Capítulo 33

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.Día Tres de Agosto del Año 2010.

.Ciudad de Kuoh - Club del Ocultismo.

"Realmente, es el momento perfecto para disfrutar de una taza de café, si es que me consultas al respecto".

Comenta una voz a través del auricular de un teléfono celular. La comunicación se establece con un individuo de mirada peculiar: su ojo izquierdo destella un intenso tono carmesí, mientras que el derecho brilla con la vivacidad del verde esmeralda. Se halla cómodamente sentado en un sofá, en el corazón de una cabaña rústica cuya atmósfera se ve realzada por la luz cálida que lo envuelve. Por el momento, la soledad es su única compañía.

"No hay demasiadas novedades que pueda compartir contigo, la verdad es que la calma está presente en estos lares. Pero cuéntame, ¿cómo te va a ti? ¿Qué tal está todo por Japón? ¿Las cosas marchan bien, de manera rutinaria, en paz?".

Indaga con un matiz de genuino interés.

—Se podría afirmar que sí. —responde el joven al otro lado de la línea, su cabello era tan oscuro como el manto nocturno— La vida aquí presenta sus propias peculiaridades. De alguna manera, este lugar me recuerda a Manhattan, aunque con problemas diferentes. Debo confesar que Japón tiene sus complejidades que, en ocasiones, me resultan abrumadores... —admite entre risas contenidas— Si los monjes de la época del Renacimiento o incluso aquellos de la Edad Media pudieran ver cómo es el mundo actual, seguramente se horrorizarían hasta el punto de querer arrancarse los ojos. Sin embargo, dudo que las tribulaciones que enfrento aquí sean equiparables a las que ustedes dos deben sortear en Nueva York.

"Desde luego, son escenarios distintos, contextos incomparables. Es como intentar establecer paralelismos entre una banda de rock de los años setenta y las melodías que dominan las ondas radiales en la actualidad; carece de sentido lógico. Tú te hayas inmerso en dilemas de naturaleza divina, enredado en asuntos de fe, magia y fantasía... Mientras tanto, nosotros nos enfrentamos a una realidad ligeramente distinta: combatimos contra un virus letal y nos vemos atacados por dos organizaciones cuyo único fin es nuestra completa erradicación o sometimiento para sus experimentos. Visto de esta manera... tus desafíos podrían parecer más llevaderos en comparación con los nuestros".

—No te dejes llevar por las apariencias, Joel. —interviene el hombre, cuya mirada se endurece al recordar la cicatriz que adorna su rostro justo debajo del ojo derecho— La realidad es más compleja de lo que uno podría imaginar. Aquí, se han sellado tratados de paz que prometen poner fin a los enfrentamientos entre facciones rivales, pero la verdad es que estamos al borde de un conflicto latente, una guerra que se cierne sobre nosotros, amenazante y lista para desencadenarse. Mi cometido es doble: evitar que esa guerra se materialice y, en caso de que sea inevitable, asegurar que salgamos victoriosos, que prevalezcan nuestros principios y valores. Y aunque no sea mi prioridad principal; continúo en la caza de aquellos científicos de Gentek, sorteando obstáculos que, aunque significativos, no son relevantes para esta conversación. —explica con seriedad, justo cuando percibe el sonido de la puerta abriéndose—

—Blake, ¿dispones de un momento? —inquiere Akeno, intentando no interrumpir, pero con una urgencia apenas disimulada—

—Por supuesto. —responde Valler, apartándose ligeramente del teléfono— Debo marcharme. Te deseo éxito en tu cometido... "Black Prototype". Eres consciente de que es un alias algo extenso y peculiar, ¿verdad?

"No es la primera vez que alguien me lo señala... Mantente a salvo, Blake. Evita que te den caza".

El Sujeto de Pruebas Número Once concluye la llamada con un gesto decidido y guarda su teléfono en el bolsillo derecho de sus jeans desgastados. Entrelaza sus dedos y eleva la vista con serenidad hacia la Sacerdotisa del Rayo, cuya mirada emana una calidez reconfortante.

—¿Es un conocido tuyo? —interroga ella, cruzando el umbral de la puerta para tomar asiento junto al ser Evolucionado—

—Un compañero del trabajo. —responde Blake, esbozando una sonrisa torcida y sutil, casi imperceptible para cualquiera, excepto para Himejima— ¿Qué te trae por aquí?

—Simplemente deseaba... conversar. —manifiesta Akeno, con una mezcla de hesitación y esperanza— Conversar contigo, si a ti te parece bien.

—Ya sabes que nunca he sido adepto a los diálogos extensos y profundos, cargados de filosofía y sentimentalismos humanos. —confiesa Blake, manteniendo un tono de voz tranquilo y equilibrado— Siempre he considerado que mi fortaleza radica en escuchar más que en hablar.

—Tu gratitud por aquel rescate en la Cumbre de Líderes aún resuena en mi mente. —inicia ella, su voz está impregnada de una sinceridad palpable— Sin embargo, nunca indagué sobre tus verdaderas intenciones, sobre lo que te impulsó a intervenir y a romper la barrera temporal que el Balance Breaker de Gasper había erigido alrededor de mi ser.

—En aquel instante, Rías se encontraba aferrada al brazo de Issei, ambos estaban fuera de la atrofia temporal... —explica Blake, su tono reflejando una lógica implacable— La hipótesis que formulé en mi mente parecía sólida, y los hechos subsiguientes confirmaron su validez. Pero, para ser franco, no le he dado muchas vueltas al asunto. Supongo que la decisión se basó en la convicción de que era preferible contar con tu presencia activa, con tus habilidades y tu astucia, más allá de cualquier sentimentalismo. Siguiendo esa línea de pensamiento, Issei habría debido liberar a Asia, pero no lo hizo. Quizás para no ponerla en peligro, yo que sé.

—Entonces, ¿me salvaste buscando mi utilidad en la batalla... o había algo más? —interroga Akeno, su ceja se arquea denotando curiosidad—

—Fue principalmente por tu valor en combate, aunque puedes interpretar la "otra cosa" como prefieras. —responde Blake, extrayendo de su bolsillo un paquete intacto de chicles de menta—

—Hay algo que siempre he querido preguntarte: ¿cuál es la razón detrás de tu constante masticación de chicles de menta? —cuestiona Akeno— Te observo sacar uno tras otro, antes o después de cada evento significativo. ¿Acaso encierra algún significado especial?

—No estoy seguro. —admite Blake, su mirada perdida en un punto distante— Es un hábito que me acompaña desde tiempos inmemoriales, desde que tenía orejas. El primer chicle que robé fue de un soldado de la Blackwatch, marcando mi primer contacto con la alimentación humana... y quedé cautivado. Desde entonces, se ha convertido en un gesto casi automático, un reflejo que escapa a mi control consciente.

Un silencio cómodo se instala entre ellos, un interludio de palabras no dichas. La conversación se detiene, suspendida en el aire, hasta que la mano de Akeno encuentra la de Blake, provocando una reacción inmediata en él.

—Tu valentía fue ejemplar aquel día. —le confiesa Akeno, acariciando con suavidad la mano de Blake— Me salvaste del estancamiento temporal y de la explosión mágica, impediste que Issei cometiera un acto irracional y mantuviste la compostura frente a las provocaciones de Vali... Eres, sin lugar a dudas, el hombre más valeroso que he tenido el honor de conocer. Y lo más admirable es que nunca buscaste involucrarte en estos asuntos. Tu deseo era mantenerte al margen, distante de todo, enfocado únicamente en tu misión... y ahora, nos encontramos unidos como piezas de ajedrez en el mismo tablero, formando parte de una entidad que se asemeja a una... "familia".

La palabra "familia" resonaba en la mente de Blake como un eco distante, un susurro que se desvanecía en las sombras de su conciencia. Se veía a sí mismo en un campo de pruebas, un cuarto aséptico y blanco, rodeado de cámaras y paredes de concreto reforzado, detrás de las cuales los científicos de Gentek lo observaban con ojos inquisitivos, anotando cada detalle. Prueba tras prueba, Blake Valler las superaba, desafiando y eclipsando las expectativas que se habían trazado para él.

Volviendo a la realidad, observó sus manos, cerrándolas con firmeza, sin percatarse de que Akeno aún continuaba con su gesto cariñoso. Por instinto, se contuvo, evitando causarle daño. Pero estaba atrapado en un trance del que no podía, o no quería, escapar. 

¿Qué era esa sensación que lo embargaba? Era algo desconocido, una mezcla de ansiedad y anticipación, como si la tierra temblara bajo sus pies, desafiando su equilibrio. Su mirada se suavizó, y con ella, su mente. Akeno comenzó a acariciar su espalda, hablándole con dulzura, pero las palabras de ella se perdían en un mar de sonidos graves y distantes, incomprensibles para Blake.

Valler sintió cómo la presión en su puño disminuía al contacto de Akeno. Miró hacia abajo, hacia esa mano que se posaba sobre la suya con tanta ternura, y algo dentro de él se suavizó. Lentamente, abrió el puño, permitiendo que los dedos de Akeno se entrelazaran con los suyos.

—¿Blake? —preguntó Akeno, mientras el Sujeto de Pruebas Número Once se levantaba del sofá— ¿Estás bien?

Blake se giró hacia ella, su expresión era grave, casi hostil. Observó a la sacerdotisa del rayo, sus puños estaban cerrados en una tensión perceptible. Ella, sintiendo un atisbo de miedo, se levantó con cautela, evitando hacer movimientos bruscos.

—¿Qué sucede? —inquirió ella, sosteniendo el rostro de Blake entre sus manos— ¿Fue algo que dije o hice? Lo lamento... no fue mi intención.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Blake, con el ceño fruncido— ¿Por qué me dices esas cosas?

—Son verdaderas, es lo que siento... —respondió Akeno— Todo lo que te he dicho es sincero. Eres importante para mí, Blake Valler. Sé que estás confundido, que estas experiencias son nuevas para ti, a veces lo olvido, y ese es mi error... lo siento.

—No es eso... —dijo Blake, su es voz un murmullo apenas audible—

—Entonces, ¿qué es? —insistió ella—

Blake no encontraba las palabras; su respuesta se perdía en el silencio.

La tensión en la habitación era palpable, un hilo invisible que conectaba a Blake y Akeno en un baile de emociones y malentendidos. La sacerdotisa del rayo, con una mezcla de preocupación y valentía, mantenía sus manos sobre las mejillas de Blake, buscando en su mirada alguna señal que disipara el miedo que comenzaba a anidar en su pecho.

Con un giro repentino y ágil, el Evolucionado del Virus Redlight se volteó, su cuerpo se tensó al percibir un ruido extraño que rompía la calma habitual. Sus sentidos, agudizados por la evolución, se dispararon en alerta máxima. Con ojos penetrantes y meticulosos, inspeccionó cada rincón de la cabaña, buscando la fuente de su inquietud. Algo estaba fuera de lugar, algo no encajaba en el ambiente sereno de su refugio. Akeno, con su presencia preocupada, seguía observándolo, su mirada fija en él.

—Blake, por favor, háblame. —la voz de Akeno irrumpió en la tensión, una súplica temblorosa pero impregnada de una firmeza que revelaba su fortaleza interna—

—Espera. —respondió Blake con calma, su voz era un susurro de autoridad, mientras extendía la palma de su mano en un gesto de pausa—

—¿Qué ocurre? —Akeno, captando la gravedad del momento, se puso en guardia también— ¿Sientes algo?

—Shh. —la respuesta de Blake fue un murmullo, un mandato al silencio mientras movía la cabeza en un ademán negativo— ... Hay algo cerca.

—¿Algo, o alguien? —la pregunta de Akeno fue acompañada por un movimiento ágil, su cuerpo giró para escrutar el entorno en todas direcciones— ¿Puedes verlos?

El silencio se estiró, se convirtió en un ente palpable que envolvía la escena, un silencio que se prolongó durante segundos que parecían eternos. Hasta que Blake, con sus sentidos en alerta, lo sintió, una presencia, una amenaza. Volteó hacia Akeno con una rapidez que desafiaba lo humano.

—¡Abajo! —su grito fue un trueno, un aviso cargado de urgencia mientras se lanzaba hacia ella, con su cuerpo en movimiento para derribarla al suelo en un acto protector—

En ese instante, una esfera de fuego azul, intensa y descontrolada irrumpió en la escena, destrozando el techo de la cabaña del Club con una fuerza devastadora. Blake, en un acto reflejo, quedó sobre Akeno, protegiéndola con su cuerpo. Ella, sorprendida por la repentina cercanía, sintió un torbellino de emociones; por un lado, el miedo y la sorpresa, y por otro, una excitación inesperada ante la proximidad de sus cuerpos. Sin embargo, con una disciplina mental forjada en incontables batallas, apartó rápidamente esos pensamientos y se enfocó en la situación. Con un gesto fluido y preciso, invocó su magia y extinguió las llamas azules que amenazaban con consumir la estructura de madera de la cabaña.

Blake se puso de pie con agilidad, Himejima siguió su ejemplo y se levantó también. Juntos, contemplaron la destrucción a su alrededor, el caos que había interrumpido la paz de su santuario. Akeno, con los ojos cristalizados y el corazón oprimido, luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse, mientras la realidad de su vulnerabilidad se hacía evidente ante la magnitud de la destrucción. La cabaña, que una vez fue un lugar de encuentro y alegría, estaba irreconocible, sus paredes chamuscadas y su techo abierto al cielo, como una herida abierta en la noche.

"¡Sujeto de Pruebas Número Once: Blake Valler!".

Gritó una voz femenina, una que Blake la reconoció de inmediato al haberla escuchado antes, en su traumático pasado. Su instinto protector seguía en alerta máxima, manteniéndolo firme junto a Akeno. Su mirada reflejaba la férrea determinación que sentía, la imperiosa necesidad de proteger a quien le importaba, sin importar el costo. A pesar del caos y la confusión reinantes, su mente funcionaba a toda velocidad, evaluando la situación, buscando respuestas y preparándose para cualquier otro peligro que pudiera surgir.

—Tenemos que movernos. —dijo Blake, su voz sonó como un susurro cargado de urgencia y determinación— Ahora mismo.

"¡Sé que estás allí, Blake Valler! Sal con las manos en alto y no provocaremos más daños".

La mirada del evolucionado se encontró con la de la sacerdotisa del rayo, y en un instante se entendieron. Ella asintió con decisión y comenzaron a caminar juntos hacia la puerta. Akeno se preparó, cambiando su vestimenta a la de su conocido título, un elegante kimono blanco combinado con una gran falda roja. Blake salió primero, bajando unos escalones de madera con cautela. Su atención se centró en una mujer de cabello rubio, con facciones atractivas, ojos celestes y una coleta prolija. Detrás de ella, cuatro hombres corpulentos y bien armados con armaduras de metal vigilaban atentamente. 

Blake Valler, el Sujeto de Pruebas Número Once, se encontraba atrapado entre la lealtad hacia sus amigos y la amenaza inminente de los Voluntarios del Proyecto Orión. La doctora Layla Dosson, una figura enigmática con cabello rubio y ojos celestes representaba la autoridad que Blake había desafiado durante tanto tiempo.

—Layla Dosson... —dijo Blake, reconociendo de inmediato a la mujer que tenía enfrente, una científica asociada a los reformados Nueve delegados, ahora bajo las órdenes de Desmond Tyler— Casi me preguntaba cuándo Desmond Tyler enviaría a su pequeña agente. ¿Cómo está Gordon Smith? —preguntó con una mirada cargada de odio, sabiendo del romance secreto entre Gordon y la señorita Dosson— Sí... sé qué tenían una aventura juntos. El tipo no era muy sentimental, pero se esforzaba.

—Tus palabras no me hieren, Sujeto de Pruebas Número Once. —respondió la doctora Layla, acomodándose la bata con una frialdad profesional— Es inusual que el señor Desmond Tyler permita que sus proyectos vaguen libremente por el país con el lujo del "libre albedrío". Pero sus ocupaciones le dejan sin tiempo. Los Nueve, tenemos una misión importante.

—Seis. —corrigió Blake con voz firme— Tres murieron, ¿lo olvidaste? Alex Mercer mató a dos, y yo a uno. Ojalá hubiera podido consumir a Roland Gouin, el tipo hubiera sido realmente útil.

—Nueve. —replicó Layla con una sonrisa socarrona— ¿No te enteraste? Hmph, no me sorprende... viviendo en una cabaña con personas a las que no les importas, es natural que no te enteres de lo que ocurre al otro lado del mundo.

—¿Enterarme de qué? —Blake dio un paso adelante, pero los Voluntarios del Proyecto Orión se colocaron en una postura lista para el ataque— ... Veo que no han perdido el tiempo. —Valler sonrió, evaluando a sus adversarios con una mezcla de desafío y desdén—

—Esperen órdenes. —dijo Layla, volviéndose ligeramente hacia la derecha, echando un vistazo por encima del hombro a sus soldados, quienes retrocedieron ligeramente. Luego, se volvió nuevamente hacia Blake— Tu misión de cazar a "Los Nueve" ha llegado a su fin. Entrégate ahora sin oponer resistencia, y te llevaremos de vuelta de manera pacífica.

—¿Y qué te hace pensar que voy a acceder a lo que ordenas? ¿Me tomas por idiota? ... Creí que eras una de las mejores científicas de Gentek, parece que me equivoqué. —Blake apretó los puños con una furia contenida— Si quieren llevarme, tendrán que matarme primero.

—Ojalá pudiera matarte... pero el jefe me dio claras órdenes de llevarte ante él, con vida. —Layla se llevó las manos a la parte trasera de la cadera, adoptando una postura de superioridad y autoridad— Derríbenlo, pero no lo maten.

Blake se tronó los nudillos con un sonido seco y ominoso, y comenzó a avanzar con paso firme, su objetivo claramente fijado en los cuatro Voluntarios del Proyecto Orión. La tensión en el aire era palpable, cada movimiento de Blake cargado de una amenaza silenciosa. Sin embargo, antes de que el combate pudiera iniciarse, una serie de relámpagos amarillos cayeron de repente entre Blake y los soldados de la Blackwatch modificados genéticamente, deteniendo a ambos bandos en seco.

Akeno, con su kimono de sacerdotisa ondeando al viento, apareció desde el bosque detrás de Blake. Su apariencia era imponente y majestuosa, con su ala izquierda de ángel caído extendida y su ala derecha de demonio desplegada, creando una imagen de poder y misterio. Con los ojos llameando de determinación y un aura de energía eléctrica vibrando alrededor de su figura, Akeno se plantó firmemente, su voz resonando con autoridad y convicción.

—Para capturar a Blake... —advirtió Akeno, su voz fue resonante como un trueno— Tendrán que pasar sobre mí primero.

Los Voluntarios del Proyecto Orión vacilaron momentáneamente, sus miradas se dividieron entre Blake y Akeno. La aparición de la sacerdotisa del rayo había cambiado la dinámica del enfrentamiento, añadiendo un nuevo nivel de complejidad y peligro. Layla Dosson, por su parte, frunció el ceño, evaluando la situación con rapidez. La determinación de Blake y la poderosa presencia de Akeno planteaban un desafío inesperado.

—No subestimen a esa mujer. —ordenó Layla a sus soldados, su tono de voz era afilado como una cuchilla— Manténganse alerta y procedan con cautela. 

Blake, viendo la resolución en los ojos de Akeno, sintió una oleada de gratitud y respeto. No estaban solos en esta batalla, y eso le daba una fuerza renovada.

—Akeno, gracias. —murmuró Blake, sabiendo que ella entendería el profundo agradecimiento contenido en esas pocas palabras—

—Estamos juntos en esto. —respondió Akeno, sin apartar la vista de los enemigos, su energía eléctrica estaba crepitando alrededor de ella— No dejaré que te lleven sin luchar.

Blake asintió, y con una última mirada de entendimiento compartido, ambos se prepararon para el inevitable enfrentamiento. La batalla que se avecinaba no sería fácil, pero juntos, Blake y Akeno estaban dispuestos a enfrentarse a cualquier amenaza, defendiendo su libertad y la de aquellos que amaban con cada onza de su ser.

Blake decidió activar sus "Garras". La biomasa de su ser se redirigió a sus brazos, alargándolos ligeramente y transformando sus dedos en cuchillas metálicas increíblemente afiladas, capaces de cortar casi cualquier cosa como si de papel se tratase. Con estas armas letales, corrió y cargó solo contra los cuatro Voluntarios del Proyecto Orión. Sabía que no iba a luchar solo, pues dos de los voluntarios se desviaron hacia Akeno, siguiendo las órdenes de Layla Dosson de eliminar cualquier obstáculo.

Akeno extendió sus manos hacia adelante, con las palmas abiertas. Una ola de rayos eléctricos salió de ella, impactando a los proyectos de Gentek. Sin embargo, debido a su gran resistencia, musculatura y complexión física, los soldados parecían tanques militares. El ataque les afectaba, pero no de manera significativa. Himejima intentó correr para reducir la distancia, pero entonces, una figura especial apareció para brindarles apoyo.

—¡Koneko-Chan! —gritó la vicepresidenta del Club del Ocultismo, feliz de ver a la Torre albina—

—Vinimos en cuanto vimos la señal de humo. —respondió la chica de ojos dorados, con una indiferencia completa—

—¿¡Qué son esos sujetos?! —preguntó Issei, quien, con su Boosted Gear activada, se lanzó al ataque junto a la torre. Kiba y Xenovia se dirigieron hacia otro de los voluntarios. El tercero fue repelido por Akeno, mientras Rías protegía a Asia y a Gasper. El cuarto estaba luchando contra Blake—

—¡Soldados que sirven a la mujer científica! —gritó Akeno— ¡Vinieron por Blake!

—Entonces, debemos defenderlo. —respondió Rías, mientras invocaba un sello mágico del que comenzaban a surgir rayos mágicos—

—Quiero al Sujeto de Pruebas Número Once respirando. Liquiden a los demás. —ordena Layla Dosson—

Blake, por su parte, se batía en un duelo uno contra uno. El Voluntario del Proyecto Orión mantenía los puños en alto, su estilo marcial era agresivo y desconocido para Blake. El Evolucionado luchaba ferozmente con sus garras, llenando de tajos al proyecto de Gentek, pero sus heridas se regeneraban rápidamente. Ciertamente, los soldados del Proyecto Orión estaban especialmente diseñados para resistir y combatir a los infectados del Virus Redlight y sus variantes, lo que complicaba enormemente la situación para Blake Valler.

Blake lanzó una serie de ataques rápidos y precisos, sus garras cortaban el aire con un silbido mortal. El voluntario bloqueaba y esquivaba con habilidad, sus movimientos eran fluidos y eficientes. Cada vez que Blake lograba hacer un corte, la carne del soldado se cerraba casi instantáneamente, lo que aumentaba la frustración de Blake. Valler apretó los dientes y redobló sus esfuerzos, lanzándose al ataque con renovada ferocidad. Las garras brillaban con un destello mortal mientras se abalanzaba sobre su oponente, buscando cualquier apertura en su defensa. El soldado respondió con un golpe devastador que Blake apenas logró esquivar, sintiendo el viento del puño rozar su rostro.

—¡Vamos, equipo! —gritó Rías, canalizando más energía en su sello mágico— ¡No vamos a dejar que se lleven a Blake!

La batalla continuó con una intensidad feroz. Koneko y Issei luchaban codo a codo, combinando sus ataques para mantener a raya a sus oponentes. Kiba y Xenovia se movían con gracia y precisión, sus espadas brillando mientras repelían los ataques enemigos. Akeno, con su combinación única de poderes angelicales y demoníacos, mantenía a dos voluntarios ocupados, sus rayos chisporroteando en el aire. El Evolucionado del Virus Redlight sabía que no podía fallar. Con un grito de determinación, lanzó un ataque final, sus garras cortando el aire con una velocidad y fuerza sobrehumanas. El voluntario del Proyecto Orión intentó bloquear, pero Blake fue más rápido, logrando finalmente un golpe crítico. A pesar de la regeneración del soldado, el ataque lo derribó, dándole a Blake una pequeña ventaja.

Con sus garras brillando como cuchillas afiladas, se lanzó hacia los Voluntarios del Proyecto Orión con una velocidad y precisión sobrehumanas. Cada movimiento era calculado, cada corte intentaba encontrar una brecha en la defensa de los soldados. Los Voluntarios, sin embargo, respondieron con una destreza impresionante. Sus cuerpos musculosos y resistentes absorbían los impactos, y sus heridas se regeneraban casi instantáneamente, dificultando el avance de Blake.

Blake atacó con una serie de cortes rápidos, sus garras moviéndose en un frenesí de acero y carne. Uno de los soldados bloqueó con su brazo, solo para que Blake cambiara de dirección y atacara el costado. Aunque el corte fue profundo, la regeneración del soldado fue casi inmediata. Con un gruñido de frustración, Blake retrocedió y se preparó para un nuevo asalto. Mientras tanto, Akeno se enfrentaba a dos Voluntarios que avanzaban hacia ella con una determinación implacable. Extendiendo sus manos hacia adelante, lanzó una oleada de rayos eléctricos que chisporroteaban en el aire, impactando a los soldados con un estallido de energía. Sin embargo, sus cuerpos resistentes absorbieron gran parte del daño, avanzando a través de la tormenta eléctrica con un esfuerzo visible.

Uno de los soldados lanzó un puñetazo hacia Akeno, pero ella lo esquivó con gracia, respondiendo con una descarga eléctrica dirigida a su torso. El soldado retrocedió ligeramente, pero no se detuvo, avanzando con una tenacidad implacable.

En otro frente de la batalla, Issei, con su Boosted Gear activada, se enfrentaba a otro de los voluntarios. Sus golpes eran fuertes y rápidos, pero el soldado de Gentek respondía con igual vigor. Koneko, con su fuerza sobrehumana, luchaba junto a Issei, sus puñetazos golpeando con una fuerza impresionante. Kiba y Xenovia, con sus espadas brillando, se enfrentaban a otro soldado, sus ataques coordinados buscando explotar cualquier debilidad en la defensa del enemigo.

Rías, mientras tanto, protegía a Asia y a Gasper, invocando un sello mágico del que comenzaban a salir rayos mágicos. La situación era tensa, pero el equipo del Club del Ocultismo luchaba con valentía y coordinación.

Blake, aún luchando ferozmente, logró hacer retroceder a su oponente con un golpe particularmente fuerte. El Voluntario trastabilló, y Blake aprovechó la oportunidad para lanzar un ataque devastador, sus garras cortando profundamente en la carne del soldado. Sin embargo, antes de que pudiera seguir con el golpe final, un grito resonó en el campo de batalla.

—¡No dejaremos que se lleven a Blake! —gritó Akeno, lanzando una descarga de rayos hacia sus enemigos. Sin embargo, los Voluntarios se lanzaron hacia ella, obligándola a retroceder—

En ese momento crítico, Layla Dosson, contemplando el fragor de la batalla con una mezcla de profunda decepción y un hartazgo evidente, dejó escapar un largo suspiro que parecía cargado de resignación. Lentamente, abrió su mano derecha, y de ella emergió una formidable llamarada de un intenso color azul. Este fuego, resplandeciente con una intensidad sobrenatural, iluminó el campo de batalla con un brillo que casi parecía de otro mundo.

—Ya basta de juegos. —dijo Layla con voz fría y determinante—

Los proyectos de Gentek se giraron de inmediato, alertados por el peligro inminente que representaba Layla. Blake, consciente de la amenaza que se cernía sobre ellos, activó rápidamente su escudo de Biomasa, preparando una defensa contra el ataque que parecía inevitable. Sin embargo, Akeno, mostrando una determinación férrea e inquebrantable, se lanzó hacia Blake con todas sus fuerzas, empujándolo fuera del camino del peligro. La gran llamarada azul impactó directamente en la vicepresidenta del club, envolviéndola en un mar de fuego abrasador y letal. La sacerdotisa del rayo cayó al suelo, inconsciente y gravemente herida, su cuerpo inmóvil mostrando quemaduras visibles en su piel.

El séquito de Rías se quedó atónito, paralizado por la brutalidad del ataque. La visión de Akeno, una de sus compañeras más fuertes y valientes, derribada de manera tan implacable, llenó el aire de una tensión insoportable y una furia apenas contenida.

—¡Akeno! —gritó Rías, corriendo desesperadamente hacia su amiga caída, mientras los demás se preparaban para defenderla a cualquier costo—

Blake, consumido por una mezcla de rabia y desesperación, dirigió una mirada cargada de odio hacia Layla. La batalla había escalado a un nuevo nivel de peligrosidad, y Blake comprendía que ahora más que nunca, necesitaban luchar con todo lo que tenían para sobrevivir y proteger a sus seres queridos.

Asia y el séquito de Rías corrieron hacia la sacerdotisa del rayo. El combate se detuvo momentáneamente mientras la monja utilizaba su Sacred Gear: Twilight Healing (Curación del Crepúsculo) para sanar lo más rápido posible las graves heridas de Akeno. Rías miraba a su vicepresidenta con el corazón encogido por el miedo, temiendo la posibilidad de perderla. Issei gritó lleno de odio y comenzó a avanzar, mientras su Sacred Gear repetía insistentemente: "¡Boost!", hasta un total de cinco veces. Pero Kiba lo detuvo... todos volvieron su mirada hacia Blake, quien estaba solo, con los Cuatro Voluntarios del Proyecto Orión cerca de él, y Layla Dosson, observando el combate con una seriedad imperturbable.

—¿Qué estás haciendo, Kiba? —gritó Issei, furioso, con la voz cargada de frustración y enojo—

—Aguarda. —le respondió el caballero rubio con calma— Observa...

Blake deshizo sus garras de biomasa, permitiendo que sus manos volvieran a la normalidad. Con una expresión de intensa determinación, cerró los puños con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Nos enfocamos en su rostro; sus dientes se apretaban con furia contenida y sus ojos irradiaban un profundo sentimiento de ira. Su ceño se fruncía cada vez más, transformando su expresión en una máscara de odio puro. Issei, sorprendido por este despliegue de emociones, retrocedió ligeramente, confundido y asustado. Blake, por alguna razón inexplicable, comenzó a irradiar un aura de energía naranja.

—Bien, ahora es mi turno. —pronunció el Sujeto de Pruebas Número Once con una voz que resonaba con determinación—

Cerró los ojos y se concentró profundamente, llamando al poder que residía en su interior. La transformación comenzó en su pecho, un proceso biológico y visceral que era tanto fascinante como aterrador. Su ser entero empezó a cambiar, mientras sus músculos y huesos se retorcían y reorganizaban con una velocidad y violencia asombrosas para los miembros del séquito de Rías Gremory. 

Un grito primal brotó de lo más profundo de su garganta, resonando en el aire con una intensidad que helaba la sangre. Era un sonido salvaje y desgarrador, una expresión de pura ferocidad que parecía sacudir los cimientos mismos del campo de batalla.

Primero, una capa de material oscuro y viscoso emergió de su piel, expandiéndose rápidamente para cubrir todo su torso. Este líquido se solidificó en una fracción de segundo, formando placas de una sustancia tan dura como el acero, pero con una flexibilidad sin igual. Esta primera capa se extendió hacia sus extremidades, envolviendo sus brazos y piernas en una armadura negra y orgánica que brillaba bajo la tenue luz del atardecer. Su estatura creció, ya de por sí alto midiendo un metro ochenta, ahora sobrepasaba los dos metros con quince centímetros.

Los sonidos de la transformación eran inquietantes: crujidos, chasquidos y un constante gorgoteo biológico que resonaba en el aire. Las placas blindadas se conectaron entre sí con un sonido metálico, creando una malla de protección perfecta y casi impenetrable. Su espalda se arqueó mientras espinas y protuberancias emergían, formando una columna vertebral reforzada que ofrecía una defensa impenetrable.

El casco fue lo último en formarse, surgiendo de su cuello y cerrándose alrededor de su cabeza con un clic siniestro. Las fauces del casco se sellaron, dejando solo un par de ojos brillantes que irradiaban una determinación feroz y una furia contenida.

Blake Valler se levantó, su nueva forma irradiando poder y amenaza. Los Voluntarios del Proyecto Orión, aunque entrenados para no mostrar miedo, vacilaron por un instante, conscientes de la monstruosidad con la que ahora se enfrentaban.

La armadura de Blake Valler era única y orgánica, fusionándose con su cuerpo y pareciendo crecer directamente de su piel. Estaba compuesta por placas de color negro, duras y afiladas, que le otorgaban una apariencia extremadamente amenazante. Varias líneas decorativas en color naranja y rojo carmesí brillante, reflejo del virus Redlight, recorrían la armadura. Esta cubría la mayor parte de su cuerpo, sin dejar ninguna parte expuesta. Su casco, con dos agujeros que le permitían ver, tenía una forma intimidante que imponía miedo. La apariencia de Blake era la encarnación del terror y el poder absoluto.

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Poderes de Blake Valler: (Armadura Blindada)

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