replica Jacob, una sonrisa torcida se dibuja en su rostro—

—Quizás un poco. —admite Valler, su figura se detiene ante la imponente puerta que guarda los secretos del rey demonio—

—Podría decirse que soy el único "amigo" que tienes.

—No te adelantes. —corta Blake, su voz es un murmullo cargado de realismo— La palabra "amigo" aún pesa demasiado para ser usada entre nosotros. Eres un "aliado".

La puerta ante ellos se alzaba majestuosa, un umbral oscuro que prometía secretos y poder más allá de su madera tallada. Rías había hablado de esta entrada con un tono de reverencia, y ahora, frente a ellos, el letrero que colgaba sobre la puerta parecía cobrar vida propia, sus letras retorcidas casi murmurando los misterios que yacían tras ella. Con una determinación que resonaba en el silencio, Blake golpeó la puerta tres veces, cada golpe un eco en la quietud del castillo, una señal de que estaban listos para enfrentar lo que les esperaba.

"Adelante".

Concedía la voz desde el interior, un tono que invitaba y desafiaba al mismo tiempo.

Con pasos mesurados, Blake y Jacob cruzaron el umbral hacia el santuario personal del Rey Demonio. El despacho era un testimonio de poder y control, dominado por un escritorio en forma de U que parecía un altar para la toma de decisiones. Los armarios que lo flanqueaban eran guardianes silenciosos de secretos y estrategias, sus expedientes repletos de historias aún por revelar. A través del ventanal detrás del escritorio, la aurora se colaba entre las sombras del bosque, pintando un cuadro de luz y oscuridad que danzaba con la vida del amanecer. Sirzechs-Lucifer, con la precisión de un maestro de orquesta, ordenaba los documentos sobre su escritorio, cada movimiento un estudio de la perfección.

—Señor Valler, su presencia es una sorpresa inesperada. Aun así, es un honor recibir a un aliado de mi hermana. —saludaba Sirzechs, su inclinación de cabeza era un gesto de respeto entre iguales. Su sonrisa, aunque serena, era la de un estratega que anticipaba el próximo movimiento— Les invito a sentarse. ¿Les ofrezco algo de beber? —ofrecía, señalando las sillas que prometían confort y confidencias— Dígame, señor Blake, ¿en qué puedo ser de utilidad para usted y su compañero?

—Las formalidades son innecesarias... señor. —respondía Blake, descartando los títulos con un gesto de la mano— No se trata de lo que pueda hacer por mí, sino por él. —señalaba a Jacob, cediéndole el protagonismo— Este es Jacob Valerie. Fue mi salvador en la batalla contra los ángeles caídos. A propósito, problema resuelto.

Jacob, al encontrarse frente a la imponente figura de cabellos como la sangre, se inclinaba en un gesto de sumisión. La risa de Sirzechs era un sonido ligero, un reconocimiento de la formalidad y la humildad.

—Levántese, señor Valerie. No hay necesidad de tales formalidades aquí. —decía Sirzechs, extendiendo su mano en un gesto de camaradería— Me encantaría escuchar su relato, si me permite el honor.

—Jacob Valerie fue traicionado por los Ángeles Caídos. —comenzaba Blake, su postura era la de un guerrero en reposo, brazos cruzados y mirada fija— Lo llevaron a su fortaleza y allí lo desecharon sin más. Pero él vio a través de su engaño y regresó para rescatarme. De no ser por su intervención, mi destino habría sido sellado por una lanza de luz divina. —la habilidad de Blake para manipular la verdad era tan afilada como la espada de un duelista— No tenía obligación alguna, solo seguía el rastro de una promesa de recompensa. Una promesa que, al final, resultó ser tan vacía como las palabras de los traidores que lo abandonaron.

—Eso es interesante. —comenta el rey demonio, elevando una ceja con una expresión de ligera sorpresa que ilumina su rostro habitualmente sombrío— Muy bien, supongo que su valentía y apoyo, brindados sin intenciones de lucro o fama, merecen una recompensa de mi parte. ¿Qué puedo hacer por usted, señor Valerie?

—Bueno... —Jacob se rasca la nuca, una mueca de incomodidad y vacilación se dibuja en su rostro— Es... complicado. Pero, realmente dependo de usted. No tengo a nadie más a quien recurrir. Se me han agotado todas las opciones y me encuentro en un callejón sin salida.

—Adelante, estaré más que complacido de poder ayudarlo. —repite el hermano mayor de los Gremory, con una voz que resuena con autoridad y calidez— Una persona que salva a los aliados de mi hermana se convierte automáticamente en mi aliado también. Lamento profundamente que los ángeles caídos lo hayan traicionado; imagino que le ofrecieron una gran recompensa por su trabajo, una que ahora parece vacía y sin valor.

—Así fue. —confirma Valerie, su voz se quiebra ligeramente al recordar la traición— Yo... tengo un tumor cerca de mi corazón. Incurable, para las manos humanas. Blake me aseguró que ustedes poseían las herramientas necesarias para tratarlo y eliminarlo. No me queda mucho tiempo de vida, y... me gustaría volver a mi hogar, abrazar a mi hija y decirle cuánto la amo, cuánto significa ella para mí.

—Siento mucho su situación, la siento en el alma como si fuera mía. —Sirzechs chasquea los dedos y, como por arte de magia, una mujer de cabello blanco y traje de sirvienta aparece desde una puerta que antes no estaba— Ella es Grafya-san, una experta en el campo de la medicina. Ella te guiará al salón donde tratarán tus heridas. Allí, nuestro equipo atenderá tu problema con todo el cuidado y la precisión que mereces. Te doy mi palabra, la palabra de un rey, de que volverás a ver a tu familia.

—Gracias, Su Majestad. —dice Jacob, inclinándose en una reverencia profunda, su gratitud es palpable en cada palabra— Pero tengo que preguntar, ¿perderé mis poderes?

—No sabría decírselo con certeza, señor Valerie. —responde el Rey Demonio, su mirada se torna pensativa— Si el tumor es el origen de sus habilidades sobrenaturales, entonces es posible que deba renunciar a ellas para poder sanarlo. Es un riesgo considerable. ¿Está dispuesto a correrlo?

—Sí, por supuesto. —el sicario extiende su mano en un gesto de camaradería y confianza— Le estaré eternamente agradecido, endeudado por su generosidad.

—No es necesario que me lo agradezca. —el rey demonio ofrece una sonrisa genuina, una rareza en su semblante usualmente serio— Es lo menos que puedo hacer por alguien que, al fin y al cabo, salvó a la Torre de mi hermana. En realidad, soy yo quien está en deuda con usted. Le agradezco profundamente por su ayuda y servicios desinteresados.

"Acompáñeme, por favor".

Grafya-San, con una delicadeza que reflejaba su nobleza, tomó de la mano a Jacob Valerie, guiándolo fuera de la estancia. Sus pasos eran suaves, casi como si temiera perturbar la paz que se había asentado en el ambiente. Una vez que la puerta se cerró tras ellos, el silencio se hizo más profundo, casi tangible, entre Blake Valler, el Evolucionado del Virus Redlight, y Sirzchs-Lucifer, el Rey Demonio.

Ambos hombres se sostuvieron la mirada, ojos fijos el uno en el otro, como si en ese silencio compartido pudieran leerse mutuamente los pensamientos. Pasaron unos segundos, eternos y fugaces a la vez, antes de que Sirzechs, con la gracia que le caracterizaba, se moviera hacia una pequeña mesa auxiliar donde reposaba una botella de vino de aspecto antiguo y dos copas de cristal tallado.

—Por fin estamos solos. —dijo Sirzechs, vertiendo el líquido carmesí en las copas con un pulso firme y seguro— Creo que este momento amerita un brindis.

Blake, con una expresión de cautela pintada en su rostro, tomó la copa que le extendía Sirzechs, observando cómo la luz se refractaba a través del vino, creando pequeños arcoíris en la superficie del líquido. No obstante, no llevó la copa a sus labios.

—Oh, no tienes de qué preocuparte, no está envenenado. —aseguró Sirzechs con una sonrisa tranquila, y para demostrar su punto, tomó un sorbo de su propia copa—

El evolucionado del virus redlight, tras una pausa considerativa, se encogió de hombros con indiferencia y finalmente probó el vino, dejando que el sabor llenara sus sentidos. Sirzechs observó con aprobación antes de continuar.

—Quería agradecerte personalmente por tu intervención en el asunto de los ángeles caídos. —comentó el Rey Demonio, iniciando así una conversación que prometía ser tan intensa como el vino que compartían— Sé que no tenías nada que ver en todo este meollo, aun así, agradezco que hayas dedicado parte de tu tiempo a esto.

Blake mantuvo una postura neutral, su semblante era el de un guerrero que nunca baja la guardia, incluso en presencia de la realeza. Con un tono de voz firme y desprovisto de emociones innecesarias, afirmó que no había inconveniente alguno.

—¿Recuerdas los nombres y los rostros de aquellos con los que te encontraste? —inquirió Sirzechs, su curiosidad era palpable en el aire, pero mantenía una compostura digna de su estatus—

—Se autodenominan los "Primeros Hijos". —respondió Blake con precisión, su memoria era tan clara como el cristal— Su líder se hace llamar Cerviel, un ángel de considerable poder, aunque logró escaparse de mi alcance.

Hizo una pausa, como si estuviera organizando sus pensamientos antes de continuar.

—Además, está Lamorac de los Oh'mith, el Noveno Demonio Superior, recientemente ascendido a tal rango. —agregó, su tono sugería un respeto relutante hacia la jerarquía demoníaca— Pero también escapó, como un cobarde.

Sirzechs asintió lentamente, no parecía sorprendido por la información, como si ya hubiera considerado esa posibilidad.

—¿Habían más? —preguntó, su voz era suave pero cargada de significado—

—Dos ángeles caídos más, Grelpu y Cathyx. —dijo Blake, su voz no mostraba ni un ápice de duda— Pero no hay motivo de preocupación, ambos han sido completamente eliminados. No volverán a representar un problema para nadie.

El Rey Demonio esbozó una sonrisa de satisfacción ante la eficacia de Blake.

—Tu habilidad para manejar asuntos es impresionante. —comentó Sirzechs, su tono era uno de genuina admiración— Dígame, señor Blake. ¿Hay algo que usted desee a cambio de sus servicios? 

—Autonomía. —declaró Blake con una voz que no admitía réplica, su mirada era tan firme como su petición—

Sirzechs, cuya expresión rara vez revelaba sorpresa, elevó ligeramente una ceja ante la solicitud inesperada.

—¿Autonomía? —preguntó con un tono que denotaba tanto interés como cautela— ¿Sobre quién o qué exactamente?

—Sobre su hermana, Rías Gremory, la jefa del club del ocultismo, y de su séquito. —explicó Blake, su voz resonaba con una determinación inquebrantable— Como su Torre, mis acciones están medianamente sujetas y limitadas a sus órdenes. Solicito la libertad de actuar según mi propio criterio. —la mirada de Blake no se desvió, sosteniendo la de Sirzechs, quien parecía estar evaluando la profundidad de la petición— Tengo una misión personal que cumplir. —continuó Blake, su tono se volvió más intenso— Y los asuntos de Rías no me conducen hacia ese objetivo, más bien me alejan.

El Rey Demonio, tras un momento de reflexión, tomó otro sorbo de su vino, como si el líquido pudiera ofrecerle claridad. Finalmente, asintió con solemnidad.

—Concedido. —pronunció Sirzechs, aunque la sorpresa aún danzaba en sus ojos— Una cosa más, ¿estos "Primeros Hijos" cuentan con más apoyo?

Blake negó con la cabeza, su gesto era el de alguien que ha explorado todas las posibilidades.

—No lo sé con certeza. —admitió— Cerviel hablaba de un líder, pero nunca reveló un nombre como tal. 

Sirzechs asintió, aceptando la incertidumbre como parte del juego de poder en el que estaban inmersos.

—Bien, eso es todo por ahora. —dijo el Rey Demonio, su voz era la de un gobernante que sabía cuándo retirarse— Si hay algo más que desees pedir, no dudes en hacerlo. Un demonio siempre cumple sus promesas.

—De hecho, hay algo más que requiero. —dijo Blake, levantándose de su asiento con un movimiento fluido y seguro. Sus manos se movieron hacia sus nudillos, produciendo un sonido seco y resonante al tronarlos— Dos cosas, para ser exactos. La primera es un mensaje para Jacob Valerie: si logra sobrevivir, que se ponga en contacto conmigo. Es hora de que cumpla su parte del acuerdo, las formalidades deben ser respetadas. —con un gesto decidido, llevó la copa a sus labios y bebió el contenido de un solo trago, dejando el cristal vacío con un eco de satisfacción— Y lo segundo, deseo el acceso completo a la información y jurisdicción sobre los demonios infectados con los virus Redlight o Blacklight.

Sirzechs lo observó, su sorpresa era apenas perceptible, pero presente.

—¿Tu misión personal implica erradicar a los infectados por estos virus? —preguntó el Rey Demonio, su voz revelaba un interés genuino—

—Es un objetivo secundario. —respondió Blake, cruzándose de brazos con una postura que denotaba autoridad y control— Los demonios infectados presentan mutaciones genéticas que pueden ser... beneficiosas para mí. Utilizaré esas ventajas para alcanzar mis metas con mayor eficiencia. —hizo una pausa breve, asegurándose de que sus palabras tuvieran el peso deseado— Permíteme ofrecerte un consejo: mantén a cualquier demonio, ángel o ángel caído lejos de cualquier asunto que tenga relación directa o indirecta con Gentek y la Blackwatch. —su tono se endureció, tan serio como la mirada que fijó en Sirzechs— Ellos son mi responsabilidad principal. Y tanto ellos como yo, no dudaremos ni un instante en eliminar a cualquiera que se interponga. —sus palabras eran firmes, inquebrantables— Esto incluye al séquito de tu hermana, Rías, así como a las familias demoníacas. Te aconsejo, como Rey Demonio, que los tuyos se mantengan al margen de esto. No es una amenaza, sino un consejo prudente. Si no te preocupa sufrir bajas, entonces ignora mi advertencia.

—Estas organizaciones, Gentek y la Blackwatch, ¿son realmente tan amenazantes como sugieres? —la pregunta de Sirzechs flotó en el aire, cargada de curiosidad y cautela—

Blake sostuvo la mirada del Rey Demonio, su expresión era la de alguien que había visto más allá del velo de la realidad.

"Son mucho peores".

Respondió con una certeza que helaba la sangre, dejando claro que las profundidades de su misión eran tan oscuras y peligrosas como los mismos abismos infernales.

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