Capítulo 29

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El aire se cargaba con una energía inusual, casi palpable, que parecía hacer eco en los confines de la realidad misma. Era como si el continuo espacio-tiempo se hubiera distorsionado, estirándose hasta sus límites y retorciéndose en formas incomprensibles. Los tonos de morado y rojo se entrelazaban en una danza etérea, creando un espectáculo visual que desafiaba toda explicación. Vali y Blake, testigos de este fenómeno, intercambiaron miradas cargadas de asombro y una pizca de inquietud. Algo monumental estaba sucediendo, algo que desafiaba el entendimiento humano y las leyes que se creían inmutables.

Issei, cuya mano aún permanecía entrelazada con la de Rías, experimentó una activación repentina y vigorosa de su Boosted Gear. La sensación era abrumadora, como si un caudaloso río de energía pura y sin control fluyera a través de su ser, invadiendo cada rincón de su cuerpo. Rías, por su parte, no era ajena a esta oleada de poder; lo percibía tan claramente como él. Sus miradas se cruzaron, cargadas de un entendimiento tácito y una gravedad que no necesitaba palabras.

A su alrededor, un par de personas parecían haberse convertido en estatuas, inmóviles en el tiempo, atrapadas en una instantánea que parecía eterna. Sin embargo, había un grupo selecto que permanecía inmune a este efecto paralizante: Kiba, Xenovia, Blake, Sirzechs, Serafall, Miguel, Irina y Azazel. ¿Qué los hacía diferentes? ¿Qué los distinguía del resto, permitiéndoles moverse libremente en este mar de quietud?

—¿Qué fue eso? —la voz de Issei cortó el silencio, resonando con una tensión sobrenatural en la quietud que los rodeaba— ¿Acaso alguien ha... detenido el tiempo? ... ¡Gasper!

Azazel, siempre con esa actitud relajada y despreocupada que lo caracterizaba, se acomodó con las piernas cruzadas sobre la superficie de la mesa. Su mirada, aguda y penetrante, recorrió la escena con un interés científico, analizando cada detalle.

—Así parece. —respondió con una calma que contrastaba con la tensión del momento— Nosotros, como líderes y figuras prominentes de nuestras respectivas facciones, no hemos sido afectados. Parece que nuestro poder individual es suficiente para resistir este tipo de interferencias temporales, para mantenernos anclados a la realidad.

Vali, conocido como el Dragón Emperador Blanco, asintió con una seriedad que rara vez mostraba. Su rivalidad con Issei era de conocimiento común, una leyenda en sí misma, pero en ese instante, ambos compartían una comprensión mutua que iba más allá de sus diferencias.

—Tú y yo, resistimos por el poder de los Dragones que llevamos dentro. —Vali señaló hacia los demás presentes— Y ellos, gracias a las espadas sagradas que portan.

Irina, con sus ojos azules brillando con una mezcla de curiosidad y preocupación, dirigió su atención hacia Blake. El joven se encontraba en un estado de concentración profunda, abriendo y cerrando las manos como si intentara comprender o sentir algo que escapaba a la vista. A pesar de carecer de una Sacred Gear, parecía no estar congelado en el tiempo.

—¿Y él? —preguntó Irina, señalando a Blake con un gesto interrogante— No parece tener una razón evidente para ser inmune a este congelamiento temporal.

Valler, el Evolucionado del Virus Redlight, se encogió de hombros con una expresión de desconcierto. Sus músculos se tensaron visiblemente mientras realizaba un estiramiento casual de brazos, como si intentara liberar alguna tensión acumulada.

—¿Pura suerte, quizás? —sugirió Blake con una ironía torcida— Rías mencionó algo sobre haber utilizado una pieza mutada para potenciar mis habilidades derivadas del virus. Tal vez, después de haber consumido a tantas entidades de gran poder, he desarrollado una resistencia suficiente como para ignorar esta barrera temporal. O quizás simplemente soy un imán para lo extraño y lo inexplicable. ¿Quién sabe? —hizo una pausa, mirando a su alrededor— Pero aquí estamos.

Xenovia, impulsada por su innata curiosidad y su afán por comprender los misterios que los rodeaban, no pudo contener la pregunta que le ardía en los labios:

—Blake, en tu travesía, ¿a cuántas de esas entidades divinas has logrado consumir?

Blake, sumido en un breve lapso de reflexión, permitió que un velo de nostalgia cubriera su mirada antes de responder con una voz que destilaba un matiz de anhelo:

—Cinco en total. Dos Demonios Renegados, y Tres Ángeles Caídos. —hizo otra pausa, y sus ojos se iluminaron con el reflejo de un deseo no cumplido— Aunque, he de confesar, que hubiera deseado consumir el poder del Noveno Superior o incluso el de Cerviel. La mera idea de semejante hazaña... hubiera sido una experiencia para atesorar.

No obstante, la atención de Blake se desvió hacia otro enigma. Akeno, la sacerdotisa rayo de belleza inigualable, parecía estar exenta del efecto paralizante que había atrapado a los demás en un instante perpetuo. Con pasos medidos, y casi ceremoniales, Blake se aproximó a ella, guiado por un instinto que parecía trascender la lógica.

—Blake, ¿qué estás haciendo? —Rías, con una mezcla de confusión y preocupación evidente en su voz, observó la escena con atención—

Blake inclinó su cabeza, estudiando a Akeno con una mirada que buscaba descifrar el misterio que ella representaba.

—Si tú, Rías, permaneces ajena a este congelamiento por el simple contacto con Issei... quizás... si yo... —murmuró Blake, más para sí mismo que para los demás, mientras una teoría comenzaba a tomar forma en su mente—

Con una delicadeza que contrastaba con la tensión del momento, Blake extendió su mano izquierda y la posó sobre el hombro de Akeno. Sus miradas se entrelazaron, y un entendimiento silencioso fluyó entre ellos. Blake asintió con una gravedad que confirmaba su sospecha. Al instante de su contacto, el aura morada que había aprisionado a los demás se disipó como si nunca hubiera existido. Akeno, sorprendida y aliviada, exhaló un suspiro que había estado conteniendo, ahora libre de la parálisis temporal.

—Como era de esperar, mi intuición no falla. —declaró Blake con una confianza que rozaba la arrogancia, dirigiéndose a Rías— Alguien, o algo, ha desencadenado el Balance Breaker de Gasper. Un ataque sigiloso, tal y como predije. ¿Por qué nadie se esfuerza por escuchar lo que digo? Tienen un serio problema de seguridad, en eso coinciden con la Blackwatch y Gentek, sin lugar a dudas.

Issei, cuya paciencia se desvanecía tan rápido como su tolerancia, interrumpió con un tono cargado de exasperación:

—¡Basta ya, Blake! ¿No puedes guardar silencio por un momento?

Akeno, con un gesto de gratitud que no necesitaba palabras, tomó la mano de Blake entre las suyas. Pero antes de que pudieran profundizar en el descubrimiento, un temblor sacudió los cimientos de la casa, distrayéndolos de su análisis. Con pasos apresurados, se congregaron junto a la ventana, y sus ojos se fijaron en el cielo, donde una serie de sellos de un naranja vibrante comenzaban a materializarse. De estos portales emergieron figuras humanas, todas vestidas con una uniformidad que denotaba organización y propósito.

—¿Quiénes son esos individuos? —inquirió Sirzechs, conocido como el Dragón Emperador Rojo, su voz teñida de una autoridad que pocas veces necesitaba ejercer—

Akeno, con una seriedad que reflejaba la gravedad de la situación, respondió:

—Magos. Humanos que han trascendido la mera mortalidad para manipular la energía divina. Su presencia aquí... es un ultraje, una afrenta que no podemos pasar por alto... y una declaración de guerra.

La atmósfera se cargaba con un aire de misterio y anticipación. Blake, con su mente siempre analítica, no podía evitar preguntarse qué secretos aún inexplorados se ocultaban en los pliegues del tiempo y cómo enfrentarían la amenaza que se cernía sobre ellos. Por el momento, la prioridad era prepararse para los eventos venideros. La cumbre de líderes, ya de por sí tensa, estaba a punto de sumergirse en una complejidad aún mayor.

La tensión en la sala era casi tangible, como una corriente eléctrica que recorría el espacio entre ellos. Rías, con su cabello de un carmesí profundo y ojos que ardían con la intensidad de las llamas, se mantenía firme y desafiante. No estaba dispuesta a tolerar que un miembro de su preciada familia fuera manipulado como un peón terrorista. La indignación vibraba en cada sílaba que pronunciaba, su voz resonando con una firmeza que dejaba en claro su determinación inquebrantable.

—Utilizar a un miembro de mi familia como terrorista... Esto es algo que no dejaré pasar. —declaró con una convicción que no admitía réplica—

—Nos tienen en jaque. No solo han elegido el momento preciso, sino que su estrategia ha sido efectiva. Han utilizado al segundo alfil de Rías Gremory y su Balance Breaker para atacarnos. Debo reconocer que es una jugada maestra, veinte sobre diez en términos estratégicos. —Azazel, cuya perspectiva siempre pragmática le permitía ver más allá de las emociones del momento, señaló la cruda realidad—

Sirzechs-Lucifer, el Rey Demonio cuya preocupación era palpable, expresó su inquietud con una voz cargada de autoridad:

—Nuestra resistencia tiene un límite. Si el poder de Gasper continúa en ascenso, incluso nosotros, con toda nuestra fortaleza, cederemos ante la magnitud de su magia. Sus capacidades son incalculables, exacerbadas por la naturaleza mutada de su pieza.

Azazel, con una sonrisa que apenas esbozaba la seriedad de la situación, contempló el panorama más allá de la ventana. A pesar de la gravedad del momento, su mente no dejaba de trabajar, analizando cada posible salida. La amenaza del chico mitad vampiro pendía sobre ellos como una espada afilada, y la necesidad de actuar se volvía más apremiante con cada segundo que pasaba.

—El círculo mágico está allí afuera. —murmuró Azazel— Una puerta invisible que conecta este mundo con el suyo. Los magos han encontrado una manera de atravesar la barrera protectora de la escuela.

—Pero ¿quién les abrió la puerta? ¿Quién traicionó nuestra confidencialidad? —Kiba, más reservado, pero igualmente astuto, asintió— No puedo creer que alguien dentro de nuestras filas haya permitido esto. —el caballero rubio frunció el ceño— Pero es la única explicación. Alguien está filtrando información.

—Un soplador. —declaró Blake— Alguien que ha vendido su lealtad a los enemigos. ¿Pero quién? No lo sé.

Los dos magos avanzaron con cautela, sus manos estaban listas para cualquier eventualidad. La infraestructura escolar se extendía ante ellos: aulas, pasillos, bibliotecas. La magia vibraba en el aire, y los murmullos de los estudiantes parecían distantes y ajenos.

—Si no detenemos esto... —comienza Azazel— La escuela quedará en ruinas eventualmente. Y con ella, nuestra última esperanza de resistir. No se contemplará una posibilidad de contraataque.

Rías, con una súplica que reflejaba tanto su desesperación como su valentía, se dirigió a su hermano:

—Iré a liberar a Gasper. Desearía poder realizar un enroque estratégico, pero mi pieza de Torre ya ha sido utilizada. Por favor, hermano... concédeme el paso allá. Ayúdame. —imploró con una voz que no dejaba lugar a dudas sobre su resolución—

—No puedes enfrentarte a todos estos magos por tu cuenta. —Blake, se aproximó a Rías con una cautela que denotaba su comprensión de la gravedad de la situación— En el momento en que liberes a tu peón, quedarás atrapada en el mismo congelamiento temporal que el resto.

—Entonces, yo te acompañaré. —intervino Issei, cuya determinación era tan férrea como su lealtad. Se ofreció sin titubeos ni dudas— Por favor, señor Sirzechs, permítanos ir a ambos. Juro que protegeré a Rías con mi vida.

Sirzechs, con la solemnidad que su posición demandaba, asintió con un gesto grave:

—Confío en ustedes. Procedan con la máxima precaución.

—¿No sería más sencillo acabar con los terroristas y con el mitad vampiro de una vez? —Vali, impaciente por naturaleza y siempre ávido de acción, cruzó los brazos con un aire de desafío— Tengo el poder necesario... y admito que sería un espectáculo sumamente entretenido.

—Vali, es esencial que comprendas la delicadeza de la situación. Estamos en medio de negociaciones para un pacto de paz, ¿has olvidado ese detalle crucial? —Azazel, con la sabiduría de quien ha visto incontables conflictos, le recordó con paciencia—

Vali, con su paciencia agotada y una determinación férrea reflejada en sus ojos, rechazó la inacción con un desdén palpable:

—A la mierda su pacto de paz. Estoy exhausto de esta inmovilidad forzada, de ser un mero espectador en esta guerra que también es mía. Una muerte más, una simple vida extinguida en el vasto universo, eso solucionaría todos nuestros problemas. Sería el fin de esta espera interminable.

—¿Por qué no mejor sales y distraes al enemigo? Imagina sus rostros confundidos cuando vean al Dragón Emperador Blanco elevarse en el cielo, majestuoso y temible. Definitivamente se desorientarán ante tal espectáculo. Ve y siembra el caos entre sus filas, disfruta de la batalla mientras nosotros nos ocupamos del chico mitad vampiro. —el líder de los ángeles caídos, con una mirada que atravesaba el espacio entre ellos, sugirió con una voz que resonaba en la sala— Y, aunque sé que es mucho pedir dada tu naturaleza impulsiva: te pido que no hagas nada realmente estúpido.

Vali, sintiendo que las cadenas de la inacción finalmente se rompían, no esperó ni un segundo más:

—Por fin. —su voz era un susurro cargado de anticipación. Se levantó con una gracia letal, caminó con pasos decididos hacia la puerta y, sin mirar atrás, desapareció del salón, dejando tras de sí una estela de promesas de venganza—

La atmósfera en la habitación se volvió aún más pesada, cargada con la electricidad de la anticipación y el miedo. El sello mágico carmesí, una obra maestra de conjuros invocada por Azazel y Sirzechs, había cumplido su propósito al teletransportar a Rías y a Issei directamente a la cabaña del Club del Ocultismo. Su misión era clara y peligrosa: rescatar a Gasper, el cautivo. Pero más allá de las paredes protectoras, la amenaza de los magos acechaba, tan real y presente como la oscuridad que envolvía el mundo exterior.

Vali emergió del nuevo edificio de la academia, sus alas mágicas fueron desplegadas. El destello blanco y azulado que las caracterizaba marcaba su linaje como el Dragón Emperador Blanco. En el aire, su sonrisa irradiaba felicidad e impaciencia, aunque estaba rodeado por un círculo de magos sin aparente escapatoria.

—Balance Breaker. —susurró Vali—

Un rayo blanco brotó de su ser, y una serie de esferas celestes lo envolvieron, formando la imponente armadura del Dragón Emperador Blanco.

"¡Vanishing Dragon, Balance Breaker!"

Una vez transformado, cruzó los brazos mientras un escudo invisible lo protegía de los rayos anaranjados que los magos le lanzaban. Su indiferencia era palpable. Extendió la mano derecha, y una esfera de energía se materializó en su palma. La lanzó como una ráfaga relámpago que aniquiló a todos los magos. ¿O eso parecía? La respuesta no era tan simple. Vali se posicionó justo debajo del sello desde donde los magos aparecían, y más vinieron. No los había asesinado; simplemente se habían teletransportado para evitar el ataque.

—Es fuerte, eso no puedo negarlo. —comentó Blake, con los brazos cruzados—

—Sí, pero su fuerza emana un aroma de peligro. —añadió Xenovia— No subestimemos al Dragón Emperador Blanco.

—¿Y bien? ¿Cuál es la otra parte del plan? ¿Acaso nos vamos a quedar aquí, sentados y esperando como presas acorraladas? —Blake, cuya franqueza era tan afilada como su espada, no pudo contener su impaciencia y cuestionó con un tono que demandaba respuestas— Los sellos protectores son fuertes, pero no invencibles... no durarán para siempre. Esos malditos hijos de perra nos tienen rodeados y no se detendrán hasta vernos caer.

En ese preciso instante, un círculo mágico de un naranja ardiente se materializó en el suelo de la sala. De su centro, como si emergiera de las profundidades de un mundo desconocido, apareció una mujer adulta. Su figura era imponente, vestida con un atuendo escotado que hablaba de poder y seducción, lentes que ocultaban sus pensamientos y rastas en su cabello que se movían como serpientes vivas. Su presencia era un presagio, y no uno que augurara paz.

—Ese círculo mágico... —Sirzechs, cuya protección hacia Grafya era tan instintiva como su liderazgo, se colocó frente a ella, mientras Blake, con un movimiento igualmente protector, se posicionó junto a Akeno— ¿Quién eres? —la pregunta era una demanda, un desafío lanzado al aire cargado de magia—

La mujer, con una confianza que rozaba la insolencia, se presentó con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos:

—Buenas noches, venerables Reyes Demonio, Sirzechs y Serafall. —su voz era melódica, pero las palabras estaban teñidas de veneno—

Katerea, descendiente del antiguo y poderoso clan Leviatán, provocó una reacción tensa en la sala. Cada persona presente podía sentir el cambio en el aire, una corriente eléctrica de anticipación y peligro. Sirzechs, cuyo saludo era tan formal como la situación lo requería, respondió, pero su tono no dejaba lugar a dudas de la seriedad del momento:

—¿Cuáles son tus intenciones, Katerea? —era más una acusación que una pregunta, un reconocimiento de la amenaza que ella representaba—

La mujer, con un gesto teatral, alzó su bastón de madera, un objeto que parecía tan antiguo como el tiempo mismo, y declaró con una voz que resonaba con poder:

—¿Qué no es evidente? Vengo a traer el caos y la destrucción a su mundo, a desgarrar el tejido de su realidad y a sumergirlos en una era de oscuridad como nunca antes han conocido.

Desde la punta de su vara, Katerea liberó un rayo naranja que se metamorfoseó en una explosión cataclísmica, devastando el recién construido edificio de la Academia Kuoh. La onda de choque, implacable y feroz, se abrió paso hasta el Club del Ocultismo, donde Rías e Issei, con determinación en sus ojos, luchaban desesperadamente por liberar a Gasper de su prisión.

La tierra bajo ellos tembló con violencia, pero en respuesta, una barrera de color ámbar emergió, tejida por la magia conjunta de los tres líderes de las facciones. Era un escudo de luz y esperanza en medio del caos.

—Qué lamentable. —la voz de Katerea era un cuchillo de desdén, su risa una melodía de desprecio—

—¿Qué demonios pretendes, Katerea? ¿Qué locura te ha consumido? —Sirzechs, con una indignación que ardía como fuego en su pecho, confrontó la traición—

La heredera del clan Leviatán, con la frialdad de un invierno eterno, explicó su postura, su voz un eco de la división que fracturaba el Inframundo:

—No soy la única que piensa así, al igual que la mitad del Inframundo, rechazo la farsa que se está debatiendo. ¿Acuerdo de paz entre facciones? Por favor, es una ilusión tan frágil como los "Acuerdos de Icklanis". Ese alto al fuego fue una mera pausa... una pausa que todos detestamos. Incluyendo al Demonio Primordial. En ausencia de Dios y del Gran Rey Demonio, es nuestro deber, no, nuestro destino, reconstruir el mundo desde sus cenizas.

—Todo esto... es solo por el trono, ¿verdad? —Serafall, con la gravedad de la situación reflejada en su mirada, intervino—

—¡Me has robado lo que me pertenecía por derecho de nacimiento! ¿¡Cómo osas usurpar la posición de líder del Clan Leviatán y llevar una vida de despreocupación?! —Katerea, como un volcán a punto de erupcionar, estalló— ¡Has manchado el honor de nuestra familia! Pero no temas, cuando te elimine, reclamaré lo que es mío por derecho. Mi título como "Reina Demonio Leviatán" será restaurado.

La tensión en la sala se intensificaba con cada palabra pronunciada por Katerea, cada sílaba impregnada de arrogancia y ambición desmedida. Azazel, con una sonrisa burlona que apenas disimulaba su desdén, replicó:

—Vaya, vaya, siempre pensé que eras un pilar fundamental en el golpe de estado de los Demonios en el Inframundo. ¿Y ahora resulta que aspiras a crear un nuevo orden mundial? Por favor, ese discurso ya me lo sé de memoria.

Sin embargo, Katerea no se dejó intimidar:

—Un mundo sin la presencia de Dios ni de los Reyes Demonio será un mundo liberado, sin cadenas, donde la voluntad de cada ser será la única ley. El Demonio Primordial se regocijará cuando todo lo que conocemos se postre ante él. ¡El título de Mano del Rey también será mío! Haré que Risotto Nero palidezca en comparación como Segundo Demonio Superior.

—¿Reformarlo? ¿Un mundo sin ley? Esas son las palabras de un villano antes de su caída. —Azazel, incapaz de contener su impaciencia ante tal desafío, avanzó con paso firme— ¿Es esto una broma? ... caballeros, ¿les importaría si me tomo un momento para... "entretenerme"?

—Ella no tiene intención de retroceder. —Miguel, cuya serenidad era tan inmutable como el cielo, sentenció con voz firme— Haz lo que debas, Azazel.

Con una gracia divina, Azazel desplegó sus doce alas negras, cada pluma un reflejo de la noche estrellada, y ascendió en un vuelo majestuoso y poderoso. Mientras tanto, Sirzechs-Lucifer, con la determinación de un líder nato, retomó su posición al lado del líder de los Ángeles Celestiales:

—Nos superan en número, pero no en astucia. Debemos actuar con rapidez y evitar que esta batalla se convierta en una guerra de desgaste. Grafya está analizando las puertas dimensionales.

—¿Estás sugiriendo que debemos ganar tiempo hasta que termine su análisis? —Serafall, con una mirada que destilaba seriedad y resolución, inquirió—

—Nosotros detendremos los ataques del enemigo. —Kiba, con la lealtad y valentía que lo caracterizaban, intervino con decisión— No permitiremos que traspasen nuestras defensas.

El Rey Demonio, con una mirada que atravesaba la sala, se volvió hacia sus camaradas. Kiba, Xenovia, Irina, Blake y Akeno, cada uno con la resolución grabada en sus rostros, estaban listos para entrar en la refriega y ganar el tiempo vital que necesitaban. Sirzechs, con la gravedad de su cargo pesando sobre él, advirtió con un tono sombrío:

—Será una contienda llena de peligros.

Blake, cuya determinación era tan sólida como el acero, se tronó los nudillos en un gesto de preparación. Akeno, plenamente consciente de la gravedad de la situación, posó su mano sobre su hombro. La proximidad era una necesidad; la separación significaría su perdición. Con una voz que llevaba un toque de preocupación, Akeno inquirió:

—¿Cómo planeas luchar conmigo tan cerca?

Blake, con una sonrisa que desafiaba la tensión del momento, transformó su brazo derecho en un puño látigo, una extensión de su voluntad y un arma a distancia por excelencia. Con ella, podría mantenerse en combate sin necesidad de desplazarse demasiado.

—Tengo más de un as bajo la manga. —Valler respondió con una confianza que resonaba en el campo de batalla— Pero para esto, necesitaré que la Sacerdotisa del Rayo vigile mis espaldas. —una sonrisa ladeada adornó su rostro, una promesa de complicidad y desafío— Y recuerda, ni se te ocurra lanzarme uno de tus rayos, o te soltaré sin dudarlo.

—No te preocupes. Mi puntería es infalible. Solo asegúrate de no sumirnos en un caos aún mayor. —Akeno, con la serenidad de quien conoce su habilidad, asintió con firmeza—

Blake, cuyo humor nunca flaqueaba ni en los momentos más oscuros, bromeó con un brillo travieso en sus ojos:

—El caos y yo somos viejos amigos. Desastre podría haber sido mi segundo nombre. Rey Demonio, si es tan amable... —la voz de Blake se desvaneció, esperando que el escudo protector se disipara—

La batalla se desplegaba en un escenario de caos y furia, donde la oscuridad de la noche era interrumpida por destellos de magia y el choque de acero contra acero. Blake, Kiba, Xenovia, Irina y Akeno se enfrentaban con una determinación inquebrantable a los magos de Katerea Leviatán, quienes desataban conjuros destructivos en su intento por derribar a estos valientes defensores.

Kiba, cuya elegancia en la batalla rozaba lo sobrenatural, manejaba su espada con una precisión que cortaba el aire y las defensas mágicas por igual. Cada uno de sus movimientos era un poema de muerte y belleza, una danza letal en la que cada paso era un golpe mortal. Sus ataques, rápidos y certeros, atravesaban las barreras mágicas y desgarraban a los magos con una eficiencia que hablaba de años de entrenamiento y disciplina. En su rostro, la determinación era una máscara de hielo, reflejando la concentración total en la lucha que se desarrollaba ante él.

Irina y Xenovia, como dos partes de un todo celestial, luchaban con una coordinación que parecía divinamente inspirada. Sus espadas sagradas, Ascalon y Durandal, eran faros de luz en la oscuridad, bloqueando hechizos y devolviendo golpes con una fuerza que parecía capaz de partir el mundo en dos. Se movían juntas, sus ataques sincronizados creando una sinfonía de acero y luz que era tanto defensa como ofensiva.

Blake, con su brazo transformado en un látigo de combate, destacaba por su brutalidad controlada y su precisión quirúrgica. Utilizaba su arma modificada para atraer a los magos hacia él, arrastrándolos con una fuerza implacable antes de acabar con ellos con golpes demoledores. Cada enemigo que caía ante él era un testimonio de su poder y su habilidad para controlar el campo de batalla.

Akeno, cuya presencia era un pilar de calma en el torbellino de la batalla, se mantenía firmemente agarrada al brazo izquierdo de Blake. Con su mano libre, desataba rayos amarillos que se movían con la precisión de un cirujano a través del campo de batalla, impactando a los magos con una letalidad que dejaba poco espacio para la duda. Sus ataques eran una tormenta eléctrica personalizada, cada rayo un mensaje de muerte para sus enemigos.

La batalla había alcanzado un punto crítico, y los magos de Katerea Leviatán, desesperados por romper la defensa de los guerreros, conjuraron un rayo de energía devastadora. Akeno, con su brazo libre extendido, se encontraba en la línea de fuego. Blake, aun sosteniéndola, percibió el peligro inminente.

El aire vibraba con electricidad mientras el rayo cargado de poder se precipitaba hacia ellos. Sin soltar a Akeno, Blake concentró su mente en cambiar la forma de su brazo derecho. Antes, era el puño látigo, pero ahora debía transformarse en una barrera protectora: el Escudo. La biomasa que constituía su brazo se reorganizó, formando una estructura densa y resistente frente a Akeno.

El impacto fue titánico. El rayo colisionó con la barrera, creando una explosión que sacudió todo el campo de batalla. El escudo de Blake absorbió la mayor parte del impacto, pero no sin consecuencias. La biomasa se desgarró, fragmentándose en pedazos que se dispersaron en el aire como hojas al viento.

—¡Blake! —Akeno gritó su nombre, preocupada—

La Sacerdotisa del Rayo y el Evolucionado del Virus Redlight quedaron en el epicentro de la explosión. El escudo había cumplido su propósito, pero a un alto costo. Ambos estaban heridos, pero vivos. Akeno, con su cabello chamuscado y su piel marcada por la energía liberada, se apoyó en Blake. Su respiración era agitada pero firme.

—¿Estás... bien? —Blake se volvió hacia Akeno, dedicándole una ligera sonrisa de alivio al ver que ella estaba a salvo—

—S-sí, pero... t-tu escudo se... rompió. —Akeno balbuceó, aún aturdida por la explosión—

—¿Ah? No importa, se regenerará, con el tiempo. —Blake respondió con ligera indiferencia— Esto ya me ha ocurrido antes.

—Gracias... otra vez. —Himejima expresó su gratitud, consciente de que Blake la había ayudado crucialmente en más de una ocasión durante ese día turbulento—

El momento fue crucial. La batalla seguía rugiendo a su alrededor, pero en ese instante, Akeno y Blake se miraron. No necesitaban palabras para entender lo que habían logrado juntos. La confianza, la lealtad y la determinación brillaban en sus ojos. Sobrevivirían, lucharían y protegerían a los suyos. El sacrificio del escudo hecho de biomasa no había sido en vano. La explosión se disipó, dejando tras de sí un campo de escombros y humo. Akeno y Blake se enderezaron, listos para enfrentar lo que viniera a continuación. El momento crucial había pasado, pero su unión, su voluntad de protegerse mutuamente, permanecería como un faro en medio de la oscuridad de la batalla.

Repentinamente, y de manera inesperada, el mundo que rodeaba a Asia, Sona y Tsubaki (la vicepresidenta del consejo estudiantil) recuperó su normalidad. Las tonalidades rojas y moradas que antes habían saturado el ambiente se desvanecieron. Kiba, enfrascado en un combate, blandía su espada con destreza, pero sus enemigos lograban esquivar sus ataques. Uno de ellos, acechando desde atrás, estaba a punto de lanzar un rayo de energía mortal contra él, hasta que un grito familiar resonó y lo salvó de la inminente amenaza.

"¡Dragon Shoot!".

Un disparo carmesí surgió de un guantelete del mismo color. Issei se encontraba junto a Gasper, Rías y Koneko. Los efectos de la anulación finalmente se desvanecieron, gracias al vampiro travesti que había probado la sangre de dragón de Issei. Blake, por primera vez en mucho tiempo, experimentó un alivio sincero.

—Tardaron un poco, pero parece que les fue bien rescatando al chico vampiro. —comentó Blake, esbozando una sonrisa ladeada—.

De manera repentina, un grito de dolor resonó en el escenario. Donde antes se encontraba Azazel, ahora se alzaba un ente divino, vestido con una armadura similar a la de Vali, pero de color negro y dorado. Había acabado con Katerea, y todos presenciaron cómo se convertía en polvo debido a la lanza del dragón caído. A pesar de haber perdido su brazo izquierdo, a Azazel parecía no importarle. Los pocos magos que quedaban comenzaron a caer uno tras otro. Sin Katerea para mantener el sello de teletransportación, la huida se volvía imposible.

En el momento en que los efectos del congelamiento del tiempo se desvanecieron, Blake no pudo soltar la mano de Akeno. No porque no lo intentara, sino porque se había acostumbrado a luchar con un solo brazo. No fue hasta que el evolucionado se volvió para mirarla que se dio cuenta.

—Gracias por salvarme. —dijo Akeno, observando sus manos entrelazadas—

—N-n hay.... problema. —respondió Blake, finalmente soltando a Akeno y restituyendo la forma normal de su puño látigo derecho. Aunque se sintió incómodo durante unos segundos, a la sacerdotisa del rayo no pareció importarle—

—Esto sí es destrucción. —felicitó Azazel—

Inesperadamente, un ataque de luz blanca derribó por completo al líder de los ángeles caídos. La explosión en el suelo fue considerable, haciendo retroceder a todos varios pasos. El humo y el polvo se propagaron, envolviendo la escena en un velo misterioso. Después de unos minutos, Azazel se levantó, a pesar de su brazo aún inútil, y rio ligeramente, como si apreciara la inesperada embestida.

—Ese fue un golpe sorprendente, ¿eh, Vali? —el hombre de alas negras se giró hacia el dragón emperador blanco, que seguía en el cielo, en pleno vuelo. Su voz resonaba con una mezcla de admiración y respeto—

—Entenderás mis motivaciones, Azazel. Estar de este lado me resulta mucho más divertido. —respondió Vali, cruzándose de brazos con una expresión desafiante— Los tratados de paz claramente no son mi fuerte; prefiero la acción directa.

—¡Vali, maldito seas! ¿¡Tú eras el traidor?! —gritó Xenovia, mientras se ponía de pie, su mirada estaba cargada de ira y de desconfianza—

Azazel, sin inmutarse, continuó su conversación con Vali. El líder de los ángeles caídos parecía tener una agenda oculta, y sus palabras resonaban con un tono calculado.

—Eh, Vali. ¿Puedo hacerte una pregunta? —Azazel terminó de levantarse, extendiendo sus doce alas negras con gracia. Alzó vuelo hasta quedar a una distancia de tres metros con respecto al dragón emperador blanco— Mi vicecomandante, Shemhazai, descubrió la existencia de una organización secreta y clandestina que reúne elementos peligrosos. ¿Recuerdas su nombre? —pausa ligera— Ah, sí... la "Brigada del Caos". ¿Te suena de algo?

—Brigada del Caos. —Blake, el observador silencioso, asintió con seriedad, como si estuviera al tanto de la situación—

—Y, según tengo entendido, su líder no es nadie más que la Dragona Ouroboros, Ophis. —declaró Azazel, con una sonrisa ladeada, como si disfrutara revelando un secreto bien guardado— Quería confirmar si dichos rumores eran ciertos.

—¿Ophis? No es posible... —Rías, sorprendida, se llevó una mano al pecho, como si la noticia la hubiera impactado—

—¿Una dragona? ¿Quién es ella? —Issei, el joven aprendiz, preguntó con curiosidad, sus ojos brillando con fascinación—

—La Dragona Inmortal e Infinita. La más fuerte de su especie. Se dice incluso... que era temida por el mismísimo Dios Todopoderoso. —Rías relató la leyenda con un tono solemne, como si estuviera compartiendo un antiguo mito—

—Es cierto que uní fuerzas y me alié con Ophis. —admite Vali, su voz resuena en el campo de batalla— Pero nuestra diferencia radica en que a mí no me interesa el destino del mundo ni sus planes de control y dominación. Las personas se unieron a nosotros por un motivo sencillo: hacer uso de nuestra fuerza. Me sorprende que aún no hayan reclutado a Blake Valler... pero no tardarán en hacerlo.

—Interesante. —dice Azazel, cruzando los brazos— Y yo que creí que tú y Katerea confabulaban juntos. Ambos intentaron tomar el trono del Rey Demonio original, ¿verdad?

—¿Trono del Rey Demonio? —pregunta Serafall, con curiosidad en su mirada— ¿Qué quieres decir?

—Mi nombre real... ¡Es Vali Lucifer! —grita Vali, extendiendo los brazos con orgullo— La sangre del Gran Rey Demonio fallecido fluye por mis venas. Soy su descendiente directo, un linaje mixto entre un demonio puro y una mujer humana.

Azazel sonríe, como si encontrara todo esto fascinante.

—Mitad humano, mitad demonio. —comenta— Aunque tu mera existencia parece ser obra de los caprichos del destino o una mala jugada de los dados azarosos. Tu parte humana te permite tener a Albion como Sacred Gear.

—Creo que la palabra "milagro" fue creada para definirme. —dice Vali, cruzándose de brazos— Aunque se queda corta. ¿Y tú, Hyoudou Issei? ¿Crees que tu destino es cruel? La sangre del Antiguo Rey Demonio corre por mis venas, y, además, tengo el poder del Dragón Emperador Blanco, uno de los más poderosos. Tú, por otro lado... eres un simple y patético humano. Aún después de convertirte en un demonio de clase baja, sigues siendo insignificante. Otro estudiante de secundaria en este mundo. No eres nada sin tu Boosted Gear. Llámalo suerte, destino o casualidad.

Issei aprieta los puños, sintiendo la rabia contenida.

—Es aburrido, demasiado... tanto que me hace reír. —continúa Vali— Eres una lástima como demonio y como portador de Draig. Se supone que somos rivales eternos, destinados a pelear una y otra vez hasta el fin de los tiempos o de nuestras vidas. Pero en este caso... matarte, aniquilarte de la existencia, sería demasiado fácil. La distancia entre tu poder y el mío es más grande que la de nuestro planeta con el resto del universo, tal vez incluso más. ¿Qué opinas de esto? Te convertirás en un vengador, pero para eso... primero tendré que matar a tus queridos padres humanos. Parece sacado de una película, pero funciona en la realidad empírica.

Issei abre los ojos, mientras Rías intenta tranquilizarlo.

—No lo escuches, Isse-kun.

—¿Qué te parece? —Vali sonríe con malicia— Matar a tus padres quizás fomente tu odio hacia mí. Imagina un gran deseo de venganza que alimentaría tu poder, una llama ardiente que crece con cada recuerdo doloroso. Eso sería interesante, ¿no crees? Les daría un final rápido, y serían más útiles que si permanecieran tranquilos, envejeciendo juntos hasta morir en un lecho frío.

Asia, con las lágrimas saliendo de sus ojos, se pregunta cómo alguien puede expresar tales ideas con tanta frialdad. El corazón le late con fuerza, y su mente se llena de imágenes de violencia y sufrimiento.

—Bastardo... —Issei aprieta los puños— ¡Voy a matarte!

Pero antes de que Issei pueda actuar, alguien lo toma del brazo izquierdo. Confundido, se voltea y sus ojos se encuentran con los de un hombre misterioso. El desconocido tiene un ojo carmesí como la sangre y el otro verde esmeralda. Issei intenta zafarse del agarre de Blake, pero no lo consigue.

—¿¡Qué crees que estás haciendo?! —grita el portador del dragón rojo— ¿Quién te crees que eres?

—Hay alguien cerca. Es una trampa. Controla tus emociones o vas a cometer un acto muy estúpido. —le responde Blake, imperturbable—

El escudo protector se desintegra como el cristal bajo la presión de las emociones. Vali desciende al suelo, su expresión ahora seria. El recién llegado es un muchacho de aspecto joven, vestido con una armadura antigua china que se utilizó durante el periodo de los Tres Reinos. Al igual que su antecesor, tiene la capacidad de cambiar su aspecto y generalmente se presenta como un hombre joven.

—¿Qué crees que estás haciendo aquí, Bikou? —pregunta Vali, mirando a su compañero con curiosidad—

Bikou sonríe y coloca su bastón de madera en su hombro.

—La batalla contra algunas deidades en el norte está por comenzar. Ophis me envió a buscarte. Hay que ir, y rápido. Ya te divertiste bastante. —Vali asiente, pero antes de que puedan continuar, Issei interrumpe—

—¿Tú quién eres? Apareciendo de la nada... interrumpiendo. ¡Di tu nombre!

—Bikou, descendiente del clan Sun Wukong. —anunció Azazel, avanzando hasta situarse junto a Issei— Es el legado del famoso mono del "Viaje al Oeste", Son Goku. Su linaje se remonta a la Montaña de Flores y Frutas, como sus antepasados. En algún momento, se le otorgó el título de Rey Mono. Curiosamente, decidió abandonar la montaña y unirse a Vali. El mundo y su gente son tan impredecibles como interesantes.

—A diferencia de mi antecesor, yo vivo según mis propios deseos. —afirmó Bikou, su mirada fija en Issei— Un placer conocerte, Dragón Emperador Rojo. Temo que no podré quedarme para conocerte mejor... hay asuntos más urgentes. —movió su bastón con gracia y lo golpeó contra el suelo, creando un portal de transporte—

Así, el Dragón Emperador Blanco y el Rey Mono desaparecieron del escenario.

—De nada, imprudente. —comentó Blake, dándole la espalda a Issei—

—¡Amenazó con matar a mis padres! —gritó Hyoudou— ¡No entiendes, pero debo protegerlos! ¡Son mi familia!

—Nunca dije que no lo hicieras. —respondió Valler, girándose— La ira, aunque te otorgue poder, también te hace predecible, torpe, lento e inútil. Pondrán a tu familia a salvo, un problema menos del cual preocuparse. Pero si no te controlas, si eres imprudente, morirás.

—¿Y por qué de repente te importa lo que me suceda? —inquirió Issei, acercándose a Blake— Tú nunca te preocupas por nada ni nadie. Lo dejaste bien claro.

Blake permaneció en silencio, sin decir palabra, y simplemente se dio la vuelta para alejarse de la academia. Se distanciaba de todo y de todos. Issei se le acercaba, con la mirada fija en el horizonte. Blake lo observó, preguntándose si debería irse o quedarse. Pero antes de que pudiera decidir, Issei se detuvo frente a él.

—¿Por qué? —preguntó Issei, su voz estaba llena de confusión— ¿Eh? ¿Por qué te importa?

Blake no respondió de inmediato. Miró a Issei a los ojos, viendo la vulnerabilidad en su mirada. Finalmente, retomó su paso con una calma que los sorprendió incluso a él mismo. Blake se alejó de la academia, sus pasos resonaron en el silencio de la noche. La brisa fresca acariciaba su rostro, y en su mente, un torbellino de pensamientos se agitaba como las hojas de los árboles.

¿Por qué, de repente, le importaba lo que le sucediera a Issei? ¿Por qué había sentido la necesidad de advertirle sobre los peligros de la ira descontrolada? ¿Qué estaba buscando realmente? ¿Una razón para cambiar, para dejar atrás su vida solitaria? ¿O simplemente una excusa para seguir involucrado en los asuntos de los demás?

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Poderes de Vali: (Balance Breaker - Armadura del Dragón Emperador Blanco)

https://youtu.be/scp-nhOQTtE

Apariencia de Katerea Leviatán:

Apariencia de Bikou Sun Wukong:

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro