Capítulo 32

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.Día 29 de Julio del Año 2010.

.Inframundo - Calabozos Reales.

La discusión entre dos personas, confinados en su sórdida celda, se adentra en los recovecos más profundos del mundo del cine.

—Hay que ser objetivo, y reconocer que Steven Spielberg va a ser uno de los mejores directores de cine del mundo. Su filmografía es... incomparable. Otros han intentado llegarle a los pies, nadie lo ha logrado, quizás Nolan con ciertas películas, o Tarantino... pero no es algo comparable. Spielberg fue un adelantado a su época. —expresa Vulk, acostado en el suelo tras una serie de barrotes de acero. Su amigo prisionero, está a su lado, sentado—

—El cine de Quentin Tarantino es bastante interesante. No es necesario ser un experto en dirección y fotografía para darse cuenta de cuando un plano es un buen plano. A diferencia de Steven Spielberg, por ejemplo. Él se encarga de manejar muy bien el lenguaje audiovisual, pero se centra más en contar una historia que en demostrar de lo que es capaz. Muchos han subestimado a Tarantino por su capacidad, y mira lo que ha hecho. —responde Zarys, con genuinidad—

—Spielberg tiene un tipo de cine mucho más variado. Ha hecho las películas de Indiana Jones y Parque Jurásico, junto a Jaws. Clásicos que no pasan de moda. Su cine, su audiencia no es la misma que la de Tarantino. Él... tiende a pecar del exceso de sangre. Kill Bill, Bastardos sin Gloria, Perros de la Calle, etc. Quizás, tantísima cantidad es innecesaria. —dice Vulk alzando ligeramente las manos—

—¡La cantidad excesiva de sangre y los pies desnudos son su marca de director! Así como Bach firmaba las canciones colocando su nombre en las notas. El famoso "Motivo de BACH". Además, Spielberg tampoco se abstenía de hacer escenas con sangre. En Jaws queda bien demostrado, pero es cine de hace décadas, ochentas y noventas... hoy en día hay bastante censura. Creo que no recuerdo la última vez que vi una película violenta. Las calificaciones para mayores de trece o de dieciocho son una basura. —interviene Zarys—

Vulk asiente reflexivamente ante la intervención de Zarys, sus ojos escudriñando el techo desgastado de su celda, como si buscara las respuestas en las grietas que lo surcan.

—Es cierto. —admite Vulk, con una mirada que denota su asentimiento— La época actual parece ser mucho más... ¿cómo decirlo?... conservadora en cuanto a la representación de la violencia en el cine. La censura y las clasificaciones por edades han dado paso a una suerte de autocensura en la industria. ¿Recuerdas cuando las películas clasificadas como R eran moneda corriente en los cines?

Zarys asiente, acompañando las reflexiones de su compañero con gestos afirmativos. El brillo de sus ojos delata una nostalgia teñida de melancolía mientras rememora aquellos días pasados.

—Ja... sí, los tiempos han cambiado. Ahora parece que las películas se esfuerzan por alcanzar una audiencia más amplia, sacrificando a menudo su contenido más visceral en el proceso. Es como si el cine hubiera perdido parte de su filo, ¿no crees? —responde Zarys, su tono cargado de añoranza por una era en la que la libertad creativa parecía ser más amplia— Viernes Trece no le tenía miedo al éxito. Puro cine de los ochenta.

Vulk asiente, compartiendo el sentimiento de su amigo. Suspira, como resignándose a aceptar el rumbo que ha tomado la industria cinematográfica en los últimos años. Zarys contempla a su compañero con una expresión pensativa, sus propios pensamientos navegando por las aguas turbulentas del futuro incierto.

Repentinamente, una explosión sacude las paredes de la celda, haciendo que los corazones de Vulk y Zarys se aceleren en sincronía con el estruendo. Zarys, con el semblante lleno de preocupación, se precipita hacia los barrotes de la ventana, sus ojos escudriñando el oscuro pasillo más allá de la celda en busca de cualquier indicio de lo que podría haber causado el estallido. El aire está cargado de tensión, palpable en cada rincón de la habitación claustrofóbica.

—¿Escuchaste eso, Vulk? —pregunta Zarys, su voz temblorosa con la urgencia de la situación, mientras sus dedos se aferran con fuerza a los barrotes— Algo está pasando afuera.

Vulk, en cambio, adopta una postura más impasible, cruzando los brazos sobre su pecho con una expresión de resignada indiferencia. Aunque su exterior parece calmado, la preocupación brilla en sus ojos, reflejando el tumulto de pensamientos que atraviesan su mente en ese momento.

—Sí, lo escuché. —responde Vulk, su tono serio y meditativo— Pero no podemos hacer mucho desde aquí. Es probable que sea solo otro incidente más en esta prisión. Mejor intenta calmarte y vuelve a la cama. No ganaremos nada preocupándonos por cosas que están fuera de nuestro control.

Zarys asiente con gesto dubitativo, sus ojos aun escudriñando el pasillo en busca de respuestas que parecen esquivarlos.

—Pero y si... —comienza Zarys, interrumpiéndose con un suspiro cargado de frustración— No puedo evitar preocuparme, Vulk. ¿Y si esta vez es algo más grande? ¿Y si vienen a liberar prisioneros?

Vulk, aunque mantiene su postura estoica, muestra una pizca de empatía en su mirada al ver la angustia de su amigo.

—Sigue soñando. —aconseja Vulk, su tono firme pero reconfortante— Ahora, intenta descansar. Quizás se te pase.

Zarys asiente lentamente, aunque su expresión sigue marcada por la inquietud. Con un último vistazo al oscuro pasillo, se aleja de los barrotes y regresa a su rincón de la celda, buscando consuelo en la promesa de un breve respiro de tranquilidad en medio de la incertidumbre. Mientras tanto, Vulk se queda en silencio, sus pensamientos acompañados por el eco lejano de la explosión que aún retumba en el aire, recordándole que, en la prisión, la paz nunca es más que una ilusión frágil que se desvanece con la misma rapidez con la que aparece.

La irrupción de dos individuos desconocidos trastoca el equilibrio precario de la celda, añadiendo un matiz intrigante a la atmósfera ya cargada. Uno de ellos, un hombre de tez oscura irradia una presencia que contrasta con la sencillez desoladora del entorno carcelario. Su bata de científico, impecable en medio del caos circundante, insinúa una autoridad y conocimiento profundos. El otro individuo, aunque menos convencional en su aspecto, emana una energía que despierta un eco de reconocimiento en la mente de Zarys. Un joven apuesto de cabello plateado claro viste una camisa verde oscuro con cuello en V, sobre la cual porta una chaqueta de cuero negro de cuello alto. 

Ambos son escoltados por dos individuos, que se mantienen atrás. Los Voluntarios del Proyecto Orión.

Son soldados humanos, militares genéticamente modificados para enfrentarse con destreza a los seres infectados por el virus Redlight y sus variantes. Estos guerreros destacan por su imponente estatura de dos metros y un peso de cien kilos, considerando su armadura. Su físico impresiona por su musculatura desarrollada y su fuerza sobrehumana. Equipados con un casco especial que alberga un escáner integrado, revelan unos antebrazos tensos y marcados por las venas visibles bajo la piel. Ataviados con prendas tácticas en tonos negros y grises, portan una prótesis de metal gris en su brazo derecho, reemplazando la extremidad perdida, y en su hombro destaca el símbolo de la Blackwatch: una estrella con un par de alas negras. Estos combatientes ocupan un espacio considerable, siendo su presencia imponente y temible. Sin rasgos faciales visibles, su piel solo es perceptible en el antebrazo izquierdo, ya que incluso sus cuellos están cubiertos, asegurándolos contra heridas mortales o infecciosas. No dejan ninguna parte de su piel expuesta.

—¿Son ellos? —interroga el científico de tez oscura con un matiz de sorpresa y consternación en su tono, dirigiéndose a su compañero de aspecto más peculiar— ¿Son los individuos de los que me hablaste?

Vali Lucifer, el destinatario de la pregunta, asiente con una leve mueca de reconocimiento, mientras sus ojos escudriñan a Vulk y Zarys con una mezcla de curiosidad y un destello de desdén.

—Sí, son ellos. —responde Vali, su voz impregnada de una autoridad innata— Aunque debo admitir que no los recordaba en un estado tan deplorable. La cárcel parece haberles arrebatado gran parte de su esencia. Antaño, eran verdaderamente formidables... ahora, dudo que puedan enfrentarse siquiera a un humano corriente.

La alusión a su situación actual despierta un leve destello de indignación en Vulk, quien responde con una mirada desafiante.

—¿Y quiénes son ustedes para irrumpir aquí y juzgarnos? —inquiere Vulk, su tono rudo pero cauteloso, sus ojos fijos en los recién llegados— No los hemos invitado, y ciertamente no necesitamos su intromisión en nuestros asuntos.

Dekion Burton arquea una ceja, sorprendido por la confrontación directa de Vulk, mientras que Vali mantiene su compostura imperturbable, como si estuviera acostumbrado a este tipo de desafíos.

—Ey... creo que te conozco. —dice Zarys, esbozando una sonrisa mientras deja escapar una leve risa. Su mirada se posa en Vali— Me resultas familiar... nos hemos cruzado antes, ¿verdad?

—Reitero mi punto, la cárcel los ha afectado notablemente. —Vali se cruza de brazos—

—Sé quién eres... —masculla Zarys, apretando los dientes— Eres el Dragón Emperador Blanco. Vali... el portador de Albion, el Dragón Resplandeciente. ¿Cómo es que nos conoces a Vulk y a mí?

—Tú y tu amigo eran unos excelentes combatientes de las familias Dilguth y Zreq. Zarys y Vulk, medio hermanos que casi siempre salían victoriosos al unirse. Hasta que... hicieron trampa. —recuerda Vali— Zephydor Glaysa-Labolas les dio una lección por ello.

—Sí, el tonto de Labolas, lo recuerdo muy bien. —dice Vulk, abriendo los ojos de par en par— Pero hay que reconocer que nuestra artimaña resultó efectiva. Tuvo que intervenir él mismo para ganarnos, a pesar de todo. Ahora, permíteme preguntar... ¿cuáles son las intenciones del Dragón Emperador Blanco al presentarse en una cárcel como esta?

—¿Personalmente? Ustedes no me interesan, no a mí. Sino a él. —Vali cede el paso al científico de tez oscura— Todos suyos, Doc.

—Lamento la sorpresa de nuestra llegada. —responde el científico con una sonrisa amistosa, tratando de apaciguar los ánimos— Mi nombre es Dekion Burton, y este es mi compañero, Vali Lucifer. Venimos en busca de individuos dispuestos a unirse a una causa específica. Comprendo que estar encerrados no es de su agrado.

—¿Qué tipo de personas están reclutando? —pregunta Zarys, adoptando un tono ligeramente más dócil ahora, mientras escruta a los recién llegados en busca de pistas sobre sus verdaderas intenciones— No somos precisamente los más idóneos para ofrecer ayuda, pero si hay algo que podamos hacer...

La oferta de ayuda de Zarys es recibida con un gesto de aprecio por parte de Dekion, mientras que Vali permanece en silencio, evaluando a los prisioneros con una intensidad que sugiere un interés más profundo en sus palabras.

—Vali puede proporcionarles una explicación más detallada al respecto. —Dekion le da paso a su compañero—

—Pertenezco a un grupo llamado: La Brigada del Caos. Estamos en busca de individuos valientes y determinados, dispuestos a desafiar el orden establecido y forjar su propio destino. —explica Vali con voz firme, mientras su mirada penetra en la de Vulk y Zarys con una intensidad que denota sinceridad— Somos un grupo ajeno a las tres facciones principales, unidos por un objetivo común: desencadenar una Guerra Celestial y emerger victoriosos de ella.

La mención de la Brigada del Caos despierta una chispa de interés en los ojos de Zarys, quien parece intrigado por la propuesta, aunque aún mantiene una dosis de cautela en su actitud.

—¿Y cuál es exactamente ese objetivo? —pregunta Vulk, su tono ahora más reflexivo que desafiante— ¿Qué ganaríamos al unirnos a su causa?

Vali sonríe con satisfacción ante la pregunta, como si estuviera esperando la oportunidad de explicarlo todo.

—Nuestro objetivo es desestabilizar el statu quo celestial y abrir paso a una nueva era de poder y libertad para aquellos lo suficientemente audaces para reclamarlo. —responde Vali, con una pasión palpable en cada palabra— Y ustedes dos, con su destreza y coraje, podrían desempeñar un papel crucial en este proceso. Imaginen un mundo donde las reglas impuestas por las facciones sean cosa del pasado, donde cada uno pueda labrar su propio destino sin restricciones ni limitaciones. Esa es la promesa de la Brigada del Caos.

Vulk escucha atentamente las palabras de Vali, su ceño fruncido en concentración mientras evalúa la propuesta con cautela. Después de un momento de silencio, finalmente habla.

—Suena tentador... —admite Vulk, su tono ahora más contemplativo que desafiante— Pero, ¿cómo sabemos que podemos confiar en ustedes? ¿Cómo sabemos que no nos están usando para sus propios fines?

Dekion asiente con comprensión, reconociendo la validez de las preocupaciones de Vulk.

—Entiendo tu desconfianza, pero permíteme asegurarte que la Brigada del Caos no busca meros títeres para sus planes. Buscamos aliados verdaderos, individuos que compartan nuestra visión y estén dispuestos a luchar por ella con determinación y valentía. —declara Burton, su voz es firme, resuena con convicción— Y lo que ofrecemos no es solo una oportunidad de liberarse de las cadenas de la prisión, sino también la oportunidad de dejar una marca indeleble en la historia de los reinos celestiales.

—¿Y tú quién eres específicamente? —pregunta Vulk con cierto recelo en su tono— Nunca te he visto por aquí.

Dekion Burton, el científico de Gentek, ofrece una sonrisa tranquila mientras responde a la pregunta con serenidad.

—Soy un científico de una empresa de desarrollo tecnológico y genético. Gentek. Yo puedo proporcionarles un poder adicional al que ya tienen por ser demonios. Un poder... muy grande. —explica Burton con una entonación que sugiere la importancia y el potencial de sus palabras—

Zarys y Vulk escuchan con atención las palabras del científico, sus miradas alternando entre la sospecha y el interés. La propuesta de un poder adicional parece captar su atención, pero aún así, mantienen una reserva cautelosa.

—Y si no estamos interesados en unirnos a su causa... ¿qué sucede entonces? —pregunta Zarys, su tono neutral, pero con una nota de curiosidad palpable— ¿Nos dejarían pudrirnos en esta celda?

La pregunta de Zarys parece resonar en la atmósfera cargada de la celda, llenando el aire con una tensión palpable. Vali, sin embargo, recibe la pregunta con una expresión imperturbable, como si hubiera anticipado este escenario.

—Si deciden no unirse a nosotros, entonces respetaremos su decisión. —responde Vali con calma, aunque su tono denota una firmeza inquebrantable— Pero permítanme advertirles que permanecer en esta celda no será una opción por mucho tiempo. La guerra está en el horizonte, y aquellos que no elijan un bando corren el riesgo de ser arrastrados por la marea de la historia, sin importar su voluntad.

Una pausa llena la celda mientras Zarys y Vulk reflexionan sobre las palabras de Vali, evaluando las opciones ante ellos. La decisión pende en el aire, pesada y cargada de consecuencias. Finalmente, Zarys rompe el silencio con una mirada determinada en sus ojos, su voz resonando con una determinación férrea.

—No creo que deberíamos considerar su propuesta seriamente, Vulk. —dice Zarys, su tono firme pero lleno de convicción— No tenemos mucho que perder y mucho que ganar si esto sale bien.

Vulk asiente lentamente, su expresión reflejando una mezcla de resignación y aceptación ante la inevitable elección que deben hacer.

—Supongo que no tenemos muchas opciones, ¿verdad? —murmura Vulk, su tono resignado pero decidido— Está bien, estamos dentro.

Vali sonríe satisfecho, reconociendo la valentía y la determinación en las palabras de los dos demonios. Ha ganado dos valiosos aliados para la causa de la Brigada del Caos, y juntos, están un paso más cerca de su objetivo de desencadenar una Guerra Celestial que cambiará el destino de los reinos celestiales para siempre.

[...]

.Ciudad de Hiroshima - Una de la tarde.

.Campamento de Gentek.

El imponente campamento de Gentek se alzaba ante la mirada de Zarys, quien no podía evitar sentirse abrumado por la presencia de los numerosos soldados que lo custodiaban. Sus ojos recorrieron con curiosidad los tanques de contención, cuya función quedó clara gracias a la explicación detallada de Dekion:

—¡Vaya! —exclamó Zarys, observando el campamento y la gran cantidad de soldados que albergaba— Estos tipos armados parecen estar listos para enfrentar cualquier amenaza. Pero dime, ¿para qué sirven exactamente los tanques de contención?

Dekion asintió, su expresión era seria. 

—El nombre es bastante descriptivo. En esos tanques, mantenemos a los Sujetos de Prueba. Son seres divinos que han sido infectados con el Virus Redlight y sus variantes. Por ahora, están contenidos porque representan un peligro. Sin embargo, nuestra meta es controlarlos, y cuando lo logremos, dejarán de ser una amenaza. —explicó Burton, con calma—

La mención del virus hizo que Vulk se inquietara. Buscó respuestas en la mirada de Burton:

—¿Nos van a infectar con ese virus? —preguntó Vulk, con voz tensa—

—Sí, pero no directamente con el virus. —el científico de tez negra asintió, sin rodeos— Utilizaremos una variable específica, combinada con muestras especiales traídas de la Oficina de Desmond Tyler, el director de Gentek. Supuestamente, estos viales alternativos no deberían llevarlos a la locura. —respondió, manteniendo la mirada fija en Vulk—

Mientras Dekion supervisaba la actividad en el campamento, una científica informaba sobre la frustrante búsqueda del "Hijo Pródigo".

—¿Cómo va la búsqueda del "Hijo Pródigo"? —inquirió Dekion, con una mezcla de impaciencia y preocupación—

—No como nos gustaría, señor Burton. El sujeto sabe esconderse muy bien. Ha habido incluso menos reportes desde que hemos trasladado nuestro equipo. —respondió la científica, de apellido italiano y mirada intensa—

Dekion asintió, frunciendo el ceño. 

—Continúen con la búsqueda. En cuanto encuentren algo relevante, háganmelo saber. —ordenó antes de continuar su paso por el campamento— Vali... tu acompañante.

Sin embargo, su recorrido se vio interrumpido por una escena inesperada. Vali, uno de los acompañantes de Dekion, estaba enfrascado en una conversación con Kuroka, una mujer joven y seductora. Esta última entretenía a dos soldados de la Blackwatch con su encanto y coquetería. Vali, siempre serio y directo, intervino para poner fin a la distracción:

—¿Quiénes son sus nuevos juguetes, doctor Burton? —preguntó Kuroka, acercándose a Vulk y Zarys— Son apuestos, ¿no crees?

Dekion no perdió la oportunidad de explicar. 

—Ellos son ex combatientes de Rating Games demoníacos. Grandes guerreros deshonrados por jugadas sucias. Aquí... se les ha ofrecido una segunda oportunidad. —reveló, manteniendo su mirada firme en Kuroka—

Zarys, cautivado por la belleza intrigante de la mujer, no pudo evitar el juego de seducción y halagos:

—Eres realmente hermosa. —dijo Zarys, con una sonrisa de bobo—

Kuroka respondió con una mirada traviesa. 

—¿Quieres ver más? —susurró ella, su aliento rozando la piel de Zarys— Hm, tendré que dejarte con las ganas, lo siento mucho.

[...]

.En la noche.

En la penumbra de la noche, las palabras fluyen como hilos de sombra, entrelazando los destinos de dos individuos en un rincón oscuro. Zarys, con su mirada penetrante, y Vali, sentado con una indiferencia que apenas oculta su sed de desafío, se sumergen en una conversación que trasciende lo mundano.

—¿Cómo conociste a este sujeto? —inquire Zarys, llevando la copa a sus labios. La luz tenue del local resalta su perfil, mientras Vali permanece imperturbable, cruzado de brazos, como si meditara sobre los secretos del universo— El Dragón Emperador Blanco aliado con una Empresa de Desarrollo Científico y Genético norteamericana... creo que es bastante irónico.

—Mi encuentro con el doctor Burton fue indirecto. —comienza Vali, su voz es un susurro en la penumbra— Uno de sus Sujetos de Pruebas me desafió a un combate. Fue un enfrentamiento fascinante, una danza de habilidades y estrategias. Al final, rodeado por soldados de la Blackwatch, Dekion apareció. Parecía intrigado por mi potencial. Me ofreció una propuesta: eliminar a un Sujeto de Pruebas renegado llamado: "Blake Valler", el Número Once. A cambio, me proporcionaría hombres y recursos para la Brigada del Caos. Así fue como nos conocimos.

—¿Confías en esta organización? —interroga Zarys, su mirada inquisitiva como un faro en la oscuridad—

—Para nada. —responde Vali, su tono es serio— No confío en nadie más que en mí mismo. Sus motivaciones son un enigma, siempre hablando del "Hijo Pródigo". Pero nuestras alianzas son pragmáticas. Quieren destruir a las facciones, y eso coincide con mis intereses. Kuroka, Bikou y Ophis también tienen sus propias metas, y esta alianza les conviene para despejar el camino de los líderes divinos.

—¿Y tú? ¿Cuáles son tus ambiciones? —Zarys termina su bebida con un gesto decidido— ¿Qué destino persigues?

—Anhelo un combate digno. —Vali sonríe, como si el desafío le diera vida— El Trono del Rey Demonio es mi objetivo. Quiero demostrar que soy el mejor en mi arte, que mis estrategias y habilidades superan a todos. El Dragón Emperador Rojo es un bufón. Ophis... podría ser un rival. Azazel no duraría mucho, y los demás Dragones son meros insectos comparados conmigo.

—¿Y si te enfrentaras a alguien poderoso, que no fuera un Dragón? —Zarys insiste— Alguien como Risotto Nero o el mismísimo Demonio Primordial.

—Cuando ascienda al Trono del Rey Demoníaco, haré que el Demonio Primordial y su Mayordomo Italiano se arrodillen. Si no lo hacen, será un espectáculo digno de los dioses. El título de Demonio Superior Número Uno me tienta demasiado. —Vali se recuesta en la silla, sus ojos brillando con una determinación feroz—

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Voluntarios del Proyecto Orión:

Apariencia de Zarys y Vulk:

Apariencia de Kuroka Toujou:

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