Capítulo 28

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.Club del Ocultismo - Ocho y media de la noche.

La tensión se cernía sobre el club como una espesa niebla. Rías, la presidenta del séquito, se erigía en el centro de la sala, rodeada por sus fieles seguidores. Cada uno de ellos desempeñaba un rol esencial en la delicada red de alianzas y enemistades que tejían el tapiz de su existencia sobrenatural. La anticipación era palpable; la reunión estaba a punto de comenzar, y todos eran conscientes de que las decisiones que se tomaran esa noche tendrían repercusiones de gran alcance.

—Entonces, ¿nos vamos? —la voz de Rías resonó con autoridad, dirigiéndose a su séquito, que la rodeaba en un semicírculo perfecto, con la notable ausencia de Koneko la Torre, y Gasper el segundo Alfil. Los miembros del séquito, con la excepción del evolucionado del virus redlight, asintieron con entusiasmo y una pizca de ansiedad— Gasper, confío en ti para que mantengas nuestro santuario seguro, ¿de acuerdo? Sería un grave contratiempo si tu habilidad especial se desatara, incluso accidentalmente. Koneko permanecerá aquí, velando por tu seguridad. —su mirada se posó en la figura silenciosa de la torre albina— Confío en ti. Tu papel es crucial.

—Por supuesto, presidenta. —respondió la joven de ojos dorados, su voz fue un murmullo firme, que denotaba una resolución inquebrantable—

—¿Realmente vas a dejar a Gasper solo con Koneko? —inquirió un hombre de cabellos oscuros, cuyos ojos heterocromáticos, uno carmesí y el otro verde esmeralda, brillaban con una mezcla de ligera preocupación y desafío— ¿Estás segura de que ambos pueden manejar un enfrentamiento inesperado? Mejor dicho, ¿confías en que ella pueda defenderse y proteger a tu vampiro travesti asocial sin ayuda adicional?

—Subestimas la destreza y el entrenamiento de Koneko-chan y de Gasper-san. —replicó Rías, su semblante era sereno y su voz imperturbable— Han sido meticulosamente preparados para perfeccionar sus habilidades de combate. Mi confianza en ellos es absoluta. Además, Koneko tiene poco aprecio por las largas y tediosas reuniones diplomáticas. Sin embargo, si prefieres quedarte a resguardar el fuerte, eres libre de hacerlo.

—¿Y perderme el espectáculo de ver cómo se despedazan unos a otros? De ninguna manera. —contestó Blake Valler, su risa era suave pero cargada de un subtexto oscuro— Y como le mencioné a Akeno anteriormente, sería prudente tener a alguien con la habilidad de intervenir en caso de que las cosas se pongan feas y les pateen el trasero.

—Presumido. —masculló Xenovia, su postura rígida y los brazos cruzados reflejaban su desdén—

—Gasper, sé un buen chico mientras estamos fuera, ¿vale? —Issei se acercó a la improvisada guarida del vampiro, una caja de cartón que parecía un refugio tan frágil como su ocupante— Aquí tienes algo para entretenerte. —dijo, extrayendo de su bolsillo un dispositivo que evocaba la nostalgia de una consola portátil de antaño, similar a una PSP—

—Blake. —la voz de Rías cortó el murmullo de conversaciones, su tono era serio, pero llevaba un matiz de urgencia mientras se aproximaba al sujeto de pruebas número once— Hay algo que debo pedirte, y es de vital importancia. ¿Estás en la capacidad de asumirlo?

—La magnitud del favor dictará mi respuesta. —replicó Blake con una calma estudiada, extrayendo lentamente un chicle de menta de su bolsillo izquierdo— Expón tu solicitud.

—Te imploro que evites cualquier tipo de imprudencia. —la severidad en la expresión de Rías era evidente, aunque su comentario pareció rozar el orgullo de Valler— Esta reunión no es un asunto trivial; es crucial para la integridad de nuestro círculo. Te exhorto a que ejerzas control sobre tus palabras y acciones. Un desliz podría tener consecuencias desastrosas.

—No hay motivo para la preocupación. —Blake interrumpió, su gesto despreocupado contrastaba con la tensión de sus palabras mientras colocaba el chicle en su boca— Si la monotonía de la charla me resulta insufrible, optaré por retirarme discretamente. No me consideres un necio; soy plenamente consciente de mis intereses... y tengo una petición para ti también. —hizo una pausa, su tono se tornó más grave— No vuelvas a tomarme como idiota otra vez. —su mirada se endureció, reflejando una irritación contenida— ¿Estamos listos para partir?

—Así es. —Rías asintió, su gesto fue solemne mientras un sello mágico comenzaba a formarse en el suelo, anunciando el inicio de un viaje trascendental—

[...]

.Nuevo Edificio de la Academia Kuoh - 20:45 pm.

"Con permiso".

Pronunció Rías con una formalidad que resonaba en el silencio expectante, mientras sus manos empujaban la puerta hacia la sala especial del flamante edificio, una estructura que aún olía a nuevo y promesas por cumplir. Ella, con la gracia de la realeza y la determinación de un líder nato, fue la primera en cruzar el umbral, adentrándose en una atmósfera densa y cargada de un peso histórico. Era como si el aire mismo se hubiera solidificado, impregnado de expectativas y rivalidades que se remontaban a tiempos inmemoriales, una bomba de relojería avanzando con una lentitud tortuosa. El séquito de la princesa, una procesión de lealtades y secretos avanzaba detrás de ella, cada paso resonando con una solemnidad que parecía danzar en el filo de una navaja, balanceándose precariamente entre dos realidades: el cielo y el infierno.

Issei, el joven demonio cuya existencia se había entrelazado con la política de lo oculto, se encontraba en el epicentro de esta danza de poder. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, platos de asombro ante la majestuosidad que se desplegaba ante él. La mesa redonda, un relicario de madera antigua pulida hasta alcanzar un brillo que competía con el de las estrellas, estaba ocupada por figuras que parecían haber sido arrancadas de las páginas de leyendas y mitos.

El Rey Sirzechs-Lucifer, cuyo cabello largo y rojo carmesí ondeaba como llamas de autoridad, se alzaba con una presencia que no admitía réplica. Su traje blanco, inmaculado y desprovisto de cualquier adorno superfluo, marcaba un contraste dramático con su acostumbrada túnica de tonos violetas y grises. Los bordes dorados y el cinturón violeta, reminiscentes de reliquias de un pasado casi olvidado, evocaban imágenes de caballeros medievales o nobles de la era renacentista. Uno podría preguntarse si había viajado a través del tiempo desde los siglos XVIII o XIX para presidir este encuentro.

Miguel, el Arcángel Supremo, desafiaba las convenciones con su rostro de rasgos delicados y su cabello rubio que caía en cascadas doradas. Su túnica, un manto rojo y blanco tejido con hilos de luz celestial y adornado con cruces grabadas, era un testimonio de su divinidad. Las hombreras anchas, desproporcionadas en su figura esbelta, servían como recordatorio de un poder que trascendía lo terrenal. Uno no podía evitar preguntarse cuántas batallas habría librado en nombre de la justicia divina.

Azazel, el Líder de los Caídos, era una presencia magnética que atraía todas las miradas. Sus ojos violetas, profundos y abismales, parecían ser custodios de secretos que se extendían a través de los eones. Su cabello negro, salpicado de reflejos amarillos que danzaban como llamas cautivas, lo envolvía en un aura de misterio. Vestía un kimono de color café claro, cuyos pliegues parecían guardar cicatrices y recuerdos de eras pasadas. Su barba, meticulosamente recortada, le otorgaba un aire de sabiduría ancestral, como si hubiera sido testigo del alba y el ocaso de incontables imperios.

Entre el cielo y el infierno, Serafall-Leviathan, también conocida como Serafall Sitri, se destacaba con una belleza que deslumbraba, engañando a aquellos que se dejaban llevar por su apariencia juvenil. Su cabello negro, recogido en dos coletas adornadas con listones fucsia, era un firmamento en sí mismo. Su clan la seguía con una devoción y lealtad inquebrantables, y su astucia política rivalizaba con la de los estrategas más experimentados.

Detrás de Miguel, una figura en túnica blanca y naranja observaba el escenario con una atención meticulosa. Su cabello castaño claro enmarcaba un rostro de serenidad imperturbable, y sus ojos, pozos de sabiduría y perspicacia, no dejaban escapar ni el más mínimo detalle. ¿Quién era ella? ¿Una consejera silenciosa o una maestra del juego en este ajedrez sobrenatural?

En una esquina apartada, lejos de la pomposidad de los altos mandos, un joven vestido con una chaqueta de cuero negra y jeans oscuros mantenía los brazos cruzados. Su expresión, un aburrimiento que rozaba la insolencia, contrastaba con la solemnidad del momento. ¿Qué secretos se ocultaban tras esa fachada de indiferencia? ¿Era acaso un espía, un rebelde, o simplemente un joven hastiado de las intrigas de los poderosos?

Xenovia, la guerrera cuyo nombre era sinónimo de valentía, se detuvo en seco al reconocer a la guardaespaldas de Miguel. Pronunció su nombre con una mezcla de sorpresa y una nostalgia apenas perceptible:

—¿Irina? —su voz fue un susurro que llevaba consigo el peso de incontables recuerdos y batallas compartidas—

La tensión que flotaba en el ambiente se materializó en un silencio cargado de significado. Irina, con su túnica de tonos puros y acentos anaranjados, desvió la mirada, como si en ese gesto se escondieran años de historias no contadas, de secretos y traiciones que habían dejado cicatrices invisibles en el tejido de su pasado. La reunión, un umbral hacia decisiones que podrían forjar o deshacer alianzas, estaba a punto de comenzar, y cada participante era plenamente consciente de que se encontraban en el preciso instante en que el delicado baile de intrigas y poder daría comienzo.

Issei, con la gravedad de quien comprende el peso de los momentos cruciales, fijó su mirada en el joven de cabello plateado. Una sonrisa, tan tenue que apenas alteraba su expresión, insinuaba la satisfacción profunda que le provocaba la presencia del Portador del Guantelete del Dragón Emperador Rojo. Era como si hubiera estado aguardando ese encuentro durante eones, y ahora que finalmente se materializaba, sentía que una de las mayores satisfacciones del mundo se asentaba en su ser.

—Permítanme hacer las respectivas presentaciones; ella es mi hermana menor, Rías Gremory, y estos son sus familiares. —la voz de Sirzechs-Lucifer, amable pero teñida de la seriedad que su posición demandaba, llenó el espacio— Ellos desempeñaron un rol crucial en la frustración de los planes de Kokabiel en tiempos recientes.

—He examinado el informe que nos han proporcionado. Su labor ha sido excepcional. —Miguel, con la autoridad que le confería su rango celestial, dirigió una mirada de reconocimiento hacia el Rey Demonio— Tienen mi más sincero agradecimiento. —su gratitud se extendió hacia Rías, en un gesto de respeto y camaradería—

—La responsabilidad recae sobre mí. —Azazel intervino con una sonrisa que, aunque leve, no lograba ocultar la indiferencia de su culpa— Uno de mis subordinados fue el artífice de... una serie de problemas considerables.

El escenario estaba dispuesto con la precisión de un cuadro renacentista. A la izquierda, el contingente infernal en pleno. A la derecha, el ángel caído Azazel y el joven de cabello plateado, apoyado contra la pared en una postura que denotaba distanciamiento. En el centro, Miguel y su guardaespaldas, figuras centrales de la reunión. Pero en diagonal a ellos, junto a la ventana, se encontraba Blake Valler. Distante de Rías y del bando infernal, había elegido su posición detrás de Miguel e Irina, no por alianza o estrategia, sino por una decisión personal que no requería justificación alguna.

—Con esto, las tres facciones se encuentran unidas. —Miguel inició, su voz vibraba con la emoción contenida de quien presencia un momento histórico— Ha pasado demasiado tiempo desde nuestra última reunión formal.

—Ahora bien, Rías, ¿podrías iluminarnos sobre el incidente reciente? —el Rey Demonio solicitó, su mano acariciando pensativamente su barbilla—

—Por supuesto, milord. —Rías Gremory asintió, dando un paso al frente con la compostura de quien ha nacido para liderar—

Impulsada por la confianza de su hermano, Rías, acompañada por Akeno, avanzó hacia el espacio despejado junto a la mesa. Con la ayuda de la magia y un toque de tecnología moderna, comenzaron a desgranar los acontecimientos recientes. Pusieron especial énfasis en la conspiración de Kokabiel con las Espadas Sagradas y los proyectos clandestinos que involucraban a Kiba. Los líderes de las Grandes Facciones escuchaban con atención cada palabra, cada detalle meticulosamente relatado por el séquito de Rías. Ella, con una voz serena que contrastaba con el ligero temblor de sus manos, un temblor que hablaba de nervios, pero no de miedo, mantuvo su dignidad y su calma inalterables.

—Estos son los detalles del incidente en el que nos vimos envueltos, yo, Rías Gremory, y mis familiares. —declaró la princesa carmesí, su voz firme y clara como el cristal—

—Yo, Sona de la familia Sitri, corroboro que la información presentada es verídica y verdadera. —la mujer de cabello corto y lentes se sumó a la declaración, su tono era el de quien no solo ha sido testigo, sino también partícipe de la verdad que se desvelaba ante ellos—

Los líderes de cada facción reflexionaron sobre el relato de la princesa Gremory y la vicepresidenta de su séquito. Algunos soltaron suspiros que podían interpretarse como sorpresa, alivio o tal vez decepción. Blake, con el ceño fruncido, escuchaba con igual atención, ahora armado con el contexto necesario para entender la situación. Cada uno mostraba una reacción que reflejaba su personalidad única.

—Interesante. —comentó Miguel, su voz resonó con un matiz de curiosidad genuina—

—Agradezco su informe. —dijo Sirzechs, inclinando su cabeza en una reverencia respetuosa— Tras escuchar a Rías relatar estos eventos, me interesa conocer la perspectiva del Líder de los Ángeles Caídos al respecto. ¿Tiene algo que aportar, milord?

—¿Acaso importa mi opinión? —respondió Azazel con un tono de desdén que no lograba ocultar su irritación— Ya lo he dicho en repetidas ocasiones; Kokabiel actuó por su cuenta. Si tuviera que supervisar cada acción de mis subordinados, no me quedaría tiempo para asuntos más relevantes, como esta reunión.

—¿Estás sugiriendo que no tuviste ninguna participación en las acciones de tu subordinado? —Miguel interrogó, su mirada penetrante se posó sobre Azazel—

—Le permití actuar libremente para descubrir sus verdaderas intenciones. Entenderán que soy un ferviente defensor del concepto del "libre albedrío". —Azazel soltó una risa contenida— Estoy convencido de que jamás imaginó que llegaría a esta ciudad. Es un lugar encantador, irónicamente perfecto para llevar a cabo sus planes, lejos de Europa, donde la presencia angelical es mucho más palpable. No hablemos ya de Italia o la Ciudad del Vaticano.

—No desvíes la conversación. —intervino el Rey Demonio con firmeza—

—Como mencioné en su momento; llamé al Dragón Emperador Blanco para que se ocupara del asunto personalmente. —Azazel hizo un gesto hacia el joven de cabello plateado con el pulgar de su mano izquierda— Posteriormente, condené a Kokabiel a un eterno confinamiento en las profundidades del Inframundo. Pueden estar seguros de que no representará una amenaza para nadie. Eso se los puedo garantizar.

—Lo que resulta incoherente es entender por qué Kokabiel se aventuró tan lejos de su zona asignada. Parece claro que estaba descontento con tu liderazgo. —Miguel expresó, su semblante adquiriendo una seriedad formal—

—Así es, estaba furioso y resentido por el desenlace absurdo de la Última Guerra Celestial. Al igual que muchos otros en las tres facciones, se oponía a los "Acuerdos de Icklanis". Hasta el día de hoy, nadie los respeta realmente, pero me intriga que nadie se atreva a romperlos de manera definitiva. —declaró Azazel, reacomodándose en su asiento con una despreocupación calculada— Personalmente, no tengo interés en reanudar las hostilidades ni en provocar una Segunda Guerra Celestial. Mis intereses y ambiciones se dirigen hacia otros horizontes.

—Comprendo. —dijo Serafall, entrelazando sus manos en un gesto de reflexión— Entonces, existía un descontento significativo entre tus seguidores, tanto que incluso intentaron destituirte.

—He escuchado que ustedes también enfrentan sus propios desafíos. —Azazel replicó, su mirada se deslizó hacia el séquito de Rías Gremory con una astucia evidente—

—Eso no es relevante en este momento. —Sirzechs interrumpió, su voz llevaba la autoridad de quien está acostumbrado a dirigir— La cumbre de líderes es-...

—Oh, por favor, ¿podríamos cesar esta tediosa charla? —exclama con impaciencia el líder de los ángeles caídos, interrumpiendo el flujo de formalidades con un gesto de su mano— La extrema formalidad de este encuentro ya resulta insoportable. Procedamos a firmar este tratado de paz. —emite un suspiro profundo y esboza una sonrisa cargada de malicia— Después de todo, es el desenlace que todos los presentes anhelamos, ¿no es así?

La interrogante del líder queda suspendida en el aire, como una nota discordante en una sinfonía, hasta que Azazel decide retomar la palabra con su característico tono.

—El conflicto bélico que nos ha envuelto a todos, ya sea de manera directa o indirecta... no es más que un presagio de desventuras para nuestro mundo. ¿Acaso no es evidente para todos? —indaga, mientras su mirada se detiene, penetrante, sobre Issei— El Gran Rey Demonio y Dios, las figuras centrales de la última gran contienda celestial, han abandonado este plano de existencia. —medita Azazel en voz alta, su reflexión resuena en el silencio que se cierne sobre la sala— No obstante, deseo escuchar las voces de aquellos tres individuos que, aunque no estén vinculados directamente con las facciones dominantes, poseen un poder que podrían alterar el tejido mismo de nuestra realidad. El Dragón Emperador Rojo, el Dragón Emperador Blanco y el Sujeto de Pruebas Número Once. —propone, extendiendo la invitación con un gesto de su mano—

Los ojos de Blake se entreabren, apenas perceptiblemente, ante la sorpresa. Rías comparte su expresión de asombro. Ambos dirigen su atención hacia Valler, quien permanece impasible, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—Permítanme preguntar, ¿Quién responde al nombre de Sujeto de Pruebas Número Once? —interroga Miguel, su voz teñida de una ligera confusión—

"Yo".

Es la respuesta lacónica de Blake, mientras las miradas de todos los congregados convergen sobre la figura del Evolucionado del Virus Redlight.

—Él no debería ser objeto de esta discusión. —interviene Rías con firmeza— Blake Valler no es más que una pieza en mi séquito

—Una corrección, si me permiten. —interviene Azazel, con un tono que denota corrección— Puede que en el pasado haya sido una torre en tu tablero, pero ahora se ha transformado en una entidad semi demoníaca autónoma, con un poder que rivaliza, si no supera, al del octavo superior. —su mirada se fija en el hombre de los ojos inusuales— Su sola existencia despierta en mí un gran interés. Mi pregunta es, ¿cuáles son sus propósitos aquí en Kuoh, y más específicamente, en Japón?

Blake se toma unos instantes antes de responder, como si pesara cada palabra.

—Mi cometido es erradicar a dos corporaciones que representan una amenaza para el mundo y la supervivencia de la humanidad en su conjunto. —declara Valler, su voz impregnada de seriedad— El Rey Demonio está al corriente de mi misión primordial, y tengo motivos para creer que ya les ha informado sobre mis intenciones y metas. ¿Me equivoco, milord?

—Blake Valler es la torre de mi hermana menor, ciertamente. No obstante, su misión principal, como él mismo ha señalado, es la destrucción de dos entidades que llevan a cabo experimentos con Demonios Renegados. Si llegaran a adquirir el conocimiento y el poder divino de nuestras facciones o de las Sacred Gears, se erigirían como uno de nuestros dilemas más acuciantes. —expone Sirzechs Lucifer, su voz resuena con la autoridad de un Rey—

—Entonces, ¿qué lo llevó a alinearse con una facción en particular? —Azazel lanza la pregunta con un tono que denota una mezcla de curiosidad y escepticismo—

—La verdad es que no fue una elección completamente autónoma. —revela Blake, mientras intercambia una mirada cargada de significado con Rías— Estaba al borde de la muerte cuando me rescataron; me propusieron un pacto: transformarme en uno de ellos a cambio de información crucial para mi misión. Acepté y cumplí mi parte del acuerdo, ocupándome de los Ángeles Caídos insurrectos que acumulaban Sacred Gears, aparentemente con el objetivo de forjar una Longinus. Lamentablemente, ellos no mantuvieron su palabra.

—Por mi parte, le extiendo una sincera disculpa, señor Valler. —interviene Sirzechs, su expresión refleja un genuino pesar—

—No hay resentimientos, señor. —responde Blake con una serenidad que parece inquebrantable— He encontrado alianza en alguien que sí ha honrado su compromiso. —hace una breve pausa, como si sopesara sus siguientes palabras— No tengo la menor intención de provocar ni de evitar una Segunda Guerra Celestial. Mi única meta es desmantelar a estas dos corporaciones estadounidenses. Si desean mi perspectiva imparcial: procedan como consideren oportuno, siempre y cuando no interfieran con mi propósito.

—¿Podría formularle una consulta, señor Valler? —Serafall interviene con una pregunta, girándose hacia el evolucionado con una mezcla de interés y cautela— Estas corporaciones de las que habla, ¿cuál es su verdadera agenda? ¿Cómo es que han escapado de nuestro radar?

—Poseen una habilidad excepcional para camuflarse y para corromper a los gobiernos extranjeros. —afirma Blake con convicción— Su meta es desarrollar armas biológicas y adiestrarlas para su manejo en el escenario de una Tercera Guerra Mundial, o en conflictos indirectos como los de Corea o Vietnam. Yo soy uno de esos proyectos fallidos de arma biológica. Afortunadamente, me rebelé contra mis creadores y ahora dedico todos mis esfuerzos a su aniquilación. No mostrarán compasión alguna, dispuestos a todo para cumplir con sus objetivos. Incluso si eso implica desencadenar un conflicto armado con las tres facciones... si llegan a apoderarse de la tecnología divina, sería el fin, para ustedes. —Blake exhala un suspiro pesado— Recientemente descubrí que han estado experimentando con demonios renegados como sujetos de prueba.

—¿Cuál fue el destino de esos sujetos? —inquiere Miguel, su interés es palpable—

—Fueron absorbidos por mí. —responde Blake, su tono es de una neutralidad glacial— Sin embargo, ¿quién puede asegurar que no ampliarán su campo de acción y comiencen a experimentar con ángeles caídos, demonios comunes o incluso ángeles celestiales? Carecen de escrúpulos morales y experimentarán con cualquier ser. Mi misión es prevenir tal eventualidad. Por eso solicité al Rey Demonio, y él accedió sin reservas, otorgarme plena jurisdicción sobre cualquier entidad, divina o no, que haya sido corrompida por Gentek y Blackwatch, sin importar su afiliación.

—¿Ha tomado una decisión de tal magnitud sin antes consultarnos? —Miguel interpela con un tono que destila indignación— Esto es sumamente grave, Rey Demonio.

—Circunstancias extremas exigen medidas extremas, Miguel. —replica Sirzechs, su voz es firme pero tranquila— Si estas entidades infectadas se desatan en nuestro mundo, contagiarán a cualquiera, desatando una epidemia que nos devastará a todos mucho antes de que una Segunda Guerra Celestial pueda ocurrir. Le he conferido plena autoridad y libertad para ejecutar su misión. Él se ha comprometido a abandonar este país una vez que haya concluido.

—Así es. —confirma Blake con brevedad—

"¿Eso es todo? Pff, qué monótono".

El hombre de cabello plateado, conocido como Vali, se despega de la pared donde se había mantenido en una postura de observador, con los brazos cruzados, pero atento a cada palabra intercambiada.

—Si están interesados en mi perspectiva: actúen según su criterio, siempre que ello me brinde la oportunidad de enfrentar a adversarios de calibre. —declara Vali, su sonrisa es sutil pero reveladora de su confianza—

—Incluso en tiempos de paz, el mundo está repleto de individuos poderosos. Tu ambición claramente no conoce límites. —Azazel suelta una risa contenida y se dirige a Issei— ¿Y tú, Dragón Emperador Rojo?

—Yo... —Issei se toca la nuca, visiblemente incómodo— No estoy preparado para abordar una cuestión de tal magnitud al instante. Sin embargo... no tengo intención de emplear mis habilidades en conflictos, sean estos globales o menores. Mi propósito es salvaguardar a aquellos que me son queridos, protegerlos de cualquier amenaza. No importa quién sea el adversario, defenderé a los míos hasta el último aliento. —afirma con determinación, cerrando su mano en un puño firme—

—Estas entidades corporativas, ¿poseen poder? —Vali se vuelve hacia Blake con la pregunta—

—En términos financieros, indudablemente. —responde Valler— En lo que respecta a capacidad militar, constituyen una fuerza privada formidable, armada hasta los dientes y con un profundo conocimiento en ciencias y genética. Uno de sus miembros, Desmond Tyler... representa una amenaza considerable, incluso para mí. —Blake se gira hacia Vali— ¿Qué interés tienes en esto?

—Quizás tome cartas en el asunto, podría proporcionarme unas horas de entretenimiento dignas de mención. Si estos sujetos experimentales son tan poderosos como mencionas, sin duda merecerán mi atención. —el Dragón Emperador Blanco sonríe con ligereza— Pero tú... eres una anomalía entre ellos. Posees la pieza de la torre mutada, y, sin embargo, no emanas la típica energía demoníaca. ¿A qué se debe eso? ¿Eh? Permíteme preguntar, ¿tu lealtad reside verdaderamente con tu presidenta roja, o es más bien una alianza de conveniencia personal? En el hipotético caso de un conflicto bélico, ¿de qué lado te posicionarías? Después de todo, tienes el potencial para aniquilar a incontables seres divinos... incluso al mismísimo Rey Demonio o al Cuarto Superior.

—Ya es suficiente. —Rías interviene con autoridad— Vali, basta.

—¿Y si no lo hago? —Vali avanza un paso hacia Blake— Con todo ese poder a tu disposición, serías prácticamente invencible, tal vez incluso inmortal, y sin duda... un digno rival para mí. ¿Qué garantía tenemos de que no nos exterminarás a todos ni bien tengas la oportunidad?

—Azazel, mantén a raya a tu subordinado. —Rías hace la petición con firmeza—

—No es mi subordinado. —Azazel responde con un tono de intrigante curiosidad— Él sigue su propio camino. Yo no lo controlo.

—Sí, soy una amenaza, eso no lo niego. —admite Blake, deshaciéndose de su postura defensiva y avanzando hacia el Dragón Emperador Blanco— Tienes razón... si así lo deseara, podría acabar con todos en un abrir y cerrar de ojos, y ascendería a un nivel de poder superior. Pero, y a diferencia de ti, no albergo deseos de entrar en combate contra el mundo divino. —Valler se detiene frente a Vali, mirándolo directamente a los ojos— Mis aspiraciones son distintas. Si deciden aniquilarse entre ustedes, no es asunto mío. Mientras no interfieran con mis planes, no habrá problemas.

—¿Por qué no actuaste durante el incidente con Kokabiel y las espadas sagradas? —Irina interroga al evolucionado, su curiosidad es evidente—

—Recién llegué a este país a principios de mes. Para entonces, el conflicto ya había concluido. No estaba al tanto de las facciones involucradas ni de los entresijos de la doctrina cristiana y su concepto de "divinidad". —Blake se gira hacia el grupo de Rías— Aunque, para ser honesto... no habría intervenido mucho. Por lo que he oído, la situación estaba relativamente controlada. —su mirada se posa en Akeno— No tengo intención de tomar partido por ningún bando... al menos por ahora. Pero, ¿quién sabe? Tal vez en un futuro distante, mi postura cambie. —una sonrisa apenas perceptible se dibuja en el rostro de Blake, visible únicamente para Akeno—

Vali observaba a Blake con una mirada que destilaba un cóctel de interés y precaución, como si estuviera frente a un ajedrez viviente, calculando cada posible movimiento de un rival que merecía su atención y respeto.

—Blake Valler, tu presencia en este lugar es un completo misterio para mí. —dijo Vali, iniciando la conversación con una voz serena que, sin embargo, no podía ocultar el desafío que se tejía en cada palabra— Me encuentro sumido en la curiosidad, intentando descifrar cuáles son tus verdaderas intenciones. No malinterpretes mi precaución; no pongo en duda tus capacidades, pero es innegable que alguien con tu nivel de poder representa una amenaza latente.

Blake permanecía inmutable, su rostro era una máscara de indiferencia, y sus ojos, dos abismos impenetrables, no dejaban entrever ni un ápice de sus pensamientos.

—Vali, he llegado a este país no como un heraldo y hacedor de conflictos, ni como un cazador en busca de presas dignas para combatir. —respondió Blake, su voz era la personificación de la calma, un marcado contraste con la tensión que vibraba en el ambiente— Te aseguro que mis intenciones son transparentes y no incluyen el sembrar discordia, ni provocar enfrentamientos que puedan evitarse. Ni tú, ni ninguna entidad divina existente tendrá problemas conmigo, si deciden mantenerse al margen de mi misión e intereses personales. Intervengan y bueno... habrá conflicto.

La sonrisa de Vali se amplió, evidenciando que la respuesta de Blake había avivado aún más su interés.

—Y es precisamente eso lo que me fascina de ti. —insistió Vali, inclinándose ligeramente hacia adelante, como si intentara descifrar un enigma— No cabe duda de que eres una amenaza, pero de esas que resultan estimulantes. No es común encontrar a alguien cuya sola presencia podría alterar el destino de una contienda... o incluso ponerle fin.

Vali, con su egocentrismo característico, lanzó una pregunta cargada de insinuaciones, como si estuviera jugando una partida de ajedrez psicológico.

—Dime, Blake, ¿acaso hay algo más entre tú y la Sacerdotisa del Rayo? —preguntó con una sonrisa maliciosa, refiriéndose a la forma en que Blake había estado observando a Akeno— Eres un verdadero ambicioso que piensa en grande, he de reconocerlo.

La pregunta pareció incomodar tanto a Blake como a Akeno, pero Valler mantuvo su compostura, sin dejarse provocar por las insinuaciones de Vali. Estaba plenamente consciente de las tácticas del Dragón Emperador Blanco y no tenía reparos en dejar claro que esos juegos mentales no surtirían efecto en él.

—La curiosidad, Vali, puede ser una espada de doble filo. —replicó Blake, su mirada intensa y su voz resonando con una autoridad que no admitía réplica— Te aconsejaría que mantengas tus indagaciones lejos de terrenos peligrosos, donde podrías arriesgarte a perder mucho por desvelar misterios. Y... si me permites un consejo, sería prudente medir tus palabras con más cautela. 

Vali, sin perder su sonrisa, inclinó la cabeza en un gesto que rozaba la burla.

—Interesante advertencia, Blake. Pero, ¿no es acaso el riesgo lo que da sabor a la vida? —dijo, su tono era ligero, pero sus ojos destellaban con la promesa de un desafío— Sin embargo, aprecio tu preocupación... aunque no solicitada.

Rías, percibiendo que la conversación estaba al borde de intensificarse y posiblemente desencadenar un conflicto, se preparaba para intervenir, cuando de repente...

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Apariencia de Miguel:

Apariencia de Azazel:

Apariencia de Sirzechs-Lucifer:

Apariencia de Serafall-Leviatán:

Apariencia de Vali:

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